VAYAN POR TODO EL MUNDO Y PROCLAMEN LA BUENA NUEVA A TODA LA CREACIÓN.
El Papa Francisco se dirigió a los fieles presentes en el Aula Pablo VI de El Vaticano para asistir a la audiencia general de este miércoles, en la que continuó con el ciclo de catequesis sobre los vicios y las virtudes, exhortando a considerar la necesidad de librar la “lucha espiritual”. El Pontífice comenzó su alocución resaltando que “la vida espiritual del cristiano no es pacífica, lineal y sin desafíos; al contrario, exige una lucha constante: la lucha cristiana por mantener la fe, por enriquecer los dones de la fe en nosotros”. Por ello, señaló, en el Bautismo la unción catecumenal “pone inmediatamente de manifiesto que el cristiano no se libra de la lucha” y que “debe descender a la arena, porque la vida es una sucesión de pruebas y tentaciones”. Así, destacó que todos, incluidos los santos, hacemos frente a las tentaciones y “si alguien se siente bien, está soñando”, porque cada uno de nosotros “tiene muchas cosas que arreglar”. Durante su saludo a los peregrinos de lengua española, el Papa enfatizó esta idea al señalar que “quien considera que ya ha conseguido cierto grado de perfección, que no necesita de conversión, que no necesita confesarse o que no vale la pena el esfuerzo, vive en la luna, vive en la oscuridad”. En el curso del texto principal de la catequesis, y en referencia a quienes encuentran dificultades para expresar sus pecados en la Confesión, el Santo Padre recomendó “un poco de examen de conciencia” contra “el riesgo de vivir en las tinieblas” y no distinguir el bien del mal. Respecto del sacramento de la Reconciliación, recordó además que es “en los peores momentos” cuando “Jesús está a nuestro lado para ayudarnos” pues “nunca se olvida de perdonar” mientras que “somos nosotros, tantas veces, los que perdemos la capacidad de pedir perdón”. Reanudando la cuestión sobre la batalla contra las tentaciones, el Papa Francisco recordó que tras el Bautismo en el Jordán, el Señor se retiró al desierto, donde Satanás trató de seducirlo. “¿Por qué razón el Hijo de Dios debe conocer la tentación?”, preguntó el Papa, para responder: “Jesús se solidariza con nuestra frágil naturaleza humana” Así, experimentó aquello a lo que el cristiano se ha de enfrentar: “la vida está hecha de desafíos, pruebas, encrucijadas, visiones opuestas, seducciones ocultas, voces contradictorias”. El Papa enfatizó que las tentaciones siempre tratan de que nos debatamos entre extremos opuestos: “El orgullo desafía a la humildad; el odio se opone a la caridad: la tristeza impide la verdadera alegría del Espíritu”. Por eso, añadió, “es importante reflexionar sobre los vicios y las virtudes: nos ayudan a superar la cultura nihilista en la que los límites entre el bien y el mal permanecen borrosos”. “El combate espiritual, pues nos lleva a mirar de cerca aquellos vicios que nos encadenan y a caminar, con la gracia de Dios, hacia aquellas virtudes que pueden florecer en nosotros, trayendo la primavera del Espíritu en nuestras vidas”.
Este miércoles 15 de noviembre, el Papa Francisco centró su catequesis de la Audiencia General en la alegría de anunciar el Evangelio y explicó que “las ideologías no saben sonreír” y que “el Evangelio es una sonrisa, te hace sonreír porque te toca el alma con la buena noticia”. Ante los fieles que le escuchaban desde la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre destacó que esta alegría viene de “una persona”, que es Jesús. “O anunciamos a Jesús con alegría, o no lo anunciamos, porque otro camino de anunciarlo no es capaz de llevar la verdadera realidad de Jesús”, advirtió. Para el Pontífice, “un cristiano infeliz, triste, insatisfecho o, peor todavía, resentido y rencoroso no es creíble. Este hablará de Jesús pero ninguno le creerá”, aseguró. Más tarde, contó que en una ocasión, hablando de estos cristianos, alguien le dijo que “son cristianos con cara de ‘bacalao’, no expresan nada, son así. La alegría es esencial”, reiteró. Remarcó también que “es esencial vigilar nuestros sentimientos” y advirtió que “el Evangelio no es una ideología, el Evangelio es un anuncio, un anuncio de alegría. Las ideologías son todas frías, el Evangelio tiene el calor de la alegría. Las ideologías no saben sonreír, el Evangelio es una sonrisa, te hace sonreír porque te toca el alma con la buena noticia”. Asimismo, subrayó que “inmersos en el clima veloz y confuso de hoy, también nosotros, de hecho, podríamos encontrarnos viviendo la fe con un sutil sentido de renuncia, persuadidos que para el Evangelio no haya más escucha y que ya no valga la pena comprometerse para anunciarlo”. Sin embargo, aclaró que “precisamente este es el momento de volver al Evangelio para descubrir que Cristo ‘es siempre joven y fuente constante de novedad’”. “El Evangelio es esperado también hoy: el hombre de todo tiempo lo necesita, también la civilización de la incredulidad programada y de la secularidad institucionalizada; es más, sobre todo la sociedad que deja desierto los espacios del sentido religioso, tiene necesidad de Jesús. Este es el momento favorable al anuncio de Jesús”. El Papa Francisco afirmó que “quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento”. “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. No olvidemos esto, y si alguno de nosotros no percibe esta alegría, que se pregunte si ha encontrado a Jesús. Una alegría interior. El Evangelio va por el camino de la alegría, siempre”. Por último, el Santo Padre invitó a cada cristiano, “en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar hoy mismo su encuentro personal con Jesucristo”. “Que cada uno de nosotros hoy gaste un poco de tiempo y piense: “Jesús tú estás dentro de mí, quiero encontrarte todos los días, Tú eres una persona, no eres una idea, Tú eres un compañero de camino, no eres un programa. Tú eres amor que resuelve muchos problemas. Tú eres el inicio de la evangelización, Tú Jesús, eres la fuente de la alegría”, concluyó.
El Papa Francisco afirmó este miércoles 8 de noviembre que “incluso los ambientes secularizados nos ayudan a la conversión”. Continuando con su ciclo de catequesis sobre la pasión por la evangelización y el celo apostólico, el Papa Francisco dedicó la Audiencia General de hoy a reflexionar sobre la Venerable Sierva de Dios Madeleine Delbrêl, escritora y mística francesa, una agnóstica que encontró a Dios. Madeleine fue también asistente social, y vivió durante más de treinta años en la periferia pobre y obrera de París. En torno a los 20 años descubrió al Señor y se convirtió al catolicismo. Llegó a escribir que “una vez que hemos conocido la palabra de Dios, no tenemos derecho de no recibirla; una vez recibida, no tenemos derecho de no dejar que se encarne en nosotros; una vez encarnada en nosotros, no tenemos derecho de conservarla para nosotros: desde ese momento pertenecemos a aquellos que la esperan”. El Santo Padre recordó que la “alegría de la fe la lleva a madurar una elección de vida enteramente donada a Dios, en el corazón de la Iglesia y en el corazón del mundo, simplemente compartiendo en fraternidad la vida de la gente de la calle”. Destacó que la venerable francesa acuñó el término “espiritualidad de la bicicleta” para explicar que la fe “no se sujeta sin dar vueltas. Podemos mantenernos erguidos sólo avanzando, moviéndonos, en un impulso de caridad”. Para el Papa Francisco, “solamente en camino vivimos en el equilibrio de la fe”, lo que supone tener “el corazón constantemente en salida”. El Pontífice destacó otra lección que dejó esta gran mujer: “que evangelizando se es evangelizado”, lo que definió como “una bella doctrina”. “También nosotros aprendemos que en toda situación y circunstancia personal o social de nuestra vida el Señor está presente y nos llama a vivir nuestro tiempo, compartir la vida de los otros, mezclarnos en las alegrías y los dolores del mundo”, señaló. “En particular —continuó el Pontífice—, nos enseña que incluso los ambientes secularizados nos ayudan a la conversión, porque los contactos con los no creyentes provocan al creyente a una continua revisión de su forma de creer y a redescubrir la fe en su esencialidad”. Durante los saludos a los peregrinos tras finalizar la catequesis, el Santo Padre subrayó la importancia de ser “testigos valientes del Evangelio” en un mundo secularizado. Asimismo, recordó que en el mes de noviembre debemos tener presentes a nuestros seres queridos difuntos y reiteró que las oraciones pueden lograr “que lleguen al cielo”. Por último, pidió rezar por los pueblos que sufren la guerra. El Santo Padre instó a los fieles a no olvidarse de la martirizada Ucrania, y nombró a los palestinos e israelíes víctimas de una guerra que comenzó hace ya un mes. Pidió especialmente por los niños inocentes y reafirmó que la guerra es siempre “una derrota”.
Antes de rezar el Ángelus en la Plaza de San Pedro, en la Solemnidad de Todos los Santos, el Papa Francisco reflexionó sobre la santidad, “un don y un camino”, y recordó que “los santos no son héroes lejanos, sino personas como nosotros, nuestros amigos”. El Santo Padre subrayó en su mensaje que “la santidad es un don de Dios que hemos recibido en el Bautismo”, y “si lo dejamos crecer, puede cambiar completamente nuestra vida”. Además, resaltó que el punto de partida de todos los santos “es el mismo don que nosotros hemos recibido: el bautismo”. “Si lo pensamos bien, seguro que hemos conocido a algunos de ellos”, dijo, señalando a “los santos de todos los días, alguna persona justa, alguna persona que vive la vida cristiana en serio, con sencillez, esto es lo que a mí me gusta llamar los santos ‘de la puerta de al lado’, que viven normalmente”. El Papa Francisco resaltó que “la santidad es un don que se ofrece a todos para tener una vida feliz”, y el agradecimiento a este regalo “es una invitación a esforzarse para que no sea desperdiciado”. Luego destacó que “la santidad es un camino, un camino que hay que recorrer juntos, ayudándonos unos a otros, unidos a esos excelsos compañeros de ruta que son los santos”.
Cada 5 de octubre la Iglesia Católica celebra a Santa Faustina Kowalska (1905-1938), religiosa y mística católica nacida en Polonia. Ella fue testigo de las apariciones que inspiraron la devoción a Jesús de la Divina Misericordia. Por esta razón, ella ostenta el título de “Apóstol de la Divina Misericordia”. "A las almas que propagan la devoción a mi misericordia, las protejo durante su vida como una madre cariñosa a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas el juez, sino el Salvador Misericordioso”, le dijo el Señor Jesús a su servidora, Santa Faustina. Una niña sencilla y amorosa Helena Kowalska -nombre de pila de Santa Faustina- nació en Lodz, Polonia, en 1905. Desde pequeña mostró una sensibilidad especial para los asuntos espirituales, algo que sus padres -piadosos y disciplinados católicos- ayudaron a forjar. El día que recibió la Primera Comunión, Faustina estaba tan emocionada por el don recibido que expresó su gratitud besando las manos de sus progenitores, agradeciéndoles que la hubieran educado en el amor a Cristo y pidiéndoles perdón por haberlos ofendido. Helena fue la tercera de ocho hermanos. Esto la obligó a aprender rápidamente a cuidar de sus hermanos más pequeños y ayudar en los quehaceres del hogar. En casa, o estaba ayudando a su madre en la cocina o estaba cuidando a sus hermanos; en el establo, se ocupaba de ordeñar a las vacas. Asistió a la escuela, pero sólo pudo completar los primeros tres años de estudio, porque la familia Kowalska no contaba con el dinero suficiente para costear su educación. “Ninguno que poniendo su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el reino de Dios” (Lc 9,62) A los 15 años empezó a tener inquietudes por la vida religiosa. Sin embargo, sabía que no sería aceptada en un convento sin tener algo de dinero. Por eso, empezó a trabajar como empleada doméstica para ayudarse económicamente y, al mismo tiempo, seguir apoyando a su familia. Cuando le comunicó a sus padres su deseo de entrar al convento, ellos se opusieron. Eso la desanimó por un tiempo, hasta que un día, mientras rezaba, sintió que Jesús le pedía que deje todo y vaya a Varsovia. Una vez allí podría ingresar a uno de los conventos de la ciudad. Sin despedirse de sus padres, viajó a la capital polaca sólo con el vestido que llevaba puesto. En Varsovia habló con un sacerdote, quien le consiguió hospedaje en casa de una familia amiga. Posteriormente, volvió a trabajar como empleada doméstica para poder sostenerse. Fue un tiempo de gran incertidumbre para ella, en el que se sintió fuertemente probada, dado que ninguna casa de religiosas quiso acogerla a pesar de su insistencia. “Tengo preparadas para ti muchas gracias” Finalmente, fue recibida en la Casa Madre de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia. A Faustina se le encendió el corazón de alegría, su más grande sueño se hacía realidad, aunque no duraría demasiado. El gozo inicial se fue desvaneciendo poco a poco. Sólo unas pocas semanas después de haber sido aceptada, enfrentó por primera vez la tentación de dejar el convento. No entendía bien qué sucedía y su corazón alegre se encontraba ahora turbado y entristecido. De esos días data una de sus primeras visiones: vio que Jesús se le aparecía con el rostro destrozado y cubierto de llagas. Ella, entonces, preguntó: "Jesús, ¿quién te ha herido tanto?". A lo que Él contestó: "Este es el dolor que me causarías si te vas de este convento. Es aquí donde te he llamado y no a otro; y tengo preparadas para ti muchas gracias". Faustina entendió entonces lo que Dios quería de ella. Se mantuvo firme y desistió de la idea de dejar el convento, y más bien empezó a enamorarse de la vida que allí podía encontrar. Así, el tiempo pasó, vino el noviciado, la recepción del hábito y los primeros votos. Finalmente llegaría la consagración a perpetuidad. El nombre de ‘Helena’ cambiaría por el de ‘Faustina’. Esos fueron años distintos, vividos con sencillez, con vocación de servicio. Faustina pasaría por varios cargos en el convento y realizaría distintos oficios con amabilidad y sencillez: fue cocinera, jardinera, portera. La Divina Misericordia A esta humilde mujer -recogida y piadosa, alegre y caritativa- Dios la había escogido para revelarse de una manera particular: Jesús se le apareció en otras ocasiones con la intención de mostrarle, con mayor profundidad, su amor misericordioso por la humanidad. De aquellas visiones místicas proviene la imagen de la Divina Misericordia que se conoce popularmente. En esta se ve a Jesús vestido de blanco, mirando al frente, fijamente, y mostrando el corazón, desde el cual emanan rayos de luz blancos y rojos. Esta imagen no es sino la representación pictórica del Señor, tal y como Santa Faustina lo vio, a la que posteriormente se añadió la expresión “Jesús, en vos confío”, por pedido expreso del Señor. La coronilla Faustina recibió muchas otras gracias extraordinarias -los estigmas ocultos, el don de profecía y numerosas revelaciones particulares, como la coronilla de la Divina Misericordia-, y siempre lo hizo con la conciencia de que aquellos favores eran inmerecidos: “Ni las gracias ni las revelaciones, ni los éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hacen perfecta, sino la comunión interior del alma con Dios... Mi santidad y perfección consisten en una estrecha unión de mi voluntad con la voluntad de Dios”. Muerte y canonización El 5 de octubre de 1938, después de un período de sufrimientos soportados con virtud, la santa fue llamada a la Casa del Padre. En el año 2000, Faustina fue canonizada por su compatriota, el Papa San Juan Pablo II, quien estableció que el segundo domingo de Pascua sea el “Domingo de la Misericordia Divina”, y su fiesta se celebre cada 5 de octubre, recordando el día del tránsito final de la santa.
Cada 2 de octubre, la Iglesia Católica celebra a los Santos Ángeles Custodios. “Todo fiel tiene junto a sí un ángel como tutor y pastor, para llevarlo a la vida”, decía San Basilio (c. 330-379), refiriéndose al ángel custodio que, de acuerdo a la tradición, vela por el bien y la salud espiritual de cada uno de los seres humanos. Siempre a nuestro lado. Siempre San Basilio enseña precisamente que Dios ha dispuesto que toda alma no esté “sola”, sino que cuente con un protector con la misión específica de acompañar y guiar a la persona a lo largo de su vida. Esta tarea ha de cumplirse desde el momento de la concepción hasta la hora de la muerte. Nuestro ángel custodio no nos abandona ni se aleja. Lamentablemente, la mayor parte del tiempo no somos conscientes de su presencia. Por eso, es una santa costumbre que cada 2 de octubre recordemos y celebremos la fiesta de los Ángeles custodios, nuestros guardianes. La palabra “ángel” proviene del griego antiguo y significa “mensajero”, o “el que lleva un encargo”. En la Biblia La Sagrada Escritura da cuenta de la existencia de los ángeles y cómo, en momentos cruciales de la historia de la salvación, ellos han aparecido con el propósito de cumplir una misión especial dada por Dios. Son criaturas como nosotros, pero gozan de una condición particular. No son seres corpóreos, y por lo tanto, no están sometidos a las leyes que regulan la materia, el tiempo y el espacio. Los ángeles custodios son los espíritus celestiales de los que habla el Salmo 90: "A sus ángeles ha dado órdenes Dios para que te guarden en tus caminos"; y de los que da cuenta el Evangelio cuando, por ejemplo, Jesús dice: "Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial" (Mt 18,10). En la tradición San Agustín dice respecto a ellos: "El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel". Enseña, además, el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC, 329): "Los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan 'constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos' (Mt 18, 10), son 'agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra' (Sal 103,20)”.
«El Señor Jesús, la noche en que fue entregado», (1 Co 11, 23), instituyó el Sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre. Las palabras del apóstol Pablo nos llevan a las circunstancias dramáticas en que nació la Eucaristía. En ella está inscrito de forma indeleble el acontecimiento de la pasión y muerte del Señor. No sólo lo evoca sino que lo hace sacramentalmente presente. Es el sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos. ¿Recibimos este sacramento de manos de Cristo? La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre otros muchos, aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia, porque es don de Sí mismo, de su Persona en su santa humanidad y, además, de su obra de salvación. Ésta no queda relegada al pasado, pues todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad divina y domina así todos los tiempos. ¿Es un sacramento de amor? Misterio grande, Misterio de misericordia. ¿Qué más podía hacer Jesús por nosotros? Verdaderamente, en la Eucaristía nos muestra un amor que llega «hasta el extremo», (Jn 13, 1), un amor que no conoce medida. ¿Por qué es importante la Eucaristía? Con razón ha proclamado el Concilio Vaticano II que el Sacrificio eucarístico es «fuente y cima de toda la vida cristiana». «La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo». Por tanto la mirada de la Iglesia se dirige continuamente a su Señor, presente en el Sacramento del altar, en el cual descubre la plena manifestación de su inmenso amor. ¿Qué relación tiene con la Iglesia? Del misterio pascual nace la Iglesia. Precisamente por eso la Eucaristía, que es el sacramento por excelencia del misterio pascual, está en el centro de la vida eclesial. Se puede observar esto ya desde las primeras imágenes de la Iglesia que nos ofrecen los Hechos de los Apóstoles: «Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones» (2, 42). La «fracción del pan» evoca la Eucaristía. Después de dos mil años seguimos reproduciendo aquella imagen primigenia de la Iglesia. ¿Cómo llega hasta nuestros días? El acontecimiento pascual y la Eucaristía que lo actualiza a lo largo de los siglos tienen una «capacidad» verdaderamente enorme, en la que entra toda la historia como destinataria de la gracia de la redención. Este asombro ha de inundar siempre a la Iglesia, reunida en la celebración eucarística. La Misa es, a la vez e inseparablemente, el memorial sacrificial en que se perpetúa el sacrificio de la cruz, y el banquete sagrado de la comunión en el Cuerpo y la Sangre del Señor. ¿Está realmente Cristo presente en este sacramento? Recordemos la doctrina siempre válida del Concilio de Trento: «Por la consagración del pan y del vino se realiza la conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia del cuerpo de Cristo Señor nuestro, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su sangre. Esta conversión, propia y convenientemente, fue llamada transubstanciación por la Iglesia Católica». Verdaderamente la Eucaristía es un misterio que supera nuestro pensamiento y puede ser acogido sólo en la fe. «No veas —exhorta san Cirilo de Jerusalén— en el pan y en el vino meros y naturales elementos, porque el Señor ha dicho expresamente que son su cuerpo y su sangre: la fe te lo asegura, aunque los sentidos te sugieran otra cosa». ¿Cómo descubrimos a Cristo en la Eucaristía? Contemplar a Cristo implica saber reconocerle dondequiera que Él se manifieste, en sus multiformes presencias, pero sobre todo en el Sacramento vivo de su cuerpo y de su sangre. La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada. La Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, «misterio de luz». Cada vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: «Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron», (Lc 24, 31). ¿Y qué pasa cuando comulgamos? La eficacia salvífica del sacrificio se realiza plenamente cuando se comulga recibiendo el cuerpo y la sangre del Señor. De por sí, el sacrificio eucarístico se orienta a la íntima unión de nosotros, los fieles, con Cristo mediante la comunión: le recibimos a Él mismo, que se ha ofrecido por nosotros; su cuerpo, que Él ha entregado por nosotros en la Cruz; su sangre, «derramada por muchos para perdón de los pecados», (Mt 26, 28). La Eucaristía es verdadero banquete, en el cual Cristo se ofrece como alimento. ¿Cómo debemos recibir la comunión? El Catecismo de la Iglesia Católica establece: «Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar». El Concilio de Trento ha concretado que, para recibir dignamente la Eucaristía, «debe preceder la confesión de los pecados, cuando uno es consciente de pecado mortal». ¿Cómo nos ayuda en nuestra vida cristiana? Una consecuencia significativa propia de la Eucaristía es que da impulso a nuestro camino... poniendo una semilla de viva esperanza en la dedicación cotidiana de cada uno a sus propias tareas (y así) contribuir con la luz del Evangelio a la edificación de un mundo plenamente conforme al designio de Dios. ¿Fuera de la Misa cómo debemos encontrarnos con la Eucaristía? El culto que se da a la Eucaristía fuera de la Misa es de un valor inestimable en la vida de la Iglesia. La presencia de Cristo bajo las sagradas especies que se conservan después de la Misa, deriva de la celebración del Sacrificio y tiende a la comunión sacramental y espiritual. (Hay que) animar el culto eucarístico, particularmente la exposición del Santísimo Sacramento y la adoración de Cristo presente bajo las especies eucarísticas. ¿Cómo visitar el Santísimo Sacramento? Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto, palpar el amor infinito de su corazón. Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el «arte de la oración», ¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? María y la Eucaristía Si queremos descubrir en toda su riqueza la relación íntima que une Iglesia y Eucaristía, no podemos olvidar a María, Madre y modelo de la Iglesia. Efectivamente, Ella puede guiarnos hacia este Santísimo Sacramento porque tiene una relación profunda con él. Vivir en la Eucaristía el memorial de la muerte de Cristo implica también recibir continuamente este don. Significa tomar con nosotros —a ejemplo de Juan— a quien una vez nos fue entregada como Madre. Significa asumir, al mismo tiempo, el compromiso de conformarnos a Cristo, aprendiendo de su Madre y dejándonos acompañar por ella. María está presente con la Iglesia, y como Madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas. En el humilde signo del pan y el vino, transformados en su cuerpo y en su sangre, Cristo camina con nosotros como nuestra fuerza y nuestro viático y nos convierte en testigos de esperanza para todos. Si ante este Misterio la razón experimenta sus propios límites, el corazón, iluminado por la gracia del Espíritu Santo, intuye bien cómo ha de comportarse, sumiéndose en la adoración y en un amor sin límites.
Al recibir este lunes a una delegación del Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la Protección del Menor (CEPROME), el Papa Francisco los alentó a seguir trabajando para erradicar la lacra de los abusos en la Iglesia Católica y en el mundo. La lucha contra la lacra de los abusos “Ustedes, lo sé bien, tratan de trabajar y aplicar métodos cada vez más adecuados para erradicar la lacra de los abusos, tanto en la Iglesia como en el mundo. Y no debemos olvidar esto: los abusos que han golpeado a la Iglesia no son más que un pálido reflejo de una triste realidad que abarca a toda la humanidad, y sobre la que no se presta la necesaria atención. Alguno puede decir: ‘ah, no son tantos, entonces’. Si fuera uno solo, ya sería escandaloso, uno solo, y son más de uno”, continuó Francisco. Tras agradecer al Arzobispo de Boston, Cardenal Seán O’Malley, por su trabajo como presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, el Santo Padre destacó el avance de la Iglesia en la lucha contra los abusos y animó a que la labor no se quede en “la mera aplicación de protocolos”. El Pontífice alentó a sentirse hermanos de quienes sufren a causa del mal de los abusos, a confiar en Cristo en la oración y a pedirle a Santa Teresita del Niño Jesús por la conversión de los “pecadores más infelices y desesperados”. “No quiero que pase sin que haga una atención a un problema que es muy grave en esto de los abusos, las filmaciones de pornografía infantil, que lamentablemente pagando una cuotita ya lo pueden tener en el teléfono. ¿Dónde se hace esta pornografía infantil? ¿En qué país se hace? Nadie lo sabe. Pero es la criminalidad puesta al servicio de cada uno a través de sus telefonitos”, lamentó el Santo Padre. “Por favor, hablemos de esto también. Porque esos niños que son filmados, son víctimas, víctimas sofisticadas de esta sociedad de consumo. No se olviden de este punto que a mí me preocupa mucho”, continuó. “Que Dios los bendiga, que la Virgen los cuide y sigan luchando así, sigan. Gracias”, concluyó.
El Catecismo nos recuerda que en la oración participan mucho más que nuestras almas: “Cualquiera que sea el lenguaje de la oración (gestos y palabras), el que ora es todo el hombre” (CIC 2562). Por este motivo, las formas públicas de adoración en la Iglesia contienen numerosos elementos que son visibles y que apelan a nuestros sentidos corporales. El Catecismo enseña que “[e]n la vida humana, signos y símbolos ocupan un lugar importante. El hombre, siendo un ser a la vez corporal y espiritual, expresa y percibe las realidades espirituales a través de signos y de símbolos materiales. Como ser social, el hombre necesita signos y símbolos para comunicarse con los demás, mediante el lenguaje, gestos y acciones. Lo mismo sucede en su relación con Dios” (CIC 1146). Para facilitar la participación de todos nuestros sentidos durante la celebración de la misa, elevando nuestros cuerpos y almas a Dios, la Iglesia lleva siglos usando el incienso como un importante signo externo. El incienso era una parte vital de la adoración para muchas religiones antiguas, incluyendo la veneración judía de Dios. En el tabernáculo, además de en el templo, Dios ordenó la construcción de un “altar de incienso”. Dios dio instrucciones a Aarón, el Sumo Sacerdote: “ustedes presentarán constantemente delante del Señor esta ofrenda de incienso aromático, a través de las generaciones” (Éxodo 30,8). Conectando con esta tradición, está la famosa frase que menciona el incienso en al Antiguo Testamento: “Que mi oración suba hasta ti como el incienso, y mis manos en alto, como la ofrenda de la tarde” (Salmos 141,2). Los cristianos adoptaron rápidamente el uso del incienso y aparece profusamente en el libro del Apocalipsis en la liturgia celestial, donde san Juan describe: “Y vino otro Ángel que se ubicó junto al altar con un incensario de oro y recibió una gran cantidad de perfumes, para ofrecerlos junto con la oración de todos los santos, sobre el altar de oro que está delante del trono” (Apocalipsis 8,3). Como se deduce de los pasajes de las escrituras anteriores, el significado principal del uso de incienso es simbolizar nuestras oraciones elevándose hasta Dios. Cuando vemos el incienso recordamos que los sacerdotes están ahí para reunir nuestras peticiones y rogar por nosotros ante nuestro amante y misericordioso Dios. El incienso también trae a la mente la realidad celestial de la misa. Conecta nuestra celebración con la liturgia celestial representada en el libro del Apocalipsis y nos recuerda que la misa es un lugar de encuentro entre el cielo y la tierra. Por último, a veces la espesa nube de incienso puede oscurecer nuestra visión del altar. Es algo bueno, porque nos recuerda la naturaleza misteriosa de la misa. Nuestras mentes mortales no pueden comprender por completo el misterio que se celebra ante nuestros ojos, así que el incienso hace esa realidad incluso más tangible. De modo que, aunque en ocasiones el uso del incienso pueda parecer extraño, tiene unas profundas raíces espirituales y ha sido parte de la adoración divina durante miles de años.
El Salvador vivía años difíciles, la guerra civil había comenzado en 1979 pero sólo en 1992 vio su fin; por un lado el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) y el ejército apoyados por los terratenientes, por grupos paramilitares de extrema derecha, entre ellos los Escuadrones de la Muerte y la Unión Gerrera Blanca. En este clima florece la experiencia del padre franciscano Cosme, toda ella encaminada a dar a conocer la Palabra de Dios, a infundir semillas de justicia y de paz. Su estilo era suave, gentil, sereno, nunca una palabra de más, prudente pero firme en el rechazo de la violencia y en la defensa de la casa de Cristo. Cualidades que chocan profundamente con la muerte violenta que recibió el padre Cosme el 14 de junio de 1980, cuando fue tiroteado varias veces por desconocidos delante del altar mayor de su parroquia de Nonualco, mientras rezaba antes de celebrar la misa. La Iglesia en 2020 reconoce su martirio "in odium fidei". Hoy a las 17 horas tendrá lugar en la Plaza del Divino Salvador del Mundo, en San Salvador, su beatificación y la del Padre Rutilio Grande y compañeros. El cardenal Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar de San Salvador, presidirá la celebración en representación del Papa Francisco, junto con 25 obispos y 600 sacerdotes. El vicepostulador: el Santo Cura de Ars de El Salvador El padre Claudio Bratti es el vicepostulador de la causa de beatificación del padre Cosme, que era su compañero y amigo. También él es franciscano y misionero en El Salvador. Sigue la causa desde 1996 y confiesa que no ha descubierto nada diferente de lo que ya sabía sobre el religioso, su fe y su vocación de ayudar a los demás sin juzgar nunca. Analizando sus escritos, leyendo los documentos pero también en los testimonios recogidos, emerge la misma figura de un sacerdote "al estilo de Charles de Foucault". El padre Bratti cuenta que el padre Cosme "destacó por un tipo de santidad que refleja el carisma franciscano: trabajar por la justicia, trabajar en el entorno en el que se vive". Nacido el 28 de enero de 1923 en Mansuè, en la provincia de Treviso, ingresó en el seminario franciscano de los Hermanos Menores de Lonigo en 1935 e hizo su profesión religiosa el 17 de noviembre de 1940. Ordenado sacerdote el 27 de junio de 1948, expresó a sus superiores su deseo de ir como misionero a China, deseo que no pudo cumplirse. Su otro destino fue Centroamérica, San Juan Nonualco, donde construyó una iglesia parroquial, montó talleres para enseñar un oficio a los jóvenes, trajo vides de su propia tierra para intentar hacer vino y fundó una escuela. Cuando recogí los testimonios de sus feligreses", dijo el vicepostulador, "pensé en el Santo Cura de Ars porque era un párroco que acogía a la gente, servía a sus fieles, administraba los sacramentos y se entregaba a la catequesis. Era un hombre amable, presente y decidido en su misión". Justicia social La determinación la demostró -recuerda padre Claudio- cuando detuvo a los guerrilleros que querían ocupar su iglesia, lo que le parecía "una profanación de la Eucaristía". "Yo estaba en la parroquia de al lado e inmediatamente fui a verle, le dije que había sido valiente pero me contestó que siempre hay que defender los derechos de Cristo y de la Iglesia". "Era muy bueno guiando a las almas, muy devoto de la Eucaristía y cuando celebraba la misa u organizaba la adoración atraía a la gente y la dejaba asombrada". El padre Cosme sabía que "el problema era la justicia social, pero no atacó a las autoridades, sino que expuso los principios que debían guiar la vida de las personas, se detenía -continúa el padre Bratti- en las injusticias de los pobres sobre los pobres". La referencia era al clima de sospecha que se había creado, durante la guerra civil, en la que se elaboraron listas con personas sospechosas de conspirar contra el ejército. "Él decía que había que tener cuidado porque la gente también mataba de esta manera, no sólo con disparos". El martirio, una característica de su vida El vicepostulador concluye: "La relevancia del padre Cosme radica en que en ese ambiente, como en todos, la tentación de hacer política era fuerte, pero aún hoy existe ese riesgo. Es un ejemplo de sacerdote que estaba presente a cualquier hora del día o de la noche, iba a todas partes con su jeep, a caballo y también a pie, fuera como fuera". La muerte del padre Spessotto se produjo cuatro meses después de la de monseñor Romero. Su martirio material está bien documentado, pero su voluntad de vivirlo se desprende también de sus escritos, en los que también expresaba su voluntad de perdonar a sus posibles asesinos. Era consciente de que estaba en peligro porque había recibido amenazas verbales y cartas amenazantes, pero siempre rechazó la invitación de sus superiores a volver a Italia. "Tengo el presentimiento -escribió antes de morir- de que de un momento a otro las personas fanáticas pueden quitarme la vida. Morir como mártir sería una gracia que no merezco. Lavar todos mis pecados, faltas y debilidades de mi vida pasada con la sangre derramada por la causa de Cristo sería un regalo gratuito del Señor. Ya desde este momento, perdono y pido al Señor la conversión de los autores de mi muerte".
¿Cuál es el significado de la Natividad de María? Solo se celebran tres cumpleaños en el calendario litúrgico de la Iglesia, la Natividad de Nuestro Señor (25 de diciembre), la Natividad de Su Precursor, Juan el Bautista (24 de junio) y la Natividad de Su Madre el 8 de septiembre. Por lo tanto, la Iglesia honra de manera única a las tres figuras principales relacionadas con la Encarnación y la Redención El nacimiento de María se encuentra en la confluencia de los dos Testamentos, poniendo fin a la etapa de la expectativa y las promesas, e inaugurando la era de la gracia y la salvación en Jesucristo. El nacimiento de María está ordenado en particular para su misión como Madre del Salvador. Su existencia está indisolublemente unida a la de Cristo: participa de un plan único de predestinación y gracia. El plan misterioso de Dios sobre la Encarnación del Verbo abarca también a la Virgen, que es su Madre. De esta manera, el Nacimiento de María, como su Divino Niño, se inserta en el corazón mismo de la Historia de la Salvación. Aunque su historia no está en la Sagrada Escritura, según una tradición piadosa, los santos Ana y Joaquín habían sido infértiles durante toda su vida matrimonial. Entonces, como Sara (Génesis 21: 2) e Isabel (Lucas 1), Santa Ana concibió en su vejez. Esta niña era la Santísima Virgen María. La Iglesia celebra el cumpleaños de María el 8 de septiembre. Esta fiesta es exactamente nueve meses después de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre. La Iglesia no hace afirmaciones sobre el mérito histórico de ninguna de las fechas. Más bien, la datación tiene un propósito litúrgico al recordar los misterios asociados con María, de la misma manera que los nueve meses del calendario entre la Anunciación y la Navidad. El cumpleaños de la Santísima Virgen María es importante debido a su papel vital en la historia de la salvación. El Catecismo de la Iglesia Católica (párrafo 489) dice: A lo largo de la Antigua Alianza la misión de muchas santas mujeres se preparó para la de María. Al principio estaba Eva; a pesar de su desobediencia, recibe la promesa de una posteridad que vencerá al maligno, así como la promesa de que será la madre de todos los vivientes. En virtud de esta promesa, Sara concibe un hijo a pesar de su vejez. Contra toda expectativa humana, Dios elige a los que se consideraban impotentes y débiles para mostrar su fidelidad a sus promesas: Ana, la madre de Samuel; Deborah; Piedad; Judith y Esther; y muchas otras mujeres. María "se destaca entre los pobres y humildes del Señor, que esperan confiadamente y reciben de él la salvación. Después de un largo período de espera, los tiempos se cumplen en ella, la exaltada Hija de Sion, y se establece el nuevo plan de salvación". " Los fieles pueden celebrar el cumpleaños de la Santísima Virgen y honrarla de muchas formas. Dado que María siempre nos señala a su Hijo, podemos asistir a Misa ese día. Podemos leer las Escrituras sobre su papel en la salvación, como la Anunciación, la Visitación o las Bodas de Caná. Y podemos rezar el Santísimo Rosario. Especialmente para aquellos que celebran con niños, los fieles pueden tener un pastel de cumpleaños o una pequeña fiesta en honor al cumpleaños de María. María fue concebida y nació de la forma habitual. Sin embargo, habiendo sido justificada en su concepción (la Inmaculada Concepción), y no en el vientre como Juan el Bautista (Lucas 1:41), o por el bautismo, como nosotros, nació “llena de gracia” (Lucas 1: 28). En este don de Dios creció gracias a su cooperación sin pecar hasta el final de su vida.
Durante todo el mes de septiembre, la Iglesia celebra el mes de la Santa Biblia y presta especial atención a la Palabra de Dios contenida en las Sagradas Escrituras. La primera exhortación apostólica del Papa Francisco: "La alegría del Evangelio" contiene material valioso para celebrar encuentro de oración alrededor de la Palabra de Dios. ¿Por qué celebramos la Biblia en septiembre? Para nosotros, los Cristianos Católicos, septiembre es el mes de la Biblia porque el día 30 de septiembre es el día de San Jerónimo, el hombre que dedicó su vida al estudio y a la traducción de la Biblia al latín. San Jerónico nació en Dalmacia, cerca del año 340 y murió en Belén el 30 de septiembre de 420. San Jerónimo tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín. La traducción al latín de la Bibliahecha por San Jerónimo, llamada la Vulgata (de vulgata editio, "edición para el pueblo"), ha sido hasta la promulgación de la Neovulgata en 1979, el texto bíblico oficial de la Iglesia católica romana. La Nueva Evangelización nos exige este conocimiento de la Palabra para afrontar los nuevos desafíos. En una realidad que cambia constantemente y es necesario sembrar en ella la semilla del Evangelio, para que el mensaje de Jesús llegue a ser una interpretación válida, comprensible, esperanzadora y relevante para la vida del hombre y de la mujer de hoy La intención, es que, durante este mes, en todas las comunidades cristianas o grupos familiares, se desarrollen algunas actividades que nos permitan acercarnos mejor y con más provecho a la Palabra de Dios La palabra de Dios se configura como alimento espiritual para la vida de todo Cristiano. Los mensajes, parábolas y vivencias contenidas en la Biblia nos permiten entender y comprender la gran obra de salvación de Jesucristo. ¿Qué dice el Catecismo? La Biblia es alimento de la vida espiritual, y todos los cristianos deben tener un fácil acceso a la Sagrada Escritura (Cat. 131). Es el alma de la teología, la predicación y la catequesis (Cat. 132) La Iglesia recomienda la lectura “asidua” (frecuente, cotidiana) de la Sagrada Escritura. Desconocerla, es desconocer a Jesús. En cambio, quienes la disfrutan, adquieren la mente de Cristo (Cat. 133. Comp. 24) Esperemos que el Espíritu Santo haga que algunos de estos elementos nos toquen la mente y el corazón, y nos ayuden a acercarnos al libro más leído en la historia de la humanidad, en el cual el Padre Celestial sale a dialogar con sus hijos (Cat. 103), y del que se conservan los manuscritos más cercanos al original. Y a través de él conocer, amar y seguir a Jesús, que es lo propio del cristiano. San Juan Pablo II, nos dejó además unas palabras hermosas sobre esta celebración de la Biblia en Septiembre: "Los católicos durante el mes de septiembre debemos dedicarlo a impulsar el conocimiento y divulgación de los textos bíblicos con mayor énfasis, ya que quien se llame cristiano tendría que conocer la historia de la salvación y la Palabra de Dios, interpretadas auténtica y fielmente por el Magisterio de la Iglesia." Métodos para leer la Biblia y sacarle el mejor provecho Lectio Divina Es una celebración de la Palabra que se remonta a tiempos antiquísimos y su método se atribuye al monje Orígenes. Se puede celebrar en comunidad, en familia o de modo individual. La Lectio Divina o lectura orante de la Biblia consiste en el estudio de la Palabra en un dialogo íntimo con Dios. Lectura del texto Bíblico Relectura, búsqueda de términos complicados y reconstrucción imaginaria de los hechos tal y como son descritos letra a letra. Meditación Consiste en el análisis del mensaje de Salvación que el texto ofrece y la enseñanza para la vida que contiene. Oración Es la respuesta que das a Dios después de haber escuchado su Palabra, el ofrecimiento de tu vida y la solicitud de su misericordia siempre en sintonía con el mensaje leído Contemplación Es la cuestión de interiorizar el mensaje, es preguntarse que quiere Dios de mi con este mensaje de Salvación, ¿a qué voy a comprometerme?. Si la Lectio Divina se hace en casa, se recomienda estar libre de distracciones y crear un clima de santidad; realizarlo frente a un crucifijo, con una vela encendida y comenzando con un acto penitencial y la invocación al Espíritu Santo. Recomendaciones para leer la Biblia Orar al Espíritu Santo para recibir su luz y entendimiento. Leer con humildad, no pretendiendo tenerlo ya todo entendido. Interpretar según la Iglesia. La humildad exige que se pregunte y estudie. Leer la Biblia con frecuencia para beber mas de la fuente. Leer con el fin de amar y obedecer mas a Dios y amar mas al prójimo No buscar en la Biblia ciencia natural sino un mensaje espiritual. Pregunta en tu parroquia que actividades se desarrollarán durante este mes e intégrate a las celebraciones, retiros espirituales, sesiones de estudio, etc. que te ofrezcan, no desperdicies nada de la riqueza que puedes llegar a poseer en el estudio de la Biblia en el seno de la Iglesia que la escribió. Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual.
En medio del Jubileo de la Misericordia, el Papa Francisco proclamó santa al pequeño "lápiz en las manos de Dios". Trabajadora incansable de la caridad, hizo visible al mundo la pobreza que marcaba las calles de Calcuta y devolvió la dignidad a los que no la tenían. Con nosotros el Padre Brian Kolodiejchuk, postulador de la Causa de Beatificación y Canonización de la Madre Teresa de Calcuta. Ciudad del Vaticano Pequeña, minuta, valiosa, porque en un cuerpo tan delgado Dios había derramado su gracia. A Anjeze Gonxhe Bojaxhiu, la futura Madre Teresa de Calcuta, le había dado espaldas fuertes para soportar las miserias de tantos hombres abandonados en la inmundicia y la resignación; manos trabajadoras capaces de acariciar y curar sus heridas; una voz firme para denunciar la injusticia al mundo y para pedir que repare tantos males. Amaba a Jesús en cada persona Nacida el 26 de agosto de 1910, en Skopje, en la antigua Yugoslavia, en 1929 la Madre Teresa comenzó su misión en Calcuta, pero sólo después de dejar a las Hermanas de Loreto, en 1950 fundó la Congregación de las Misioneras de la Caridad, que hoy cuenta con más de seis mil hermanas en el mundo, activas en 130 países. En 1979 se le entrega el Premio Nobel de la Paz, pero ella pide que se donen los seis mil dólares a los pobres de la India. Tras su muerte en 1996, San Juan Pablo II, su amigo fraterno, el 19 de octubre de 2003 la colocó entre los beatos. El 4 de septiembre de 2016, Francisco la canonizó, recordando su ardua defensa de la vida y la dignidad que Dios había dado a los que se dejaban morir en las orillas de las calles. “La misericordia ha sido para ella la «sal» que daba sabor a cada obra suya, y la «luz» que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento” Una Santa que todos podemos imitar “Madre Teresa es una Santa que todos podemos imitar en su amor por Jesús”: afirma ante los micrófonos de Vatican News el Padre Brian Kolodiejchuk, postulador de la Causa de Beatificación y Canonización de Madre Teresa: Era una mujer apasionadamente enamorada de Jesús y mostraba su amor por Dios, por Jesús, sirviendo a los demás haciendo la caridad cada día. Ella hacía siempre cosas ordinarias, pero con un amor extraordinario, cosas pequeñas, pero con un gran amor. Y eso podemos hacer nosotros en nuestras casas, en nuestras familias, empezando dónde estamos, con la gente alrededor de nosotros, en el trabajo, en la escuela: podemos amar al otro, por amor de Jesús. Y también cuando es difícil. Madre Teresa decía siempre refiriéndose al Evangelio de San Mateo, ‘Todo lo que hagáis al más pequeño de mis hermanos, me lo haréis a mí. Y ver en esta persona que, tal vez, es muy difícil amar, a Jesús y amar a Jesús en esta persona.
Cada 31 de agosto la Iglesia celebra a San Ramón Nonato, religioso de la Orden de la Merced nacido en 1204 en Portell, pueblo de la antigua Corona de Aragón (España). Patrono de los no nacidos El apelativo “Nonato”, término que proviene del latín “nonnatus” (no nacido), le fue dado por la manera en que Ramón llegó a este mundo: fue extraído, mediante cesárea, del útero de su madre cuando ella estaba ya muerta. En virtud de aquel singular hecho, la tradición le ha conferido el título de patrón de las embarazadas, parturientas, parteras y recién nacidos. Para quien haya pasado por el mismo trance o haya sufrido alguna circunstancia semejante, sea madre, padre o hijo, no puede haber mejor amigo e intercesor que San Ramón. Lo mismo para los pequeños que por diversas circunstancias no pudieron o no los dejaron nacer. Redentor de los cautivos Ramón ingresó a la “Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos”, cuyos miembros son conocidos como mercedarios. La Orden de la Merced -como también se le conoce- fue fundada por San Pedro Nolasco en 1218 con la misión de rescatar a los cristianos tomados prisioneros por los musulmanes en el norte de África. Ramón fue ordenado sacerdote en 1222 y sirvió como superior en varias comunidades de su Orden durante varios años. Sin embargo, llegado el momento, fue enviado como “rescatador de cautivos” a África del Norte. Allí pagó rescate por varios cristianos hasta que se le acabó el dinero y, de acuerdo al cuarto voto mercedario, tuvo que ofrecerse él mismo a cambio de un prisionero. Un candado para que se calle… y no se calló En cautiverio, Ramón se dedicó a anunciar al Señor y a dar consuelo a quienes, como él, estaban privados de su libertad, viviendo en condiciones infrahumanas. El santo se mantuvo firme con un solo propósito: fortalecer la fe de aquellos a los que Cristo había puesto bajo su cuidado espiritual. Con su testimonio, suscitó muchas conversiones, incluso entre los no cristianos, algo que enfureció terriblemente a sus carceleros musulmanes, quienes lo mandaron torturar en diferentes oportunidades. Como castigo fue azotado públicamente más de una vez, y en una ocasión llegaron a perforarle los labios con hierro candente para colocarle un candado en la boca y deje así de hablar. Fueron ocho largos meses los que San Ramón tuvo que pasar en esta situación, hasta que Pedro Nolasco pudo enviar a otros miembros de la Orden a rescatarlo. San Ramón Nonato, de regreso a España, fue nombrado Cardenal por el Papa Gregorio IX. El santo asumió su cargo con sencillez y continuó viviendo con el mismo espíritu evangelizador que siempre había tenido. Aunque era un príncipe de la Iglesia, vestía con sencillez y nunca abandonó su pobre celda del convento de Barcelona. En calidad de Cardenal fue convocado a Roma por el Papa. Ramón emprendió el viaje, pero al llegar a Cardona, a unos diez kilómetros de Barcelona, lo sorprendió una violenta fiebre que le quitó la vida. El buen “nonato” partió a la Casa del Padre el 31 de agosto de 1240, con sólo 36 años. Ese día nació para la vida eterna. Mujeres, recen a San Ramón Nonato El 31 de agosto de 2020, el Papa Francisco envió un mensaje a la comunidad mercedaria del Santuario San Ramón Nonato en Buenos Aires (Argentina) con motivo de su fiesta. En la misiva el Pontífice recomendaba a los matrimonios rezar a este santo si quieren tener un hijo: “Cuando en la Audiencia algún matrimonio me pide la bendición para que venga un hijo, les digo que recen a San Ramón Nonato, y si son de la Argentina les recomiendo que pasen por el santuario de la calle Cervantes. Como ven, los tengo presentes”, aseguró el Santo Padre.
El Papa Francisco destacó el ejemplo de humildad de San Juan Bautista quien fue "enviado por Dios para testimoniar la luz". "Imitemos el humilde testimonio de quien señaló al Cordero de Dios", invitó el Santo Padre e invocó sobre los presentes y sus familias "la alegría y la paz del Señor". Luego, el Papa dijo a los fieles de lengua italiana que San Juan Bautista fue "enviado por Dios para dar testimonio de la luz y preparar un pueblo bien dispuesto para el Señor". "Por su intercesión espero para cada uno de ustedes abundantes gracias, para que se fortalezcan sus generosos propósitos de fidelidad a la llamada del Señor", añadió. En 2020, el Santo Padre animó el ejemplo de San Juan Bautista para "testimoniar con valentía el Evangelio". En esa ocasión, el Papa calificó a San Juan Bautista como "profeta precursor del Mesi?as" y lo comparó al rey David, para decir que fueron "dos hombres totalmente diferentes que vivieron la profeci?a y que supieron indicar do?nde estaba el verdadero Dios". Por ello, el Santo Padre invitó a que su ejemplo sea "esti?mulo para nuestra vida, para que busquemos la amistad de Dios a trave?s de la oracio?n, y nuestro ejemplo pueda ayudar a llevar a Dios a los hombres y los hombres a Dios".
En la Audiencia General de este miércoles, el Papa Francisco predicó sobre el anuncio en la lengua materna y dedicó su catequesis a la figura de San Juan Diego, mensajero de la Virgen de Guadalupe. Continuó así con su ciclo de catequesis sobre la "pasión por la evangelización y el celo apostólico del creyente". “Detengámonos entonces en el testimonio de San Juan Diego", un indígena del pueblo: "Sobre él se detiene la mirada de Dios, que ama realizar prodigios a través de los pequeños”, afirmó el Pontífice ante los fieles y peregrinos reunidos en el aula Pablo VI. La Audiencia General concluyó con el rezo del Padre Nuestro y la bendición apostólica. A continuación, el texto completo del Papa Francisco: Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! En nuestro camino de redescubrimiento de la pasión por el anuncio del Evangelio, por ver cómo este celo apostólico, cómo esta pasión por anunciar el Evangelio se ha desarrollado a lo largo de la historia de la Iglesia, en nuestro recorrido hoy dirigimos nuestra mirada hacia las Américas. Aquí, la evangelización tiene una fuente siempre viva: Guadalupe. Los mexicanos están contentos. Cierto, el Evangelio ya había llegado antes de esas apariciones, pero lamentablemente también había estado acompañado por intereses mundanos. En lugar de seguir el camino de la inculturación, con demasiada frecuencia se había seguido la vía apresurada de trasplantar e imponer modelos preestablecidos, por ejemplo europeos, faltando al respeto a las poblaciones indígenas. Sin embargo, la Virgen de Guadalupe se presenta vestida con las ropas de los nativos, habla su lengua, acoge y ama la cultura del lugar: María es Madre y bajo su manto encuentra lugar cada hijo. En María, Dios se hizo carne y, a través de María, continúa encarnándose en la vida de los pueblos. La Virgen, de hecho, anuncia a Dios en el lenguaje más apropiado, el lenguaje materno. También a nosotros, la Virgen nos habla en la lengua materna, la lengua para que la entendamos. Sí, el Evangelio se transmite en la lengua materna. Y quiero agradecer a todas las madres y abuelas que lo transmiten a sus hijos y nietos: la fe se transmite junto con la vida, por eso las madres y abuelas son las primeras en anunciar. ¡Un aplauso a las madres y las abuelas! El Evangelio se comunica, como nos muestra María, con sencillez: la Virgen siempre elige a los sencillos, ya sea en la colina del Tepeyac en México o en Lourdes y Fátima. Al hablarles a ellos, le habla a cada uno con un lenguaje apropiado para todos, comprensible, como el de Jesús. Detengámonos entonces en el testimonio de San Juan Diego, que es el mensajero, el hombre, el indígena que recibió la revelación de la Virgen de Guadalupe. Era una persona humilde, un indígena del pueblo: sobre él se detiene la mirada de Dios, que ama realizar prodigios a través de los pequeños. Juan Diego abrazó la fe siendo ya adulto y casado. En diciembre de 1531 tenía aproximadamente 55 años. Mientras estaba en camino, vio en una colina a la Madre de Dios, que tiernamente le llamó "mi querido hijo Juanito" (Nican Mopohua, 23). Luego lo envió al Obispo para pedirle que construyera un templo justo allí, donde ella había aparecido. Juan Diego, siendo simple y disponible, fue con la generosidad de su corazón puro, pero tuvo que esperar mucho tiempo. Finalmente habló con el Obispo, pero no le creyeron. ¡Cuántas veces los obispos! (mueve la cabeza). Se encontró nuevamente con la Virgen, quien lo consoló y le pidió que lo intentara de nuevo. El indígena regresó al Obispo y, con gran esfuerzo, lo encontró, pero después de escucharlo, lo despidió y envió hombres para que lo siguieran. Aquí está el esfuerzo, la prueba del anuncio: a pesar del celo, surgen imprevistos, a veces incluso desde la propia Iglesia. Para anunciar, en realidad, no basta con testimoniar lo bueno, es necesario saber soportar lo malo. El cristiano hace el bien, pero aguanta el mal, todo junto. La vida es así. Incluso hoy, en muchos lugares, se requieren constancia y paciencia para inculturar el Evangelio y evangelizar las culturas; no hay que temer los conflictos ni desanimarse. Pienso en un país donde los cristianos son perseguidos porque son cristianos, y no pueden vivir su religión en paz. Juan Diego, desanimado, le pidió a la Virgen que lo dispensara y que encomendara a alguien más respetado y capaz que él, pero se le instó a perseverar. Siempre existe el riesgo de una cierta renuncia en el anuncio: cuando algo no va bien, uno se retrae, se desanima y se refugia tal vez en sus propias certezas, en pequeños grupos y en algunas devociones intimistas. En cambio, la Virgen, mientras nos consuela, nos impulsa a seguir adelante y, de esta manera, nos hace crecer, como una buena madre que, mientras sigue los pasos de su hijo, lo lanza a los desafíos del mundo. Juan Diego, así animado, regresa al Obispo, quien le pide una señal. La Virgen se lo promete y lo consuela con estas palabras: "No se turbe tu rostro ni tu corazón: [...] ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu madre?" (ibíd., 118-119). Es hermoso esto. La Virgen tantas veces cuando estamos en la desolación, en la tristeza, en la dificultad, nos lo dice también a nosotros, en el corazón. "No se turbe tu rostro ni tu corazón: [...] ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu madre?". Siempre cercana, para consolarnos y darnos fuerzas para seguir adelante. Luego le pide que suba a la árida cima de la colina a recoger flores. A pesar de ser invierno, Juan Diego encuentra flores hermosas, las coloca en su manto y las ofrece a la Madre de Dios, quien le pide que las lleve al Obispo como prueba. Él va, espera pacientemente su turno y finalmente, ante el Obispo, abre su tilma, que es lo que usaban los indígenas para cubrirse, mostrando las flores y he aquí: en la tela del manto aparece la imagen de la Virgen, esa extraordinaria y viva que conocemos, en cuyos ojos todavía están impresos los protagonistas de aquel entonces. Ahí está la sorpresa de Dios: cuando hay disposición y obediencia, Él puede hacer algo inesperado, en momentos y formas que no podemos prever. Y así se construye el santuario pedido por la Virgen y hoy se puede visitar. Juan Diego lo deja todo y, con el permiso del Obispo, dedica su vida al santuario. Él recibe a los peregrinos y los evangeliza. Eso es lo que ocurre en los santuarios marianos, destinos de peregrinación y lugares de anuncio, donde cada uno se siente en casa. Es la casa de la madre, es el hogar de la madre, y experimenta la nostalgia del hogar, la nostalgia del Cielo. Ahí, la fe se recibe de manera simple y genuina, popular, y la Virgen, como le dijo a Juan Diego, escucha nuestras lágrimas y alivia nuestras penas (cf. ibíd., 32). Aprendemos esto: cuando hay dificultades en la vida acudamos a la madre, cuando la vida es feliz, también acudamos a la madre para compartirlo. Necesitamos dirigirnos a estos oasis de consuelo y misericordia, donde la fe se expresa en la lengua materna; donde depositamos las fatigas de la vida en los brazos de la Virgen y volvemos a vivir con paz en el corazón. Quizás con la paz de los niños. ¡Gracias!
Bartolomé, también llamado Natanael, fue uno de los apóstoles de Jesús y aparece en los Evangelios sinópticos con su nombre griego que procede del patronímico arameo bar-Tôlmay, "hijo de Tôlmay" o "hijo de Ptolomeo". En el Evangelio de Juan, en cambio, aparece con un nombre hebreo, Natanael. La etimología hebrea de su nombre significa "Dios ha dado". Bartolomé es uno de los 12 Apóstoles (Mt 10,3). El apóstol Felipe lo llevó a Jesús. Bartolomé es la misma persona que Natanael, mencionado en el Evangelio de San Juan, donde nos dice que era de Caná (Jn 21,2). Los Hechos de los Apóstoles mencionan también su presencia en Pentecostés (1,13). "Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas, a Jesús de Nazaret, el hijo de José. Y Natanael le dijo: ¿Puede algo bueno salir de Nazaret? Felipe le dijo: Ven, y ve. Jesús vio venir a Natanael y dijo de él: He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño. Natanael le dijo: ¿Cómo es que me conoces? Jesús le respondió: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Natanael repuso: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús diciendo: ¿Porque te dije que te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y añadió: En verdad, en verdad os digo que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre". (Jn 1,45-51). Su encuentro personal con Jesús en el Evangelio de Juan Lo que sabemos con certeza sobre la vida de Bartolomé nos viene de los textos de los Evangelios, especialmente del Evangelio de Juan, donde se relata en detalle cómo su encuentro personal con Jesús lo condujo a la profesión de fe en el Mesías anhelado. Natanael o Bartolomé era un pescador de Caná que conocía bien Nazaret, que se halla a sólo 8 km, pero no se confiaba mucho de sus habitantes: por eso se mostró escéptico cuando su amigo Felipe le habló de Jesús nazareno y preguntó con mucha ironía si por caso del pobre pueblo de Nazaret hubiera podido salir algo bueno. Felipe no intentó convencerlo con palabras, sino que lo invitó a tener su propio encuentro personal con Jesús. Bartolomé accedió y fue a buscar a Jesús, pero, cuando lo encontró, fue Jesús quien lo sorprendió al decirle que antes de que Felipe lo hubiera llamado, había sido Jesús quien ya sabía que Bartolomé era "un israelita sincero y sin doblez". También Jesús le reveló que lo había conocido ya desde que "estaba debajo de la higuera" y a este punto, Bartolomé, un hombre concreto y apegado a la tradición que meditaba diariamente las Escrituras, hizo una verdadera confesión de fe en Jesús como el Mesías esperado por Israel: "¡Tú eres el Hijo de Dios y el Rey de Israel!" Bartolomé en los Hechos de los Apóstoles Después de la muerte y resurrección de Jesús, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos dice qué los discípulos se reunieron en oración junto con María y otras mujeres. Entre ellos también estaba Bartolomé: "Entonces los apóstoles regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que está cerca de Jerusalén, un trecho corto, precisamente lo que la ley permitía caminar en sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron al piso alto de la casa donde estaban alojados. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago hijo de Alfeo, Simón el Celote, y Judas, el hijo de Santiago. Todos ellos se reunían para orar asiduamente con algunas mujeres, con María, la madre de Jesús, y con sus hermanos". (cf. Hch 1,12-14). Apóstol en la India Los eventos ulteriores ya no resultan reportados por fuentes históricas seguras, pero las tradiciones populares dicen que Bartolomé se fue a predicar la Palabra de Dios en varias regiones orientales, desde Mesopotamia hasta la India, donde Dios acompañaba su predicación con milagros y curaciones prodigiosas. Según la tradición, después de la ascensión del Señor, predicó el Evangelio en la India, donde recibió la corona del martirio. San Bartolomé, ruega por nosotros.
En el último gran evento en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Lisboa 2023, el Papa Francisco se encontró este domingo 6 de agosto con los 25 mil voluntarios de todo el orbe que han colaborado en la organización de este gran evento de la Iglesia Católica. El Santo Padre llegó hasta el Paseo Marítimo de Algés alrededor de las 4:00 p.m. (hora local), donde los jóvenes de más de 150 países del mundo recibieron con gran alegría al Pontífice. “¡Viva el Papa Francisco!”, “¡Esta es la juventud del Papa!”, fueron algunos de los lemas que coreaban los voluntarios, cuya edad media es de 28 años. Aproximadamente dos tercios de estos jóvenes son mujeres. La vida con Dios no es aburrida Chiara, una alemana de 18 años, compartió su testimonio y resaltó que esta ha sido una oportunidad única e inolvidable. “He tenido la experiencia única de que la fe compartida da una alegría increíble y de que la vida con Jesús es una aventura”, dijo. “Ya sea en el trabajo con los voluntarios, en los encuentros con los peregrinos o en la Misa, he podido sentir esta profunda alegría que hasta ahora nada ni nadie me había podido dar y que he estado buscando, a veces consciente y a veces inconscientemente, durante varios años”, continuó. Chiara resaltó también que “la vida con Dios no es aburrida. Es pura aventura. Dios tiene grandes planes para mí y para ti, para cada uno de nosotros y debido a su amor real, profundo y honesto, sólo quiere lo mejor para ti”. Con esta experiencia intensa de voluntariado y de cercanía al Señor, la joven alemana dijo que ahora quiere que “el mayor número posible de jóvenes tengan esta experiencia transformadora del amor y la alegría de Dios en sus propias vidas, como yo la tuve una vez”. “Quiero ser santo” El segundo testimonio fue de Francisco, un joven portugués de 24 años que participó en la dirección pastoral de la JMJ. “A nivel personal, ha sido una experiencia de gran crecimiento interior, en la que he tenido la oportunidad de conocerme mejor, de reconciliarme interiormente, y aunque el camino aún es largo, de bucear más profundamente, de descubrir quién soy”, subrayó. Con poco tiempo de haber salido de la universidad, el joven reconoció que antes de la JMJ no se sentía “ordenado”, y ahora “en las oraciones y conversaciones diarias, encontré paz. En la responsabilidad de otro mundo, encontré desafío. En mi familia, encontré inspiración. Y en mis amigos, de este y otros países, los que la vida me ha dado desde pequeño y con los que he trabajado diariamente a lo largo de estos meses, he encontrado a Jesús”. Para concluir, Francisco reconoció que tenía miedo, pero ya no, de decir algo fundamental para su vida: “Quiero ser santo”. Servir a Cristo para que el mundo alcance la paz Filipe, portugués de 33 años, resaltó por su parte que la JMJ Lisboa 2023, si bien ha sido “un encuentro de miles de jóvenes que celebran su fe, es sobre todo un encuentro muy personal con el Señor”. “Así que sólo queda una cosa por hacer: servir a Cristo para que el mundo alcance la paz”, agregó. “Este es el reto de la Jornada: no dejar que el trabajo realizado se agote en esta semana que estamos viviendo, sino llevarlo al futuro en cada una de nuestras parroquias”, resaltó. Después fue el turno del Cardenal Manuel Clemente, Patriarca de Lisboa, quien agradeció al Papa sus “palabras y gestos que recordaremos siempre”. El Purpurado también dio gracias a su Obispo Auxiliar y futuro cardenal, Mons. Américo Aguiar, como máximo responsable del comité organizador de la JMJ Lisboa 2023 Sean “surfistas del amor” en las olas de la vida En su discurso a los voluntarios, el Papa Francisco agradeció a todos por su trabajo en esta JMJ y resaltó que, como la Virgen María “quien ama no se queda con los brazos cruzados, corre a servir” “Corrieron mucho, pero no con la carrera frenética y sin rumbo que es a veces la de nuestro mundo; este tipo de carrera no lleva al encuentro con los demás”, continuó el Papa y destacó que “vinieron a Lisboa para servir y no para ser servidos. Gracias, muchas gracias”. Tras resaltar la importancia de encontrarse con los demás y con Jesús, el Papa alentó a los voluntarios a no tener miedo y a “dilatar el corazón”. El Santo Padre destacó luego que “al norte de Lisboa hay una localidad, Nazaré, donde se pueden admirar olas que llegan hasta treinta metros de altura y son una atracción mundial, especialmente para los surfistas que las desafían. En estos días también ustedes también han afrontado una verdadera ola; no de agua, sino de jóvenes que han inundado esta ciudad. Pero, con la ayuda de Dios, con mucha generosidad y apoyándose mutuamente, ustedes han desafiado la gran ola”. “Quiero decirles que sigan así, sigan manteniéndose en las olas del amor, de la caridad, ¡sean surfistas del amor’! Eso es como una tarea que les encomiendo en este momento”, agregó. “Que el servicio de la JMJ sea la primera de muchas olas de bien; cada vez serán llevados cada vez más alto, más cerca de Dios, y esto les va a permitir ver desde una mejor perspectiva vuestro camino. Gracias de nuevo a todos. ¡Buen camino! Y les pido que recen por mí”, concluyó. Tras el rezo del Padre Nuestro con todos los voluntarios, el Papa Francisco los alentó así: “¡Y ahora, a subirse a la ola!”.
NOVENA DEL DIVINO SALVADOR DEL MUNDO Estructura de la Novena para cada día: 1- Señal de la Cruz 2- Acto de Contrición 3- Oración preparatoria 4- Oración de los Santos Apóstoles 5- Rezo del Santo Rosario (5 misterios y 3 Ave María) 6- Cita bíblica propia para cada día 7- Consideración propia para cada día 8- Petición para cada día 10- Oración conclusiva 11- Jaculatoria SEÑAL DE LA CRUZ “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén” ACTO DE CONTRICIÓN Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío: por ser Tu quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Ayudado de tu divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta, y confío que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis pecados y me has de llevar a la vida eterna. Amén. ORACIÓN PREPARATORIA (Para todos los días) Oh, Dios, que, en el misterio de la gloriosa Transfiguración de tu Divino Hijo, te dignaste hacer brillas las verdades de la santa fe católica, y confirmar milagrosamente con tu voz desde la nube, nuestra adopción de hijos tuyos, te suplicamos humildemente nos concedas ser coherederos de ese mismo Rey de la gloria y participes de su bienaventuranza eterna. Amén. (El Sumo Pontífice León XIII, en 1889, concedió a esta Oración cien días de indulgencia). ORACIÓN A LOS SANTOS APÓSTOLES (Para todos los días) Gloriosísimos Apóstoles San Pedro, Santiago y San Juan, que por especial predilección del Divino Salvador tuvieron la felicidad de contemplar en el Tabor su Transfiguración gloriosa, les rogamos humildemente nos alcancen del Señor la gracia de hacer con fervorosa devoción esta novena. “Bueno es estar con Jesús”; no permitan, pues, que nos apartemos jamás de Él. Háganos participes de sus sentimientos para vivir unidos a su Salvador, mediante una fe viva, una esperanza firme y una ardiente caridad que nos haga dignos de contemplar eternamente la hermosura infinita de nuestro Dios Y Salvador. Amén. PRIMER DÍA “Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y salió de la Nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado, En quien me complazco; escúchenle”. (Mt. 17, 5) Consideración: Vino a la tierra el Salvador para iluminar a los hombres. Vino para ser el Maestro de los pueblos. Su doctrina es divina, porque procede de Dios. “Lo que he oído a mi Padre, eso mismo lo enseño a ustedes”, dice Jesús. “Yo soy la luz del mundo”, ha Dicho nuestro Salvador, y el que sigue esa luz, no andará en tinieblas. En la cumbre del Monte Tabor, el Padre celestial declara que Jesús es el “Hijo de sus complacencias” y lo presenta a los hombres como el Maestro a quien Deben oír: “escúchenle”, para no errar en el conocimiento De la verdad. ¡Que felicidad y que honor tan grande es para nosotros ser discípulos de tal Maestro! Procuremos practicar con fidelidad y constancia los preceptos del Señor; seamos agradecidos por el inmenso beneficio que nos han concedido constituyéndose nuestro Maestro. Petición: Amabilísimo Salvador mío, yo creo y confieso que eres “la luz Eterna” que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Para confesarla aún más, rezaré el Símbolo de los Apóstoles: Creo en Dios Padre, Todopoderoso, creador del cielo y la tierra… (Se concluye con las Letanías, Oración conclusiva y Jaculatoria, que se encuentran en las páginas finales) SEGUNDO DÍA: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos” (Mt. 5,3) Consideración: Jesús como Maestro, comenzó sus enseñanzas estableciendo los principios de felicidad que habían sido falseados por el paganismo. De aquí se origina el contraste entre la doctrina de Jesús y la del mundo. El mundo dice: “Bienaventurados los ricos”, y Jesús enseña desde el monte diciendo: “Bienaventurados los pobres”, no precisamente los pobres de nacimiento, sino los pobres de “espíritu” cuyo corazón está desprendido de los bienes de la tierra. ¿Y por qué son “bienaventurados? “porque de ellos es el reino de los cielos”, dice el Salvador. Esta pobreza cristiana trae consigo el goce anticipado de la felicidad del cielo, y da a las almas quietud y paz mientras reciben la herencia eterna que el Señor les tiene prometida. Lo que nuestro Salvador nos enseña acerca de la pobreza nos da a entender lo que debemos pensar de las riquezas y de los que las consideran como un supremo bien. Para no apegar nuestro corazón a los bienes caducos y perecederos y no poseerlos con avaricia, tengamos presente estas terribles palabras de nuestro soberano Maestro: “¡Ay de ustedes ricos que tenéis vuestro consuelo en este mundo!” (Lc. 6-24). Petición: Te doy gracias, Salvador mío por haberme enseñado que con la pobreza se alcanzan las riquezas del cielo. Concédeme la gracia de imitarte viviendo pobre como Tú para merecer la gloria eterna. En obsequio, daré una limosna al necesitado por amor a ti. Amén (Se concluye con las Letanías, Oración conclusiva y Jaculatoria, que se encuentran en las páginas finales) TERCER DÍA: “Carguen mi yugo y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas” (Mt. 11, 29) Consideración: La primera lección que nos da nuestro Maestro es sobre la “mansedumbre”. Dice Jesús: “Aprendan de Mí, que soy manso”. El espíritu de mansedumbre es el espíritu de nuestro Salvador y de sus verdaderos discípulos. El mundo está agitado y perturbado, porque no reina en los corazones la mansedumbre cristiana, que trae consigo la paz en las familias y en las naciones. Esta virtud deja las enemistades y enojos, los rencores y venganzas; conserva la paz con Dios, con el prójimo y consigo mismo. Mantiene en las familias la buena armonía, la concordia y la unión, y hace que reine la condescendencia, la tolerancia, la cordialidad y la benevolencia. San Gregorio Nacianceno dice que “la mansedumbre aproxima al hombre a Dios y lo asemeja a la Divinidad en cuanto es posible a la criatura humana". Si reflexionamos sobre la conducta de nuestro Salvador con los hombres, hallaremos innumerables ejemplos de su mansedumbre para con todos. Pidamos a Jesús la gracia de practicar la virtud de mansedumbre, y si conseguimos ser pacíficos como Él, mereceremos la gloria especial de ser llamados “hijos de Dios”. Petición: Amabilísimo Jesús, estoy persuadido de la necesidad que tengo de imitar tu mansedumbre para gozar la paz aquí en la tierra y alcanzar la posesión de los bienes eternos. Concédeme, Salvador amable, la gracia de practicar en todo tiempo la mansedumbre cristiana. En obsequio a ti, sufriré con paciencia y alegría las correcciones que me hagan, evitaré enemistarme con los míos, perdonaré las ofensas y rogaré a Dios por el que nos hacen el mal (Se concluye con las Letanías, Oración conclusiva y Jaculatoria, que se encuentran en las páginas finales) CUARTO DÍA "Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón" (Mt. 11, 29) Consideración: La Sagrada Escritura nos enseña que Dios rechaza a los orgullosos y que sólo da sus gracias y ensalza a los humildes. Basta esto para persuadirnos cuánto nos interesa y nos conviene ser humildes de corazón como nuestro Salvador, desechando toda presunción, orgullo y vanidad. Todo cristiano ha contraído en su bautismo la obligación de seguir a Jesucristo y de imitar sus virtudes. Nuestro Salvador practicó la humildad en grado tan eminente que se hizo el oprobio y el desprecio de los hombres. Toda la vida de Nuestro Señor Jesucristo no fue más que una serie de humillaciones: nació pobre en un establo; vivió siempre ignorado por el mundo entero durante treinta años, y en los tres años de su vida pública permitió que la envidia y la calumnia le tratasen de seductor y endemoniado. Por último, murió en un suplicio humillante, propio de criminales, en medio de dos ladrones, manifestándose, así como el Rey de la humildad. Debemos persuadirnos de la necesidad que tenemos de ser humildes, porque sin la humildad no se puede agradar al Señor: Sin la humildad no hay virtud sólida, puesto que ella es la raíz de todas las virtudes: sin la humildad no hay gracia, porque sólo "a los humildes da Dios su gracia". Además, sin la humildad seríamos inútiles para nuestros prójimos porque ¿cómo podrá Dios bendecir nuestras obras de caridad y celo, si en ellas buscamos nuestra propia gloria? Esforcémonos, pues, por adquirir esta virtud tan grata al Señor, y tan necesaria a nosotros. Petición: iOh Jesús, Salvador mío! Te doy gracias por haberme enseñado con tus ejemplos y palabras la "necesidad" que tengo, de ser "humilde" para salvarme. Concédeme, Señor, la gracia de ser humilde en mis pensamientos, palabras y obras. En obsequio a ti, examinaré mi vida y humildemente reconoceré mis faltas y te pediré perdón. Amén. (Se concluye con las Letanías, Oración conclusiva y Jaculatoria, que se encuentran en las páginas finales) QUINTO DÍA "Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes" (St. 4, 6) Consideración: Hemos considerado en el día de ayer la necesidad que tenemos de ser humildes para salvarnos, para animarnos a practicar la humildad que tanto nos recomienda nuestro Salvador. La soberbia consiste en «el amor desordenado de nuestra propia gloria». El deseo de nuestra propia gloria se dice "desordenado" porque se opone directamente a la ley suprema de toda justicia que consiste en "dar a cada uno lo que le corresponde"; pero el soberbio se engríe y evanece, por todos los dones naturales y sobrenaturales que halla en sí, se sirve de ellos para atraerse la estima y los elogios de los hombres y se pone, en cierto modo, en lugar de Dios. En todo tiempo el Señor ha rechazado al orgulloso, y lo seguirá haciendo. Cuántos cristianos de toda condición y estado han sido víctimas de la soberbia que los ha conducido al pecado. Grabemos en nuestra memoria este precepto del Espíritu Santo: "Hijo mío: no te dejes jamás dominar de la soberbia porque ella es causa de toda ruina". Petición: Adorable Salvador: concédeme la gracia de aborrecer el orgullo, la soberbia y la vanidad; sostenme en los peligros, líbrame de las adulaciones y lisonjas, de las alabanzas. Te pido esta gracia por tu Santísimo Nombre. En obsequio a ti, pondré todo mi esfuerzo para reprimir diariamente mis pasiones de orgullo, de independencia y rebeldía. (Se concluye con las Letanías, Oración conclusiva y Jaculatoria, que se encuentran en las páginas finales) SEXTO DIA “Velen y oren, para no caer en tentación” (Mt. 26, 41) Consideración: “Es necesario orar siempre y nunca desfallecer”. No hay quizá obligación más urgente y grande para un cristiano como la de “orar siempre”. Nuestro Salvador, con su ejemplo y sus palabras, nos enseña, que tenemos necesidad imperiosa de ora para salvarnos. El Señor desea y quiere dispensarnos sus gracias, pero no las concede sino a aquel que las pide. Él nos dice: “pidan y recibirán”; así, pues, el que no pide no recibe. El que descuida la oración, muy luego caerá en el pecado, porque, así como el cuerpo no puede sostenerse sin alimento, así también el alma no podrá conservar la vida de la gracia si le falta el alimento espiritual de la oración que le da fortaleza para no caer en pecado. Las excelencias de la oración las describe admirablemente Fray Luis de Granada con estas hermosísimas palabras: “La oración es medicina para los enfermos, gozo para los afligidos, fortaleza para los débiles, remedio para los pecadores, regocijo para los justos, auxilio para los vivos, sufragio para los muertos y auxilio poderoso para la Iglesia” (Lib. III cap. I). Por eso, el Príncipe de los Apóstoles, San Pedro dice: “Hermanos, estén todos unánimes en la oración” Para que nuestra oración sea agradable al Señor debemos hacerla con un corazón puro y debemos orar con recogimiento, con atención y humildad. Pero sobre todo debemos orar “con fe” para alcanzar lo que pedimos. Así lo enseña nuestro Salvador; diciendo: “Todo lo que pidan con fe, se les concederá” (Mt. 21, 22) Otra condición indispensable para obtener los frutos de la oración es la “perseverancia”, pues, aunque el Señor ha prometido oírnos, no ha dicho que nos ha de conceder “inmediatamente” lo que le pedimos, sino que se reserva hacerlo en tiempo oportuno cuando y como mejor nos convenga. Petición: Salvador, modelo de santidad: enséñanos a orar humildemente, con fe y perseverancia. No permitas que la tristeza se apodere de mi alma, sino que siempre viva unida a Ti por la oración. En obsequio a ti, rezaré por las necesidades espirituales del prójimo, por la Santa Iglesia y sus ministros, Amén. (Se concluye con las Letanías, Oración conclusiva y Jaculatoria, que se encuentran en las páginas finales) SEPTIMO DIA “Jesús, se rebajó a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Flp. 2,8) La desobediencia de nuestros primeros padres ha sido la causa de todos los males que afligen a la humanidad. Ese pecado atrajo sobre la posteridad de Adán la maldición, pero vino a la tierra el Salvador del Mundo y por su obediencia admirable hemos sido redimidos del pecado y colmados de celestiales dones. Quiso el Espíritu Santo encerrar y transmitir a las generaciones la historia de la vida oculta del Salvador, diciéndosenos que “estaba sumiso a ellos”, es decir, a María y a José (Lc. 2). Toda la grandeza de Nuestro Señor parece compendiarse en su obediencia. Sin la humildad no se puede agradar a Dios y sin la obediencia no puede haber humildad. Nuestra obediencia ha de ser, “porque Dios es origen de toda potestad legítima”; son representantes suyos los que gobiernan y por lo mismo estamos obligados “en conciencia”, a obedecer a las autoridades civiles, en todo aquello que no se oponga a los mandamientos del Señor. También la Iglesia goza de esa potestad y además del Romano Pontífice están los señores Obispos. Tenemos pues, la obligación gravísima de obedecer con prontitud y buena voluntad a ellos. Nuestra obediencia a los superiores es sumamente útil a nuestras almas. Porque lo que nos mandan siempre se refiere a nuestro bien espiritual. Agradezcamos esa amorosa solicitud por nuestra felicidad eterna y seamos dóciles a los mandatos de nuestros Pastores, porque “quien los oye y obedece, da ese mismo obsequio al mismo Jesucristo, y el que los desprecia y ofende, ofende y desprecia al mismo Salvador” Así lo enseña nuestro Maestro en su Evangelio (Lc. 10, 16) Debemos obedecer, no por temor servil, sino por amor a Dios, que ha querido se representado por una autoridad visible. Obedecer por “amor a Dios”, es cosa grande, es noble y meritoria: es vivir solamente bajo la dependencia de Dios, en la persona de los superiores. “El obediente cantará victorias” (Prov. 21, 28) Petición: Salvador obediente, gracias te doy por haberme enseñado que la obediencia es el camino recto y seguro para salvarme. No permitas que el espíritu de soberbia me domine y me conduzca a la desobediencia orgullosa y rebelde. Quiero ser obediente hasta la muerte para merecer la gloria eterna. En obsequio a ti Divino Salvador, obedeceré a mis superiores legítimos por amor. Amén. (Se concluye con las Letanías, Oración conclusiva y Jaculatoria, que se encuentran en las páginas finales) OCTAVO DÍA “Dios es amor” (1 Jn. 4, 8) Consideración: La reina de las virtudes es la “Caridad”, que consiste en el amor a Dios y al prójimo. Con mucha verdad afirma el Discípulo amado que “Dios es amor” porque fue testigo ocular de la vida de nuestro amable Salvador, “que pasó por el mundo haciendo el bien”, sin quejarse de las ingratitudes que recibió en pago. Tomó sobre sí todas nuestras miserias para aliviarlas, todas nuestras iniquidades para expiarlas. Después de una vida llena de servicios, muere mártir de la caridad y encuentra excusas aún para sus verdugos. “¡Padre mío: perdónalos porque no saben lo que hacen!”. Teniendo amor se posee a Dios y poseyendo a Dios se poseen todas las verdaderas riquezas. El amor de Dios es necesario, que aquel que no lo tiene, en vano posee todo lo demás, y, por el contrario, el que lo tiene, todo lo posee. Además de nuestro amor a distinción de personas. El mismo Salvador es quien nos impone este precepto, diciéndonos: “Un mandamiento nuevo les doy: que se amen unos a otros como yo les he amado” Nuestro amor al prójimo no debe consistir en vanas “palabras” sino en “obras” de caridad y de misericordia. En todo tiempo, tengamos presente, lo que nos enseña el Apóstol San Pedro en estas hermosas palabras: “La caridad es sufrida, es dulce, y bien hechora. La caridad no tiene envidia, ni obra precipitada ni temerariamente, no se ensoberbece, no ambiciona, no busca el interés propio, no se irrita, no piensa mal, y no se alegra de la injusticia, sino que se complace en la verdad, la caridad a todo se acomoda, cree todo el bien del prójimo, todo lo espera y todo lo soporta” (1Co. 13) Petición: Creo firmemente, Jesús, lo que de Ti dice el evangelista San Juan al afirmar que eres “Dios del Amor”, y que has venido a la tierra para ser el “Salvador del Mundo”. Comunícame tu espíritu para que te ame sobre todas las cosas y a mi prójimo por amor a ti. En obsequio a ti, perdonaré a los que me han hecho el mal; te ruego por mis enemigos y trabajaré por reconciliarme con lo que tenga enemistad. Amén. (Se concluye con las Letanías, Oración conclusiva y Jaculatoria, que se encuentran en las páginas finales) NOVENO DÍA: “Seis días después tomó Jesús consigo a Pedro y a Santiago y a Juan su hermano, subiendo con ellos solos a un monte alto se Transfiguró ante ellos. Y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestiduras se hicieron blancas como la nieve. Y, al mismo tiempo, aparecieron Moisés y Elías hablando con Él (de lo que debía padecer en Jerusalén). Y respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Señor, que bueno es estar aquí; si quieres, hagamos tres tiendas, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías. Todavía estaba hablando Pedro cuando una nube resplandece vino a cubrirlos Y al mismo tiempo resonó desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo mis complacencias, escúchenle. Al escuchar la voz los discípulos cayeron rostro en tierra, y se llenaron de temor; pero Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: Levántense, no teman, y alzando los ojos, no vieron nada sino solo a Jesús. Al bajar del monte, Jesús les dijo: No digan a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos” (Mt. 17, 1-9) Consideración: A ejemplo del Príncipe de los Apóstoles, penetrémonos de las intenciones de Nuestro Divino Salvador, que el recuerdo de la gloriosa Transfiguración, esté siempre vivo en nuestra memoria para sacar de allí grande generosidad y constancia en el servicio, diciendo: “si la vista momentánea de la humanidad glorificada de Jesucristo, lleno de inmenso gozo y de felicidad suprema al Apóstol San Pedro, ¿Qué será contemplarla en el cielo?”. Y con la esperanza de tal felicidad que nos está prometida, exclamaremos en tiempo de prueba, con San Pablo: “todos los padecimientos de la vida presente, no merecen compararse con la gloria infinita que el Señor tiene preparado para los que lo aman”. “Bienaventurado el que sufre, dice el apóstol Santiago, porque después que fuera probado recibirá la corona de la vida” Petición: Jesús: Yo creo firmemente que eres mi Dios y Salvador. Te amo con todo mi corazón y te doy gracias por los innumerables beneficios, especialmente por haberme librado del infierno que tantas breves he merecido por mis pecados. Perdóname, Señor, y por Tu gloriosa Transfiguración has que mi alma deje las sombras del pecado y por tu gracia se presente hermosa ante tus ojos. En obsequio a ti Señor, mañana celebraré alegremente tu Transfiguración, asistiré a Misa y comulgaré tu Cuerpo en estado de gracia, rezaré por La Santa Iglesia que peregrina en este país que lleva tu glorioso nombre. Amén. (Se concluye con las Letanías, Oración conclusiva y Jaculatoria, que se encuentran en las páginas finales) LETANÍAS Del Santísimo Nombre de Jesús. Señor, ten misericordia de nosotros. Señor, ten misericordia de nosotros. Cristo, ten misericordia de nosotros. Cristo, ten misericordia de nosotros. Señor, ten misericordia de nosotros. Señor, ten misericordia de nosotros. Jesús, oyénos, Jesús, oyénos. Jesús, escúchanos, Jesús, escúchanos. (A continuación, se responde: Ten misericordia de nosotros) Dios Padre Celestial, Dios Hijo Redentor del mundo, Dios Espíritu Santo, Trinidad Santa un solo Dios, Jesús, Hijo de Dios vivo, Jesús, esplendor del Padre, Jesús, candor de luz eterna, Jesús, Rey de la gloria, Jesús, Sol de la justicia, Jesús, Hijo de María Virgen, Jesús, amable, Jesús, admirable, Jesús, Dios fuerte, Jesús, Padre del siglo futuro, Jesús, Ángel del gran consejo, Jesús, poderosísimo, Jesús, pacientísimo, Jesús, obedientísimo, Jesús, manso y humilde de corazón, Jesús, amador de la castidad, Jesús, amante nuestro, Jesús Dios de Paz, Jesús, autor de la vida, Jesús, ejemplar de las virtudes, Jesús, celador de las almas, Jesús, Dios nuestro, Jesús, refugio nuestro, Jesús, Padre de los pobres, Jesús, tesoro de los fieles, Jesús, buen pastor, Jesús, luz verdadera, Jesús, sabiduría eterna, Jesús, bondad infinita, Jesús, camino y vida nuestra, Jesús, gozo de los ángeles, Jesús, rey de los patriarcas, Jesús, Maestro de los Apóstoles, Jesús, Doctor de los Evangelistas, Jesús, fortaleza de los mártires, Jesús, luz de los confesores, Jesús, fuerza de las vírgenes, Jesús, corona de todos los Santos. --- Muéstrate propicio, perónanos, Jesús. Muéstrate propicio, escúchanos, Jesús. (A continuación, se responde: Líbranos Jesús) De todo mal, De todo pecado, De tu ira, De espíritu de fornicación, De la muerte perpétua, Del desprecio de tus inspiraciones. (A continuación, se responde: Escúchanos, Jesús) Por el misteriode Tu Santa Encarnación, Por tu natividad, Por tu infancia, Por tu divina vida, Por tus trabajos, Por tu agonía y pasión, Por tu Cruz y desamparo, Por tus dolores, Por tu muerte y sepultura, Por tu resurrección, Por tu gloriosa ascención, Por la institución de la Santísima Eucaristía, Por tus gozos, Por tu gloria. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros. Jesús, oyénos, Jesús, oyénos. Jesús, escúchanos, Jesús, escúchanos. ORACIÓN CONCLUSIVA Señor mío, Jesucristo que dijiste: “pidan y recibirán, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá”, te rogamos concedas a los que te pedimos, la gracia de tu divinísimo amor, para que, de todo corazón, te amemos con obras buenas y palabras y nunca dejemos de alabarte. Señor, infunde en nuestras almas el Santo Temor y Amor perpetuo de tu Santísimo Nombre, paraq que nunca nos niegues tu auxilio a los que has fortalecido con tu predilección. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. JACULATORIA V/. Divino Salvador del Mundo, R/. Salva la nación que lleva tu Nombre.
San José Sánchez del Río fue un niño que se enlistó en las filas de los cristeros y que murió mártir en la persecución religiosa que sufrió México en la segunda década del siglo XX. Nació el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán (México). En 1926, cuando las leyes anticlericales del gobierno de Plutarco Elías Calles llevaron a que la Iglesia Católica suspendiera el culto público en su país, José tenía apenas 13 años y 5 meses. En aquel tiempo, como respuesta a la legislación anticlerical que estaba orientada a restringir la libertad religiosa, laicos, presbíteros y religiosos católicos decidieron levantarse en armas en defensa de la fe y se les dio el nombre de Cristeros. Se estima que fueron 250 mil personas las que perdieron la vida en esa guerra en ambos bandos. “Joselito”, como se le conoce al pequeño cristero, pidió permiso a sus padres para enlistarse como soldado del general Prudencio Mendoza y defender la causa de Cristo y de su Iglesia. Su madre trató de disuadirlo pero él le dijo: "Mamá, nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como ahora, y no quiero perder la ocasión". San José Sánchez del Río fue torturado y asesinado el 10 de febrero de 1928, a la edad de 14, por oficiales del gobierno de Calles porque se negó a renunciar a su fe. Le cortaron la planta de los pies y fue conducido descalzo hasta su tumba. Mientras caminaba, José Luis rezaba y gritaba “¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!”. Ante su tumba fue colgado en un árbol y acuchillado. Uno de los verdugos lo bajó y le preguntó qué mensaje le daba a sus padres. El niño respondió: “Que Viva Cristo Rey y que en el cielo nos veremos”. Ante esta respuesta, el hombre le dio un tiro en la sien y lo mató. San José Sánchez del Río fue declarado beato en Guadalajara (México) el 20 de noviembre de 2005 por el Cardenal José Saraiva Martins, y canonizado en Roma (Italia) por el Papa Francisco el 16 de octubre de 2016 junto a otros seis beatos, entre ellos el argentino Cura Brochero. En el año 2012 se estrenó Cristiada, una película que cuenta varios momentos de la Guerra Cristera y de la vida del Beato Anacleto González, San José Sánchez del Río y otros santos mártires.
Martha Guardado | Lumen El Salvador Uno de los propósitos de la Jornada Mundial de la Juventud es que los jóvenes conozcamos diferentes figuras dentro de la Iglesia, ya que son referentes de fe y nos inspiran a la búsqueda de la santidad desde la realidad que vivimos. En ese sentido, en cada jornada se establecen algunos patronos para que nos acompañen en nuestra preparación y durante el momento de vivir este encuentro mundial con el Papa. Pueden ser santos o beatos originarios del país en el que se celebrará la JMJ, o de diversas partes del mundo; pero todos se caracterizan por anunciar el Evangelio a través de su entrega por los demás, su sentido de justicia, y otros aspectos que reflejan el amor y la misericordia de Dios. Para la edición treinta y siete de la JMJ que se desarrolla en 2023, el Comité Organizador Local presentó a trece patronos y enfatizaron en que todos ellos son “modelos para los jóvenes”, ya que demostraron que la vida en Cristo llena y salva a la juventud. El 18 de mayo de 2022, fecha en que recordamos el nacimiento de San Juan Pablo II, se presentaron los santos patronos. La patrona por excelencia es María, ”la joven que aceptó ser la madre del Hijo de Dios encarnado. Ella, que se levantó y se dirigió apresuradamente a la montaña, para encontrarse con su prima Isabel, llevando al Jesús que había concebido. De este modo, enseña a los jóvenes de cada tiempo y lugar a llevar a Jesús a otros que ¡Le esperan, tanto ahora como entonces!”, explicó el arzobispo de Lisboa. Los originarios de Portugal son: San Antonio, San Bartolomé de los Mártires, San Juan de Brito, Beata Juana de Portugal, Beato Juan Fernandes, y la Beata María Clara del Niño Jesús. Mientras que los provenientes de otros países son: San Juan Bosco, San Vicente, Beato Carlo Acutis, Beata Chiara Badano, Beato Marcel Callo, Beato Pierre Giorgio Frassati, y por supuesto San Juan Pablo II, fundador de la JMJ. Entre ellos encontramos a personas de épocas totalmente diferentes, desde el siglo XI hasta el siglo XXI; sin embargo, un punto en común ha sido el llamado al encuentro con Jesús. Un encuentro al que nosotros también estamos llamados y nos impulsa a ofrendar el sufrimiento para encontrar la felicidad, que nos anima a salir de nosotros mismos para abrazar a los que necesitan una palabra o una acción de aliento. Y tú ¿Ya elegiste cuáles patronos te acompañarán? Pidamos a cada uno de ellos que nos enseñen a encontrar al Señor a través de sus testimonios, que sean nuestros guías de fe y, a ejemplo suyo, que en nuestro actuar se refleje la caridad, fortaleza, entrega, y que nos inspiran a llevar una vida de oración para ser servidores del Señor con los dones que nos han concedido.
Martha Guardado | Lumen El Salvador La consolación: luz del alma, y una experiencia de alegría interior que consiente ver la presencia de Dios en todas las cosas, refuerza la fe, la esperanza, y también la capacidad de hacer el bien. Así definió el Papa Francisco a este elemento que se suma en la novena catequesis referida al discernimiento. Su Santidad explicó que la consolación toca la profundidad de nosotros mismos, de modo que nos sentimos envueltos en la presencia de Dios, pero de una forma delicada que no trata de forzar nuestra voluntad y respeta la propia libertad. En esa línea, dijo “La persona que vive la consolación no se rinde frente a las dificultades, porque experimenta una paz más fuerte que la prueba. Se trata por tanto de un gran don para la vida espiritual y para la vida en su conjunto. Y vivir esta alegría interior”. La consolación es una paz grande que nos lleva a la acción El Papa Francisco destacó que la consolación es una paz que no llega para disfrutarla estando sentados, al contrario; nos lleva al Señor y nos pone a caminar para hacer cosas buenas. Sin embargo, hay momentos de desolación que nos hace cerrarnos en nosotros mismos sin hacer algo para cambiarlo, pero al experimentar la consolación sentimos el impulso de seguir adelante para servir a los demás. Asimismo, el Santo Padre indicó que hay que tener claro que la consolación espiritual no es algo controlable ni es programable a la voluntad “es un don del Espíritu Santo: permite una familiaridad con Dios que parece anular las distancias”. La nos hace espontáneos y audaces El Pontífice recordó una experiencia de Santa Teresita del Niño Jesús, quien al visitar la Basílica de Santa Cruz en Jerusalén a sus catorce años, quiso tocar uno de los tres clavos del Señor que allí se veneran. “Teresa siente esta osadía suya como un arranque de amor y confianza. Y luego escribe: «Fui realmente demasiado audaz. Pero el Señor ve el fondo de los corazones, sabe que mi intención era pura […]. Actuaba con él como niña que se cree todo permitido y considera como propios los tesoros del Padre» (Manuscrito autobiográfico, 183). La consolación es espontánea, te lleva a hacer todo espontáneo, como si fuéramos niños”, agregó Su Santidad. Además, destacó que con esa vivencia de Santa Teresita, se refleja la espléndida consolación de los espiritual que ofrece un sentido de ternura hacia Dios y nos hace audaces en el deseo de participar de su vida y de hacer lo que le agrada “sentimos que su casa es nuestra casa, nos sentimos acogidos, amados, revitalizados. Con esta consolación no nos rendimos frente a las dificultades”. Por otra parte, exhortó a estar atentos y en el proceso de discernimiento distinguir si la consolación viene de Dios o si es una falsa consolación que se puede convertir en un peligro. “Si la consolación auténtica es como una gota en una esponja, es suave e íntima, sus imitaciones son más ruidosas y llamativas, son puro entusiasmo, son un fuego fatuo, sin consistencia, llevan a plegarse sobre uno mismo, y a no cuidar de los otros. La falsa consolación al final nos deja vacíos, lejos del centro de nuestra existencia. Por esto, cuando nosotros nos sentimos felices, en paz, somos capaces de hacer cualquier cosa. Pero no confundir esa paz con un entusiasmo pasajero, porque el entusiasmo hoy está, después cae y ya no está”, afirmó. El Papa Francisco invitó a todos a buscar el consuelo de Dios pero no por interés, no reduciéndolo a un objeto para nuestro uso y consumo que nos lleva a perder el don más hermoso que es Él mismo. “Así vamos adelante en nuestra vida, que procede entre las consolaciones de Dios y las desolaciones del pecado del mundo, pero sabiendo distinguir cuando es una consolación de Dios, que te da paz hasta el fondo del alma, de cuando es un entusiasmo pasajero que no es malo, pero no es la consolación de Dios”, concluyó.
Martha Guardado | Lumen El Salvador Cada año se celebra la Solemnidad de la Reina de la Paz en San Miguel durante el 20 y 21 de noviembre, esta fiesta es considerada una de las más importantes de El Salvador, ya que dicha advocación mariana lleva el título de Patrona de dicha nación. Su historia se remonta al año 1692 en el Golfo de Fonseca, se dice que allí algunas personas del lugar encontraron una caja de madera totalmente sellada y no pudieron abrirla. En vista de la imposibilidad, solicitaron un burrito a uno de los lugareños para llevar la caja a la Ciudad de San Miguel. El viaje se prolongó por varios días debido a las condiciones escabrosas del camino y por los peligros de los piratas ingleses que acechaban la zona. Sin embargo, el 21 de noviembre del mismo año, el burrito que cargaba la caja de madera detuvo su andar cuando cayó al suelo en la plaza pública que estaba frente a la antigua iglesia, donde actualmente está la Catedral de San Miguel, y de ningún modo se levantó. Debido a lo que sucedió, decidieron abrir la caja en ese lugar y, para sorpresa de todos, descubrieron la bella imagen tallada en madera de la Virgen María sosteniendo al niño Jesús en sus brazos. Se dice que nunca pudieron comprobar el origen de la caja y hacia qué destino se dirigía, lo cierto es que su descubrimiento marcó el acontecer de la época; luego de la noticia cesaron las disputas fratricidas que suscitaban en ese momento. Se colocó la imagen en el atrio de la iglesia y frente a ella quienes estaban en guerra juraron dejar a un lado el odio para que en su corazón habitara la paz, fraternidad, y reconciliación. Desde ese momento, surgió el título de Nuestra Señora de la Paz. Muchos milagros se le atribuyen a su intercesión desde entonces, entre ellos uno de los más conocidos se sitúa en 1787, año en que el volcán de Chaparrastique hizo erupción. Entre angustia y desesperación, pero inundados de fe, sacerdotes y religiosos franciscanos exhortaron al pueblo a que pidieran misericordia a Dios e invocaran la intercesión y protección de la Virgen de la Paz. En ese momento, decidieron sacar la imagen de la Nuestra Señora a la puerta principal de la antigua parroquia, a su vez, los pobladores gritaron “Sálvanos Reina de la Paz”. De inmediato pudo observarse que la lava volcánica tomó otra dirección. Luego de la obra milagrosa, en el cielo y cerca del cráter volcánico, se formó la figura de una palma, por esta razón actualmente se puede apreciar que la imagen sostiene una palma dorada en honor a ese milagro. La coronación pontificia se realizó el 21 de noviembre de 1921, y la Sagrada Consagración de Ritos se constituyó el 10 de octubre de 1966 con el Papa Pablo XV; desde entonces se rinde devoción y privilegios litúrgicos a Nuestra Señora de la Paz como Patrona de El Salvador. Cabe destacar que San Óscar Arnulfo Romero fue muy devoto de la Virgen de la Paz, y constantemente en sus homilías acudía a su intercesión para pedir por las conversiones y el cese de los conflictos fratricidas en el país. Además, actualmente es patrona de las Siervas de Misericordia de Dios en El Salvador. Acudamos a Nuestra Señora de la Paz con la siguiente oración: Virgen Santísima, Madre de Dios Reina de la Paz y Patrona de El Salvador. Venimos a tus pies ahora que se cumplen cien años de tu coronación pontificia. Este pueblo hoy quiere coronarte con su amor y con la imitación de tus virtudes: la caridad misericordiosa con los más pequeños y sufridos, la unidad en las familias y matrimonios, la cercanía con los más pobres y necesitados, en cumplimiento fiel a todos los mandatos de tu Hijo. Madre bendita, Reina de la Paz, acoge a nuestra nación sufrida y necesitada de fuerza, salud y esperanza renovada. Reina de la Paz abraza bajo tu mirada dulce y cariñosa a la Iglesia para que desaparezca el virus de la indiferencia y del mal y llegue pronto la salud y la vida. Que el Divino Salvador del mundo derrame sobre nosotros a través de tus amorosas manos toda bendición y consuelo.
Martha Guardado | Lumen El Salvador En su discurso previo al Ángelus del domingo 13 de noviembre, y luego de presidir la misa en honor a la VI Jornada Mundial de los Pobres, el Papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio del día e invitó a los miles de feligreses presentes a que perseveren y construyan su fe sobre “aquello que no pasa”. El texto de la liturgia correspondió al capítulo 21 de San Lucas, en él se narra cuando Jesús estuvo en el templo de Jerusalén y, mientras muchos se maravillaban por el lugar, Él les dijo “De lo que ven, no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”, luego aumenta la intensidad y explica cómo en la historia casi todo se derrumba: “habrá revoluciones y guerras, terremotos y hambrunas, plagas y persecuciones”. En esa línea, el Pontífice destacó que es una forma en que el Señor nos dice “no hay que confiar demasiado en las realidades terrenales: pasan”, con el objetivo de darnos la valiosa enseñanza de la perseverancia, ya que en el mismo Evangelio de Lucas, Jesús también dice “Con su perseverancia salvarán su vida” (v. 19). “¿Qué cosa es esto” -dijo el Papa- “La palabra indica ser “muy severos”; pero ¿severos en qué sentido? ¿Acaso con uno mismo, considerándose no estar a la altura? No. ¿Acaso con los demás, siendo rígidos e inflexibles? Tampoco. Jesús nos pide que seamos “severos”, disciplinados, persistentes en lo que a Él le importa, en lo que importa”. Asimismo, subrayó que del mismo modo en que las personas que admiraban el templo, muchas veces nosotros priorizamos demasiado las obras de nuestras manos, los logros, las tradiciones religiosas o diferentes símbolos sagrados y sociales; y está bien, pero pasan. “En cambio, Jesús dice que nos centremos en lo que permanece, que evitemos dedicar nuestra vida a construir algo que luego se destruirá, como aquel templo, olvidándonos de construir lo que no se derrumba, de construir sobre su palabra, sobre el amor, sobre el bien. Ser perseverantes, ser severos y decididos para edificar aquello que no pasa”, agregó Su Santidad. Por tanto, la perseverancia es “construir el bien cada día” y permanecer constantes en ese bien, y para eso es válido y necesario preguntarse “¿Cómo va mi perseverancia? ¿Soy constante, o vivo la fe, la justicia y la caridad según el momento, es decir, si me apetece, rezo, si me conviene, soy justo, servicial y atento, mientras que, si estoy insatisfecho, si nadie me lo agradece, dejo de hacerlo? ¿mi oración y mi servicio dependen de las circunstancias o dependen de un corazón firme en el Señor?”. Para finalizar, el Papa Francisco enfatizó en que Jesús nos dice que no debemos temer ni siquiera a los acontecimientos tristes y difíciles de la vida, ni del mal que vemos a nuestro alrededor, y subrayó que “La perseverancia es el reflejo del amor de Dios en el mundo, porque el amor de Dios es fiel, es perseverante, nunca cambia”.
Como parte de las últimas actividades de su viaje Apostólico en Baréin, el Papa Francisco tuvo un encuentro con los obispos, sacerdotes, seminaristas y agentes de pastoral en la Iglesia del Sagrado Corazón de Manama, a quienes recalcó “Es hermoso pertenecer a una Iglesia formada de historias y rostros diversos que encuentran armonía en el único rostro de Jesús”. El Santo Padre enfatizó en que las palabras del Evangelio del día, que habla sobre el agua viva que brota de Cristo, le hicieron pensar en la tierra de Baréin “Es una hermosa imagen de lo que son ustedes y sobre todo de lo que la fe realiza en la vida; emerge a la superficie nuestra humanidad, demacrada por muchas fragilidades, miedos, desafíos que debe afrontar, males personales y sociales de distinto tipo; pero en el fondo del alma, bien adentro, en lo íntimo del corazón, corre serena y silenciosa el agua dulce del Espíritu”. “La iglesia nace del costado abierto de Cristo” En el Evangelio de Juan se hace una invitación muy hermosa, ya que Jesús dijo “El que tenga sed, venga a mí”, por lo tanto “en ese momento, ya no es del templo de piedras, sino del costado abierto de Cristo que saldrá el agua de la vida nueva, el agua vivificante del Espíritu Santo, destinada a regenerar a toda la humanidad liberándola del pecado y de la muerte”, subrayó el Papa. Además, mencionó que a cada cistiano se le fue donada el agua viva del Espíritu Santo a través del Bautismo, por lo tanto, desde entonces mora en ellos tres dones que se deben vivir y acoger; la alegría, la unidad y la profecía. “La alegría en el Espíritu es aquella que nace de la relación con Dios, de saber que, aun en las dificultades y en las noches oscuras que a veces atravesamos, no estamos solos, perdidos o derrotados, porque Él está con nosotros. Y con Él podemos afrontar y superar todo, incluso los abismos del dolor y de la muerte”, afirmó el Pontífice. En ese sentido, el Papa invitó a los presentes a que sean custodios y constructores de unidad a través del diálogo en las comunidades, familias, en la sociedad multirreligiosa y multicultural actual. “Seamos tejedores de comunión con los hermanos de otros credos y confesiones. Sé que en este camino ustedes ya dan un hermoso ejemplo, pero la fraternidad y la comunión son dones que no debemos cansarnos de pedir al Espíritu, para rechazar las tentaciones del enemigo, que siempre siembra cizaña”, dijo el Papa Francisco a los representantes de la Iglesia en Daréin. Asimismo, explicó que todos los bautizados están llamados a ser profetas, a interpretar la realidad a la luz del Espíritu Santo “no podemos fingir que no vemos las obras del mal, quedarnos en una “vida tranquila” para no ensuciarnos las manos.Un cristiano tarde o temprano debe ensuciarse las manos para vivir bien su vida cristiana y dar buen testimonio. Por el contrario, hemos recibido un Espíritu de profecía para manifestar el Evangelio con nuestro testimonio de vida”. Por último, el Papa exhortó a los presentes a comprometerse a sostener la paz a través del diálogo para que el pueblo vuelva pronto a encontrar una vida serena y digna. Además, agradeció a cada una de las autoridades del país e invocó la intercesión maternal de Nuestra Señora de Arabia.
El Papa Francisco pidió a los obispos de Francia que acompañen a las ovejas “desorientadas” por el motu proprio Traditionis custodes (Custodios de la Tradición), publicado en 2021 y que restringe la celebración de la Misa tradicional en latín o Misa tridentina. “El Papa Francisco los invita a una mayor solicitud y paternidad hacia las personas –en particular los jóvenes, los sacerdotes o laicos– desorientadas por el motu proprio Traditionis Custodes, en cuya implementación ustedes están trabajando”, dice el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado Vaticano, en un mensaje enviado a los obispos de Francia. “Ellos son las ovejas, con frecuencia heridas, que necesitan acompañamiento, escucha y tiempo”, agrega. “El Santo Padre, Papa Francisco, les asegura y a todos los miembros presentes en la asamblea plenaria, su oración y su sostenimiento fraternal y espiritual”, indica el texto en ocasión de la reunión de obispos que se realiza del 3 al 8 de noviembre en el Santuario de Lourdes. Francia es uno de los países con mayor cantidad de católicos que participan en grupos fieles a la Iglesia como la Fraternidad Sacerdotal San Pedro, que de forma regular celebran y participan de la Misa tradicional en latín. En el mensaje, el Cardenal Parolin también alienta a los prelados a seguir luchando contra los abusos sexuales, por los más vulnerables y a aportar en la reflexión “sobre cómo ayudar a su sociedad a encontrar leyes justas sobre el final de la vida”. “El Santo Padre reza para que en su país se lleve a cabo un debate basado en la verdad y libre de toda ideología, y que su voz sea escuchada”, añade. Traditionis custodes El Vaticano publicó el motu proprio Traditionis custodes del Papa Francisco el 16 de julio de 2021. El texto restringe la celebración de la Misa tradicional en latín (forma extraordinaria) o rito tridentino, es decir con el Misal de 1962. Con este documento, el Papa Francisco modificó las disposiciones dadas por su predecesor, el hoy Papa Emérito Benedicto XVI, en su motu proprio Summorum Pontificum, texto que liberalizó la Misa tradicional en latín. Entre las principales disposiciones de Traditionis Custodes están que el obispo es quien autoriza la celebración de la Eucaristía con el Misal de 1962. Si el sacerdote que pide el permiso se ordenó luego de la publicación del motu proprio, entonces corresponde al Vaticano dar la autorización. Se establece asimismo que no se pueden crear nuevos grupos que celebren la Misa tridentina y que cualquier disposición que no se ajuste al motu proprio queda abolida.
Martha Guardado | Lumen El Salvador ¿Qué es la JMJ? Si nunca has asistido a una Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), imagina a miles de jóvenes alrededor de ti, procedentes de Japón, Italia, Sudáfrica, España, Colombia, y muchísimos países de diversas culturas con distintos idiomas; pero, unidos en un Santo Rosario, postrados ante Jesús Sacramentado, dándose a sí mismos para servir a los demás, todos en la misma sintonía de fe, abrazados por el mismo amigo: Jesús. ¡Eso es parte de la JMJ! La Jornada es un encuentro mundial de los jóvenes con el Papa, es una peregrinación, una fiesta de juventud considerada una de las expresiones más fuertes de fe dentro de la Iglesia Católica. A este gran evento están invitados quienes son cercanos a la Iglesia, e incluso los que están distanciados. Además, se considera un encuentro lleno de abundantes gracias en que los jóvenes sienten el llamado a la vida sacerdotal, religiosa, matrimonial, misional, entre otras. Es un momento grande de evangelización que invita a un encuentro personal con Cristo. También, promueve la construcción de un mundo más justo y solidario; anima a crecer en paz, unión, y fraternidad entre pueblos y naciones. ¿Cuál es el origen de este gran encuentro? La JMJ fue instituida por el Papa San Juan Pablo II, y tuvo su origen en 1984 cuando el Papa convocó la celebración del jubileo de los jóvenes a realizarse el Domingo de Ramos en Roma. Para este llamado esperaban a 60 mil jóvenes, pero finalmente asistió un aproximado de 250 mil peregrinos. En ese primer encuentro el Papa se dirigió a los jóvenes con estas palabras: “Amadisimos jóvenes: A Cristo se le descubre dejándole caminar junto a nosotros en nuestro camino. Es ésta mi invitación: dejad, queridísimos jóvenes, que Cristo se ponga a vuestro lado con la palabra de su Evangelio y la energía vital de sus sacramentos. La suya es presencia exigente. Puede parecer una presencia incómoda al principio, y podéis sentiros tentados de rechazarla. Pero si tenéis el coraje de abrirle las puertas del corazón y acogerlo en la vida, descubriréis en Él el gozo de la verdadera libertad, que os da la posibilidad de construir vuestra existencia sobre la única realidad capaz de resistir al desgaste del tiempo y de lanzaros más allá de las fronteras de la muerte, la realidad indestructible del amor” A raíz de esta significativa experiencia, el Papa decidió repetirlo el año siguiente y se congregaron 300 mil jóvenes. En ese mismo año (1985), San Juan Pablo escribió una Carta Apostólica en la que anunció la institución de la Jornada Mundial de la Juventud el 20 de diciembre. ¿Cuántas jornadas se han realizado? 1986 Roma, Italia: “Siempre dispuestos a dar respuesta a todo lo que os pida razón de vuestra esperanza”, 1Pt 3,15. 1987 Buenos Aires, Argentina: “Hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene”, 1Jn 4,16. Himno: Un nuevo sol. 1989 Santiago de Compostela, España: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, Jn 14,6. Himno: Somos los jóvenes del 2000. 1991 Czestochowa, Polonia: “Habéis recibido un Espíritu de hijos”, Rm 8,15. Himno: Abba Ojcze. 1993 Denver, Estados Unidos: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”, Jn 10,10. Himno: We are one Body. 1995 Manila, Filipinas: “Como el Padre me envió, también yo os envío”, Jn 20,21. Himno: Tell the World of His love. 1997 París, Francia: “Maestro, ¿dónde vives? Venid y veréis”, Jn 1, 38-39. Himno: Maître et Seigneur, venu chez nous. 2000 Roma, Italia: “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”, Jn 1, 14. Himno: Emmanuel. 2002 Toronto, Canadá: “Vosotros sois la sal de la tierra (...) Vosotros sois la luz del mundo”, Mt 5, 13-14. Himno: Light of the world. 2005 Colonia, Alemania: “Hemos venido a adorarle”, Mt 2,2. Himno: Venimus adorare eum. 2008 Sidney, Australia: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos”, Hch 1,8. Himno: Receive the Power 2011 Madrid, España: “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”, Col 2,7. Himno: Firmes en la fe. 2013 Río de Janeiro, Brasil: “Id y haced discípulos a todos los pueblos”, Mt 28,19. Himno: Esperanza del Amanecer. 2016 Cracovia, Polonia: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”, Mt 5,7. Himno: B?ogos?awieni mi?osierni. 2019 Ciudad de Panamá, Panamá: “He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra”, Lc 1, 38. Himno: Hágase en mí según tu palabra.
Martha Guardado | Lumen El Salvador En el Ángelus del domingo 23 de octubre, el Papa Francisco habló sobre la parábola del fariseo y el publicano, correspondiente al Evangelio del día, y dijo que “Ambos suben al templo a orar, pero sólo el publicano se eleva verdaderamente a Dios, porque desciende humildemente a la verdad de sí mismo y se presenta tal como es, sin máscaras, con su pobreza”. En ese sentido, explicó que la parábola se basa en dos elementos: bajar y subir. El texto inicia narrando que dos hombres suben al Templo para orar, y ese aspecto recuerda episodios de la Biblia como cuando Moisés sube al Sinaí, Abraham sube a la montaña a ofrecer el sacrificio, y cuando Jesús se transfigura en la montaña. “Subir, por tanto, expresa la necesidad del corazón de desprenderse de una vida mediocre para encontrarse con el Señor; de elevarse de las llanuras de nuestro ego para ascender hacia Dios —deshacerse del propio yo—; de recoger lo que vivimos en el valle para llevarlo ante el Señor. Esto es "subir", y cuando rezamos subimos”, subrayó Su Santidad. Asimismo, explicó que para tener ese encuentro con Dios y ser transformados a través de la oración, hay que descender “dentro de nosotros mismos” y así “cultivar la sinceridad y la humildad de corazón, que nos permiten mirar con honestidad nuestras fragilidades y nuestra pobreza interior”. “En la humildad nos hacemos capaces de llevar a Dios, sin fingir, lo que realmente somos, las limitaciones y las heridas, los pecados y las miserias que pesan en nuestro corazón, y de invocar su misericordia para que nos cure y nos levante. Él será quien nos levante, no nosotros. Cuanto más descendemos en humildad, más nos eleva Dios”, subrayó el Papa. En esta línea, el Santo Padre invitó a los feligreses, obispos y sacerdotes; cuidarse del narcisismo, la vanagloria y el exhibicionismo como el fariseo, “Donde hay demasiado yo, hay poco Dios”. Para finalizar su discurso, el Papa Francisco invocó la intercesión de la Santísima Virgen “la humilde esclava del Señor, imagen viva de lo que el Señor ama realizar, derrocando a los poderosos de sus tronos y levantando a los humildes”.
Martha Guardado | Lumen El Salvador El pasado miércoles 19 de octubre, el Papa Francisco llevó a cabo su sexta catequesis dedicada a los elementos del discernimiento, esta vez se centró en hablar sobre “el libro de la propia vida”. A la luz de una soleada mañana y frente a cientos de feligreses de distintas partes del mundo reunidos en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre reafirmó que para las decisiones importantes de la vida siempre se debe tomar un camino de discernimiento. “Nuestra vida es el “libro” más valioso que se nos ha entregado, un libro que muchos lamentablemente no leen, o lo hacen demasiado tarde, antes de morir. Y, sin embargo, precisamente en ese libro se encuentra lo que se busca inútilmente por otras vías”, mencionó el Papa. En ese sentido, recordó cómo San Agustín, “el gran buscador de la verdad”, comprendió que releyendo su vida podía notar la presencia del Señor en su vida, y que luego confesó en sus escritos lo que descubrió “he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te andaba buscando; y deforme como era, me lanzaba sobre las bellezas de tus criaturas. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo”. Además, subrayó que muchas veces los cristianos se encuentran presos en pensamientos “tóxicos”, diciéndose “yo no valgo nada”, “a mí todo me va mal”, pero esas son “frases pesimistas que te echan abajo. Leer la propia historia significa también reconocer la presencia de estos elementos “tóxicos”, pero para ampliar después la trama de nuestra historia, aprendiendo a notar otras cosas, haciéndola más rica, más respetuosa con la complejidad, logrando también recoger las formas discretas con las que Dios actúa en nuestra vida”. Como parte del proceso de echar un vistazo a la propia historia, el Papa Francisco explica que el discernimiento tiene un enfoque narrativo que invita a hacerse algunas preguntas como “¿de dónde viene este pensamiento? ¿Dónde me lleva esto que estoy pensando ahora? ¿Cuándo he tenido la posibilidad de encontrarlo antes? ¿Es algo nuevo que me viene ahora, o lo he encontrado otras veces? ¿Qué me quiere decir la vida con esto?”. En ese sentido, recomienda “detenerse” para observar los acontecimientos de la vida que contribuyen al discernimiento, ya sea un servicio, una lectura, o un encuentro; situaciones que parecen no tener importancia pero al analizarlas transmiten paz interior y la alegría de vivir. “Detenerse es reconocer: es importante para el discernimiento, es un trabajo de recogida de esas perlas preciosas y escondidas que el Señor ha sembrado en nuestro terreno”, dijo el Pontífice. El Papa afirmó que releer la propia vida permite notar los pequeños milagros que Dios realiza cada día en el interior. Para finalizar su discurso, el Santo Padre explicó que en el discernimiento es el corazón quien habla de Dios y por eso cada uno debe aprender a hablar su lenguaje. Además de eso invitó nuevamente a los fieles a que hagan un examen de conciencia al final de la jornada, no solo para enumerar los pecados, también para preguntarse “¿qué ha sucedido hoy en mi corazón?¿qué ha sucedido dentro de mí, he tenido alegría?”, y así “aprender a discernir qué sucede dentro de nosotros”, concluyó el Papa Francisco.
En el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, el 19 de octubre, te compartimos cuatro santos que son reconocidos por interceder de forma especial por los que padecen esta enfermedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora esta fecha para contribuir a la prevención del cáncer de mama, que es considerado el tipo de cáncer más usual y “la causa más común de muerte por cáncer en las mujeres” en América y el mundo. En la Iglesia Católica hay santos reconocidos por interceder por la curación de enfermedades. Por ejemplo, San Juan de Dios y Santa Hildegarda de Bingen interceden por los que sufren depresión, y Santa Liduvina es patrona de los enfermos crónicos. A continuación, presentamos a cuatro santos que interceden de forma especial por las mujeres que sufren cáncer de mama: 1. Santa Águeda Es la santa patrona de los que sufren enfermedades de la glándula mamaria y las mujeres enfermas de cáncer de mama. Santa Águeda, cuya fiesta se celebra el 5 de febrero, procedía de Catania, Sicilia (Italia) tenía una extraordinaria belleza y consagró su vida y pureza a Dios. Según cuenta la historia, fue torturada por rechazar las propuestas amorosas del cónsul Quintiliano, y como parte de su martirio le cortaron sus pechos con pinzas de ardiente acero. En el mundo existen iglesias en su honor y también asociaciones y fundaciones contra el cáncer de mama que llevan su nombre. Sus devotos que se dedican a tratar y prevenir el cáncer de mama son conocidos como “los soldados de Santa Águeda”, según indica un artículo firmado por el Dr. Michael B. Shimking. Si deseas pedirle su intercesión, puedes rezar la oración que compartimos aquí. 2. San Ezequiel Moreno El santo es patrono de los enfermos de cáncer, y los milagros que dieron paso a su beatificación y canonización fueron la curación de dos enfermos con cáncer terminal: una de ellos fue una mujer con cáncer de mama. San Ezequiel Moreno, cuya fiesta se celebra el 19 de agosto, fue un fraile agustino recoleto que nació a mediados del siglo XIX y que sirvió por muchos años como misionero en Colombia, donde se le detectó cáncer. El santo murió a los 58 años en España, a causa de la enfermedad. Fue canonizado por San Juan Pablo II en 1992 luego de comprobarse su intercesión en la curación milagrosa de la colombiana María de Jesús Náñez, una mujer que tras ser operada de un tumor en la pierna derecha, hizo metástasis en el pecho izquierdo. Ella se encomendó al entonces beato y se curó milagrosamente. 3. Santa María de La Providencia La santa nació en Francia y fue bautizada con el nombre de Eugénie Smet. Se hizo religiosa bajo el nombre de María de La Providencia y fundó la Congregación Sociedad de las Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio, que busca salvar las benditas almas a través de obras de misericordia espirituales y corporales. Santa María de La Providencia, cuya fiesta se celebra el 6 de marzo, fue detectada con cáncer de mama a los 45 años y al poco tiempo falleció. Si bien se desconoce que haya intercedido en casos de casos de curación de esta enfermedad, puede ser un gran ejemplo para las mujeres que la padecen y, por supuesto, una intercesora a la cual acudir. 4. Santa María Celia Guérin La santa es la esposa de San Luis Martin, quienes son los padres de Santa Teresa de Lisieux y el primer matrimonio católico declarado santo, cuya fiesta se celebra el 12 de julio. Santa María Celia Guérin nació en 1831 en una familia católica y fue educada por religiosas que le enseñaron su oficio: el arte de la confección. Se casó, tuvo nueve hijos y llevó una vida matrimonial ejemplar con Misa diaria, oración y confesión frecuente, y participación en la vida parroquial. De forma similar a Santa María de La Providencia, a los 45 años se le detectó un tumor en el seno, enfermedad que padeció con firme esperanza cristiana hasta su muerte. “Si Dios quiere curarme, estaré muy contenta pues, en el fondo de mi corazón, deseo vivir; lo que me cuesta es dejar a mi marido y a mis hijas. Pero, por otra parte, me digo: si no me curo es que, quizá, será más útil que yo me vaya”, escribió en una carta. No cabe duda que su ejemplo de confianza en Dios e intercesión puede ayudar a muchas mujeres madres que sufren esta enfermedad en la actualidad.
En octubre la Iglesia Católica celebra a Nuestra Señora del Rosario, por lo tanto este mes se dedica a profundizar y meditar los misterios del Santo Rosario, para entenderlo como esa herramienta poderosa que nos une en fraternidad, nos acerca a la vida de Jesucristo, y sin duda nos aparta de las tentaciones del maligno. El rezo del Rosario es considerado como la devoción más practicada por los católicos, seguido de la participación de la Santa Eucaristía. Este gran medio de oración ha evolucionado a través de la historia para realizarlo de la forma que lo conocemos en la actualidad. La palabra “Rosario” significa “corona de rosas”, pues cada Ave María es una rosa para nuestra Madre. Su historia se remonta a los años 800 cuando existía el salterio de los laicos. Los monjes de la época rezaban los Salmos, pero debido a que los demás cristianos no sabían leer se les enseñó a rezar 150 Padrenuestros, 150 Aves Marías, 150 alabanzas en honor a Jesús y 150 en honor a María. Fue hasta 1209 que nuestra Señora se le apareció a Santo Domingo de Guzmán en una capilla con un Rosario en la mano y le enseñó cómo se debía rezar. La Virgen le encomendó la misión de predicar por el mundo, y le prometió que muchos pecadores se convertirían a la fe cristiana y serían acreedores de abundantes gracias de Dios. A lo largo de los siglos los Papas han fomentado la devoción al Rosario y le han otorgado diversas indulgencias para quienes los rezan. El Papa León XIII, conocido como “El Papa del Rosario”, se encargó de escribir doce encíclicas dedicadas al Santo Rosario, y fue quien consagró el mes de octubre a esta gran devoción. En el Evangelio de Mateo 18:20 nuestro Señor nos dijo “Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Por tanto, no cabe duda que compartir este rezo con nuestra comunidad de la iglesia, nuestra familia, en el Santísimo, o incluso en privado, es el medio por el que la Santísima Virgen nos acerca al Señor. Atendamos el mensaje de la Madre Teresa de Calcuta que decía “Aférrate al Rosario como las hojas de la hiedra se aferran al árbol, porque sin nuestra Señora no podemos permanecer”. Estas son algunos beneficios que podemos recibir con el rezo del Rosario: Nos eleva gradualmente al perfecto conocimiento de Jesucristo. Limpia el alma del pecado. Conversión de los herejes. Concede indulgencias. Permite vencer las tentaciones del enemigo. Facilita la práctica de las virtudes. Nos abraza con el amor de Jesucristo. Se recibe de Dios toda clase de gracias. Nos proporciona con qué pagar nuestras deudas con Dios y nuestros hermanos. Nos une como comunidad de fe.
Este día nuestra Iglesia celebra la fiesta litúrgica de San Lucas Evangelista, conocido como el patrono de los doctores, cirujanos, encuadernadores, escultores, notarios, y artistas. Su nombre significa “portador de luz”, no hay registro exacto de su fecha de nacimiento pero se dice que fue en Antioquía. Era de origen griego, por tanto es el único escritor del Nuevo Testamento que no tuvo origen judío. San Lucas no conoció personalmente a Jesús, tuvo su conversión aproximadamente a los 40 años y se convirtió en discípulo de San Pablo. Se preparó para dedicarse a la medicina, sabía de letras, se dice que también era pintor y se le atribuyen algunas de las primeras representaciones pictóricas de la Virgen María. Luego de largos viajes junto a San Pablo para llevar el Evangelio y recabar información, San Lucas escribió el tercer Evangelio y también Los Hechos de los Apóstoles. Este gran personaje de la Iglesia es el autor de los pasajes que nos relatan la niñez de Jesús y su insistencia de la oración constante. En ese sentido, en sus escritos hacemos un recorrido en la riqueza de las enseñanzas de Jesús transmitidas a través de la Parábola del Padre Misericordioso, la Parábola del Fariseo y el Publicano, y muchas más. Su Evangelio es conocido como “El Evangelio de los pobres” porque en él se habla de la cercanía de Jesús con los enfermos, los pecadores arrepentidos, y los pobres. y de cómo Él sale al encuentro de los que sufren una vida dura. Sobre su muerte hay un debate de dos versiones: la primera surge del Prefacio o Argumento de Lucas que insiste en que falleció a los 84 años; la segunda versión sostiene que habría sido martirizado al colgarlo de un árbol junto a Andrés el Apóstol en una provincia romana. Dirijámonos a Dios y pidamos la intercesión de San Lucas con la siguiente oración: ¡Oh Dios, que sanas las enfermedades de tu pueblo, y que llamaste a Lucas, el médico amado, para que fuese uno de tus evangelistas! Concédenos que en la saludable doctrina de tu Palabra transmitida por él, hallen nuestras almas la medicina eficaz para todas tus dolencias; por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Por Martha Guardado | Lumen El Salvador El pasado domingo 16 de octubre el Papa Francisco desarrolló su discurso previo al Ángelus, en el que invitó a todos a preguntarse si cada cristiano es capaz de encontrar un poco de fe en cada uno y en el mundo. “Imaginemos que el Señor viene hoy a la tierra: vería, lamentablemente, muchas guerras, mucha pobreza, muchas desigualdades, y al mismo tiempo grandes conquistas de la técnica, medios modernos y gente que va siempre deprisa, sin detenerse nunca; ¿pero encontraría quien le dedique tiempo y afecto, quien lo ponga en el primer lugar?”, mencionó el Papa. En esa línea, Su Santidad exhortó a los fieles a mirar el interior y preguntarse “¿qué encontraría en mí el Señor si viniera hoy, qué encontraría en mí, en mi vida, en mi corazón? ¿Qué prioridades de mi vida vería?”, ya que a menudo la sociedad se centra en cosas urgentes pero no necesarias. Además, el Pontífice explicó que del mismo modo que una planta debe regarse constantemente para nutrirla, y no empaparla hasta después y dejarla en agua durante semanas; con más razón la oración no debe vivirse solo de momentos fuertes en momentos dispersos, porque de ser así la fe se secará. La fe “necesita el agua cotidiana de la oración, necesita de un tiempo dedicado a Dios, de forma que Él pueda entrar en nuestro tiempo, en nuestra historia; de momentos constantes en los que abrimos el corazón, para que Él pueda derramar en nosotros cada día amor, paz, gloria, fuerza, esperanza; es decir, nutrir nuestra fe”. Asimismo, el Santo Padre subrayó que la mejor medicina que Jesús ofrece para calentar una tibia es la oración, ya que es el elemento “el reconstituyente del alma”, ya que “Si tenemos que seguir una cura para estar mejor, es importante cumplirla bien, tomar los medicamentos en la forma correcta y a su debido tiempo, con constancia y regularidad. En todo en la vida hay necesidad de esto”. Además, aconsejó que cuando se dificulta orar, las jaculatorias pueden ser de mucha ayuda, ya que son fáciles, breves, y se pueden hacer en diferentes momentos del día para estar en sintonía con el Señor. Para finalizar su discurso el Papa Francisco aconsejó “llevad un pequeño Evangelio de bolsillo, en el bolsillo, en el bolso, y así cuando tengáis un minuto abrid y leed algo, y el Señor responderá”.
Queridos hermanos en el episcopado, Señor vicepresidente de la nación, su esposa, queridos hermanos en Cristo: Agradezco a Mons. José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador, sus amables palabras, y optimistas —por ahí demasiado—, y a todos ustedes la deferencia que han tenido en organizar esta peregrinación a la tumba de Pedro, para dar gracias a Dios por la beatificación de los mártires Rutilio Grande García, Cosme Spessotto, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio. Los mártires, todos lo sabemos, son «un don gratuito del Señor», como afirmaba el beato Cosme Spessotto, el más precioso don que puede dar Dios a la Iglesia, pues en ellos se actualiza ese «amor más grande» que Jesús nos mostró en la cruz. Su sangre no se une a la del Salvador simplemente en virtud de la imitación del discípulo a su maestro, o del siervo a su Señor, sino que es una forma de unión mística, que los Padres han visto representada en las gotas de sangre que cubrieron el cuerpo de Jesús en Getsemaní (cf. San Agustín, Exposición del Salmo 85). Estas gotas, como rubíes bordados en el manto inconsútil de Jesús, son joyas preciosas por las que damos gracias en primer lugar a Dios. Él es quien los convocó a este combate, quien les dio la fuerza para alcanzar la victoria, y quien nos los presenta ahora para nuestra edificación y como camino a seguir, porque los problemas no terminaron, la lucha por la justicia y por el amor de los pueblos sigue. Y para luchar no bastan las palabras, no bastan las doctrinas, lo cual sí es necesario, pero no bastan; bastan testimonios, y eso es lo que tenemos que seguir. Por eso digo que son un regalo para nuestra edificación, un regalo inmenso, tanto para la Iglesia que peregrina en El Salvador, como para la Iglesia universal, y su significado quedará siempre en el misterio de Dios. Esta realidad puede y debe ser profundizada en nuestras comunidades. Es interesante notar que el primer fruto de la muerte de los beatos fue el restablecimiento de la unidad en la Iglesia. Este hecho fue destacado por san Óscar Romero en la misa exequial del padre Rutilio Grande, 14 de marzo de 1977, cuando escribe emocionado cómo «el clero se apiña con su obispo», asumiendo que es en ese testimonio de unidad que «los fieles comprenden que hay una iluminación de la fe que nos va conduciendo, […] una motivación del amor». Yo sentí mucho la vida de estos mártires, la viví mucho, viví el conflicto de pro y contra. Y es una devoción personal: a la entrada de mi estudio tengo un pequeño cuadrito con un pedazo del alba ensangrentada de san Óscar Romero y una catequesis chiquitita de Rutilio Grande, para que me hagan acordar que siempre hay injusticias por las que hay que luchar, y ellos marcaron el camino. San Óscar Romero concluía su homilía diciendo: «comprendamos esta Iglesia, inspirémonos en este amor, vivamos esta fe y les aseguro que hay solución para nuestros grandes problemas». Hay solución. Me parece que este puede ser un buen itinerario para “rumiar” en la oración esta palabra que, mediante la sangre de estos testigos, Dios ha pronunciado a la Iglesia de El Salvador. Nuestras realidades no son seguramente las de aquel tiempo, pero la llamada al compromiso, a la fidelidad, a poner la fe en Dios y el amor al hermano en primer lugar, a vivir de esperanza, es intemporal, porque es el evangelio, un evangelio vivo, que no se aprende de los libros, sino de la vida de quienes nos han trasmitido el depósito de la fe. En estos momentos en los que estamos llamados a reflexionar sobre la sinodalidad de la Iglesia, tenemos en estos mártires el mejor ejemplo de este «caminar juntos», pues el padre Grande fue martirizado mientras “caminaba hacia su pueblo” (cf. San Óscar Romero, Homilía 14 marzo 1977). Eso es lo que cada uno de ustedes, obispos, sacerdotes y agentes pastorales, piden hoy al Señor, ser como ese “sacerdote —Rutilio— con sus campesinos —los beatos Manuel y Nelson—, siempre de camino hacia su pueblo para identificarse con ellos, para vivir con ellos” (cf. ibíd). Ese mismo mensaje aparece en una homilía del padre Rutilio, cuando dice que este caminar juntos no puede conformarse con un “pasear” para conocer cosas nuevas, no es un pasear. No. Un pasear al santo en una imagen de devoción, por ejemplo, sino que implica, sobre todo, asumir el testimonio de la fe, la esperanza, el amor que este santo nos dejó en su vida. El mensaje de estos mártires nos llama a identificarnos con su pasión que, como hemos dicho, es la actualización de la pasión de Cristo en el momento presente, abrazando la cruz que el Señor nos ofrece a cada uno personalmente. Y este proyecto de camino, de camino espiritual, de oración, de lucha, a veces tiene que tomar la forma de la denuncia, de la protesta, no política, nunca, evangélica siempre. Mientras haya injusticias, mientras no se escuchen los reclamos justos de la gente, mientras en un país se estén dando signos de no madurez en el camino de plenitud del Pueblo de Dios, ahí tiene que estar nuestra voz contra el mal, contra la tibieza en la Iglesia, contra todo aquello que nos aparta de la dignidad humana y de la predicación del Evangelio. La cruz de Jesús es la cruz de todos y es la cruz de la Iglesia como cuerpo de Cristo, que lo sigue hasta el sacrificio. Animémonos unos a otros, pensemos en aquellos que están en dificultad en nuestro pueblo: los más pobres, los presos, los que no les alcanza para vivir, los enfermos, los descartados. Y agradezcamos a Dios el poder caminar con la fuerza de la fe para servir a nuestro pueblo. Que Dios los bendiga y que la Virgen los cuide. Gracias.
Por Martha Guardado | Lumen El Salvador En torno a la serie de catequesis sobre el discernimiento, el Papa Francisco enfatizó en el “deseo” como un elemento importante de este proceso y dijo que es la brújula para entender dónde se encuentra cada uno y hacia dónde se dirige. En las catequesis anteriores, Su Santidad habló de otros “ingredientes” para discernir, tales como: el conocimiento y la experiencia, escuchar el propio corazón, la oración espontánea, y el conocimiento de sí. En esa línea, esta vez profundizó en que el deseo es “una nostalgia de plenitud que no encuentra nunca la plena satisfacción, y es el signo de la presencia de Dios en nosotros”. Definición del deseo El Pontífice explicó que la palabra “deseo” proviene del latín de-sidus, que se traduce como “la falta de la estrella”; es decir, una falta del punto de referencia que orienta el camino de la vida. Por lo tanto, es esa brújula la que guía para entender si “estoy quieto o estoy caminando, una persona que nunca desea es una persona quieta, quizá enferma, casi muerta” el deseo es la brújula para saber “si estoy caminando o si estoy quieto”. “Un deseo sincero sabe tocar en profundidad las cuerdas de nuestro ser, por eso no se apaga frente a las dificultades o a los contratiempos. Es como cuando tenemos sed: si no encontramos algo para beber, esto no significa que renunciemos, es más, la búsqueda ocupa cada vez más nuestros pensamientos y nuestras acciones, hasta que estamos dispuestos a hacer cualquier sacrificio para apaciguarlo”, destacó el Santo Padre. El deseo se diferencia de la emoción El Papa Francisco mencionó que las ganas o la emoción momentánea son diferentes al deseo, ya que este es un elemento que perdura en el tiempo y al cumplir el proceso que exige puede llegar a concretarse, y para ello es necesario poner ciertos límites. “Si, por ejemplo, un joven desea convertirse en médico, tendrá que emprender un recorrido de estudios y de trabajo que ocupará algunos años de su vida, como consecuencia tendrá que poner límites, decir algún “no”, en primer lugar, a otros estudios, pero también a posibles entretenimientos o distracciones, especialmente en los momentos de estudio más intenso. Pero, el deseo de dar una dirección a su vida y de alcanzar esa meta —llegar a ser médico era el ejemplo— le consiente superar estas dificultades”, ejemplificó Su Santidad. “¿Quieres ser curado?” El Papa Franciscó recordó que Jesús, antes de realizar un milagro, preguntaba “¿Quieres ser curado?”, y aunque la pregunta parezca fuera de lugar, muchas veces los cristianos se resisten a ser sanados, como sucedió con el paralítico que por mucho tiempo pasó en la orilla de la piscina de Betesda y nunca encontraba el momento adecuado para entrar al agua. “Jesús le pregunta: «¿Quieres curarte» (Jn 5,6). ¿Por qué? En realidad, la respuesta del paralítico revela una serie de resistencias extrañas a la sanación, que no tienen que ver solo con él. La pregunta de Jesús era una invitación a aclarar su corazón, para acoger un posible salto de calidad: no pensar más en sí mismo y en la propia vida “de paralítico”, transportado por otros. Pero el hombre en la camilla no parecer estar tan convencido. Dialogando con el Señor, aprendemos a entender qué queremos realmente de nuestra vida”, profundizó el Pontífice. En esta línea, subrayó que esta situación conduce a los cristianos a quejarse con la familia, o incluso entre sacerdotes y obispos. Ante esto el Papa exhortó “estad atentos que las quejas son un veneno, un veneno para el alma, un veneno para la vida porque no hacen crecer el deseo de ir adelante”. El Pontífice invitó a los fieles a que pidan al señor conocer los deseos del interior y la fuerza para, en su nombre, concretizarlos. Finalizó su discurso aclarando que “Él tiene un gran deseo respecto a nosotros: hacernos partícipes de su plenitud de vida”.
El Papa Francisco declaró santos a Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti Por Martha Guardado | Lumen El Salvador El pasado domingo 9 de octubre, el Papa Francisco presidió la misa de canonización de los nuevos santos: Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti, ante más de 50 mil feligreses que se congregaron en la Plaza de San Pedro. El primero de ellos fue el fundador de las Congregaciones para el cuidado del migrante, mientras que San Artémides dedicó su vida al cuidado de los enfermos luego de recuperarse de una fuerte tuberculosis. En el Evangelio se recordó cuando Jesús iba de camino y “diez leprosos se le acercan gritando: «Ten compasión de nosotros» (Lc 17,13). Los diez son sanados, pero sólo uno de ellos vuelve para dar las gracias a Jesús: es un samaritano, una especie de hereje para los judíos. Al principio caminan juntos, pero luego la diferencia la hace aquel samaritano, que regresa alabando a Dios a grandes gritos”. En ese sentido, el Papa invitó a detenerse en dos aspectos que el Evangelio sugiere: caminar juntos y agradecer. “Caminando juntos estos leprosos expresan su grito contra una sociedad que los excluye” -dijo Su Santidad- “es también una imagen hermosa para nosotros, porque cuando somos honestos con nosotros mismos, recordamos que todos tenemos el corazón enfermo, que todos somos pecadores, que todos estamos necesitados de la misericordia del Padre”. También agregó que la fe pide a los cristianos siempre caminar junto a los demás, nunca ser caminantes solos, y a salir de sí mismos para caminar hacia Dios y a los hermanos. Además, subrayó que la fe exige reconocer la necesidad de curación y perdón. Asimismo, el Pontífice explicó que la acción del samaritano del Evangelio es una lección para todos los creyentes para volver a los pies de Cristo y reconocerlo como su Señor. En esa línea señaló “a menudo seguimos nuestro propio camino, olvidándonos de cultivar una relación viva, real con Él. Esa es una fea enfermedad espiritual, dar todo por sentado, incluso la fe, incluso nuestra relación con Dios, hasta el punto de convertirnos en cristianos que ya no saben asombrarse, que ya no saben decir “gracias”, que no muestran gratitud, que no saben ver las maravillas del Señor”. El Santo Padre enfatizó en que los dos nuevos santos recuerdan la importancia de caminar en unidad y de saber dar las gracias. Sobre el obispo Scalabrini dijo ”afirmaba que en el caminar común de los que emigran no había que ver sólo problemas, sino también un designio de la Providencia: “Precisamente gracias a las migraciones forzadas por las persecuciones ?decía? la Iglesia cruzó las fronteras de Jerusalén y de Israel y se hizo ‘católica’; gracias a las migraciones de hoy la Iglesia será un instrumento de paz y comunión entre los pueblos” (cf. L'emigrazione degli operai italiani, Ferrara 1899). Hay una migración en este momento, aquí en Europa, que nos hace sufrir tanto y nos mueve a abrir el corazón. La migración de los ucranianos que huyen de la guerra. No nos olvidemos hoy de la Ucrania martirizada”. También recordó el servicio de Artémides Zatti “con su bicicleta, fue un ejemplo vivo de gratitud. Curado de la tuberculosis, dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás, a cuidar a los enfermos con amor y ternura. Se dice que lo vieron cargarse sobre la espalda el cadáver de uno de sus pacientes. Lleno de gratitud por lo que había recibido, quiso manifestar su acción de gracias asumiendo las heridas de los demás”. San Juan Bautista Scalabrini -Nació el 8 de julio de 1839 en Italia -Fue ordenado sacerdote el 30 de mayo de 1863 -Nombrado obispo de Piacenza el 30 de enero de 1876 por el Papa Pio IX. -Impulsó el amor a la Iglesia y al Papa; fomentó la verdad, la unidad y la caridad. -Dedicó su vida a asistir a los enfermos de cólera, a los encarcelados, y a los más pobres. -1887 fundó la congregación de los Misioneros de San Carlos para brindar asistencia religiosa, moral, social y legal a los migrantes. -Falleció el 1 de junio de 1905, día de la Ascensión del Señor, se dice que sus últimas palabras fueron “¡Señor, estoy listo. Vamos!”. San Artémides Zatti -Nació el 12 de octubre de 1880 en Boretto, Italia. -Junto a su familia se mudó a Argentina 1897, allí encontró su vocación religiosa salesiana. -Enfermó de tuberculosis y le prometió a María Auxiliadora consagrar su vida a los enfermos, luego fue sanado y cumplió su promesa. -Trabajó 50 años en un hospital y le llamaban “el infatigable enfermo” -A causa de un cáncer, falleció el 15 de marzo de 1951 en Viedma. -Le llamaban “un ángel que se hizo enfermero” y al ocurrir un milagro a intercesión suya, el Papa Juan Pablo II lo declaró venerable en 1997 y fue beatificado en 2002.
Este día nuestra Iglesia Católica celebra la advocación de la Virgen del Rosario, esa figura maternal y amorosa que nos invita a dirigirnos constante y afectuosamente a María por medio del rezo del Santo Rosario. El Rosario es una oración mariana que nos ayuda a entender que María es parte fundamental en el plan de salvación de Dios, y no debemos perder de vista que es un medio para contemplar y meditar la vida de Jesucristo. La Virgen se le apareció al sacerdote español Santo Domingo en el año 1208, le entregó el Santo Rosario y le enseñó cómo lo debía rezar. Luego, le encomendó la gran tarea de ir por el mundo para difundirlo y rezar por la conversión de los herejes. La Batalla de Lepanto ocurrida el 7 de octubre de 1571, es uno de los puntos claves en la difusión del Rosario, pues en este suceso se enfrentaron las tropas y fuerzas navales cristianas contra los ejércitos del imperio Otomano, con el fin de detener sus ambiciones expansionistas en Occidente y recuperar la soberanía sobre el Mediterráneo. Por este motivo, los cristianos se encomendaron a la Virgen a través del Rosario y resultaron victoriosos. Este triunfo lo atribuyeron a la intercesión de la Madre de Dios. Mucho tiempo después, el Papa San Pío V instituyó la fiesta de la “Virgen de las Victorias” y añadió el título de “Auxilio de los cristianos” en las letanías. Luego, el Papa Gregorio XIII cambió el nombre a “Nuestra Señora del Rosario”, y fue San Pío X quien fijó la fecha de la celebración el 7 de octubre. En este día acudamos a nuestra Santísima Virgen diciendo: “¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia”. Estas son algunas promesas de Nuestra Señora, Reina del Rosario, según los escritos del Beato Alano: Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.
Por Martha Guardado | Lumen El Salvador El Papa Franciso desarrolló hoy su cuarta catequesis sobre el discernimiento, esta vez subrayó que otro elemento importante de este proceso es conocerse a sí mismo “a menudo no sabemos discernir porque no nos conocemos lo suficiente”. “Conocerse a uno mismo no es difícil, pero es fatigoso” Según explicó el Papa, conocerse implica una gran excavación interna que debe hacerse con paciencia, pues requiere la capacidad de detenerse y de “apagar el piloto automático”, ya que ese momento ayuda a adquirir conciencia sobre los sentimientos y pensamientos recurrentes y condicionantes que habitan a cada uno. “Requiere también distinguir entre las emociones y las facultades espirituales. “Siento” no es lo mismo que “estoy convencido”; “tengo ganas de” no es lo mismos que “quiero”. Así se llega a reconocer que la mirada que tenemos sobre nosotros mismos y sobre la realidad a veces está un poco distorsionada. ¡Darse cuenta de esto es una gracia!”, profundizó Su Santidad. La importancia de conocer las “contraseñas” El Pontífice recalcó que del mismo modo en que en la actual era de la informática es importante cuidar los datos personales a través de contraseñas; también la vida espiritual tiene sus “contraseñas” que son “palabras que tocan el corazón porque remiten a aquello por lo que somos más sensibles. El tentador, es decir el diablo, conoce bien estas palabras-clave, y es importante que las conozcamos también nosotros, para no encontrarnos ahí donde no quisiéramos”. En relación a eso, el Santo Padre explicó que la tentación no invita necesariamente a cosas malas, sino que puede ser a situaciones desordenadas que el “tentador'' las presenta de una forma atractiva que hipnotiza. Pero, estas cosas “bellas” son ilusiones con promesas incumplibles “y así nos dejan al final con un sentido de vacío y de tristeza. Ese sentido de vacío y de tristeza es una señal de que hemos tomado un camino que no era justo, que nos ha desorientado. Pueden ser, por ejemplo, el título de estudio, la carrera, las relaciones, todas cosas en sí loables, pero hacia las cuales, si no somos libres, corremos el riesgo de nutrir expectativas irreales, como por ejemplo la confirmación de nuestro valor”, sostuvo el Papa. Examen de conciencia general de la jornada: una herramienta para conocernos El Papa Francisco recalcó en que un examen de conciencia de la jornada diaria contribuye a identificar qué ha ocurrido en el corazón durante el día y se aprende a “notar en las valoraciones y en las decisiones aquello a lo que damos más importancia, qué buscamos y por qué, y qué hemos encontrado al final. Sobre todo aprendiendo a reconocer qué sacia mi corazón. Porque solo el Señor puede darnos confirmación de lo que valemos. Nos lo dice cada día desde la cruz: ha muerto por nosotros, para mostrarnos cuánto somos valiosos a sus ojos”. También mencionó que esta visualización interna ayuda a verificar qué situaciones hacen reaccionar, hacer un recorrido de los sentimientos, y ver qué es lo que atrae al corazón. Al finalizar su catequesis, el Santo Padre aclaró que la oración y el conocimiento de uno mismo consienten el crecer en libertad “s on elementos básicos de la existencia cristiana, elementos preciosos para encontrar el propio lugar en la vida”.
Por Martha Guardado | Lumen El Salvador El Papa Francisco oficializó la renuncia solicitada por el Cardenal Gregorio Rosa Chávez a su título de obispo auxiliar de la Arquidiócesis de San Salvador, en el día de San Francisco de Asís y a un mes después de su cumpleaños número 80. En 2017 Monseñor Rosa Chávez tenía previsto renunciar a los 75 años de edad, tal como lo establece el Código de Derecho Canónico, pero el 28 de julio del mismo año fue nombrado por el Papa como el primer cardenal salvadoreño durante el consistorio celebrado en la basílica de San Pedro. En la conferencia de prensa realizada este día, el Cardenal expresó que eligió esta fecha para el anuncio de su renuncia ya que se celebra a San Francisco de Asís, y en honor a que Bergoglio utilizó ese nombre para su pontificado y “porque él tiene los ideales de San Francisco de Asís: la paz, los pobres, y la ecología”. El Purpurado fungió como obispo auxiliar desde 1983, acompañó a los obispos; monseñor Arturo Rivera y Damas, monseñor Fernando Sáenz Lacalle, y monseñor José Luis Escobar Alas. El ahora obispo emérito aseguró que seguirá con normalidad sus servicios sacerdotales en la parroquia San Francisco de Asís y su acompañamiento en los proyectos eclesiales. La Conferencia Episcopal de El Salvador expresó sus agradecimientos a través de un comunicado “expresamos a nuestro querido Cardenal nuestra profunda gratitud por su grandiosa labor pastoral en favor de nuestro pueblo; dándonos el mejor ejemplo de entrega, generosidad, bondad y fe en su magnífico apostolado”. El Cardenal Rosa Chávez agradeció a todos los presentes y a quienes le han acompañado durante su trayectoria como obispo auxiliar “agradezco a la gente que ha estado conmigo tanto tiempo, me ha acompañado en la vida, por el cariño, y porque han perdonado mis faltas”.
Cada 4 de octubre nuestra Iglesia celebra la fiesta litúrgica de San Francisco de Asís, el santo de la caridad, difusor de la paz y el amor, amigo de los más necesitados y amigo de la naturaleza. Además, es el fundador de una de las familias religiosas más grandes que existen. Francisco nació en Asís, Italia, en el año 1181 y en su bautismo recibió el nombre de “Juan”. Su padre fue comerciante de textiles y su madre provenía de una noble familia. Vivió su juventud entre fiestas, paseos y música, y a sus veinte años luchó en la guerra que se desencadenó entre Asís y Perugia, en medio de este conflicto fue capturado durante un año. Ese tiempo le sirvió para reflexionar y convencerse que su vida debía cambiar. Aun así, al salir de la cárcel consiguió más insumos de guerra y volvió a las filas de combate, pero se encontró con un amigo que no tenía dinero para comprar los instrumentos militares, y conmovido le regaló todo su equipo. El paso decisivo que le ayudó a discernir sobre cuál había de ser su camino tuvo lugar en 1208, cuando, tomando parte en la celebración de la Eucaristía en la iglesia de Santa María de los Ángeles, la Porciúncula, oyó leer el Evangelio del envío de los setenta y dos discípulos a predicar. Terminada la misa pidió humildemente al sacerdote que le explicase el Evangelio. Al oír Francisco que los discípulos de Cristo no debían poseer ni oro, ni plata, ni dinero; ni llevar para el camino alforja, ni bolsa, ni pan, ni bastón, ni tener calzado, ni dos túnicas, sino predicar el reino de Dios y la penitencia, al instante, saltando de gozo, lleno del Espíritu del Señor, exclamó: "Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo de mi corazón anhelo poner en práctica”. Acababa de descubrir lo que el Señor esperaba de él: reparar su Iglesia mediante el retorno a la pureza del Evangelio, viviendo en el seguimiento de la pobreza y humildad de nuestro Señor Jesucristo, como servidor humilde a quien nadie teme, y anunciando a todos el evangelio de la paz y la fraternidad. Desde ese momento mostró indicios de su humildad, y poco a poco su vida cambió. Se volvió un hombre silencioso y muy reflexivo, muchos suponían que estaba enamorado y a estos señalamientos él respondía que sí “de la novia más fiel y más pura y santificadora que existe”, y se refería a la pobreza. Como parte de su proceso de conversión se dedicó a visitar a los enfermos en los hospitales, regalaba sus pertenencias a los pobres, y también empezó a pedir limosna para reparar la iglesia de San Damián. La salud de San Francisco se fue deteriorando, los estigmas le hacían sufrir y le debilitaron y ya casi había perdido la vista. En el verano de 1225 lo llevaron con varios doctores porque ya estaba muy enfermo. Poco antes de morir dictó un testamento en el que les recomendaba a los hermanos observar la regla y trabajar manualmente para evitar la ociosidad y dar buen ejemplo. Al enterarse que le quedaban pocas semanas de vida, dijo “¡Bienvenida, hermana muerte!” y pidió que lo llevaran a Porciúncula. Murió el 3 de octubre de 1226 después de escuchar la pasión de Cristo según San Juan. Tenía 44 años de edad. Lo sepultaron en la Iglesia de San Jorge en Asís San Francisco es admirado no solo por su sensibilidad a las injusticias y su cercanía a los pobres, sino también por su amor a los animales y toda la naturaleza creada por Dios y su afán de protegerla.
“Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo, porque el que no conoce las Escrituras no conoce el poder de Dios ni su sabiduría” es un fragmento de los escritos realizados por San Jerónimo, un gran doctor de la iglesia que recordamos cada 30 de septiembre por su profundo trabajo al traducir la Santa Biblia, y por todo su proceso de conversión y fe. Nació en Estridón, Dalmacia, aproximadamente en el año 340, y recibió el nombre de Eusebius Hieronymus. Creció en el seno de una familia de muchos bienes, esto le permitió estudiar Gramática y Retórica en Roma, lugar donde se dice que fue bautizado por el Papa Liberio. San Jerónimo abrazó su fe, pero fue tentado por los placeres de la carne y demostró una gran debilidad por los autores clásicos. En medio de esto Dios lo iluminó a través de un sueño para redirigir su camino. Tal hecho impactó su vida y empezó a estudiar a profundidad las Sagradas Escrituras, por ello decidió irse de Roma al desierto para huir del ambiente mundano y de pecado. Sobre esto, tiempo después describió así este episodio: “los malos deseos me atormentaban día y noche, las malas pasiones me atacaban sin cesar. Si a mí me sucedía esto, ¿qué no les pasará a los que viven dedicados a darle a la carne todo lo que pide?” Luego estuvo en Oriente donde lo ordenaron como presbítero, años más tarde retornó a Roma y se convirtió en secretario del Papa Dámaso, quien le otorgó la gran tarea de traducir las Sagradas Escrituras al latín, ya que estaban escritas en griego, arameo y hebreo. Como parte de ese proceso, San Jerónimo se trasladó a Belén con el propósito de perfeccionar su hebreo y comprender mejor las Escrituras. El largo tiempo que vivió allí los dedicó para también hacer comentarios en diversos pasajes bíblicos. De esa estancia en Belén surge el relato de un encuentro de este santo, que es muy conocido y citado en diversas ocasiones por el Papa Francisco. Se dice que durante una noche de Navidad, después de que los fieles se fueran de la gruta de Belén, se quedó allí solo rezando y le pareció escuchar que el Niño Jesús le decía: "Jerónimo ¿qué me vas a regalar en mi cumpleaños?". Él respondió: "Señor te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como mejor te parezca". El Niño Jesús añadió: "¿Y ya no me regalas nada más?". “Oh mi amado Salvador -exclamó Jerónimo- por ti repartí ya mis bienes entre los pobres. Por ti he dedicado mi tiempo a estudiar las Sagradas Escrituras... ¿qué más te puedo regalar? Si quisieras, te daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme todo por Ti". El Divino Niño le dijo: "Jerónimo: regálame tus pecados para perdonártelos". Se dice que al oír esto, San Jerónimo lloró de emoción y exclamó: "¡Loco tienes que estar de amor, cuando me pides esto!". Con edad avanzada y su salud agotada, San Jerónimo falleció el 30 de septiembre del año 420. Lo sepultaron en la Iglesia de la Natividad, posteriormente fue trasladado a la Basílica Santa María la Mayor en Roma, donde sus restos yacen actualmente. En honor a su fiesta litúrgica y la inspiración de su profundo acercamiento a las Sagradas Escrituras, es que la Iglesia también promueve el acercamiento y el amor a la Biblia durante el mes de septiembre. Acudamos a San Jerónimo para que interceda por la salud de los enfermos, por los huérfanos, jóvenes, estudiantes, educadores, y para que todos seamos conducidos por el camino de la caridad, prudencia y constancia que nos lleva hacia Dios.
Los Santos Arcangeles Miguel, Rafael y Gabriel son celebrados por la Iglesia cada 29 de septiembre, ya que son importantes mensajeros que llevaron a cabo grandes misiones encomendadas por Dios. El nombre de cada uno está plasmado en las Sagradas Escrituras y en el alma de cada cristiano, ya que son intermediarios entre Dios y la humanidad, a través de sus órdenes y transmitiendo sus mensajes. La palabra Ángel significa “mensajero de Dios”, y estos son seres superiores creados por Dios para ser servidores en su plan de salvación y protección. En la clasificación de San Dionisio el Areopagita sobre la jerarquía de los ángeles, los Santos Arcángeles pertenecen a uno de los nueve coros celestes. San Miguel Arcángel (Hebreo: “¿Quién como Dios?) Este Arcángel aparece en la Santa Biblia, en el capítulo 12 de Daniel, en Apocalipsis y en la epístola católica de San Judas. En estos escritos se le describe como el defensor de los hijos del pueblo de Dios que constantemente lucha contra Satanás y sus espíritus infernales. También se le conoce por ser el defensor de los judios en la antigua Ley, y también de los cristianos del Nuevo Testamento, por ello se le conocía como el patrón de la Iglesia y de la orden de caballeros de la Edad Media. Los cristianos acudimos a él para que nos libre de las acechanzas del enemigo y sus espíritus malignos. San Rafael Arcángel (“Medicina de Dios” o “Dios ha obrado la salud”) Se habla de este Santo Arcángel en el libro de Tobias, ahí se dice que tomó la forma humana, se hizo llamar Azarías y se presentó como “uno de los siete que están en la presencia del Señor”. Dios envió a San Rafael para ayudar a curar la ceguera del anciano Tobías, para acompañar a su hijo en un peligroso viaje, y para liberar a Sarah, hija de Raquel, de las garras del enemigo. Su devoción fue promovida en el siglo XVI y podemos acudir a él para invocar su protección en los viajes y para alejar las enfermedades. San Gabriel Arcángel (“Fortaleza de Dios”o “Héroe de Dios”) San Gabriel es conocido como el ángel de la Encarnación, del Consuelo y la Misericordia. En la tradición judía es recordado como el ángel del juicio, ya que a él se le atribuye la destrucción de Sodoma y de las huestes de Senaquerib. La más significativa, y la más trascendental de sus misiones en la historia de salvación, fue revelarle la llegada del Mesías a la Santisima Virgen Maria en Nazaret. Según San Gregorio Magno “a Maria le fue enviado Gabriel, porque venía a anunciar a aquel que, a pesar de su apariencia humilde, había de reducir a los principados y potestades. Era natural, que aquel que es fortaleza de Dios anunciara la venida del que es Señor de los ejércitos y héroe en las batallas”.
Por Martha Guardado | Lumen El Salvador Este día el Papa Francisco desarrolló su tercera catequesis sobre el discernimiento, en la que subrayó que uno de los elementos constitutivos de este proceso es la oración adentrada en la familiaridad e intimidad con Dios. Ante cientos de feligreses que asistieron a la Plaza de San Pedro, Su Santidad explicó que la oración es el medio en el que se involucran los afectos, ayuda a dirigirse a Dios con sencillez y la familiaridad de un amigo. “El secreto de la vida de los santos es la familiaridad y confidencia con Dios, que crece en ellos y hace cada vez más fácil reconocer lo que a Él le agrada” -dijo el Papa- “ La oración verdadera es familiaridad y confidencia con Dios. No es recitar oraciones como un loro, bla, bla, bla, no. La verdadera oración es esta espontaneidad y afecto con el Señor”. “El discernimiento no pretende ser una certeza absoluta” El Pontífice destacó que el discernimiento no es químicamente un método puro, y que la vida no siempre es lógica, ya que constantemente hay aspectos que no se dejan encasillar en una sola categoría de pensamiento. “Querríamos saber con precisión qué hay que hacer, pero, incluso cuando sucede, no siempre actuamos en consecuencia”, reconoció el Santo Padre. En ese sentido, con las palabras del apóstol Pablo que dice “no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero”, recordó que “No somos solo razón, no somos máquinas, no basta con recibir instrucciones para cumplirlas: al igual que las ayudas, los obstáculos para decidirse por el Señor son sobre todo afectivos, del corazón”. El signo del encuentro con el Señor es la alegría El Papa Francisco explicó que muchas veces los cristianos creen que Jesús puede ser el Hijo de Dios, pero dudan de que él quiere la felicidad para cada uno, y de que su propuesta no significa arruinar o mortificar las aspiraciones más fuertes. “Estos pensamientos a veces se asoman dentro de nosotros: que Dios nos está pidiendo demasiado, tenemos miedo de que Dios nos pida demasiado, que realmente no nos ama. En cambio, en nuestro primer encuentro vimos que el signo del encuentro con el Señor es la alegría. Cuando encuentro al Señor en la oración, me pongo alegre. Cada uno de nosotros se vuelve alegre, una cosa hermosa”. Su Santidad mencionó que Jesús no obliga a nadie a seguirlo, pues Él sabe hacer su voluntad “con tanto corazón te hace saber las cosas, pero te deja libre. Y esto es lo más bonito de la oración con Jesús: la libertad que Él nos deja. En cambio, cuando nos alejamos del Señor permanecemos con algo triste, algo malo en el corazón”. El Pontífice aclaró que el “discernir lo que sucede dentro de nosotros no es fácil, porque las apariencias engañan, pero la familiaridad con Dios puede disolver suavemente las dudas”, por lo tanto alentó a todos los fieles a que pidan la gracia de vivir una relación en amistad con Dios. Para finalizar, recomendó que muchas veces esa amistad con el Señor se forja con una sonrisa, un gesto sencillo y no al recitar palabras que no llegan al corazón “Él permanece en la puerta del corazón. Él se queda callado, se queda ahí cerca, cerca del corazón porque Él siempre es fiel. Vamos adelante con esta oración, digamos la oración del “hola”, la oración para saludar al Señor con el corazón, la oración del afecto, la oración de la cercanía, con pocas palabras, pero con gestos y con buenas obras”, concluyó el Papa.
Cada 27 de septiembre recordamos a San Vicente de Paúl, un hombre que abrazó su vocación sacerdotal desde muy joven y que dedicó su vida al servicio de los pobres. Por ello, la Iglesia lo reconoce como “Patrono de las obras de caridad''. Nació el 24 de abril de 1581 bajo el techo de una familia campesina en el Sur-Oeste de Francia. Durante su niñez se dedicó a los trabajos del campo y de adolescente fue enviado al colegio de los franciscanos en la ciudad de Dax, allí se dedicó únicamente a los estudios. Tras estudiar Teología en la Universidad de Toulouse, y haber completado sus estudios en Roma, y con tan solo diecinueve años, se ordenó como sacerdote en el año 1600. Se dice que antes de fallecer su padre le otorgó bienes para terminar de pagar el resto de su carrera, sin embargo, San Vicente renunció a la herencia para trabajar por sí mismo y empezó a dar clases en un colegio. Recién ordenado, el obispo quiso colocarlo en una parroquia, pero el derecho canónico le impedía asumir el puesto debido a su corta edad. Además, el padre Vicente de Paúl renunció a cualquier posible cargo para dedicarse a estudiar. En medio de esto pasó por una gran necesidad económica y contrajo muchas deudas. Posteriormente, en un viaje que San Vicente realizó en barco, fue asaltado por piratas turcos y lo aprisionaron para venderlo como esclavo en Túnez, del continente africano. A partir de esto, estuvo sirviendo a un pescador, un médico, y un musulmán que antiguamene fue fraile franciscano pero que apostató. Este santo lo convenció de volver a adoptar la fe cristiana, y fue así como ambos emprendieron camino, atravesaron el mediterráneo en un pequeño bote para llegar a Francia. En 1608 retomó su camino de sacerdocio, a través de una fraternidad de sacerdotes conocida como “Oratorium” logró promoverse, dos años después lo nombraron consejero espiritual de la reina Margarita de Valois. En 1613 entró a la casa de los Condi, una importante familia en Lyon, con quienes ejerció como director espiritual de la familia y profesor de los niños. Mientras estuvo con ellos recorrió sus extensas propiedades y pudo conocer las deplorables condiciones en las que vivían la mayoría de campesinos, y la desatención del clero ante tal situación. Es así como San Vicente reivindicó su labor pastoral y decidió devolver a Dios todo el amor recibido, dedicándose a trabajar por los más necesitados. Empezó a caminar hasta los lugares más remotos para atender a moribundos, personas abandonadas y enfermos. Con este servicio, se convenció de que la oración y la formación eran importantes para cultivar la humildad en los misioneros, por ello en 1617 fundó la Cofradía de las Damas de la Caridad, en 1625 la Congregación de la Misión, y tiempo después, junto a Santa Luisa de Marillac, fundaron la Compañía de las Hijas de la Caridad. Esto le permitió formar al clero con principios más humanos y cercanos a las necesidades y así lograr mayor alcance en las obras de caridad, y por todo esto se convirtió en uno de los principales protagonistas del renacimiento católico del siglo XVII en Francia. San Vicente de Paúl fue llamado a la casa del Padre el 27 de septiembre de 1660, y fue canonizado en 1737 por el papa Clemente XII. En 1855, el papa León XIII lo nombró “Patrono del Amor al Prójimo” y santo protector de todos los institutos de caridad. Del mismo modo que este gran santo nosotros también digamos: “¿Dónde habita nuestro Señor? En los sencillos de corazón”. Que su obra sea de inspiración para que podamos ver el rostro de Cristo en los más necesitados.
El Papa Francisco hizo un llamado a las decenas de miles de católicos reunidos en el 27° Congreso Eucarístico en la ciudad italiana de Matera para “redescubrir” la adoración Eucarística. “Desde esta ciudad de Matera, ‘ciudad del pan’, quisiera decirles: volvamos a Jesús, volvamos a la Eucaristía. Volvamos al gusto del pan, porque mientras estamos hambrientos de amor y de esperanza, o estamos quebrantados por las fatigas y sufrimientos de la vida, Jesús se convierte en alimento que nos alimenta y nos sana”, dijo el Papa Francisco en su homilía del 25 de septiembre. Matera, una de las ciudades habitadas continuamente más antiguas del mundo, acogió a unos 12 mil fieles en el estadio municipal, más de 80 obispos y cientos de delegados de toda Italia. El Papa Francisco viajó desde Roma a la ciudad del sur de Italia para ofrecer la Misa de clausura del Congreso Eucarístico, el cual se llevó a cabo del 23 al 25 de septiembre. En su homilía, el Papa también instó a volver “al gusto del pan para ser Iglesia eucarística, que pone a Jesús en el centro y se convierte en pan de ternura, pan de misericordia para todos”. “Una Iglesia que sabe inclinarse con compasión y ternura ante las heridas de los que sufren, socorriendo a los pobres, secando las lágrimas de los que sufren, haciéndose pan de esperanza y de alegría para todos”, continuó. También pidió volver “al sabor del pan para recordar que, mientras se consume nuestra existencia terrena, la Eucaristía anticipa la promesa de la resurrección y nos guía hacia la vida nueva que vence a la muerte”. En otro momento, el Papa Francisco dijo que la Eucaristía presenta a cada persona un desafío: “adorar a Dios y no a nosotros mismos, poniéndolo en el centro en lugar de la vanidad de uno mismo”. “Cuando adoramos al Señor Jesús presente en la Eucaristía, recibimos también una nueva perspectiva de nuestra vida: yo no soy las cosas que poseo ni los éxitos que puedo alcanzar. El valor de mi vida no depende de cuánto pueda presumir ni disminuye cuando encuentro fracasos y contratiempos. Soy un hijo amado, cada uno de nosotros es un hijo amado. Soy bendecido por Dios. Quiere vestirme de belleza y liberarme de toda esclavitud”, dijo Francisco. Y agregó: “Recordemos esto: el que adora a Dios no se hace esclavo de nadie. Redescubramos la oración de adoración, una oración frecuentemente olvidada. La adoración… nos libera y nos devuelve nuestra dignidad de hijos, no de esclavos”. Los presos en Italia ayudaron a hacer las hostias eucarísticas ofrecidas durante la comunión en la Misa, como parte de una iniciativa de la asociación de capellanes de prisiones italianas. El vino que se ofreció en la comunión se hizo con vides cultivadas por refugiados y migrantes que trabajan en los viñedos de House of Dignity. Al término de la Misa, el Papa Francisco rezó el rezo del Ángelus y recordó que este 25 de septiembre se celebra la 108° Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se celebra anualmente el último domingo de septiembre. Luego, el Papa se dirigió al comedor de la Fraternidad que lleva el nombre de “Don Giovanni Mele”, donde se reunió con el personal y bendijo el nuevo edificio. Los presos en Italia ayudaron a hacer las hostias eucarísticas ofrecidas durante la comunión en la Misa, como parte de una iniciativa de la asociación de capellanes de prisiones italianas. El vino que se ofreció en la comunión se hizo con vides cultivadas por refugiados y migrantes que trabajan en los viñedos de House of Dignity. Al término de la Misa, el Papa Francisco rezó el rezo del Ángelus y recordó que este 25 de septiembre se celebra la 108° Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se celebra anualmente el último domingo de septiembre. Luego, el Papa se dirigió al comedor de la Fraternidad que lleva el nombre de “Don Giovanni Mele”, donde se reunió con el personal y bendijo el nuevo edificio.
Cada 21 de septiembre recordamos al Apóstol y Evangelista San Mateo, también conocido como “Mateo el publicano”, patrono de los banqueros, y mártir por defender la virginidad que se ofrece a Dios. Se suele representar con un libro en las manos haciendo cuentas y su símbolo es la figura de un hombre alado. Según las narraciones de San Marcos y San Lucas, su padre fue Alfeo y antes de ser llamado Mateo, tenía por nombre Leví. Se dice que vivió en Cafarnaún a las orillas del lago de Galilea, lugar en el que Jesús lo llamó para ser uno de sus doce discípulos. Mateo era un publicano ya que se dedicaba a recaudar impuestos en favor de Herodes de Antipas, quienes realizaban este oficio eran repudiados por el pueblo, pues poseían grandes riquezas a costa de la pobreza e impuestos injustos y excesivos. Por tanto, Mateo era de esos hombres a quienes llamaban “pecadores públicos”, sus acciones eran consideradas corruptas y contrarias a la Ley de Dios. No obstante, Jesús llamó a Leví mientras estaba sentado cobrando impuestos, y este no dudó en levantarse y atender la voz del Maestro. Es así como, iluminado por Dios, Mateo cede su oficio a otra persona y deja todo para seguir a Jesús, quien le dio una de las dignidades más altas que existen: la dignidad de ser un Apóstol de Cristo. Mateo acompañó a su Maestro en un periodo de tres años, aprendió de sus enseñanzas y atestiguó tantos milagros, sobre todo el de la resurrección. Después de Pentecostés, del mismo modo que los demás Apóstoles, salió a evangelizar por el mundo. Según Clemente de Alejandría, San Mateo llevaba una vida austera y se dice que fue martirizado por defender la virginidad, pues se opuso al matrimonio del rey Hirciaco con su sobrina Ifigenia, quien se había convertido al Evangelio por causa de las predicas del Apóstol. Le arrebataron la vida con una espada mientras oraba al pie del altar después de una misa, por ello en su iconografía suele representarse con una espada o un hacha. Este llamado del Maestro a San Mateo demanda nuestra confianza: si Jesús pudo transformar a un pecador público en un Apóstol; un traidor en un amigo íntimo; también puede transformarnos a nosotros pecadores, en sus amigos íntimos, hijos de Dios. A ejemplo de San Mateo, sintamos la necesidad de esa mirada esperanzadora de Jesús que nos invita a seguirlo, ser instrumentos de Dios y alcanzar la salvación.
Estamos llamados a ser creativos al hacer el bien, con la prudencia y la astucia del Evangelio Por Martha Guardado | Lumen El Salvador El Papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio del pasado domingo 18 de septiembre previo al Ángelus dominical, en el que aconsejó a los presentes y a toda la iglesia “ser astutos según el Evangelio, estar despiertos y atentos a discernir la realidad”. El Evangelio del domingo presentó una parábola “un poco difícil de comprender” dijo el Papa, ya que Jesús cuenta una historia de corrupción “un administrador deshonesto, que roba y después, cuando es descubierto por su amo, actúa con astucia para salir de esa situación. Nos preguntamos: ¿en qué consiste esta astucia —es un corrupto el que la usa—, y qué quiere decirnos Jesús?”. Su Santidad explicó que en esta historia el administrador corrupto termina con problemas por aprovecharse de su amo por lo que perderá su trabajo, sin embargo, no se victimiza ni se resigna, es astuto y busca una solución. Además, dijo que sucede que “quien se mueve en las tinieblas, según ciertos criterios mundanos, sabe salir adelante incluso en medio de los problemas, sabe ser más astuto que los otros; en cambio, los discípulos de Jesús, es decir, nosotros, a veces estamos dormidos, o somos ingenuos, no sabemos tomar la iniciativa para buscar salidas en las dificultades”. En ese sentido, el Pontífice hizo referencia a los momentos de crisis personal, social o eclesial, en que muchas veces “nos dejamos vencer por el desánimo, o caemos en la queja y en el victimismo”, pero Jesús, a través de esta parábola, recuerda que la astucia puede surgir desde el Evangelio, y así los cristianos puedan estar despiertos y atentos a discernir la realidad y buscar soluciones para el bien personal y de los demás. “Para heredar la vida eterna no es necesario acumular los bienes de este mundo” agregó el Papa, “lo que cuenta es la caridad que habremos vivido en nuestras relaciones fraternas. Esta es la invitación de Jesús: no uséis los bienes de este mundo solo para vosotros mismos y para vuestro egoísmo, sino utilizadlos para generar amistades, para crear relaciones buenas, para actuar en la caridad”. Su Santidad concluyó su reflexión enfatizando en que actualmente hay historias de corrupción como la del Evangelio, y que en medio de estas “a los cristianos no se nos permite desanimarnos o, peor aún, dejarlo pasar, permanecer indiferentes”. “Estamos llamados a ser creativos en el hacer el bien, con la prudencia y la astucia del Evangelio, usando los bienes de este mundo —no solo los materiales, sino todos los dones que hemos recibido del Señor— no para enriquecernos a nosotros mismos, sino para generar amor fraterno y amistad social”.
Por Martha Guardado | Lumen El Salvador Desde la ventana del Palacio Apostólico, el domingo 11 de septiembre Su Santidad se dirigió a los feligreses que se reunieron en la Plaza de San Pedro, con un discurso previo al Ángelus dominical. El Papa Francisco inició con la reflexión del Evangelio de la liturgia del día, que hablaba acerca de las parábolas de la misericordia, y que se llaman así porque “muestran el corazón misericordioso de Dios” indicó el Papa. Su santidad explicó cómo los fariseos y escribas señalaban a Jesús por acoger y comer con los pecadores, y que para ellos eso era realmente escandaloso desde la perspectiva religiosa. El Santo Padre menciona que con esas acciones Jesús revela que “Dios es justamente así: no excluye a nadie, desea que todos estén en su banquete, porque ama a todos como a hijos, a todos, nadie está excluido, nadie”. “De hecho, los protagonistas de las parábolas, que representan a Dios, son un pastor que busca a la oveja perdida, una mujer que encuentra la moneda perdida y el padre del hijo pródigo. Detengámonos en un aspecto común a estos tres protagonistas. Los tres, en el fondo, tienen un aspecto común que podríamos definir así: la inquietud por aquello que les falta, te falta la oveja, te falta la moneda, te falta el hijo”, dijo el Pontífice. Además, enfatizó en que Dios no se queda “tranquilo” si sus ovejas se alejan, “Él, se aflige, se estremece en lo más íntimo y se pone a buscarnos, hasta que nos vuelve a tener en sus brazos. El Señor no calcula la pérdida y los riesgos, tiene un corazón de padre y madre, y sufre por la ausencia de sus hijos amados”. Su Santidad invitó a todos a preguntarse “¿Rezo por quien no cree, por el que está lejos, por el que está amargado? ¿Atraemos a los alejados por medio del estilo de Dios, este estilo de Dios que es cercanía, compasión y ternura?” ya que “El Padre nos pide que estemos atentos a los hijos que más echa de menos”. En ese sentido, el Papa alentó a que “Pensemos en alguna persona que conozcamos, que esté cerca de nosotros y que quizá nunca haya escuchado a nadie decirle: "¿Sabes? Tú eres importante para Dios". Concluyó diciendo que todos deben ser hombres y mujeres de corazón inquieto, y que “recemos a la Virgen, la madre que no se cansa de buscarnos y de cuidar de nosotros, sus hijos”.
Fiesta del Santísimo Nombre de María La Iglesia Católica celebra el Santísimo Nombre de María cada 12 de septiembre para venerarla como Madre de Dios, la más Santa de la criaturas y la Reina de los cielos y la tierra. La fiesta conmemora los privilegios concedidos por Dios a María, y se instituyó con el fin de que los fieles encomienden al Padre las necesidades de la iglesia, y por todas las gracias recibidas de quienes invocan su intercesión y mediación. Esta festividad se autorizó por primera vez en Cuenca, España en 1513, a partir de ahí se extendió por todo el país y en 1683, el Papa Inocencio XI la admitió en la iglesia de occidente como una acción de gracias por el levantamiento del sitio a Viena y la derrota de los turcos por las fuerzas de Juan Sobieski, rey de Polonia. Se considera que esta conmemoración tiene sus orígenes antes del año 1513, pero no se tienen pruebas concretas sobre esto. En relación a ello, se puede decir que la gran devoción al Santo Nombre de Jesús, que se debe en parte a las predicaciones de San Bernardino de Siena, abrió naturalmente el camino para una conmemoración similar del Santo Nombre de María. Por otra parte, se dice que el nombre de María hace recordar a Eva, la primera mujer, pero a modo de contraste, ya que Eva pecó apartándose de Dios y condenando a sus hijos, mientras que María fue hecha como la puerta del cielo y mediadora de las gracias. Es por eso que se puede afirmar que el Santísimo Nombre de María evoca la obra salvadora del Padre, pues quien pronuncia su nombre, sabe que en ella se resume el contenido del gran misterio del amor de Dios por el mundo. En los numerales 2158 y 2159 del Catecismo de la Iglesia Católica, dice lo siguiente: “El nombre de todo hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Exige respeto en señal de la dignidad del que lo lleva. El nombre recibido es un nombre de eternidad. En el reino de Dios, el carácter misterioso y único de cada persona marcada con el nombre de Dios brillará a plena luz”. Por tanto, de tal modo que los nombres de los hombres comunes merecen respeto, con más razón se debe honrar el santo nombre de Jesús como hijo de Dios, y el Santo nombre de la Virgen María. Que el Santísimo Nombre de María inunde nuestra alma, mente y corazón, y que por su intercesión recibamos las gracias del Padre Celestial.
Cada 8 de septiembre nuestra Iglesia celebra la Natividad de la Virgen María y es una de las fiestas marianas más antiguas, esta comenzó a celebrarse en Roma durante el siglo VIII con el Papa Sergio I. Según el calendario romano, es la tercera fiesta de la “natividad” que conmemora el nacimiento de Jesús. El contexto está ligado a la fiesta de la dedicación en el siglo IV en honor a una antigua basílica mariana de Jerusalén. Se dice que sobre sus ruinas se construyó la actual iglesia en honor a Santa Ana. La tradición indica que en ese lugar estuvo la casa de los padres de María, Joaquín y Ana, y que allí nació la Santísima Virgen. En Milán, Italia, la fiesta se remonta al siglo X, ya que la Catedral María Naciente fue consagrada en 1572 por San Carlos Borromeo. Además, en la calle Santa Sofía de esta misma ciudad se encuentra el santuario que conserva una imagen de María recién nacida, custodiada por las Hermanas de la Caridad de Santa Bartolomea y Santa Vicenta. Esta imagen la realizó una monja franciscana para su devoción personal en el siglo XVIII. En su historia guarda un milagro sucedido el 9 de septiembre de 1884, se trata de la curación de la postulante Giulia Macario, que llevaba muchos días enferma. La devoción a esta imagen se extendió como resultado de numerosas gracias obtenidas. Por otra parte, en los Evangelios no hay información que confirme las fechas del natalicio de María y los nombres de sus padres; sin embargo, tradicionalmente se retoman los datos del Protoevangelio de Santiago, un escrito apócrifo del siglo II. En relación a esta fiesta hay una recordada homilía pronunciada por San Juan Damasceno (675-749) un día como hoy en la Basílica de Santa Ana donde expresó lo siguiente: "¡Ea, pueblos todos, hombres de cualquier raza y lugar, de cualquier época y condición, celebremos con alegría la fiesta natalicia del gozo de todo el Universo. Tenemos razones muy válidas para honrar el nacimiento de la Madre de Dios, por medio de la cual todo el género humano ha sido restaurado y la tristeza de la primera madre, Eva, se ha transformado en gozo. Ésta escuchó la sentencia divina: parirás con dolor. A María, por el contrario, se le dijo: ¡Alégrate, llena de gracia!”. Hay que recordar que el acontecimiento fundamental en la vida de María es la Anunciación, pues la iglesia la ve como Madre de Dios, pero aún más como la discípula ejemplar, el modelo de vida cristiana, fe, obediencia a su Hijo. Esto explica por qué el pueblo de Dios puede acudir a ella para encontrar inspiración, refugio, consuelo y protección.
Por Martha Guardado | Lumen El Salvador Este día el Papa Francisco desarrolló su catequesis sobre el discernimiento durante la Audiencia General, en la que tomó como ejemplo a San Ignacio de Loyola. Al inicio de esta, el pontífice recibió a miles de feligreses que llegaron a la Plaza de San Pedro, entre ellos dos niños que se acercaron sorpresivamente a saludarlo antes de iniciar la lectura. Además, Su Santidad recordó que mañana la iglesia celebra la Natividad de la Virgen María y envió un saludo a todas las madres del mundo “Quisiera mostrar mi cercanía a todas las madres, especialmente a aquellas que tienen hijos que sufren; hijos marginados, hijos enfermos, e hijos encarcelados” dijo. Asimismo, invocó la intercesión de la Virgen María para que brinde consuelo a las madres. Por otra parte, el Santo Padre reflexionó sobre el conflicto de Ucrania e indicó a los presentes lo siguiente: “ante todos los escenarios de guerra de nuestro tiempo, pido a cada uno que sea constructor de la paz y rece para que se difundan por el mundo pensamientos y proyectos de concordia y reconciliación”. En esta línea, encomendó a la Virgen María las víctimas de toda guerra, en especial al pueblo martirizado de Ucrania.“Hoy estamos viviendo una guerra mundial, ¡detengámonos por favor!”, exhortó el Papa.
Por Martha Guardado | Lumen El Salvador En la Audiencia de este miércoles 7 de agosto, el Papa Francisco retomó su catequesis sobre el discernimiento espiritual y la dedicó a San Ignacio de Loyola, fundador de la compañía de Jesús y considerado como un ejemplo de discernimiento. Ante miles de fieles presentes en la Plaza de San Pedro, el Pontífice recordó los momentos decisivos en la vida de San Ignacio mientras estaba convaleciente por una herida recibida en su pierna durante una batalla. “Le encantaban los cuentos caballerescos” mencionó el Papa refiriéndose a San Ignacio, “pero desafortunadamente en la casa solo hay vidas de santos. Un poco a regañadientes se adapta, pero en el curso de la lectura comienza a descubrir otro mundo, un mundo que lo conquista y parece estar en competencia con el de los caballeros. Le fascinan las figuras de San Francisco y Santo Domingo y siente el deseo de imitarlas”. Escuchar el propio corazón El Santo Padre aconsejó que para discernir es importante escuchar el corazón, del mismo modo que San Ignacio, ya que él “hace su primera experiencia de Dios escuchando el propio corazo?n, que le muestra una inversio?n curiosa: las cosas a primera vista atractivas lo dejan decepcionado y en otras, menos brillantes, siente una paz que dura en el tiempo”. Asimismo, invitó a los fieles a aprender a escuchar el corazón para entender qué sucede, cuál decisión tomar, cuál juicio dar a una situación, “nosotros escuchamos la televisión, la radio, el celular, somos ‘maestros’ de la escucha. Pero te pregunto: ¿Sabes escuchar a tu corazón? Te detienes a pensar: ¿Mi corazón cómo está? ¿Está satisfecho? ¿Está triste? ¿Busca algo?”. Como parte de su discurso, El Papa recordó algunas palabras de la autobiografía de San Ignacio: “pensaba en aquello del mundo, las cosas caballarescas, se deleitaba mucho; más cuando despue?s de cansado lo dejaba, hallábase seco y descontento; y cuando en ir a Jerusale?n descalzo, y en no comer sino yerbas, y en hacer todos los dema?s rigores que vei?a haber hecho los santos; no solamente se consolaba cuando estaba en los tales pensamientos, más aun despue?s de dejando, quedaba contento y alegre”. “Casualidades” y “percances” como parte del discernimiento El Papa destacó que Dios obra a través de eventos no programables, con casualidades y también percances, “”Pero tuve que dar un paseo y tuve un problema con mis pies, No puedo". Percance: ¿qué te dice Dios? ¿Qué te dice la vida allí?”, reflexionó. En ese sentido, también recordó el pasaje de Mateo donde habla del hombre que arando un campo encontró un tesoro subterráneo, una situación inesperada que la reconoció como un golpe de suerte en su vida y por consecuencia vendió todo y compró ese campo. Además, Su Santidad también advirtió: “Un consejo que te doy, ten cuidado con las cosas inesperadas. El que dice: "pero esto por casualidad no lo esperaba". ¿Te está hablando la vida allí, te está hablando el Señor o te está hablando el diablo? Alguien. Pero hay una cosa que discernir, cómo reacciono ante cosas inesperadas” El Papa concluyó su catequesis diciendo: “Mira lo que sucede cuando vivimos cosas que no esperamos y allí aprendemos a conocer nuestro corazón a medida que se mueve. De estas puede nacer un encuentro que cambia la vida, para siempre. Como el caso de Ignacio. Puede nacer algo que te hace mejorar en el camino, o empeorar, no lo sé. Pero estén atentos. El hilo conductor más hermoso son las cosas inesperadas, cómo me muevo ante ello. Que el Señor nos ayude a sentir nuestro corazón y ver cuándo es Él quien actúa o cuándo no es Él, o es otra cosa”.
El Papa Francisco recibió este lunes 5 de septiembre con una delegación de Cáritas España en el Vaticano, a quienes dijo que la Caridad, el Amor con mayúsculas, es el rasgo más esencial del ser humano”. Durante su discurso en el Palacio Apostólico del Vaticano dirigido a Cáritas España, que celebra su 75 aniversario, el Papa aseguró que “el Amor con mayúsculas, es el rasgo más esencial del ser humano, creado a imagen de Dios, y por ello el lenguaje que más nos acomuna”. “En verdad, si Cristo nos llama a la comunión con Dios y con el hermano, vuestro esfuerzo se encamina precisamente a reconquistar esa unidad a veces perdida en las personas y en las comunidades”, aseguró el Papa Francisco. 1. Trabajar desde las capacidades y potencialidades En esta línea, el Santo Padre habló del primer reto que propone esta organización; la necesidad de “trabajar desde las capacidades y las potencialidades acompañando procesos”. Explicó que “no son los resultados los que nos mueven, cumplir objetivos programados, sino ponernos delante de esa persona que está rota, que no halla su lugar”. A partir de ahí, se debe acoger a esa persona, “abrir para ella caminos de restauración, de modo que pueda encontrarse a sí misma, siendo capaz, a pesar de sus limitaciones y las nuestras, de buscar su sitio y de abrirse a los demás y a Dios”. 2. Realizar acciones significativas En segundo lugar, habló de un segundo reto, el de realizar acciones significativas: “No bastan gestos que buscan ‘salir del paso’, pero que no promueven un verdadero cambio en las personas”. A Continuación, el Papa Francisco contó que “en una parroquia de España, la gente le preguntaba al párroco si él daba ‘bolsas’, es decir, si podían aprovecharse de esa coyuntura ‘asistencialista’ que en realidad los mantiene encadenados al subsidio, impidiendo su desarrollo”. “Pero Jesús nos lo dice claramente, con su vida y con su obra, que no basta ‘dar’, hay que darse’”, defendió el Papa Francisco. Además, defendió que “la caridad supone siempre una donación oblativa de la propia vida. Y esto será significativo, más allá de la acción concreta, cuando ofrezca a la persona una puerta abierta hacia una vida nueva”. “El Señor nos propone ser fermento de un reino de justicia, de amor y de paz. Nos pide que seamos nosotros los que demos de comer a su Pueblo ese pan partido que es Él mismo, enseñándonos que el que quiere ser verdaderamente grande debe hacerse servidor de todos”, aseguró. 3. Ser cauce de la acción Por último, el Papa Francisco habló de un tercer reto, “ser cauce de la acción de la comunidad eclesial”. Explicó que “la Iglesia, como cuerpo místico de Cristo, prolonga en la historia su acción, por ello, Cáritas se nos propone como esa mano tendida que es de Cristo cuando nosotros la ofrecemos al que nos necesita, y a la vez nos permite aferrar a Cristo cuando Él nos interpela en el sufrimiento del hermano”. A modo de conclusión, el Papa Francisco explicó que “ser cauce debería entenderse, sobre todo, como esa oportunidad -de la que todos deberían aprovecharse- para hacer esa experiencia única y necesaria a la que el Señor nos invita cuando dice: ‘¿Quieres saber quién es tu prójimo? Ve tú y haz lo mismo’”.
Por Martha Guardado | Lumen El Salvador El pasado 30 de agosto, el Papa Francisco culminó el consistorio extraordinario con la Santa Misa que se celebró en la Basílica de San Pedro del Vaticano, en la que participaron 4,500 personas, entre ellas el colegio cardenalicio y los nuevos cardenales. El Santo Padre inició su homilía invitando a los cardenales a que, al momento de salir de esa convocatoria, sean más capaces de “anunciar a todos los pueblos las maravillas del Señor”. Además, exhortó a los presentes a no dejar de maravillarse porque un ministro de la Iglesia es “alguien que sabe maravillarse ante el designio de Dios y con este espíritu ama apasionadamente a la Iglesia”, del mismo modo que Pablo apóstol, “en quien el ímpetu apostólico y la preocupación por las comunidades están siempre acompañados”. Su Santidad recordó que la Carta de los Efesios surge de la contemplación del proyecto de salvación de Dios en la historia, y que, así como todos permanecen encantados frente al universo, del mismo modo debe invadir el estupor teniendo en mente la historia de salvación porque “en el designio de Dios a través de los tiempos todo encuentra su origen, existencia, meta y fin en Cristo”. “«Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo». Estas palabras del Resucitado tienen aún, a dos mil años de distancia, la fuerza de hacer vibrar nuestros corazones. No termina de asombrarnos la insondable decisión divina de evangelizar el mundo a partir de ese insignificante grupo de discípulos” enfatizó el Papa. Por otra parte, advirtió que la tentación puede alimentar una falsa seguridad en la jerarquía de la iglesia y que el “Mentiroso” siempre busca mundanizar a los seguidores de Cristo. “Esta llamada está bajo la tentación de la mundanidad, que poco a poco te roba la fuerza, te roba la esperanza; te impide de ver la mirada de Jesús que nos llama por nombre y nos envía. Esta es la carcoma de la mundanidad espiritual” agregó. Por último, invitó a los cardenales, sacerdotes, consagrados y consagradas, y a todo el pueblo de Dios a replantearse la vida espiritual de cada uno con las siguientes preguntas: ¿Cómo se encuentra su capacidad de admirarte? ¿O está tan habituado, tan habituada, que la ha perdido? ¿Es todavía capaz de asombrarse?. “¡Que pueda ser así también para nosotros! Asombrarnos ¡Que sea así para cada uno de ustedes, queridos hermanos Cardenales! Que nos obtenga esta gracia la intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, que guardaba y llevaba todas las cosas admirables en su corazón” concluyó el Santo Padre.
Por Martha Guardado | Lumen El Salvador Este día el Papa Francisco inició un nuevo ciclo de catequesis dedicadas al discernimiento donde recalcó que el conocimiento, la experiencia, el afecto y la voluntad son algunos de los elementos indispensables para discernir la voz de Dios en la vida de cada uno. En la Audiencia General desarrollada en el aula Pablo VI, Su Santidad recordó a los fieles que el discernimiento es un acto que concierne a todos, ya que elegir es parte esencial de la vida “uno elige la comida, la ropa, un curso de estudio, un trabajo, una relación. En todos ellos se realiza un proyecto de vida, y también se concreta nuestra relación con Dios”. En ese sentido, subrayó que en el Evangelio “Jesús habla del discernimiento con imágenes tomadas de la vida ordinaria; por ejemplo, describe al pescador que selecciona los peces buenos y descarta los malos; o al mercader que sabe identificar, entre muchas perlas, la de mayor valor. O el que, arando un campo, encuentra algo que resulta ser un tesoro”. El Papa también recalcó que hay que pensar en la alegría de quienes han encontrado a Jesús, como “la alegría de los Magos tras un largo y penoso viaje vuelven a la estrella (Mt 2,10); la alegría de las mujeres que regresan al sepulcro vacío tras escuchar el anuncio del ángel de la resurrección (Mt 20,28)”. Asimismo, dijo que aunque en el camino haya que sufrir un poco, pensar, y buscar, al final la decisión correcta llenará de alegría, “tomar una decisión buena, una decisión correcta te conduce siempre a esa alegría final” que es “hacer este encuentro: el tiempo con lo eterno”. “El discernimiento es agotador pero es indispensable para vivir. Requiere que me conozca a mí mismo, sepa lo que es bueno para mí aquí y ahora. Sobre todo, requiere una relación filial con Dios. Dios es Padre y no nos deja solos, siempre está dispuesto a aconsejarnos, a animarnos, a acogernos” señaló el Su Santidad. Además, mencionó que el discernimiento implica un esfuerzo y que, según la Biblia, la vida que cada uno ha de vivir no se encuentra empaquetada. Por lo tanto, hay que decidir todo el tiempo ante las realidades que se presenten. Pues, Dios invita a evaluar y elegir en libertad, por tanto, discernir es arduo. El Papa exhortó a los fieles a que busquen la guía del Espíritu Santo sobre todo al momento de tomar decisiones, “El amor solo puede vivir en libertad. Para aprender a vivir hay que aprender a amar, y para ello es necesario discernir” concluyó.
Cada 31 de agosto la Iglesia recuerda a dos santos pertenecientes al entorno de Jesús: San José de Arimatea y San Nicodemo. Ambos fueron discípulos de Cristo y miembros activos del Sanedrín que juzgó y condenó a muerte al Maestro. Y aunque tanto José como Nicodemo estuvieron en desacuerdo con el proceso que se llevó a cabo, no pudieron hacer nada para cambiar la decisión de sus coetáneos. San Nicodemo Nicodemo fue protagonista, con Jesús, de uno de los más bellos pasajes de la Escritura referidos al significado de la conversión del corazón, o, si se quiere, dedicados a la grandeza de lo que Dios puede hacer en la vida de aquel que quiere ser transformado. La belleza y el significado de la conversación -ubicada en el capítulo 3 del Evangelio de San Juan- giran en torno a la idea de la conversión como un “nacer de nuevo”, por lo que se prefigura lo que es el bautismo. En el capítulo 7, Nicodemo es la voz que cuestiona a los fariseos llenos de envidia que quieren precipitar la muerte de Jesús a toda costa: “¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?” (Jn. 7,51). José de Arimatea Por otro lado, José de Arimatea fue quien, cuando Cristo yacía muerto en la cruz, pidió a Pilato que le entregara el cuerpo del Señor para darle una digna sepultura. Luego, San José cedió el sepulcro nuevo y San Nicodemo entregó las esencias para embalsamar el cuerpo de Jesús. Discípulos en secreto Es cierto que estos dos santos fueron discípulos de Cristo en secreto. Sin embargo, no dudaron en manifestar cuanto amaban al Señor en los difíciles momentos posteriores a su muerte; precisamente cuando la mayoría había abandonado al Maestro. San José y San Nicodemo, con sus acciones, demostraron públicamente su profunda gratitud con Jesús, por quien recibieron una “vida nueva”.
Cada 18 de agosto la Iglesia católica recuerda a un gran chileno: San Alberto Hurtado. Este sacerdote jesuita buscó imitar a Jesús en medio de las circunstancias sencillas de la vida, en el día a día de una “vida ordinaria”, que Dios tornó extraordinaria. Alberto quiso vivir como Jesús, consagrado a los pobres, huérfanos e indefensos, y por eso se preocupó por darle a cada uno de ellos una vida digna, un “hogar”. En los barrios populares de Santiago, al lado de la clase trabajadora, el santo fue expresión de fortaleza, generosidad y entrega incondicional. Un sueño que se hizo realidad Alberto Hurtado Cruchaga nació el 22 de enero de 1901, en Viña del Mar, Chile, en el seno de una familia católica. Sus padres, Alberto Hurtado y Ana Cruchaga, vivían en el fundo Los Perales de Tapihue, cerca de la localidad de Casablanca, donde Alberto pasó sus primeros años de vida. Cuando tenía cuatro años falleció su padre, dejándolos a él y a su hermano Miguel a cargo de su madre. Lamentablemente, al carecer de ingresos suficientes para la manutención de sus dos hijos, doña Ana tuvo que vender el fundo y mudarse a Santiago, la capital, donde serían acogidos por sus familiares. En 1909, Alberto ingresó al Colegio San Ignacio donde destacó como buen compañero, muy entusiasta y alegre. Contagiado por el buen espíritu que se vivía en su centro educativo y alentado por sus maestros y autoridades, el joven comenzó a sentirse atraído por el sacerdocio. Sin embargo, la precaria situación económica en la que se encontraba la familia le impidió, al acabar el colegio, cumplir el sueño de ingresar a la Compañía de Jesús. Así que decidió estudiar leyes en la Pontificia Universidad Católica de Chile y ayudar a su madre y hermano. En la universidad empezó a vivir a un ritmo trepidante. Estudiaba por las mañanas, trabajaba en las tardes y, por las noches, en las pocas horas que le quedaban libres, colaboraba en la parroquia Virgen de Andacollo. En esos duros años pero alegres, Alberto nunca perdió la esperanza de ser sacerdote. De hecho, rezaba mucho para que Dios le concediera esa gracia. En 1923, sus oraciones fueron escuchadas y por fin pudo ingresar al seminario de la Compañía de Jesús. Diez años más tarde, en 1933, sería ordenado sacerdote jesuita en Bélgica. El retorno El santo regresó a Chile en 1936. De inmediato, se puso a trabajar como profesor en el Colegio San Ignacio. Allí se dedicó a orientar a los niños y jóvenes que buscaban salir adelante, sobreponerse a la miseria y encontrar un sentido para sus vidas. Alberto se convirtió en un apoyo y guía para muchos de ellos, quienes solían buscar su compañía y consejos. Su carisma era tan grande que su fama sobrepasó los límites del colegio y fue llamado a servir como asesor de la Acción Católica Juvenil. Junto a sus colaboradores, recorrió la patria chilena inflamando los corazones de los jóvenes con el deseo de luchar por la gloria de Dios. El Hogar de Cristo Una noche Alberto encontró en la calle a un indigente que estaba muy enfermo y completamente abandonado. En otra oportunidad, vio a un grupo de niños que dormían bajo uno de los puentes del río Mapocho. Estas experiencias lo marcaron profundamente. Había visto en cada uno de esos seres humanos el rostro de Cristo sufriente. Entonces, por ellos se decidió a emprender un camino de servicio efectivo: pidió a sus feligreses que lo apoyaran con todas las limosnas posibles. Así reunió dinero, joyas y bienes inmuebles (casas y terrenos) con las que se hizo de cierto “capital” para iniciar la que sería la gran obra de su vida: “El Hogar de Cristo”. Con entusiasmo inagotable recorría las calles en su camioneta recogiendo a la gente pobre y a los niños abandonados que encontraba en el camino; luego los llevaba al “Hogar de Cristo” y allí les daba alimento y refugio: un poco de leche caliente y una cama para pasar la noche. Una mente inquieta y un corazón generoso San Alberto era un hombre muy activo e ingenioso, siempre tenía un nuevo proyecto entre manos: una nueva casa de acogida para los niños, talleres de enseñanza, más camas para las hospederías. Fundó varios talleres de capacitación técnica para jóvenes, con el propósito de que puedan conseguir un trabajo digno. Pese a la incomprensión de muchos, siempre encontraba la fuerza para seguir sirviendo a Cristo en el hermano empobrecido. Otro aspecto muy importante de su vida fue el trabajo intelectual. Publicó libros y dio conferencias sobre los temas que le apasionaban: el sacerdocio, la adolescencia, la educación, el orden social y el catolicismo. Se dio tiempo hasta para fundar una revista a la que llamó “Mensaje”, además de otras publicaciones que promovió junto con la Acción Sindical Chilena. El centro de todo Pese a la cantidad de tareas impuestas, nunca dejó de realizar dirección espiritual. Con su mejor sonrisa recibía y escuchaba a sus "patroncitos", como solía llamar a sus dirigidos. A los 51 años le diagnosticaron cáncer. Pronto se intensificaron los dolores a causa de su enfermedad; sin embargo, él siguió trabajando incluso desde su habitación en el Hospital Clínico de la Universidad Católica: la enfermedad no le quitaría ni la alegría ni la paz. Aún estando muy delicado tenía siempre una palabra de esperanza y apoyo para quien lo necesitase -“Contento, Señor, contento”-. San Alberto Hurtado partió a la Casa del Padre el 18 de agosto de 1952. El 16 de octubre de 1994, San Juan Pablo II lo beatificó, y fue canonizado el 23 de octubre de 2005 por el Papa Emérito Benedicto XVI.
Cada 26 de julio la Iglesia Católica celebra la Fiesta de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen María y abuelos del Señor Jesús. La responsabilidad de ser padres Joaquín y Ana -considerados santos patronos de los abuelos- fueron personas de profunda fe y confianza en las promesas de Dios. Ambos educaron a la Virgen María en la fe del Pueblo de Israel, alimentando en Ella el amor hacia el Creador y preparándola para su misión. Es a través de sus padres como María se suma a esa porción del pueblo escogido que espera la llegada del Salvador de la humanidad. El don de ser abuelos El Papa Emérito Benedicto XVI, un día como hoy del año 2009, resaltaba -a través de las figuras de San Joaquín y Santa Ana- la importancia del rol educativo de los abuelos dentro de la familia. El Papa decía que los abuelos “son depositarios y con frecuencia testimonio de los valores fundamentales de la vida”. En 2013, el Papa Francisco, con ocasión de esta Fiesta, celebrada en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud Río 2013 (Brasil), destacaba que “los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido la fe y el amor de Dios, en el calor de la familia, hasta María, que acogió en su seno al Hijo de Dios y lo dio al mundo, nos los ha dado a nosotros. ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!”. ¡Feliz día de San Joaquín y Santa Ana! ¡Feliz día de los abuelos!
El Papa Francisco aseguró que “el cambio climático se ha convertido en una emergencia que ya no permanece en los márgenes de la sociedad” y dijo que el cuidado del planeta es “una obligación moral” para los hijos de Dios. Con estas palabras comenzó su mensaje dirigido a los participantes en la “Conferencia sobre la resiliencia de las personas y los ecosistemas bajo el estrés climático”, organizada por la Pontificia Academia de las Ciencias. El Papa aseguró además que este fenómeno ha afectado “negativamente a la familia humana global, especialmente a los pobres y a los que viven en las periferias económicas de nuestro mundo” y animó a proteger a las personas y al planeta. A continuación, el Papa recordó que “la fe cristiana ofrece una contribución particular a este respecto” y aseguró que “el cuidado de nuestra casa común” no es “un mero empeño utilitario, sino una obligación moral para todos los hombres y mujeres como hijos de Dios”. Asimismo, el Papa invitó a agradecer el “don amoroso y generoso de Dios en la creación”, a reconocer “la comunión universal” y a abordar los problemas medioambientales como una comunidad. “Pienso, por ejemplo, en el papel que pueden desempeñar las naciones más favorecidas económicamente en la reducción de sus propias emisiones y en la prestación de ayuda financiera y tecnológica para que las zonas menos prósperas del mundo puedan seguir su ejemplo”, dijo el Papa. Además, señaló su preocupación por la “pérdida de la biodiversidad y las numerosas guerras que se libran en diversas regiones del mundo y que, en conjunto, traen consigo consecuencias nefastas para la supervivencia y el bienestar de los seres humanos, incluidos los problemas de seguridad alimentaria y la creciente contaminación”. “Por las razones mencionadas, recientemente he aprobado que la Santa Sede, en nombre y representación del Estado de la Ciudad del Vaticano, se adhiera a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y al Acuerdo de París”, explicó a continuación.
El jueves 16 de junio, Solemnidad del Corpus Christi, el Papa Francisco no celebrará la Misa y la Procesión con la Bendición Eucarística debido al intenso dolor de la rodilla, también conocido como gonalgia, que padece. Así lo informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede en un comunicado enviado este lunes 13 de junio. En el comunicado, se explicó que “debido a las limitaciones impuestas al Papa por la gonalgia y a las necesidades litúrgicas específicas de la celebración, la Santa Misa y la Procesión con la Bendición Eucarística no se celebrarán en la fiesta del Corpus Christi”. Cabe recordar que este anuncio se hace apenas unos días después de que el Vaticano confirmara que el Papa Francisco ha tenido que posponer su próximo viaje a África por solicitud de los médicos. El viaje apostólico internacional estaba previsto del 2 al 7 de julio para ir a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur. El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, informó el pasado 10 de junio que “aceptando la petición de los médicos, y para no anular los resultados de las terapias de rodilla aún en curso, el Santo Padre con pesar se ve obligado a aplazar el Viaje Apostólico a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur”. En el Vaticano, el Corpus Christi se celebra el jueves después de la Solemnidad de la Santísima Trinidad. Mientras que en varias diócesis del mundo se traslada al domingo posterior a la Santísima Trinidad por una cuestión pastoral. Con motivo de esta fiesta, el Papa Francisco suele celebrar la Misa del Corpus Christi en el atrio de la Basílica de San Juan de Letrán, con la tradicional procesión en la calle Merulana de Roma hasta llegar al atrio de la Basílica de Santa María La Mayor para impartir la bendición eucarística. Sin embargo, esto no ocurre hace 5 años debido a la restricciones debido a la pandemia y a que en 2019 el Santo Padre celebró el Corpus Christi en la iglesia de Santa María Consoladora y luego presidió la procesión del Santísimo Sacramento por las calles aledañas. Además, en 2018 se trasladó al barrio de Ostia, donde celebró la Misa, procesión y bendición eucarística. Corpus Christi La Solemnidad del Corpus Christi fue establecida en 1246 por el Obispo Roberto de Thorete y a sugerencia de Santa Juliana de Mont Cornillon. Después del milagro eucarístico de Bolsena, a mediados del Siglo XIII, el Papa Urbano IV extendió esta celebración a toda la Iglesia Universal en 1264 con la bula “Transiturus”, fijándola para el jueves posterior al domingo de la Santísima Trinidad.
Unos hombres armados irrumpieron en la iglesia de San Francisco Javier de Owo, en el estado de Ondo, y abrieron fuego contra los fieles que celebraban Pentecostés. Muchos murieron, entre ellos varios niños. Francisco expresa su cercanía a las familias de los muertos y heridos. Presidente Buhari: "El país nunca se rendirá al mal". Sangriento Pentecostés en Nigeria, donde hombres armados con rifles abrieron fuego contra los fieles dentro de una iglesia católica en el suroeste del país, matando a varias personas, entre ellas muchos niños, que celebraban la solemnidad. Según una primera reconstrucción, el comando también hizo uso de explosivos. El atentado tuvo lugar en la iglesia de San Francisco Javier de Owo, en el estado de Ondo, hasta ahora uno de los más pacíficos. Las condolencias del Papa Al dolor general, "mientras se aclaran los detalles del incidente", se sumó también el Papa, según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede. "El Papa Francisco reza por las víctimas y por el país, dolorosamente afectado en un momento de celebración, y encomienda a ambos al Señor, para que envíe su Espíritu a consolarlos", informa el portavoz Matteo Bruni. Más de 40 muertos, temor por los heridos Según fuentes locales, hay más de cuarenta víctimas. Ahora se teme por los supervivientes que, aunque fueron rescatados inmediatamente y trasladados al hospital, corren el riesgo de no sobrevivir dadas sus heridas, teniendo en cuenta también la escasez de servicios sanitarios. Los médicos locales, citados por las agencias internacionales, informan de que muchos llegaron al hospital ya sin vida. Los llamamientos a la donación de sangre también circulan en estas horas, especialmente a través de las redes sociales. El obispo llama a la calma En la conmoción general, el temor es "que haya muchos más muertos, muchos más heridos y que la Iglesia haya sido violada", dice en un comunicado el padre Augustine Ikwu, director de comunicación de la diócesis, desmintiendo la noticia que circuló en los primeros minutos del secuestro de algunos fieles, entre ellos el párroco. "Los sacerdotes están a salvo -explicó- y el obispo de la diócesis también está con ellos en estos momentos difíciles. Precisamente el obispo pide en estos momentos de terror "mantener la calma, respetar la ley y rezar para que vuelva la paz y la normalidad" en la comunidad y en todo el país. En oración por las víctimas y las familias "La identidad de los autores sigue siendo desconocida, mientras que la situación ha dejado a la comunidad devastada. Sin embargo, por el momento, los organismos de seguridad se han desplegado en la comunidad para manejar la situación", informa además el padre Ikwu. Por ello, invoca "la intervención de Dios" para restablecer "la paz y la tranquilidad" en el país. "Nos dirigimos a Dios para consolar a las familias de los que perdieron la vida en este angustioso atentado y rogamos que las almas difuntas descansen en paz". Fuente: vatican news
Sea en sus presentaciones en público, como en las redes sociales, el Papa Francisco ha compartido varias veces a los fieles sus reflexiones sobre la importancia de rezar el Rosario, la oración mariana por excelencia. Así, para hacer crecer en los fieles la devoción a esta oración, compartimos a continuación 7 reflexiones del Papa Francisco: 1. El Rosario fortalece la familia Al inicio del mes de mayo de 2013, el Papa Francisco escribió en su cuenta de Twitter: “Sería hermoso, en este mes de mayo, recitar juntos, en familia, el Santo Rosario. La oración fortalece la vida familiar”. 2. El Rosario es la oración de los sencillos El 7 de octubre de 2016, el Papa Francisco afirmó en su cuenta de Twitter que el “el Rosario es la oración que acompaña siempre mi vida; también es la oración de los sencillos y de los santos… es la oración de mi corazón”. 3. Acerca el Cielo a los hombres El 15 mayo de 2019, en la Audiencia General, dijo que el mes de María “tradicionalmente llama al pueblo cristiano a multiplicar sus gestos cotidianos de veneración e imitación de la Madre de Dios”, y animó a rezar el Rosario cada día porque “acercaremos así al Cielo a los hombres”. 4. Es un arma que protege de las tentaciones En 2020, con ocasión de la Fiesta de la Virgen del Rosario, el Santo Padre animó a llevar siempre un rosario en el bolsillo y recitarlo, porque “es la oración más hermosa que podemos ofrecer a la Virgen María” y es “un arma que nos protege de los males y de las tentaciones”. 5. Rezar el Rosario ayuda a superar las pruebas En el contexto de la pandemia del coronavirus, el Papa Francisco escribió una carta el 25 de abril de 2020 en la que afirmó que “contemplar juntos el rostro de Cristo con el corazón de María, nuestra Madre, nos unirá todavía más como familia espiritual y nos ayudará a superar esta prueba”. 6. Resume la historia de la salvación En la Audiencia General del 19 de mayo de 2021, el Pontífice hizo referencia a los misterios de la oración mariana, al afirmar que en “el mes de mayo, mes dedicado a la Virgen, rezamos el Santo Rosario, compendio de toda la historia de nuestra salvación”. 7. Ayuda a obtener la paz en el corazón Ese mismo día, el Papa Francisco reiteró que “el Santo Rosario es un arma poderosa contra el mal, y un medio eficaz para obtener la verdadera paz en nuestros corazones. Que el Señor los bendiga y los proteja siempre de todo mal”.
Al concluir el rezo del Regina Caeli (Reina del Cielo), la oración mariana que se reza en tiempo de Pascua en lugar del Ángelus, el Papa Francisco saludó a las mamás del mundo por el Día de la Madre. “Hoy, en muchos países, se celebra el Día de la Madre”, dijo el Santo Padre ante miles de fieles presentes en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. “Recordemos con afecto a nuestras madres –un aplauso para las mamás– también a las que no están ya con nosotros aquí, pero viven en nuestros corazones”, exhortó el Papa Francisco. “Para todas las madres es nuestra oración, nuestro afecto, nuestra felicitación”, concluyó. En su reflexión de hoy, el Papa Francisco animó a los fieles a seguir a hacer la voluntad de Dios con tres verbos: escuchar, conocer y seguir. “¿Y yo? ¿Me dejo solo amar por Jesús o paso del amarlo al imitarlo? La Virgen Santa nos ayude a escuchar a Cristo, a conocerlo cada vez más y a seguirlo en el camino del servicio”, exhortó el Pontífice. La celebración del Día de la Madre se remonta a 1873, cuando mujeres de varias ciudades de Estados Unidos se unieron para festejar este día. Algunos años después, en 1907, la activista Ana Jarvis quiso dedicarle un día a su madre fallecida, y con ella a todas las madres del país. La celebración fue posicionándose y, en 1914, el entonces presidente Woodrow Wilson, estableció que el Día de la Madre se celebre cada segundo domingo de mayo, costumbre que se extendió a otros países y que en ocasiones ha coincidido con la fiesta de la Virgen de Fátima el 13 de mayo. En algunos países, como en España, el Día de la Madre se celebró el domingo anterior, mientras que en México se celebrará el martes 10 de mayo.
El Señor Jesús no fue el único que se le apareció a Santa Faustina Kowalska, sino que la Virgen María también visitó a la santa polaca en algunas ocasiones y le llevó mensajes sobre la Divina Misericordia. En su diario, Sor Faustina contó que una vez comenzó a rezar una Novena a la Madre de Dios –que consistía nueve oraciones Salve Regina–, y al finalizar vio a “Ia Virgen con el Niño Jesús en los brazos” y a su confesor “que estaba arrodillado a sus pies y hablaba con Ella”. “No entendía de qué hablaba con la Virgen porque estaba ocupada en hablar con el Niño Jesús que había bajado de los brazos de Ia Santísima Madre y se acercó a mí. No dejaba de admirar su belleza. Algunas palabras que la Virgen le decía, pero no oí todo. Las palabras son estas: Yo no soy solo la Reina del Cielo, sino también Ia Madre de la Misericordia y tu Madre. En ese momento extendió Ia mano derecha en la que tenía el manto y cubrió al sacerdote. En ese instante Ia visión desapareció”, contó la santa. El 15 de agosto de 1934, mientras Santa Faustina oraba, la Virgen le dijo: “Hija mía, lo que te exijo es oración, oración y oración una vez más, por el mundo y especialmente por tu país. Durante nueve días recibe la Sagrada Comunión en expiación y únete estrechamente al Santo Sacrificio de la Misa. Durante estos nueve días estarás ante Dios como una ofrenda; siempre y en todas partes, en todo momento y lugar, de día o de noche, cada vez que te despiertes, ora en el espíritu”. Otra ocasión en la que Santa Faustina vio a la Virgen fue el 5 de agosto de 1935, según escribió en su diario. Durante una Misa vio a la Santísima Virgen María que era “indeciblemente bella, que se acercó a mí del altar a mi reclinatorio y me abrazó y me dijo estas palabras: Soy Madre de todos gracias a la insondable misericordia de Dios. Más agradable para Mí es aquella alma que cumple fielmente la voluntad de Dios”. Sor Faustina escribió que María le dio “a entender” que estaba cumpliendo “fielmente todos los deseos de Dios” y que así encontró “la gracia ante sus ojos”. “Sé valiente, no tengas miedo de los obstáculos engañosos, sino que contempla atentamente la Pasión de mi Hijo y de este modo vencerás”, le dijo la Virgen, según anotó en su diario. Asimismo, un 15 de agosto de 1936, según explica Santa Faustina, también se le presentó la Virgen justo antes de que un sacerdote elevara la hostia para la consagración. “La presencia de Dios inundó mi alma, que fue atraída hacia el altar. Entonces vi a la Madre de Dios con el Niño Jesús. El Niño Jesús estaba agarrado de la mano de Nuestra Señora. Un momento después, el Niño Jesús corrió con alegría al centro del altar, y la Madre de Dios me dijo: Mira con qué seguridad encomiendo a Jesús en sus manos. De la misma manera, debes confiar tu alma y ser como un niño para Él”, dijo. Después de estas palabras, Santa Faustina aseguró que su alma “se llenó de una confianza inusual”. También el 15 de agosto de 1937, día de la Asunción, Santa Faustina aseguró que la Santísima Madre la instruyó sobre “la voluntad de Dios y cómo aplicarla”, sometiéndose “completamente a sus santísimos decretos”. “Hija mía, te recomiendo encarecidamente que cumplas fielmente todos los deseos de Dios, porque eso es lo más agradable a sus santos ojos. Deseo mucho que te distingas en esta fidelidad en el cumplimiento de la voluntad de Dios. Anteponer la voluntad de Dios a todos los sacrificios y holocaustos”, le dijo María. Finalmente Santa Faustina escribió: “Mientras la Madre celestial me hablaba, una profunda comprensión de esta voluntad de Dios entraba en mi alma”. Fuente ACI PRENSA
El Papa Francisco rezará en la gruta de San Pablo, ubicada en el complejo de la Basílica dedicada al Apóstol de los gentiles que se localiza en la ciudad de Rabat (Malta). Este importante momento de oración se llevará a cabo en el marco del viaje apostólico que el Santo Padre realizará a Malta el 2 y 3 de abril. De este modo, el Papa Francisco será el tercer pontífice en visitar este lugar sagrado que recibe cada año numerosos peregrinos de todo el mundo. Anteriormente fueron San Juan Pablo II, el 27 de mayo de 1990; y Benedicto XVI, el 17 de abril de 2010. Relevancia de la gruta de San Pablo Según la tradición, en esa cueva vivió San Pablo durante tres meses alrededor del año 60, luego que naufragó el barco que lo llevaba a Roma para ser juzgado, debido a una terrible tormenta. De acuerdo con la narración de San Lucas en los Hechos de los Apóstoles (27, 21- 44; 28, 1-11), el Apóstol de los gentiles permaneció en Malta durante tres meses, predicando, bautizando y curando a los enfermos. Por eso, los malteses veneran a San Pablo como patrono porque consideran que gracias a él llegó el cristianismo a la isla. Actualmente, el acceso a la gruta de San Pablo es través de la iglesia de San Publio, primer Obispo de Malta; a un lado de la Basílica de San Pablo y del museo parroquial que conserva numerosas y valiosas obras de arte e históricas, como el regalo que Benedicto XVI otorgó en su visita con motivo del 1950 aniversario del naufragio de San Pablo. El antiguo lugar de culto aún conserva sus paredes rocosas, alternadas con elementos arquitectónicos barrocos. A las piedras y a la tierra de la cueva se les reconocen virtudes milagrosas, mientras que una placa que data de 1743 atestigua que, por prodigio, a pesar de haber sido tomada en grandes cantidades, el lugar ha permanecido siempre en el mismo estado. Visita del Papa Francisco El Santo Padre visitará la gruta de San Pablo el domingo 3 de abril. Será recibido por el Arcipreste de la Basílica de San Pablo, P. Joseph Mizzi, y luego bajará a la gruta. Allí, el Pontífice rezará en privado, tal como lo hicieron sus dos predecesores, y encenderá una lámpara votiva. Luego, el Santo Padre realizará una oración a San Pablo, firmará el libro de honor y saludará algunos líderes religiosos de diversas confesiones cristianas. Finalmente, el Papa Francisco se trasladará a la Basílica de San Pablo en donde se encontrará con enfermos, personas asistidas por la Cáritas diocesana, voluntarios y probablemente un grupo de personas detenidas. Antes de marcharse, el Papa recitará una oración de la misericordia e impartirá la bendición.
Celebramos en ti las grandes obras de Dios, que nunca se cansa de inclinarse con misericordia hacia la humanidad, afligida por el mal y herida por el pecado, para curarla y salvarla. Acoge con benevolencia de Madre el acto de consagración que hoy hacemos con confianza, ante esta imagen tuya tan querida por nosotros. Estamos seguros de que cada uno de nosotros es precioso a tus ojos y que nada de lo que habita en nuestros corazones es ajeno a ti. Nos dejamos alcanzar por tu dulcísima mirada y recibimos la consoladora caricia de tu sonrisa. Custodia nuestra vida entre tus brazos: bendice y refuerza todo deseo de bien; reaviva y alimenta la fe; sostiene e ilumina la esperanza; suscita y anima la caridad; guíanos a todos nosotros por el camino de la santidad. Enséñanos tu mismo amor de predilección por los pequeños y los pobres, por los excluidos y los que sufren, por los pecadores y los extraviados de corazón: congrega a todos bajo tu protección y entrégalos a todos a tu dilecto Hijo, el Señor nuestro Jesús. Amén.
«No nos cansemos de hacer el bien; porque si no nos damos por vencidos, a su debido tiempo segaremos. Por tanto, en cuanto tengamos la oportunidad, obremos el bien para con todos” (Gál 6, 9-10a) Queridos hermanos y hermanas, La Cuaresma es un tiempo propicio de renovación personal y comunitaria que nos conduce a la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado. Para el camino de Cuaresma de 2022 nos hará bien reflexionar sobre la exhortación de san Pablo a los gálatas: «No nos cansemos de hacer el bien; porque si no nos damos por vencidos, a su debido tiempo segaremos. Por tanto, en cuanto tengamos la oportunidad ( kairós ), obremos el bien para con todos” ( Gál 6, 9-10a). 1. Siembra y cosecha En este pasaje el Apóstol evoca la imagen de la siembra y la cosecha, tan querida por Jesús (cf. Mt 13). San Pablo nos habla de un kairós : un tiempo propicio para sembrar el bien con miras a la cosecha. ¿Qué es este tiempo favorable para nosotros? La Cuaresma ciertamente lo es, pero también lo es toda la existencia terrena, de la cual la Cuaresma es de alguna manera una imagen. [1] En nuestra vida prevalecen con demasiada frecuencia la codicia y el orgullo, el deseo de tener, de acumular y de consumir, como muestra el hombre insensato de la parábola evangélica, que consideraba su vida segura y feliz por la gran cosecha acumulada en sus graneros. (cf. Lc .12,16-21). La Cuaresma nos invita a la conversión, a cambiar de mentalidad, para que la vida tenga su verdad y su belleza no tanto en el tener como en el dar, no tanto en el acumular sino en sembrar el bien y compartir. El primer agricultor es Dios mismo, que generosamente “sigue sembrando semillas de bien en la humanidad” (Enc. Fratelli tutti , 54 ). Durante la Cuaresma estamos llamados a responder al don de Dios acogiendo su Palabra "viva y eficaz" ( Hb 4,12). La escucha atenta de la Palabra de Dios madura una pronta docilidad a su acción (cf. St 1, 21) que hace fecunda nuestra vida. Si esto ya nos alegra, mayor es la llamada a ser "colaboradores de Dios" ( 1 Cor 3, 9), aprovechando el tiempo presente (cf. Ef .5,16) sembrarnos haciendo el bien. Esta llamada a sembrar el bien no debe verse como una carga, sino como una gracia con la que el Creador nos quiere unidos activamente a su fecunda magnanimidad. ¿Y la cosecha? ¿No es todo sembrar con miras a la cosecha? Ciertamente. El estrecho vínculo entre la siembra y la cosecha es reafirmado por el mismo San Pablo, quien afirma: "El que siembra escasamente, apenas segará, y el que siembra abundantemente, cosechará" ( 2 Cor 9, 6). ¿Pero qué cultivo es? Una primicia del bien sembrado se encuentra en nosotros mismos y en nuestras relaciones cotidianas, incluso en los más pequeños gestos de bondad. En Dios no se pierde ningún acto de amor, por pequeño que sea, ni ningún "esfuerzo generoso" (cf. Exhortación apostólica Evangelii gaudium , 279 ). Como el árbol se reconoce por sus frutos ( cf. Mt 7, 16.20), así una vida llena de buenas obras es luminosa ( cf. Mt5, 14-16) y lleva el perfume de Cristo al mundo (cf. 2 Cor 2 , 15 ). El servicio a Dios, libre de pecado, hace madurar el fruto de la santificación para la salvación de todos (cf. Rm 6, 22). En realidad, se nos permite ver sólo una pequeña parte del fruto de lo que sembramos ya que, según el proverbio evangélico, "uno siembra y otro siega" ( Jn 4,37). Precisamente sembrando para el bien de los demás participamos de la magnanimidad de Dios: “Es gran nobleza poder iniciar procesos cuyos frutos serán cosechados por otros, con la esperanza puesta en la fuerza secreta del bien que se siembra” (Enc. .Fratelli tutti , 196 ). Sembrar el bien para los demás nos libera de la estrecha lógica del beneficio personal y confiere a nuestras acciones el amplio aliento de la gratuidad, insertándonos en el horizonte maravilloso de los designios benévolos de Dios. La Palabra de Dios se ensancha y eleva aún más nuestra mirada: anuncia que la verdadera siega es la escatológica, la del último día, del día sin ocaso. El fruto cumplido de nuestra vida y de nuestras acciones es el "fruto de vida eterna" ( Jn 4,36), que será nuestro "tesoro en el cielo" ( Lc 12,33; 18,22). Jesús mismo utiliza la imagen de la semilla que muere en la tierra y da fruto para expresar el misterio de su muerte y resurrección ( cf.12.24); y San Pablo lo retoma para hablar de la resurrección de nuestro cuerpo: «Se siembra en corrupción, se resucita en incorrupción; se siembra en miseria, resucita en gloria; se siembra en debilidad, se levanta en poder; se siembra un cuerpo animal, se resucita un cuerpo espiritual” ( 1 Cor 15, 42-44). Esta esperanza es la gran luz que Cristo resucitado trae al mundo: “Si esperamos en Cristo solamente para esta vida, somos más dignos de lástima que todos los hombres. Ahora, sin embargo, Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que han muerto” ( 1 Cor 15, 19-20), para que los que están íntimamente unidos a él en el amor, “en la semejanza de su muerte” ( Rm 6, 5), están unidos también en su resurrección para la vida eterna (cf.Jn 5,29): "Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre" ( Mt 13,43). 2. "No nos cansemos de hacer el bien" La resurrección de Cristo anima las esperanzas terrenas con la "gran esperanza" de la vida eterna e introduce ya en el tiempo presente la semilla de la salvación (cf. Benedicto XVI, Enc. Spe salvi , 3 ; 7 ). Ante la amarga desilusión por tantos sueños rotos, ante la preocupación por los desafíos que se avecinan, ante el desánimo por la pobreza de nuestros medios, la tentación es replegarse en el propio egoísmo individualista y refugiarse en indiferencia ante los sufrimientos de los demás. . De hecho, incluso los mejores recursos son limitados: "Incluso los jóvenes luchan y se cansan, los adultos tropiezan y caen" ( Is40.30). Pero Dios "da fuerza al cansado y multiplica el vigor del cansado. […] Los que esperan en el Señor recobran fuerzas, ponen alas como las águilas, corren sin inquietarse, caminan sin cansarse” ( Is 40,29.31). La Cuaresma nos llama a poner nuestra fe y nuestra esperanza en el Señor (cf. 1 Pt 1 , 21), para que sólo con la mirada fija en Jesucristo resucitado (cf. Hb 12, 2) podamos acoger la exhortación del Apóstol: "No nos cansemos de hacer el bien" ( Ga 6, 9). No nos cansemos de orar . Jesús enseñó que es necesario "orar siempre, sin cansarse nunca" ( Lc 18, 1). Necesitamos orar porque necesitamos a Dios, sufrir nosotros mismos es una peligrosa ilusión. Si la pandemia nos ha hecho tocar nuestra fragilidad personal y social, esta Cuaresma nos permitirá experimentar el consuelo de la fe en Dios, sin la cual no podemos tener estabilidad (cf. Is 7, 9). Nadie se salva solo, porque todos estamos en el mismo barco en las tormentas de la historia; [2]pero sobre todo nadie se salva sin Dios, porque sólo el misterio pascual de Jesucristo da la victoria sobre las oscuras aguas de la muerte. La fe no nos exime de las tribulaciones de la vida, sino que nos permite pasarlas unidos a Dios en Cristo, con la gran esperanza que no defrauda y cuya prenda es el amor que Dios ha derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo ( cf. 5.1-5). No nos cansemos de erradicar el mal de nuestra vida . Que el ayuno corporal al que nos llama la Cuaresma fortalezca nuestro espíritu para la lucha contra el pecado. No nos cansemos de pedir perdón en el sacramento de la Penitencia y la Reconciliación , sabiendo que Dios nunca se cansa de perdonar. [3] No nos cansemos de luchar contra la concupiscencia , esa fragilidad que nos empuja al egoísmo ya todo mal, encontrando a lo largo de los siglos diferentes caminos para hundir al hombre en el pecado (cf. Enc. Hermanos todos , 166 ). Una de estas vías es el riesgo de adicción a los medios .digital, que empobrece las relaciones humanas. La Cuaresma es un tiempo propicio para contrarrestar estos escollos y, en cambio, cultivar una comunicación humana más integral (cf. ibíd ., 43 ) hecha de "encuentros reales" ( ibíd ., 50 ), cara a cara. No nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo . Durante esta Cuaresma, practicamos la limosna con alegría (cf. 2 Cor 9, 7 ). Dios, "que da la semilla al sembrador y el pan por alimento" ( 2 Cor 9 , 10 ), provee a cada uno de nosotros no sólo para que tengamos alimento, sino también para que seamos generosos en hacer el bien a los demás. Si es verdad que toda nuestra vida es tiempo para sembrar el bien, aprovechemos esta Cuaresma especialmente para cuidar de los que están cerca de nosotros, para hacernos cercanos a los hermanos y hermanas que están heridos en el camino de la vida ( cf. .Lk10.25-37). La Cuaresma es un tiempo propicio para buscar, y no evitar, a los necesitados; llamar, y no ignorar, a los que quieren oír y una buena palabra; visitar, y no abandonar, a los que sufren de soledad. Pongamos en práctica el llamamiento a obrar el bien hacia todos , dedicando tiempo a amar a los últimos e indefensos, a los abandonados y despreciados, a los discriminados y marginados (cf. Enc. Hermanos todos , 193 ). 3. “Si no desmayamos, a su tiempo segaremos” La Cuaresma nos recuerda cada año que “la bondad, así como el amor, la justicia y la solidaridad, no se logran de una vez por todas; hay que conquistarlos todos los días” ( ibíd ., 11). Pidamos, pues, a Dios la paciente constancia del agricultor (cf. Sant 5, 7) para no desistir de hacer el bien, paso a paso. Quien cae tiende su mano al Padre que siempre nos levanta. Quien se pierde, engañado por las seducciones del maligno, no tardará en volver a Aquel que "perdona en gran parte" ( Is .55.7). En este tiempo de conversión, apoyándonos en la gracia de Dios y en la comunión de la Iglesia, no nos cansemos nunca de sembrar el bien. El ayuno prepara el terreno, la oración riega, la caridad fecunda. Tenemos la certeza en la fe de que "si no desistimos, a su tiempo segaremos" y que, con el don de la perseverancia, obtendremos los bienes prometidos (cf. Hb 10,36) para nuestra propia salvación y que de los demás (cf. 1 Tm 4,16) . Practicando el amor fraterno por todos, nos unimos a Cristo, que dio su vida por nosotros (cf. 2 Cor 5, 14-15), y esperamos la alegría del Reino de los cielos, cuando Dios será "todo en todos". ( 1 Co 15,28). Que la Virgen María, de cuyo seno brotó el Salvador y que custodiaba todas las cosas "meditándolas en su corazón" ( Lc 2,19), nos obtenga el don de la paciencia y esté cerca de nosotros con su presencia maternal, para que este el tiempo de la conversión dé frutos de eterna salvación. Roma, San Giovanni in Laterano, 11 de noviembre de 2021, Memoria de San Martino Vescovo. FRANCISCO
El Papa Francisco lamentó el “empeoramiento de la situación en Ucrania” y convocó a todos a realizar una jornada extraordinaria de ayuno y oración por la paz el próximo Miércoles de Ceniza, 2 de marzo. Así lo dijo el Santo Padre este 23 de febrero al finalizar la Audiencia General que realizó en el Aula Pablo VI del Vaticano. “Tengo un gran dolor en mi corazón por el empeoramiento de la situación en Ucrania. A pesar de los esfuerzos diplomáticos de las últimas semanas, se abren escenarios cada vez más alarmantes. Como yo, muchas personas de todo el mundo sienten angustia y preocupación. Una vez más la paz de todos se ve amenazada por intereses partidistas”, dijo el Papa. En esta línea, el Pontífice lanzó un llamado “a los responsables políticos para que examinen seriamente su conciencia ante Dios, que es el Dios de la paz y no de la guerra; que es el Padre de todos, no solo de algunos, que quiere que seamos hermanos y no enemigos”. “Rezo para que todas las partes implicadas se abstengan de llevar a cabo cualquier acción que pueda causar aún más sufrimiento a la población, desestabilizando la convivencia entre naciones y desprestigiando el derecho internacional”, afirmó el Santo Padre. Además, el Papa Francisco realizó un llamado “a todos, creyentes y no creyentes” porque “Jesús nos enseñó que a la diabólica insensatez de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno”. “Invito a todos a hacer el próximo 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, una jornada de ayuno por la paz. Animo a los creyentes, en forma particular, a dedicarse intensamente a la oración y al ayuno en ese día”, indicó el Papa. Finalmente, el Santo Padre rezó para “que la Reina de la Paz preserve al mundo de la locura de la guerra”. El Papa Francisco ha manifestado en diferentes ocasiones su preocupación por la situación en Ucrania. El miércoles 26 de enero convocó a una jornada de oración por la paz. Previamente, el 23 de enero después de dirigir el rezo del Ángelus dominical ante numerosos fieles reunidos en la Plaza de San Pedro señaló: “Sigo con preocupación las crecientes tensiones que amenazan con asestar un nuevo golpe a la paz en Ucrania y ponen en entredicho la seguridad del continente europeo, con repercusiones aún más amplias”. En esa ocasión, el Santo Padre realizó “un llamado sincero a todas las personas de buena voluntad para que recen a Dios Todopoderoso para que todas las acciones e iniciativas políticas estén al servicio de la fraternidad humana y no de los intereses partidistas”. “Los que persiguen sus propios objetivos en detrimento de los demás desprecian su propia vocación de seres humanos, porque todos hemos sido creados hermanos”, advirtió entonces el Papa. Conflicto entre Ucrania y Rusia Actualmente, se vive un clima de tensión a nivel internacional ante el peligro de una posible invasión a Ucrania por parte de Rusia. Ucrania, que se ubica en el este de Europa, es una ex república soviética que desde hace un tiempo busca ser admitida en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y así formar parte de la alianza que agrupa a 29 países, entre ellos, Estados Unidos. Recientemente, Rusia sostuvo reuniones, sin llegar a un acuerdo, con la OTAN y Estados Unidos, donde les exigió que no permitan a Ucrania, ni a ningún otro territorio exsoviético unirse a la alianza occidental, bajo la amenaza de realizar un despliegue militar. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha realizado diferentes conversaciones telefónicas con el presidente ruso, Vladimir Putin, y lo ha invitado a evitar el conflicto armado con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Asimismo, el lunes 21 de febrero los ministros de Exteriores de la Unión Europea abordaron el conflicto en una reunión El viceministro ruso Riabkov declaró previamente al canal de televisión RTVI que “no confirma, pero tampoco descarta” la posibilidad de que se realice un despliegue militar; es decir, se envíen tropas o misiles a Cuba y Venezuela. Por su parte, la administración del presidente Joe Biden brindó “otros 200 millones de dólares en ayuda militar defensiva a Ucrania”, informó AP. Según la agencia, “desde 2014, Estados Unidos ha brindado a Ucrania cerca de 2.500 millones de dólares en asistencia de defensa, incluidos misiles antitanque y radares”. La secretaria de prensa estadounidense, Jen Psaki, dijo en un comunicado que “el presidente Biden ha sido claro con el presidente ruso: si alguna fuerza militar rusa cruza la frontera con Ucrania, se trata de una invasión renovada, y se encontrará con una respuesta rápida, severa y unida de Estados Unidos y nuestros aliados”, indicó AP. Entre Rusia y Ucrania hay un frágil alto al fuego desde los Acuerdos de Minsk II de 2015, firmados con la mediación de Alemania y Francia. El conflicto se inició en 2013, tras las manifestaciones conocidas como el “Euromaidán”, contra el entonces presidente ucraniano Víktor Yanukovich, quien tenía políticas prorrusas. Tras la salida de Yanukovich y las protestas de la población prorrusa, Rusia intervino y anexó en 2014 de la península de Crimea y apoyó la proclamación de independencia de las regiones de Donetsk y Lugansk. Si bien las luchas entre el ejército ucraniano y las fuerzas separatistas, apoyadas por el ejército ruso, duraron oficialmente hasta 2015, dejando más de 14 mil muertos, los enfrentamientos armados continúan en el Donbass -donde están las regiones de Donetsk y Lugansk-, y amenazan constantemente la tranquilidad de los pobladores de Ucrania.
Cada 22 de febrero, la Iglesia celebra la fiesta de la Cátedra de San Pedro (Cathedra Petri), celebración que se remonta al siglo IV de la era cristiana, cuyo sentido es honrar el primado y autoridad del Apóstol Pedro, el primer Papa, y sus sucesores a lo largo de los siglos. Esta celebración recuerda la potestad conferida por Cristo a quien es “cabeza de la Iglesia”, tal como consta en los Evangelios: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella" (Cfr. Mt 16, 18-19). La ‘cátedra’ o ‘sede’ La palabra ‘cátedra’ significa ‘asiento’ o ‘trono’; proviene del latín ‘cathedra’, que es, a su vez, un préstamo del griego. En español otros vocablos se derivan de ella, como por ejemplo ‘catedral’. El término ‘catedral’ designa a la iglesia o templo donde un obispo tiene un ‘trono' desde el cual gobierna y predica. Sinónimo de ‘cátedra’ es también ‘sede’ (‘asiento’ o ‘sitial’); la ‘sede’ es el lugar simbólico desde donde un obispo gobierna su diócesis. Por ejemplo, llamamos “Santa Sede” a la ‘sede’ del “Obispo de Roma” -es decir, el Papa-. Sin embargo, al lado del aspecto simbólico, permanece la connotación más literal del término. Hoy, la ‘cátedra’ o ‘sede’ como trono pontificio se conserva en la Basílica de San Pedro, en Roma. Esta sede fue donada por Carlos el Calvo, rey de Francia, al Papa Juan VIII en el siglo IX con motivo del viaje de su coronación, en épocas en las que el Papa cumplía con la función de ratificar el poder político. En el caso de Carlos el Calvo, el Papa lo coronó emperador romano de Occidente. Este trono se conserva como reliquia, integrando una magnífica composición barroca, obra de Gian Lorenzo Bernini, quien la talló entre 1656 y 1665. La obra de Bernini está enmarcada por cuatro pilastras. En el centro se sitúa el trono de madera, con incrustaciones de bronce dorado, decorada con relieves representando la “traditio clavum” o "entrega de llaves". El trono se apoya sobre cuatro estatuas de bronce, que representan a cuatro de los doctores de la Iglesia. En primer plano, San Agustín y San Ambrosio, por la Iglesia latina; y San Atanasio y San Juan Crisóstomo, por la Iglesia oriental. Por encima del trono aparece un sol de alabastro decorado con estuco dorado rodeado de ángeles, que enmarca el célebre vitral en el que aparece la imagen de una paloma de 162 cm, símbolo del Espíritu Santo. Es la única vidriera coloreada de toda la Basílica de San Pedro. La ‘cátedra’, símbolo de la doctrina En síntesis, la sede o trono que se conserva como objeto físico es en realidad la expresión simbólica de la grandeza del poder espiritual de Dios en la tierra que cada sucesor de Pedro representa. Por último, ese poder espiritual representado por el Sumo Pontífice evoca la enseñanza de quienes han sido Cabezas de la Iglesia y Guías del Pueblo de Dios a través del sendero de la historia. “Cátedra” es por eso también sinónimo de “magisterio” o “enseñanza”. Cuando el Papa habla, enseña, conduce, consuela, aclara, guía al rebaño de Dios; y muestra a todos que la Iglesia continúa peregrinando hacia su destino final: el encuentro con su Creador. La celebración en la Basílica de San Pedro Todos los años en esta fecha (22 de febrero), el altar monumental que acoge la Cátedra de San Pedro en la Basílica permanece iluminado durante todo el día con multitud de velas, y se celebra la santa misa de manera continua, una tras otra, desde la mañana hasta el atardecer. La celebración concluye con la Misa del Capítulo de San Pedro. San Pedro intercede por la Iglesia Pidamos por intercesión de San Pedro por el Papa Francisco y por los obispos, para que en todo permanezcan fieles al Evangelio y lo anuncien, libre de toda mancha, al mundo entero. Pidamos también por la unidad de la Iglesia que Cristo fundó.
Durante la Audiencia General de este miércoles 16 de febrero, el Papa Francisco alentó a imitar a San José, patrono de la Iglesia, para “amar a la Iglesia, custodiar a la Iglesia y caminar con la Iglesia”. “El cristiano debe ser como San José” para custodiar “custodiar la vida, custodiar la vida de los otros, la vida de la Iglesia”, señaló el Santo Padre a las personas reunidas en el Aula Pablo VI del Vaticano. En esta línea, el Papa pidió “amar a la Iglesia, custodiar a la Iglesia y caminar con la Iglesia” y advirtió que “la Iglesia no es aquel grupo cercano al sacerdote y manda a todos, no, la Iglesia somos todos, todos, en camino, cuidarnos los unos a los otros, cuidarnos recíprocamente”. Luego, el Santo Padre concluyó con su serie de catequesis sobre San José que han complementado a la Carta apostoÌlica Patris corde, escrita con ocasioÌn de los 150 años de la proclamacioÌn de San JoseÌ como PatroÌn de la Iglesia. Por ello, el Papa destacó que el Evangelio describe que San José “toma consigo al Niño y a su madre, eÌl toma consigo al Niño y a su madre, y hace lo que Dios le ha ordenado” y de este modo, “resalta asiÌ el hecho de que JoseÌ tiene la tarea de proteger a JesuÌs y a MariÌa. EÌl es su principal custodio”. En este sentido, el Santo Padre invitó tambieÌn a preguntarnos si siempre “estamos protegiendo con todas nuestras fuerzas a JesuÌs y MariÌa, que estaÌn misteriosamente confiados a nuestra responsabilidad, a nuestro cuidado, a nuestra custodia” ya que Cristo “quiso tener necesidad de ser defendido, protegido, cuidado”. Luego, el Papa invitó a reflexionar en las palabras de Jesús en el Evangelio de San Mateo “cuanto hicisteis a unos de estos hermanos miÌos maÌs pequeños, a miÌ me lo hicisteis” para indicar que “toda persona que tenga hambre y sed, todo extranjero, toda persona sin ropa, todo enfermo, todo preso es el ‘Niño’ que JoseÌ custodia”. Por esto, San José “es invocado como protector de todos los necesitados, de los exiliados, de los afligidos, y tambieÌn de los moribundos”. “TambieÌn nosotros debemos aprender de JoseÌ a ‘custodiar’ estos bienes: amar al Niño y a su madre; amar los Sacramentos y al pueblo de Dios; amar a los pobres y nuestra parroquia. Cada una de estas realidades es siempre el Niño y su madre”, afirmó. Amar y no criticar a la Iglesia En esta línea, el Santo Padre reconoció que “vivimos en una eÌpoca en la que es comuÌn criticar a la Iglesia, subrayar las incoherencias, los pecados, que en realidad son nuestras incoherencias, nuestros pecados, porque desde siempre la Iglesia es un pueblo de pecadores que encuentran la misericordia de Dios”. “PregunteÌmonos si, en el fondo del corazoÌn, nosotros amamos a la Iglesia... De hecho, solo el amor nos hace capaces de decir plenamente la verdad, de forma no parcial; de decir lo que estaÌ mal, pero tambieÌn de reconocer todo el bien y la santidad que estaÌn presentes en ella, a partir precisamente de JesuÌs y de MariÌa”, alentó el Papa. De este modo, el Santo Padre invitó a “pedir la intercesioÌn de San JoseÌ precisamente en los momentos maÌs difiÌciles de sus vidas y de sus comunidades. AlliÌ donde nuestros errores se convierten en escaÌndalo, pidamos a San JoseÌ tener la valentiÌa de hacer verdad, de pedir perdoÌn y empezar de nuevo humildemente”. “AlliÌ donde la persecucioÌn impide que el Evangelio sea anunciado, pidamos a San JoseÌ la fuerza y la paciencia de saber soportar abusos y sufrimientos por amor al Evangelio. AlliÌ donde los medios materiales y humanos escasean y nos hacen experimentar la pobreza, sobre todo cuando estamos llamados a servir a los uÌltimos, los indefensos, los hueÌrfanos, los enfermos, los descartados de la sociedad, recemos a San JoseÌ para que haya para nosotros Providencia”, exhortó el Papa. Finalmente, el Santo Padre invitó a imitar el ejemplo del padre de Jesús y a rezar la oración que escribió en la Carta Patris corde, para encomendar “nuestras intenciones y, de forma especial, la Iglesia que sufre y que estaÌ en la prueba”. “Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen MariÌa. A ti Dios confioÌ a su Hijo, en ti MariÌa depositoÌ su confianza, contigo Cristo se forjoÌ como hombre. Oh, bienaventurado JoseÌ, mueÌstrate padre tambieÌn a nosotros y guiÌanos en el camino de la vida. ConceÌdenos gracia, misericordia y valentiÌa, y defieÌndenos de todo mal. AmeÌn”. Protección ante los ataques del demonio Después, el Papa invitó a rezar a San José para que “nos proteja de todos los ataques del maligno para que, dentro de la comunión de la Iglesia, permanezcamos siempre fieles en nuestro amor a Jesús y a María”. Antes de concluir la Audiencia General, el Santo Padre lamentó el asesinato de un joven sacerdote, religioso de la Orden de Clérigos Regulares Menores en la República Democrática del Congo. El Papa relató que el p. Richard fue “asesinado el pasado 2 de febrero, después de celebrar la Misa en la Jornada de la Vida Consagrada” y rezó para que “la muerte del padre Richard, víctima de una violencia injustificable y deplorable, no desanime a su familia, a su familia religiosa y a toda la comunidad cristiana de esa nación para continuar a ser anunciadores y testigos del bien y la fraternidad, a pesar de las dificultades, imitando el ejemplo de Jesús, el Buen Pastor”.
“San Joselito”, como se le conoce al pequeño testigo de Cristo San José Sánchez del Río, fue torturado y asesinado el 10 de febrero de 1928 por oficiales del gobierno de Plutarco Elías Calles porque se negó a renunciar a su fe. La guerra cristera en México se inició tras la legislación anticlerical de 1926 promovida por Calles. Los católicos que se levantaron en armas en defensa de la fe fueron llamados Cristeros. A continuación, 7 cosas que debes saber de la vida de San Joselito: 1.- Pidió a Dios la gracia de morir mártir Cuando su familia se trasladó a Guadalajara, José fue a la tumba del abogado Anacleto González Flores, martirizado el 1 de abril de 1927. Allí el muchacho pidió a Dios poder morir como Anacleto en defensa de la fe católica. Uno de los 27 testigos en su proceso indicó que el joven tomó la decisión de unirse a los cristeros en esa visita-peregrinación. Su resolución se hizo más fuerte y rogó a sus padres que lo dejasen unirse a los cristeros. Al inicio se negaban por su corta edad. Incluso llegó a decirle a su madre: “nunca ha sido tan fácil como ahora ir al paraíso”. Al final, le dieron su permiso y bendición. 2.- Dio la vida por un cristero José sirvió a los cristeros -que en un principio no quisieron aceptarlo porque era joven y por el peligro al que se exponía- como portaestandarte de la imagen de la Virgen de Guadalupe, pero no llegó a tomar parte activa en los enfrentamientos armados. El 6 de febrero de 1928 durante un enfrentamiento entre las tropas del gobierno y los cristeros, le dispararon al caballo del jefe cristero Luis Guízar Morfín. Joselito se bajó del suyo y “en un acto heroico” para que no fuera hecho prisionero se lo ofreció diciéndole: “mi general, tome usted mi caballo y sálvese; usted es más necesario y hace más falta a la causa que yo”. Así Guízar Morfín pudo escapar y el joven fue capturado junto con su amigo Lázaro. 3.- El lugar de su bautizo fue su prisión Luego de ser capturado el 7 de febrero de 1928 Joselito fue encerrado en el baptisterio de la iglesia de Santiago Apóstol en Sahuayo, que había sido convertida en una cárcel y en caballeriza de las tropas del gobierno. Así el lugar donde fue bautizado se convirtió en su prisión. 4.- Defendió una iglesia convertida en gallinero El postulador de su causa, P. Fidel González Fernández, contó que el tabernáculo y el presbiterio de la iglesia donde estaba prisionero fue convertido en un gallinero donde se entrenaban los gallos de pelea del gobernador. José “reaccionó con fuerza matando a los gallos, y sin miedo a las amenazas de muerte”. Allí le dijo al carcelero: “la casa de Dios es para rezar, no para usarla como un establo de animales. Estoy dispuesto a todo. Puede fusilarme. Así me encontraré enseguida en la presencia de Dios y podré pedirle que le confunda”. 5.- Vivió su fe sin temor al peligro El presidente Plutarco Elías Calles promulgó varias restricciones a la Iglesia y los que se atrevían a desobedecer y profesar su fe eran enviados a la cárcel y ejecutados. Acudía al catecismo y se distinguía por su compromiso en las difíciles actividades parroquiales, se acercaba a los sacramentos, cuando podía, porque el culto público estaba prohibido, poniendo en peligro su vida; rezaba cada día el santo Rosario junto con su familia. 6.- Su padrino de primera comunión mandó asesinarlo El padrino de primera comunión de Joselito fue Rafael Picazo Sánchez. Incluso estaban emparentados y era amigo de la familia. Fue él quien, influenciado por el presidente Calles y su odio a la Iglesia, ordenó asesinarlo. Se le considera “el autor intelectual” de su martirio. 7.- Le arrancaron la piel de los pies Al inicio, Rafael Picazo no quería asesinarlo así que le hizo varias propuestas tentadoras para hacerlo renegar de su fe. Le ofreció inscribirlo en la prestigiosa escuela militar del régimen e incluso mandarlo a Estados Unidos. Sin embargo él las rechazó. Entonces Picazo pidió a la familia la suma de 5 mil pesos de oro para su rescate. Su padre reunió el dinero, pero José le pidió que no pagara el rescate porque ya había ofrecido su vida a Dios y “su fe no estaba a la venta”. Dos testigos de su martirio contaron que ya en el mesón, los soldados le arrancaron la piel de la planta de los pies con un cuchillo. Después lo hicieron caminar hasta el cementerio mientras lo golpeaban. Querían obligarlo a apostatar de la fe con las torturas pero no lo lograron. En el cementerio, el jefe de los soldados ordenó apuñalarlo para que no se oyeran los disparos. Con cada puñalada José gritaba: “¡Viva Cristo Rey!”, “¡Viva Santa María de Guadalupe!”. Después el jefe le disparó dos veces en la cabeza. Eran las 11:30 p.m del 10 de febrero de 1928. Fuente: ACI Prensa
Durante la Audiencia General de este 9 de febrero, el Papa Francisco invitó a morir “reconciliados, ¡sin dejar rencores y sin arrepentimientos!” y recordó que no tiene sentido acumular cosas materiales porque no nos llevaremos nada, sino que más bien vale la pena “acumular caridad”. “¡Nunca he visto, detraÌs de un coche fuÌnebre, un camioÌn de mudanzas! No tiene sentido acumular si un diÌa moriremos. Lo que debemos acumular es la caridad, es la capacidad de compartir, de no permanecer indiferentes delante de las necesidades de los otros”, advirtió el Papa. De este modo, el Santo Padre cuestionó: “¿QueÌ sentido tiene pelear con un hermano, con una hermana, con un amigo, con un familiar, o con un hermano o hermana en la fe si despueÌs un diÌa moriremos? ¿A qué sirve enojarse, enojarse con los otros?”. “Delante de la muerte muchas cuestiones se redimensionan. EstaÌ bien morir reconciliados, ¡sin dejar rencores y sin arrepentimientos!”, indicó en su catequesis dedicada a “San José patrón de la buena muerte”. En esta línea, el Papa Francisco recordó la reciente carta del Papa Emérito Benedicto XVI acerca del informe sobre los abusos en la Arquidiócesis de Múnich y Frisinga en la que escribió “ser cristiano me da el conocimiento y, más aún, la amistad con el juez de mi vida y me permite atravesar con confianza la oscura puerta de la muerte” y destacó que se trata de “un buen consejo” que Benedicto XVI a los 95 años nos ha dado al decirnos: “yo estoy delante a la oscuridad de la muerte”. “Yo quisiera decir una verdad, todos nosotros estamos en camino hacia aquella puerta, todos. El Evangelio nos dice que la muerte llega como un ladroÌn -así dice Jesús- y por mucho que nosotros intentemos querer tener bajo control su llegada, quizaÌ programando nuestra propia muerte, permanece un evento con el que tenemos que rendir cuentas y delante al cual tambieÌn hacer elecciones”, añadió el Papa Francisco. En este sentido, el Santo Padre explicó la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica que describe que “no podemos evitar la muerte, y precisamente por esto, despueÌs de haber hecho todo lo que humanamente es posible para cuidar a la persona enferma, resulta inmoral el encarnizamiento terapeÌutico”. Sin embargo, el Papa se refirió también a “la calidad de la muerte misma, del dolor, del sufrimiento” y alentó a “estar agradecidos por toda la ayuda que la medicina se estaÌ esforzando por dar, para que a traveÌs de los llamados ‘cuidados paliativos’, toda persona que se prepara para vivir el uÌltimo tramo del camino de su vida, pueda hacerlo de la forma maÌs humana posible”. La vida es un derecho, no la muerte Luego, el Santo Padre advirtió que “debemos estar atentos a no confundir esta ayuda con derivas inaceptables que llevan a matarlo” porque “debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte o ayudar al suicidio”. “Se debe privilegiar siempre el derecho al cuidado y al cuidado para todos, para que los maÌs deÌbiles, en particular los ancianos y los enfermos, nunca sean descartados. De hecho, la vida es un derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no suministrada. Y este principio eÌtico concierne a todos, no solo a los cristianos o a los creyentes”, afirmó el Papa. Asimismo, el Santo Padre rezó por las personas que “han perdido a personas queridas sin poder estar cerca de ellas, y esto ha vuelto la muerte todaviÌa maÌs dura de aceptar y de elaborar” y relató una anécdota que ocurrió en Italia recientemente en que una enfermera estaba delante a una anciana que estaba muriendo sin sus familiares, quien quería ver a sus familiares y la enfermera hizo una video llamada para que la anciana pudiera despedirse de ellos. Luego, el Papa alentó a no tener miedo a la muerte y a recordar que “hay una certeza: Cristo resucitó, Cristo está vivo, está vivo entre nosotros y esa es la luz que nos espera después de la puerta oscura de la muerte”. “Queridos hermanos y hermanas, solo por la fe en la resurrección nosotros podemos asomarnos al abismo de la muerte sin que el miedo nos abrume. No solo eso: podemos entregar a la muerte un rol positivo. De hecho, pensar en la muerte, iluminada por el misterio de Cristo, ayuda a mirar con ojos nuevos toda la vida”, afirmó el Santo Padre . Acudir a San José Además, el Papa invitó a rezar a San José para que “pueda ayudarnos a vivir el misterio de la muerte de la mejor forma posible” porque “para un cristiano la buena muerte es una experiencia de la misericordia de Dios, que se hace cercana a nosotros tambieÌn en ese uÌltimo momento de nuestra vida”. De este modo, el Santo Padre concluyó su catequesis rezando la oracioÌn del Ave MariÌa, para pedir a la Virgen “que esteÌ cerca de nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte” y pedir en particular “por los agonizantes y por los que estaÌn viviendo este momento de paso, por esta puerta obscura, y por los familiares que están viviendo un luto. Recemos juntos”. Virgen de Lourdes Después de las síntesis de la catequesis en diferentes idiomas, el Papa recordó que el próximo 11 de febrero la Iglesia Católica celebra la memoria de la Virgen de Lourdes y animó a cada uno a “imitar a la Virgen Santa en su plena disponibilidad a la voluntad divina”. “Que su ejemplo y su intercesión sean un estímulo para fortalecer su testimonio del Evangelio”, pidió. Paz en Ucrania Por último, el Papa Francisco agradeció “a todas las personas y las comunidades que el pasado 26 de enero se unieron en la oración por la paz en Ucrania”. “Continuemos a suplicar al Dios de la paz para que las tensiones y las amenazas de la guerra sean superadas a través de un diálogo serio y para que puedan contribuir también los coloquios en el formato Normandía. Y no olvidemos: ¡la guerra es una locura!”, concluyó el Papa.
La causa del mal en el mundo es el pecado. El Diablo y los demonios fueron creados por Dios, con una naturaleza buena, pero ellos mismos se hicieron malos porque cometieron el gran pecado de rechazar a Dios. Inmediatamente fueron lanzados al infierno, condenados para siempre. Por su pecado tienen odio a Dios y envidia a los hombres. Por eso tentaron a Adán y Eva, nuestros primeros padres, diciéndoles que si desobedecían a Dios, serían como dioses y conocerían el bien y el mal. Adán y Eva se dejaron engañar por el demonio y desobedecieron a Dios. Este fue el primer pecado en la tierra: el pecado original, y por esto todos los descendientes de Adán y Eva, excepto la Santísima Virgen María, venimos al mundo con el pecado original en el alma, y con las consecuencias de aquel primer pecado, que se nos transmite por generación. ¿Por qué existe el mal y la muerte? Existe el mal y la muerte por la envidia del Diablo, que es malo y mentiroso, y por el pecado de nuestros primeros padres. ¿Quiénes son el Diablo y los otros demonios? El Diablo y los otros demonios son seres espirituales, con inteligencia y voluntad, creados por Dios como ángeles buenos, pero que rechazaron a Dios y se volvieron malos para siempre. ¿Quiénes fueron nuestros primeros padres? Nuestros primeros padres fueron Adán y Eva, y de ellos descendemos todos los hombres. ¿En qué condiciones creo Dios a Adán y Eva? Dios creó a Adán y Eva muy buenos y felices, con la gracia santificante y muchas cualidades y con los dones de la inmortalidad, la impasibilidad y la integridad. ¿Conservaron nuestros primeros padres los dones con que fueron creados? Nuestros primeros padres no conservaron los dones con los que fueron creados, porque se dejaron engañar por el demonio y desobedecieron a Dios, conteniendo así el primer pecado. ¿A quiénes perjudicó el pecado de nuestros primeros padres? El pecado de nuestros primeros padres les perjudicó a ellos y también a todos sus descendientes, que somos todos los hombres y mujeres del mundo. ¿Qué es el pecado original? El pecado original con el que todos nacemos es la privación de la santidad y justicia originales. El pecado introduce en el mundo una cuádruple ruptura: la ruptura del hombre con Dios, consigo mismo, con los demás seres humanos y con la creación toda. ¿Qué consecuencias tiene el pecado original para nosotros? Producto de estas rupturas, las consecuencias que tiene el pecado original para nosotros son: el debilitamiento de la naturaleza humana, que ha quedado sometida a la ignorancia, al sufrimiento, a la muerte y a la inclinación al pecado. Fuente: ACI PRENSA cc. Catecismo de la Iglesia Católica (388)
De joven fue militar y llegó a ser comandante de las fuerzas que defendía la ciudad de Castelnouvo de Quero. Las fuerzas enemigas francesas, muy superiores en número, lograron tomar a Castelnouvo y Jerónimo cayó prisionero, y encarcelado en un calabozo con cadenas en manos y pies. Y éste fue el golpe de gracia para su conversión. Hasta entonces había llevado una vida muy mundana, pero en la soledad de la cárcel se dedicó a meditar en aquellas palabras de Jesús: ¿De qué le sirve a un hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo? Y se propuso dedicar su vida entera y todas sus energías a tratar de conseguir su propia santificación y la salvación de muchos otros. Estando en la tenebrosa prisión, y viendo que humanamente no tenía remedio para aquella aflicción, se dedicó a rezar con toda fe a la Santísima Virgen María para que le consiguiera de Dios su pronta liberación. Y he aquí que de la manera más inesperada son quitadas las cadenas de sus manos y de sus pies y logra salir sin que los guardianes se le opongan. En el silencio de la cárcel había encontrado la amistad con Dios por medio de la oración y la meditación. Reconociendo que su liberación de la cárcel era un favor especialísimo de la Sma. Virgen, se dirigió ante la imagen de Nuestra Señora en Treviso y a sus pies dejó sus cadenas y sus armas de militar, como recuerdo y agradecimiento y se propuso propagar incansablemente la devoción a la Madre de Dios. Por aquellos tiempos apareció en Italia una serie de apóstoles formidables que se propusieron, iluminados por el Espíritu Santo, enfervorizar al pueblo en la piedad, y dedicar el mayor número posible de personas a obras de caridad en favor de los necesitados. Algunos de estos santos fueron: Santa Catalina de Génova, San Cayetano, San Camilo de Lelis, San Bernardino de Feltre, San Felipe Neri, San José Calazans, y Santa Angela de Merici. Un verdadero "sindicato" de apóstoles de la caridad. A ellos se unió San Jerónimo. En 1531 se propagó por Italia la terrible peste del cólera. Jerónimo vendió todo lo que tenía, incluso los muebles de su casa, y se dedicó a atender a los enfermos más abandonados. El mismo tenía que cavarles las sepulturas y llevarlos al cementerio, porque casi nadie se atrevía a acercárseles, por temor al contagio. También él se contagió de la terrible enfermedad, pero por favor de Dios logró curarse. Miles y miles de niños pobres quedaron huérfanos y desamparados, por la muerte de sus padres en la epidemia de cólera. Entonces Jerónimo se dedica a recogerlos y a proporcionales alimento, vestido, hospedaje y educación, todo totalmente gratis. De casa en casa va pidiendo limosnas para poder ayudar a sus niños huérfanos. Muchos le colaboran. Levanta dos grandes edificios; en uno recibe a los niños y en el otro a las niñas. Y como muchas mujeres ante la absoluta miseria se han dedicado a la prostitución, entonces el santo funda una Casa para mujeres arrepentidas y allí aprenden costura, bordados y otras artes para ganarse la vida honestamente. Varios de sus amigos y colaboradores deseaban dedicarse por completo a la obra de atender a los niños huérfanos y desamparados, y con ellos fundó el santo una nueva comunidad, en Somasca, cerca de Milán. El nombre de esta congregación religiosa fue de "Servidores de los pobres", pero en recuerdo al sitio donde se efectuó su fundación, ahora se llama la Comunidad de los Padres Somascos. En la actualidad tienen unas 75 casas en el mundo con unos 500 religiosos, y se dedican preferencialmente a educar niños desamparados. Las gentes decían que la vida de Jerónimo Emiliani estaba toda hecha de caridad. Que de él se podía repetir (en sus debidas proporciones) el elogio que fue hecho de Jesús: "Pasó su vida haciendo el bien" (Hech. 10,38). Nadie que viniera a pedirle un favor quedaba sin ser atendido. Lo llamaban "el paño de lágrimas" de los que sufrían y lloraban. No reparaba en ningún sacrificio con tal de hacer el bien, especialmente a los niños más pobres, para los cuales se sacrificaba hasta el extremo con tal de conseguirles maestros, alimentos y toda clase de ayudas espirituales y materiales. Y Dios premiaba su oración, su caridad y su sacrificio, permitiéndole obrar frecuentes milagros. A muchos enfermos los cuidaba como especializado y amable enfermero, y a varios otros les colocaba las manos sobre su cabeza y los curaba de sus enfermedades. La fama de sus milagros se extendió por todos los alrededores de las ciudades donde trabajaba. Viajaba por los campos predicando misiones, y en los ratos libres se iba a trabajar con los campesinos y aprovechaba la confianza y el cariño que éstos le tenían, para darles buenos consejos y ponerlos en amistad con Dios. Volvió a propagarse la peste del cólera y San Jerónimo volvió a dedicarse a curar enfermos, a llevarles alimento y vestidos y a enterrar personalmente a los muertos llevándolos sobre sus hombros. Pero se contagió de la violenta enfermedad y en pocos días estuvo agonizante. Era el buen amigo que ofrecía su vida por sus amigos. Cuando apenas tenía 56 años de edad, murió santamente el 8 de febrero de 1537. Después de muerto hizo numerosos milagros y el Papa Clemente XIII lo declaró santo en 1767. Después el Pontífice Pío XI lo declaró Patrono de los niños huérfanos en 1928. Propósito: Recordaré una frase de Jesús que animaba mucho a San Jerónimo para dedicarse al apostolado: "Todo el que reciba a un niño en mi nombre, me recibe a Mí. Quien regale aunque sea un vaso de agua, en razón a que es discípulo mío, no quedará sin recompensa. Todo el bien que habéis hecho a los demás, aun a los más humildes, lo recibo como si me lo hubierais hecho a Mí personalmente" (Mt. 25,40). Señor Jesús: haz que nuestro corazón sea tan generoso para ayudar a los niños pobres y necesitados como lo fue tu Corazón Santísimo y el corazón de los grandes santos que dedicaron su vida al bien de la juventud abandonada.
Al concluir el rezo del Ángelus este domingo 6 de febrero, el Papa Francisco lanzó un fuerte llamado a favor de la dignidad de la mujer y agradeció la valentía y el compromiso de las consagradas que trabajan pastoralmente a favor del respeto de la persona humana. De este modo, el Santo Padre saludó especialmente a un grupo de religiosas presentes en la Plaza San Pedro de la red Talitha Kum comprometidas contra la trata de personas, les agradeció “por lo que hacen, por su valentía” y las animó en su trabajo. La red internacional de lucha contra la trata de personas Talitha Kum que está integrada por maÌs de tres mil religiosas y colaboradores laicos en todo el mundo. Las religiosas presentes en la Plaza vaticana llevaron también una estatua de Santa Josefina Bakhita que el Papa bendijo especialmente. Las consagradas estuvieron con un grupo de personas de la sección Migrantes y Refugiados del Vaticano, encabezado por el prefecto interino del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el Cardenal Michael Czerny. En esta línea, el Papa indicó que el próximo 8 de febrero, memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, se celebrará la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de personas 2022 con el tema: “La fuerza del cuidado. Mujeres. Economía. Trata de Personas”. El Santo Padre instituyó en 2015 la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas en la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, que se celebra cada 8 de febrero. “Se trata de una herida profunda, infligida por la vergonzosa búsqueda de intereses económicos sin ningún respeto por la persona humana”, lamentó el Papa. Además, el Santo Padre advirtió que “muchas jóvenes -las vemos en las calles- no son libres, son esclavas de los traficantes, que las mandan a trabajar y, si no traen el dinero, las golpean. Esto está ocurriendo en nuestras ciudades hoy en día. Pensemos en ello seriamente”. Asimismo, el Papa recordó que este 6 de febrero es el Día internacional en contra de la mutilación genital femenina promovida por las Naciones Unidas. “Alrededor de tres millones de niñas se someten a este procedimiento cada año, a menudo en condiciones muy peligrosas para su salud. Esta práctica, desgraciadamente extendida en muchas partes del mundo, degrada la dignidad de las mujeres y atenta gravemente contra su integridad física”, subrayó el Pontífice. De este modo, el Santo Padre se refirió a estas dos “lacras de la humanidad”, expresó su “dolor” y lanzó un enérgico llamado a favor de la dignidad de la mujer. “Insto a todos los responsables a que actúen con decisión para evitar tanto la explotación como las prácticas humillantes que afligen sobre todo a las mujeres y a las niñas”, concluyó el Papa.
Según los relatos del sacerdote salesiano P. Mauricio Verlezza, la presencia de Don Bosco en la ciudad italiana de Génova hace más de 100 años está ligada a muchas anécdotas, historias y también algunos milagros que tienen también como protagonista a María Auxiliadora. El P. Verlezza, responsable de la Obra de Don Bosco en Sampierdarena (Génova), desde donde salieron las primeras expediciones misioneras hacia Argentina, contó a ACI Prensa que Don Bosco celebró una Misa en 1872 en la que participaba una gran cantidad de benefactores. Tras escuchar su catequesis, cuando finalizó el momento de oración, todos pasaron por la sacristía de la Catedral de San Siro para recibir la bendición del fundador de los salesianos. A cada uno le obsequiaba una medallita de María Auxiliadora. “Las medallitas que tenía en una pequeña bolsa eran muy pocas y el milagro fue que todos pudieron recibirla, pese a que la bolsita que el secretario le dio a Don Bosco realmente tenía poquísimas”. Aquí, explicó también el sacerdote, “San Juan Bosco miraba sus sueños misioneros con un mapamundi que se conserva en el pequeño cuarto en el que reposaba durante su permanencia en Sampierdarena”. “Uno solo es mi deseo: que sean felices en el tiempo y en la eternidad”, dejó escrito a sus jóvenes Don Bosco, que San Juan Pablo II declaró “padre y maestro de la juventud”. San Juan Bosco partió a la Casa del Padre un 31 de enero de 1888, después de haber hecho vida aquella frase que le dijo a su alumno Santo Domingo Savio: “aquí hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”. Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en ACI Stampa
Al finalizar su catequesis sobre “San José hombre que sueña” este 26 de enero, el Papa Francisco invitó a encomendarse a la intercesión de San José con una oración para “recuperar la vida espiritual”. “Pienso en este momento en muchas personas que estaÌn aplastadas por el peso de la vida y ya no logran ni esperar ni rezar. Que San JoseÌ pueda ayudarles a abrirse al diaÌlogo con Dios, para reencontrar luz, fuerza y paz”, señaló el Santo Padre. En esta línea, el Papa resaltó que San JoseÌ “rezaba, trabajaba y amaba” y para esto “recibioÌ siempre lo necesario para afrontar las pruebas de la vida. EncomendeÌmonos a eÌl y a su intercesioÌn”. A continuación, la oración recitada por el Papa en la Audiencia General: “San JoseÌ, tú eres el hombre que sueña, enseÌñanos a recuperar la vida espiritual como el lugar interior en el que Dios se manifiesta y nos salva. Quita de nosotros el pensamiento de que rezar es inuÌtil; ayuda a cada uno de nosotros a corresponder a lo que el Señor nos indica. Que nuestros razonamientos esteÌn irradiados por la luz del EspiÌritu, nuestro corazoÌn alentado por Su fuerza y nuestros miedos salvados por Su misericordia. AmeÌn”.
Cada 25 de enero, la Iglesia Católica celebra el milagro de la conversión de San Pablo, apóstol del Señor, a quien también llamamos “apóstol de los gentiles” o “apóstol de las naciones”; no sin razón, ya que ejerció un papel decisivo en la conformación de la Iglesia de Jesucristo, al lado de San Pedro. Pablo, de origen judío, se había convertido en un fiero perseguidor de cristianos. Su celo por la preservación de la Ley judía lo había convertido en enemigo de todo aquel que se proclamase discípulo del Señor. Para él Jesús había sido un impostor, alguien que se proclamó hijo de Dios y mesías sin serlo. “…Y cayó a tierra” Cuando se encontraba camino de Damasco, Dios intervino haciéndolo caer del caballo que montaba, iniciándose una de las historias de conversión y posterior entrega más hermosas que existen. De acuerdo a los Hechos de los Apóstoles, Saulo -nombre judío de San Pablo- fue derribado del caballo que montaba por el mismo Jesús resucitado, quien se reveló a través de una fuerte luz proveniente del cielo, desde la que le habló: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” A lo que él contestó: “¿Quién eres, Señor?”. La voz le dijo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. El destello fue tal que Saulo quedó ciego por tres días, permaneciendo en casa de un conocido, sin comer ni beber. Un nuevo corazón Ananías, discípulo de Cristo, fue enviado por Dios al encuentro de Saulo, para mostrarle el camino del Señor. Saulo recuperó la vista por obra de Dios. Y así como los ojos corporales se abrieron a la luz nuevamente, los del espíritu conocieron la verdad que proviene de Dios. Saulo a partir de ese momento dejó que sea Él quien transforme su corazón y lo conduzca por el sendero de la caridad y la salvación. Así, Saulo pidió ser bautizado. Después asumiría la predicación y la misión de anunciar a Cristo a todas las gentes. Apóstol de los gentiles San Pablo nació en Tarso, Cilicia (actual Turquía), y muy probablemente fue ciudadano romano. Creció en el seno de una familia muy ligada a la religión y las tradiciones judías, bajo la observancia del fariseísmo. Sus padres lo llamaron “Saulo”, pero al ser ciudadano romano llevaba el nombre latino “Pablo” (Paulo). Para los judíos de aquel tiempo era bastante usual tener dos nombres, uno hebreo y otro latino o griego. “Pablo” será el nombre con el que se hará conocido “el Apóstol” entre los gentiles, a quienes predicó de manera incansable. El periodo que va del año 45 al 57 fue el más activo y fructífero de su vida. Comprende tres grandes expediciones apostólicas, en las que Antioquía fue siempre el punto de partida y que, invariablemente, terminaron en una visita a Jerusalén. San Pablo Extramuros Los restos del Santo descansan en la Basílica de San Pablo Extramuros en la ciudad de Roma (Italia). Este templo, dedicado a quien ocupa un lugar central en el cristianismo primitivo y cuyo papel en la historia de la Iglesia es más que decisivo, es el más grande existente después de la Basílica de San Pedro.
El Papa Francisco recordó la enseñanza de San Juan Pablo II sobre la importancia del oficio de San José, que “acercó el trabajo humano al misterio de la Redención”. Así lo indicó el Santo Padre durante la Audiencia General de este 12 de enero al citar la exhortación apostólica del Papa Juan Pablo II Redemptoris custos. Al saludar a los fieles de lengua polaca, Francisco recordó que San Juan Pablo II escribió que “gracias al banco de trabajo en el que ejerció su oficio con Jesús, José acercó el trabajo humano al misterio de la Redención”. En esta línea, el Papa invitó a pedir al Señor, junto con San José, su intercesión para que “el mundo de hoy sea cada vez más sensible al valor humano y espiritual del trabajo”. La exhortación apostólica Redemptoris custos, escrita por el Papa Juan Pablo II el 15 de agosto de 1989, reflexiona sobre “la figura y la misión de San José en la vida de Cristo y de la Iglesia”.
El Papa Francisco destacó en su homilía que “se podría decir que hoy es la fiesta del amor de Dios”, un amor que es como “un mar sin fondo”. El Santo Padre destacó que antes de que ningún hombre pudiera haber amado a Dios, “fue Él quien nos amó en primer lugar. Él es el primero en amar”. “Dios es así: siempre es el primero en actuar. Es el primero en esperarnos, el primero en amarnos, el primero en ayudarnos”. Este amor de Dios encierra un gran misterio: “Es un amor que no se puede comprender. Un amor que supera toda conciencia. Lo supera todo. Así de grande es el amor de Dios. Un poeta decía que era como ‘el mar sin orillas, sin fondo…’, un mar sin límites. Esto es el amor que debemos entender, el amor que recibimos”. En la homilía, el Pontífice puso de relieve la forma en que Dios se fue revelando a la humanidad a lo largo de la historia, avanzando paso a paso para dar a entender la grandeza de su amor: “Ha sido un gran pedagogo”, dijo el Papa, que también destacó que ese amor lo reveló en las pequeñas cosas. “¿De qué forma manifiesta Dios su amor? ¿Con las cosas grandes? No: mediante las pequeñeces, con gestos de ternura, de bondad. Se hace pequeño. Se acerca. Con esa cercanía, con ese empequeñecerse, Él nos hace entender la grandeza del amor. El grande se hace entender por medio del pequeño”. Ese amor mostrado en lo pequeño se materializa en Jesucristo. “Cuando Jesús quiere enseñarnos cómo debe ser el comportamiento cristiano, nos dice pocas cosas. Nos hace ver aquel famoso protocolo según el cual todos seremos juzgados. ¿Y qué dice? No dice: ‘Creo que Dios es así. He entendido el amor de Dios’. No, no…, el amor de Dios se muestra en lo pequeño. He dado de comer al hambriento, he dado de beber al sediento, he visitado al enfermo, al encarcelado”. “Las obras de misericordia son el camino de amor que nos enseña Jesús en continuidad con el amor de Dios”. Las obras de misericordia “son la continuidad del amor de Dios que se empequeñece, llega a nosotros y nosotros lo llevamos adelante”, finalizó el Santo Padre.
Presentamos las 5 etapas del viaje de los Reyes Magos hacia su encuentro con el Niño Jesús en Belén. En un reciente artículo publicado en National Catholic Register, Mons. Charles Pope, decano y sacerdote de la Arquidiócesis de Washington D.C, reflexionó sobre las etapas del viaje que los Reyes Magos emprendieron hacia Belén, en búsqueda del Niño Jesús, y animó a los católicos a recorrer sus pasos en el seguimiento a Cristo. El 3 de enero se celebró la Solemnidad de la Epifanía del Señor, los fieles recordamos la llegada de los Reyes Magos a Belén para adorar al Niño Jesús; aunque en algunas ciudades y pueblos del mundo, se celebra el 6 de enero. Así, indica Mons. Pope, en el Evangelio del 2 de enero se observa “cómo los Magos viajan por etapas desde la luz de una estrella hasta la brillante y gloriosa Luz de Jesucristo”. A través de estas cinco etapas, los reyes pasan de “ser meros magos hasta convertirse, por la gracia de Dios, en sabios”, agregó. A continuación, compartimos las cinco etapas: 1. La etapa de la “llamada” El Evangelio de Mateo señala: “Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: ‘¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle’”. Mons. Pope dijo que el término “magos” se refiere a “hombres eruditos, quizás sean astrónomos antiguos”, pero destacó que “su identidad clave es que son gentiles”. Explicó que “hasta ese momento de la historia de la Navidad, solo los judíos habían sido llamados a Belén”, por eso, afirmó que “es claro que el Evangelio se extiende a todo el mundo” y que es una “llamada completa a la Iglesia, que necesita tanto a judíos como a gentiles”. Además, señaló que “Dios los llama a través de algo en el mundo natural: una estrella”, e invitó a los fieles a preguntarse: “¿Cuál es la ‘estrella’ que Dios usó (y usa) para llamarte?” y “¿quiénes son las estrellas en tu vida a través de las cuales Dios te llamó?”. “Quizás fue la Escritura, una iglesia magnífica o una canción inspiradora; pero, es más usual que Dios use a alguien en nuestra vida para llegar a nosotros: un padre, un miembro de la familia, un amigo, un sacerdote, una hermana religiosa o un laico devoto”, recordó. 2. La etapa de la “constancia” En su artículo, Mons. Pope señaló que “al llegar a Jerusalén, los magos se encontraron con una situación bastante confusa y desalentadora: Herodes no sabía nada del nacimiento de este nuevo Rey”; y, de modo “aún más desconcertante”, vieron que “los líderes religiosos convocados parecían poco entusiasmados con el Rey recién nacido”. Tras recibir la información de dónde sería el Nacimiento de Cristo, los Reyes Magos vieron que no hubo “regocijo” en la gente, ni “ninguna convocatoria para decirles que finalmente ha nacido un Mesías anhelado, ¡ni siquiera más preguntas!”. “Pero los magos perseveraron en su búsqueda. ¡No se rindieron! Hoy en día, muchos han encontrado su camino a Cristo pese a que los padres, el clero y otras personas que deberían haberlos llevado a Jesús, estaban dormidos, ignorantes o pecadores”, señaló. 3. La etapa de la “confesión” El Evangelio señala: “Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos […]Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron”. Al respecto, dijo que “los Magos partieron y continúan siguiendo el llamado de Dios a través de la estrella”, y llamó a notar que ellos “se ‘postran’ ante Jesús”. El sacerdote dijo que “la palabra griega utilizada es prosekunÄ“san, que significa ‘postrarse en adoración’”, y señaló que se trata de “una confesión de fe”. En ese sentido, llamó a reflexionar si “¿es su fe una fe real o simplemente una observancia superficial?” y animó a que “busquemos los efectos de una fe real y salvadora”. 4. La etapa del “costo” Mons. Pope señaló que luego de adorar al Niño Jesús, “los magos se sienten impulsados ​​a dar tres obsequios simbólicos que muestran algo de lo que incluye la verdadera fe”; y precisó que estos tres regalos, que son el oro, el incienso y la mirra, son “costosos”. “El oro simboliza todas nuestras posesiones. El incienso simboliza el don de la adoración. La mirra, un ungüento funerario, prefigura la muerte de Jesús. Estos tres dones son muy simbólicos. Los magos están mostrando los frutos de la fe salvadora”, señaló, y animó a hacerse la siguiente pregunta: “¿Estoy dispuesto a cubrir el costo de nuestro seguimiento a Cristo?”. 5. La etapa de la “conversión” El Evangelio señala: “Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino”. Al respecto, Mons. Pope afirmó que en esta etapa está la “evidencia esencial para la fe: la conversión”. “Estos Reyes Magos ahora caminan de manera diferente y no regresan a casa por el mismo camino por el que vinieron. Se han dado la vuelta (‘conversio’). Caminan por el camino recto y estrecho que conduce a la vida, en lugar del camino ancho que conduce a la condenación. ¡Ya no son meros magos, ahora son sabios!”, concluyó.
En su Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo 2022, el Papa Francisco reflexionó en la misericordia y la ternura de Dios y describió que el Señor tiene en sí mismo “tanto la dimensioÌn de la paternidad como la de la maternidad, porque EÌl nos cuida con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre”. Al reflexionar en el tema de la XXX Jornada Mundial del Enfermo, que se llevará a cabo el 11 de febrero de 2022 en la Basílica de San Pedro del Vaticano, “Sean misericordiosos asiÌ como el Padre de ustedes es misericordioso (Lc 6,36). Estar al lado de los que sufren en un camino de caridad”, el Santo Padre alentó a dirigir “la mirada hacia Dios rico en misericordia, que siempre mira a sus hijos con amor de padre, incluso cuando estos se alejan de EÌl”. En esta línea, el Papa indicó que “de hecho, la misericordia es el nombre de Dios por excelencia, que manifiesta su naturaleza, no como un sentimiento ocasional, sino como fuerza presente en todo lo que EÌl realiza. Es fuerza y ternura a la vez”. “Por eso, podemos afirmar con asombro y gratitud que la misericordia de Dios tiene en siÌ misma tanto la dimensioÌn de la paternidad como la de la maternidad (cf. Is 49,15), porque EÌl nos cuida con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre, siempre dispuesto a darnos nueva vida en el EspiÌritu Santo”, escribió el Pontífice. Además, el texto del Santo Padre difundido este 4 de enero señaló que la celebración conclusiva de la XXX Jornada Mundial del Enfermo “no tendraÌ lugar en Arequipa, PeruÌ, debido a la pandemia, sino en la BasiÌlica de San Pedro en el Vaticano”. En su mensaje, el Papa alienta a que esta Jornada Mundial del Enfermo “pueda ayudarnos a crecer en el servicio y en la cercaniÌa a las personas enfermas y a sus familias” y recordó que “hace treinta años, San Juan Pablo II instituyoÌ la Jornada Mundial del Enfermo para sensibilizar al Pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias catoÌlicas y a la sociedad civil sobre la necesidad de asistir a los enfermos y a quienes los cuidan”. “Estamos agradecidos al Señor por el camino realizado en las Iglesias locales de todo el mundo durante estos años. Se ha avanzado bastante, pero todaviÌa queda mucho camino por recorrer para garantizar a todas las personas enfermas, principalmente en los lugares y en las situaciones de mayor pobreza y exclusioÌn, la atencioÌn sanitaria que necesitan, asiÌ como el acompañamiento pastoral para que puedan vivir el tiempo de la enfermedad unidos a Cristo crucificado y resucitado”, afirmó. Asimismo, el Santo Padre recordó a “los numerosos enfermos que, durante este tiempo de pandemia, han vivido en la soledad de una unidad de cuidados intensivos la uÌltima etapa de su existencia atendidos, sin lugar a dudas, por agentes sanitarios generosos, pero lejos de sus seres queridos y de las personas maÌs importantes de su vida terrenal”. “He aquiÌ, pues, la importancia de contar con la presencia de testigos de la caridad de Dios que derramen sobre las heridas de los enfermos el aceite de la consolacioÌn y el vino de la esperanza, siguiendo el ejemplo de JesuÌs, misericordia del Padre”, advirtió. Por ello, el Papa agradeció la labor de los agentes sanitarios -los meÌdicos, los enfermeros, los teÌcnicos de laboratorio, en el personal encargado de asistir y cuidar a los enfermos, asiÌ como en los numerosos voluntarios que donan un tiempo precioso a quienes sufren- y señaló que “su servicio al lado de los enfermos, realizado con amor y competencia, trasciende los liÌmites de la profesioÌn para convertirse en una misioÌn”. Luego, el Santo Padre invitó a no olvidar “la singularidad de cada persona enferma, con su dignidad y sus fragilidades” ya que “el enfermo es siempre maÌs importante que su enfermedad y por eso cada enfoque terapeÌutico no puede prescindir de escuchar al paciente, de su historia, de sus angustias y de sus miedos”. “Incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir una cercaniÌa que muestra intereÌs por la persona antes que por su patologiÌa. Por eso espero que la formacioÌn profesional capacite a los agentes sanitarios para saber escuchar y relacionarse con el enfermo”, afirmó. En este sentido, el Papa destacó la importancia de las instituciones sanitarias catoÌlicas porque “son un tesoro precioso que hay que custodiar y sostener; su presencia ha caracterizado la historia de la Iglesia por su cercaniÌa a los enfermos maÌs pobres y a las situaciones maÌs olvidadas”. “¡CuaÌntos fundadores de familias religiosas han sabido escuchar el grito de hermanos y hermanas que no disponiÌan de acceso a los tratamientos sanitarios o que no estaban bien atendidos y se han entregado a su servicio! AuÌn hoy en diÌa, incluso en los paiÌses maÌs desarrollados, su presencia es una bendicioÌn, porque siempre pueden ofrecer, ademaÌs del cuidado del cuerpo con toda la pericia necesaria, tambieÌn aquella caridad gracias a la cual el enfermo y sus familiares ocupan un lugar central”, indicó el Papa. De este modo, el Santo Padre subrayó que “en una eÌpoca en la que la cultura del descarte estaÌ muy difundida y a la vida no siempre se le reconoce la dignidad de ser acogida y vivida, estas estructuras, como casas de la misericordia, pueden ser un ejemplo en la proteccioÌn y el cuidado de toda existencia, aun de la maÌs fraÌgil, desde su concepcioÌn hasta su teÌrmino natural”. Además, el Papa pidió no dejar de proporcionar atención espiritual a los enfermos y sus familias “no podemos dejar de ofrecerles la cercaniÌa de Dios, su bendicioÌn, su Palabra, la celebracioÌn de los sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y maduracioÌn en la fe”. “A este propoÌsito, quisiera recordar que la cercaniÌa a los enfermos y su cuidado pastoral no solo es tarea de algunos ministros especiÌficamente dedicados a ello; visitar a los enfermos es una invitacioÌn que Cristo hace a todos sus disciÌpulos. ¡CuaÌntos enfermos y cuaÌntas personas ancianas viven en sus casas y esperan una visita! El ministerio de la consolacioÌn es responsabilidad de todo bautizado, consciente de la palabra de JesuÌs: «Estuve enfermo y me visitaron» (Mt 25,36)”, concluyó el Papa quien encomendó a todos los enfermos y sus familias a la intercesioÌn de MariÌa, Salud de los enfermos”. Fuente Aci Prensa
En la homilía de la Misa que presidió este 1 de enero en la Solemnidad de María Madre de Dios, el Papa Francisco afirmó que “herir a una mujer es ultrajar a Dios, que de una mujer ha tomado la humanidad”. Así lo indicó el Santo Padre en su reflexión del Evangelio, en la que explica que María es ejemplo para las madres porque custodian y meditan la palabra de Dios en el corazón. “Y mientras las madres donan la vida y las mujeres custodian el mundo, trabajemos todos para promover a las madres y proteger a las mujeres”, dijo el Pontífice. “¡Cuánta violencia hay contra las mujeres! ¡Basta! Herir a una mujer es ultrajar a Dios, que de una mujer ha tomado la humanidad, no de un ángel, no directamente: de una mujer. Como de una mujer, la Iglesia mujer, toma la humanidad de los hijos”, resaltó el Papa Francisco. “Al inicio del nuevo año pongámonos bajo la protección de esta mujer, la Santa Madre de Dios que es nuestra madre”, subrayó el Papa. “Que nos ayude a custodiar y meditar cada cosa, sin temer las pruebas, en la gozosa certeza de que el Señor es fiel y sabe transformar las cruces en resurrecciones”, pidió el Pontífice en su homilía. "Al inicio del nuevo año pongámonos bajo la protección de esta mujer, la Santa Madre de Dios que es nuestra madre", alentó el Pontífice. "Que nos ayude a custodiar y meditar cada cosa, sin temer las pruebas, en la gozosa certeza de que el Señor es fiel y sabe transformar las cruces en resurrecciones".
El Papa Francisco propuso una bella oración para rezar a San José, hombre de silencio, y pedirle que nos enseñe a “ayunar de las palabras vanas”. Así lo dijo el Santo Padre este miércoles 15 de diciembre durante la Audiencia General, realizada en el Aula Pablo VI, al continuar con su serie de catequesis sobre el silencio de José de Nazaret. En esta ocasión, el Papa se centró en la importancia del silencio y puso de modelo a San José, de quien “los Evangelios no relatan ninguna palabra”, pero que “con su silencio nos invita a dejar espacio a la Presencia de la Palabra hecha carne, a Jesús”. “El silencio de JoseÌ no es mutismo, no es taciturno; es un silencio lleno de escucha, un silencio trabajador, un silencio que hace emerger su gran interioridad… QueÌ bonito seriÌa si cada uno de nosotros, con en el ejemplo de San JoseÌ, lograra recuperar esta dimensioÌn contemplativa de la vida abierta de par en par precisamente por el silencio”, dijo el Santo Padre quien pidió pronunciar "palabras fecundas" y no hablar mal del prójimo porque “sin la práctica del silencio se enferma nuestro hablar”. A continuación, la oración a San José: San JoseÌ, hombre de silencio, tuÌ que en el Evangelio no has pronunciado ninguna palabra, enseÌñanos a ayunar de las palabras vanas, a redescubrir el valor de las palabras que edifican, animan, consuelan, sostienen. Hazte cercano a aquellos que sufren a causa de las palabras que hieren, como las calumnias y las maledicencias, y ayuÌdanos a unir siempre los hechos a las palabras. AmeÌn.
El 13 de diciembre de 1969, solo cuatro días antes de cumplir 33 años de edad, el jesuita Jorge Mario Bergoglio, ahora convertido en el Papa Francisco, fue ordenado sacerdote por el Arzobispo Emérito de Córdoba (Argentina), Mons. Ramón José Castellano. Aquel 13 de diciembre, hace 52 años, fue sábado, vísperas del tercer domingo de Adviento. En la liturgia de la Iglesia este día es conocido como el Domingo de Gaudete o Domingo de la Alegría, para muchos el sello del pontificado del Papa Francisco junto con la misericordia. Según el libro “El jesuita: Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio”, Francisco descubrió su vocación al sacerdocio mientras estaba en camino a celebrar el Día de la Primavera. Cuando pasó por la iglesia del barrio de Flores para confesarse, recibió una especial inspiración del sacerdote que lo acogió. En otra oportunidad el Santo Padre contó que inicialmente su madre no apoyó su decisión de entrar al sacerdocio, a pesar de que ella era una católica devota. Sin embargo, cuando fue ordenado, ella aceptó su llamado y pidió su bendición al final de la ceremonia. Jorge Mario Bergoglio prosiguió su formación como jesuita entre 1970 y 1971 en España. El 22 de abril de 1973 emitió sus profesiones perpetuas en la Compañía de Jesús. Cuando regresó a Argentina sirvió como profesor en la Facultad de Teología de San José en la localidad de San Miguel (en las afueras de la ciudad de Buenos Aires), rector del Colegio y, a la edad de 36 años, fue designado provincial de Argentina de los jesuitas. Fuente ACI PRENSA
Muchos fieles tienen una comprensión intuitiva y basada en la experiencia del Adviento, pero ¿qué dicen los documentos de la Iglesia sobre este especial tiempo de preparación para la Navidad? Estas son algunas de las preguntas y respuestas más comunes acerca del Adviento, que este año comenzó el domingo 28 de noviembre. 1. ¿Cuál es el propósito del Adviento? El Adviento es un tiempo en el calendario litúrgico de la Iglesia, específicamente del la Iglesia Latina -que es la más grande en comunión con el Papa. Otras iglesias católicas –así como otras no católicas– tienen su propia celebración del Adviento. Según las Normas Generales para el Año Litúrgico y el calendario, el Adviento tiene un doble carácter: en primer lugar es un tiempo para prepararnos para la Navidad, cuando se recuerda la primera venida de Cristo; y en segundo lugar, es un momento que cuestiona a la persona para esperar la segunda venida de Cristo al final de los tiempos. El Adviento es, entonces, un período de espera devota y alegre (Norma 39) que trae a la mente las dos venidas de Cristo. 2. ¿Cuándo comienza y termina el Adviento? El primer domingo de Adviento es el primer día del Nuevo Año Litúrgico, que este año fue el 29 de noviembre. Los tres domingos de Adviento restantes son el 6, 13 y 20 de diciembre. La duración de este tiempo de preparación puede variar de 21 a 28 días, dado que se celebran los cuatro domingos más próximos a la Navidad. 3. ¿Por qué no se canta ni se recita el gloria? En Adviento no se recita el gloria porque es una de las maneras de expresar concretamente que, mientras dura nuestro peregrinar, falta algo para que el gozo sea completo. Cuando el Señor se haga presente en medio de su pueblo, habrá llegado la Iglesia a su fiesta completa, la Solemnidad de la fiesta de la Navidad. Allí se cantará nuevamente el gloria. El Misal Romano señala que el gloria se recita o se canta los domingos fuera de los tiempos de Adviento y Cuaresma. Las excepciones a esta regla durante el Adviento son la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre; y la fiesta de la Virgen de Guadalupe el día 12 del mismo mes. 4. ¿Cuál es el color que distingue a este tiempo? El color normal del Adviento es el morado. El numeral 346 de la Instrucción General del Misal Romano (IGMR) dispone que “el color morado se usa en los tiempos de Adviento y de Cuaresma. Puede usarse también en los Oficios y Misas de difuntos”. En muchos lugares, hay una notable excepción para el tercer domingo de Adviento, conocido como el domingo de Gaudete o domingo de la alegría: “El color rosado puede usarse, donde se acostumbre, en los domingos Gaudete (III de Adviento) y Laetare (IV de Cuaresma)” (IGMR, 346). 5. ¿Es el Adviento un tiempo penitencial? A menudo pensamos en el Adviento como un tiempo penitencial porque el color litúrgico es el morado, como en la Cuaresma. Sin embargo, según el canon 1250 del Código de Derecho Canónico: “los días y tiempos penitenciales en la Iglesia universal son todos los viernes de todo el año y la temporada de Cuaresma”. Aunque las autoridades locales pueden establecer días penitenciales adicionales, el Adviento no es un tiempo penitencial. 6. ¿Cómo se decoran las iglesias? El numeral 305 de la Instrucción General del Misal Romano señala que “durante el tiempo de Adviento el altar puede adornarse con flores, con tal moderación, que convenga a la índole de este tiempo, pero sin que se anticipe a la alegría plena del Nacimiento del Señor”. “Los arreglos florales sean siempre moderados, y colóquense más bien cerca de él, que sobre la mesa del altar”. 7. ¿Qué expresiones de piedad popular podemos usar en este tiempo? Hay una variedad de expresiones de piedad popular que la Iglesia ha reconocido para su uso durante el Adviento. Entre ellas se encuentra la Corona de Adviento, procesiones, Solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre, novena de Navidad, el Nacimiento, etc.
1. UNA CAMIONETA TOYOTA FORTUNER F/E AÑO 2021 Ganador: Diego José Henríquez Molina #0098 Suplente: Edgar Hernan Varela Alas #0310 2. UN CUADRO GRANDE DE "LA SANTA CENA" CON ORO Y PLATA, TOROGOZ S.A. DE C.V. Ganador: Manuel Enrique Aguilar Magaña #1269 Suplente: Oscar Orlando Villacorta Novoa #0440 3. $500.00 EN CERTIFICADO DE REGALO, INDUSTRIAS MIKE MIKE S.A. DE C.V. Ganador: Kerim Eduardo Salume #1272 Suplente: Walter Rojas #1014 4. $500.00 EN CERTIFICADO DE REGALO, ALMACENES MD S.A. DE C.V. Ganador: Karen Martínez de Rodríguez #0607 Suplente: Rubén Navarrete Guardado #1213 5. UNA LAVADORA 19 KG MARCA MABE, FUNDACIÓN SIMÁN Ganador: Salvador Leonardo Avelar Barillas #0839 Suplente: José Marlon Molina Gutiérrez #0278 6. UNA ASESORÍA VIRTUAL DE IMAGEN PERSONAL Y PROFESIONAL, KALENA DE VELADO Ganador: Dina Mabel Rodríguez #1144 Suplente: Albino Román Ortiz #0434 7. UNA SILLA EJECUTIVA, MOBELART S.A. DE C.V. Ganador: Nora Aida Marroquín de Calderón #0017 Suplente: Ruth Estela Castro de Melara #0651 8. $300.00 EN CERTIFICADO DE REGALO, ALMACENES SIMÁN S.A. DE C.V. Ganador: Guillermo Ernesto Miguel Bahaia #0148 Suplente: Salvador García Benitez #0768 9. $300.00 EN CERTIFICADO POR COMBUSTIBLE, DLC S.A. DE C.V. Ganador: Claudia Margarita de Romero #1487 Suplente: Roberto J. Kriete A. #1044 10. UNA BANCA DE MADERA DE PINO CON RESPALDO, MUEBLES D´BAMBÚ Ganador: Carlos Mauricio Arriaza #0159 Suplente: Eva Lisstte Galán de Díaz #0636 11. UN PAQUETE BÁSICO PARADISE, HOTEL PACIFIC PARADISE Ganador: Carlos Mauricio Arriaza #0147 Suplente: Marta D. M. de Bandek #0458 12. $200.00 EN CERTIFICADO DE CONSUMO, LAS BRUMAS GRILL & CAFÉ Ganador: Renato Arturo Romero Silva #0494 Suplente: Roxana Esther Gamero de Cabezas #1110 13. $150.00 EN CERTIFICADO DE SESIÓN FOTOGRÁFICA, JP PHOTOGRAPHY Ganador: Julio Alberto Martí Candray #0968 Suplente: José Ricardo Avelar #0117 14. $150.00 EN CERTIFICADO DE REGALO, LEMOR DISIGN Ganador: Tito Goar Calles Solórzano #0261 Suplente: Everardo Alfonso Guevara Rivera #0960 15 UN COLLAR Y ARETES, MARÍA TERESA VALDERRAMA DISEÑO DE JOYERÍA Ganador: Santos Evele García #0512 Suplente: Nora Morena Ochoa de Villalta #1158 16 UNA CARTERA CLUTCH, EVA INNOCENTI Ganador Lucía Luz Cáceres de Rosa #0267 Suplente: Eva Eugenia Medina Henríquez #0057 17 PRODUCTOS BODY FANTASIES, BODYCOLOGY Y ARTDECO, BELLMART S.A. DE C.V. Ganador: Santiago Gerardo Díaz Trigueros #0595 Suplente: Productos Plásticos Diversos S.A. DE C.V. #1461 18 $140.00 EN CERTIFICADO DE REGALO, ELSY´S CAKES Ganador: DICSASA S.A. DE C.V. #0947 Suplente: José Israel Alexander Alvarado Guzmán #0581 19 UNA BICICLETA MONTAÑESA 18 VELOCIDADES, CORBES S.A DE C.V. Ganador: Alix López Davidson #1043 Suplente: Juan José Domenech Sesa #1154 20 $120.00 EN CERTIFICADO DE REGALO, CAPRICE Ganador: Leobardo Juan González y Adán #1392 Suplente: Felix Víctor Cruz Orellana #1490 21 $120.00 EN CERTIFICADO DE REGALO, LE CROISSANT Ganador: César Catani Papini #0874 Suplente: Zoila Milagro Navas Quintanilla #1199 22 $110.00 EN CERTIFICADO DE REGALO, PEVONIA FACIAL Ganador: Nora H. Cáceres #0537 Suplente: Nora H. Cáceres #0416 23 UNA ESTADÍA P/2 PERSONAS, INCLUYE 3 TIEMPOS DE COMIDA, HOTEL ALICANTE MONTAÑA Ganador: Marta Alicia García de Mendoza #0950 Suplente: Zenia M. Mejía De Domínguez #1031 24 UN CERTIFICADO DE CONSUMO P/2 PERSONAS, KOMBI 14 + UN CERTIFICADO DE IMPRESIONES EN DOCUCENTRO, GROUP PBS EL SALVADOR Ganador: Isabel Concepción Alfaro de Callejas #0185 Suplente: Fidel Ángel Cruz Escobar #0801
Este lunes, el Papa Francisco se dirigió a las personas que en sus vidas atraviesan dudas de fe para alentarlos a no tener miedo, porque esos momentos “no son faltas de fe”, sino “vitaminas” que ayudan a robustecerla y así hacerla más consciente, libre y madura; sin embargo, los alertó sobre una de las tentaciones que el diablo mete “en el corazón para arrojarnos en la tristeza”. El Santo Padre dijo estas palabras al comentar el testimonio de Katerina Binibini, una joven filipina que participó este lunes 6 de diciembre en el encuentro con los jóvenes en Atenas (Grecia), y que compartió que, a pesar de ser una cristiana fiel, varias veces ha sentido su fe puesta a prueba. En su testimonio, la joven agradeció a Dios por haberla dado la vida y rodearla de personas que comparten su misma fe; sin embargo, eso “no significa que no haya momentos de duda. Mi fe es constantemente puesta a prueba cada vez que veo a las personas sufrir a causa del dolor y las acciones malas de otros”. Katerina dijo que siente que su fe es puesta a prueba “cuando alguien me ha preguntado: ‘Si hay un Dios, ¿por qué permite tanto mal y dolor en el mundo?’”, y cuando ha conocido a personas buenas que son no creyentes, y que además “parecen no sufrir y no tener problemas”. “Muchas veces pienso si Dios es injusto. He crecido sabiendo que no llevaré conmigo cosas materiales al Paraíso, sin embargo, ¿por qué debo sufrir en la tierra para llegar al Paraíso?”, le preguntó al Papa. Sin embargo, Katerina reconoció que durante la pandemia del coronavirus su fe se reforzó. Aunque en su comunidad perdieron a una religiosa muy querida, “no he pensado en culpar a Dios por esto; de hecho, he podido meditar y hablar con Dios en un clima de paz. He visto que ha protegido a mi familia y todas las personas alrededor mío”. Añadió que ya no está celosa “de las personas más privilegiadas que yo” y que ha comprendido “que en los momentos difíciles somos todos iguales y que debemos convertir nuestra mentalidad individualista para ayudar al prójimo. Estoy agradecida que en la dificultad Dios haya iluminado para realizar las cosas más importantes de la vida”. La joven filipina añadió que ahora encuentra consuelo en la Biblia, la que le ayuda a reforzar “mi pensamiento crítico y mi fe”; y aunque “no niego que hay todavía momentos de duda en mí, pero estoy muy agradecida de poder comprender más fácilmente el amor de Dios por mí”. La respuesta del Papa Francisco Al iniciar su discurso, el Papa Francisco abordó el testimonio de Katerina, quien “nos has hablado de tus recurrentes dudas de fe”. “Quisiera decirte a ti y a todos ustedes, no tengan miedo de las dudas, porque no son faltas de fe. Al contrario, las dudas son ‘vitaminas de la fe’, ayudan a robustecerla, a hacerla más fuerte, es decir, más consciente, más libre y más madura”. “La hacen más disponible a ponerse en camino, a seguir adelante cada día con humildad. Y la fe es precisamente esto, un camino cotidiano con Jesús que nos lleva de la mano, nos acompaña, nos alienta y, cuando caemos, vuelve a levantarnos. Es como una historia de amor, donde siempre se sigue adelante juntos, día tras día. Y como en una historia de amor, llegan momentos en los que es necesario interrogarse, hacerse preguntas. Y hace bien, hace crecer el nivel de la relación”, afirmó. Sin embargo, alertó a los jóvenes reunidos en Grecia que, a veces, ante las incomprensiones o dificultades, en los momentos de soledad o de desilusión, “esta duda puede llamar a la puerta de nuestro corazón: ‘Quizá soy yo que no voy bien, tal vez estoy equivocado, estoy equivocada’”. “Amigos –expresó el Papa–, es una tentación que hay que rechazar. El diablo nos mete esta duda en el corazón para arrojarnos en la tristeza”. “¿Qué hay que hacer? ¿Qué hay que hacer cuando una duda de este tipo se vuelve sofocante y no nos deja en paz, cuando se pierde la confianza y no se sabe por dónde comenzar?”, preguntó el Papa. “Es necesario volver a encontrar el punto de partida. ¿Cuál es? Para comprenderlo, pongámonos a la escucha de vuestra gran cultura clásica. ¿Saben cuál fue el punto de partida de la filosofía, pero también del arte, de la cultura y de la ciencia? Todo comenzó por una chispa, por un descubrimiento que se expresa con una palabra magnífica: thaumàzein. Es el maravillarse, el asombro. Así comenzó la filosofía, de maravillarse frente a aquello que es, frente a nuestra existencia, a la armonía de la creación y al misterio de la vida”, afirmó. “Pero el asombro no es sólo el comienzo de la filosofía, sino también el inicio de nuestra fe. Sí, porque tener fe no consiste principalmente en un conjunto de cosas que hay que creer y de preceptos que hay que cumplir. El corazón de la fe no es una idea o una moral, sino una realidad, una realidad bellísima que no depende de nosotros y que nos deja con la boca abierta: ¡somos hijos amados de Dios! Hijos amados, tenemos un Padre que vela por nosotros y que nunca deja de amarnos”. El Papa les aseguró que cualquier cosa que piensen o hagan, “aunque sea lo peor, Dios sigue amándote” y “nunca se arrepiente de nosotros”. “Queridos jóvenes, piensen que, si a nuestros ojos la creación es hermosa, a los ojos de Dios cada uno de ustedes es infinitamente hermoso”, afirmó. “Y cuando estén decepcionados por algo que hayan hecho –afirmó el Papa–, hay otro asombro que no tienen que dejar escapar: el asombro del perdón. Allí se encuentra el rostro del Padre y la paz del corazón. Allí, Él nos restaura de nuevo, derrama su amor en un abrazo que vuelve a levantarnos, que desintegra el mal cometido y vuelve a hacer resplandecer la belleza incontenible que hay en nosotros, el ser sus hijos predilectos”. “No permitamos que la pereza, el miedo o la vergüenza nos roben el tesoro del perdón. ¡Dejemos que el amor de Dios nos asombre! Nos redescubriremos a nosotros mismos; no lo que dicen de nosotros o lo que las pulsiones del momento suscitan en nosotros, no lo que los eslóganes publicitarios nos echan encima, sino nuestra verdad más profunda, la que ve Dios, aquella en la que Él cree: la belleza irrepetible que somos”, expresó Francisco.
En la ceremonia de conmemoración del 50º aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, en octubre de 2015, el Papa Francisco declaró que “el mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión”. Esta llamada a cooperar en la misión de la Iglesia se dirige a todo el Pueblo de Dios. El Papa Francisco lo aclaró cuando dirigió una invitación directa a todo el Pueblo de Dios a contribuir con los esfuerzos de la Iglesia para la sanación: “cada bautizado debe sentirse comprometido en el cambio eclesial y social que tanto necesitamos. Este cambio exige una conversión personal y comunitaria que nos haga ver las cosas como las ve el Señor”. En abril de 2021, el Papa Francisco proclamó un camino sinodal de todo el Pueblo de Dios, que comenzará en octubre de 2021 en cada Iglesia local y culminará en octubre de 2023 en la Asamblea General del Sínodo de los Obispos. El tema del Sínodo es “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. Las tres dimensiones del tema son la comunión, la participación y la misión. Estas tres dimensiones están profundamente interrelacionadas. Son los pilares vitales de una Iglesia sinodal. No hay un orden jerárquico entre ellas. Más bien, cada una enriquece y orienta a las otras dos. Existe una relación dinámica que debe articularse teniendo en cuenta los tres términos. Comunión: En su benévola voluntad, Dios reúne nuestros pueblos distintos, pero con una misma fe, mediante la alianza que ofrece a su pueblo. La comunión que compartimos encuentra sus raíces más profundas en el amor y en la unidad de la Trinidad. Es Cristo quien nos reconcilia con el Padre y nos une entre nosotros en el Espíritu Santo. Juntos, nos inspiramos en la escucha de la Palabra de Dios, a través de la Tradición viva de la Iglesia, y nos basamos en el sensus fidei que compartimos. Todos tenemos un rol que desempeñar en el discernimiento y la vivencia de la llamada de Dios a su pueblo. Participación: Una llamada a la participación de todos los que pertenecen al Pueblo de Dios -laicos, consagrados y ordenados- para que se comprometan en el ejercicio de la escucha profunda y respetuosa de los demás. Esta actitud crea un espacio para escuchar juntos al Espíritu Santo y guía nuestras aspiraciones en beneficio de la Iglesia del Tercer Milenio. La participación se basa en que todos los fieles están cualificados y llamados a servirse recíprocamente a través de los dones que cada uno ha recibido del Espíritu Santo. En una Iglesia sinodal, toda la comunidad, en la libre y rica diversidad de sus miembros, está llamada a rezar, escuchar, analizar, dialogar, discernir y aconsejar para tomar decisiones pastorales que correspondan lo más posible a la voluntad de Dios (ICT, Syn., 67-68). Hay que hacer esfuerzos genuinos para asegurar la inclusión de los que están en los márgenes o se sienten excluidos. Misión: La Iglesia existe para evangelizar. Nunca podemos concentrarnos en nosotros mismos. Nuestra misión es testimoniar el amor de Dios en medio de toda la familia humana. Este Proceso Sinodal tiene una profunda dimensión misionera. Su objetivo es permitir a la Iglesia que pueda testimoniar mejor el Evangelio, especialmente con aquellos que viven en las periferias espirituales, sociales, económicas, políticas, geográficas y existenciales de nuestro mundo. De este modo, la sinodalidad es un camino a través del cual la Iglesia puede cumplir con más fruto su misión de evangelización en el mundo, como levadura al servicio de la llegada del Reino de Dios.
Durante el rezo del ángelus el Papa Francisco animó a no dejarnos absorber por “las dificultades, los sufrimientos y derrotas de la vida” que pueden llevarnos a ser “cristianos adormecidos”. Para evitarlo alentó a permanecer “vigilantes en la oración” y a repetir en este tiempo de Adviento, junto a la Virgen, "Ven, Señor Jesús". El Papa Francisco habló durante el rezo del ángelus sobre el primer domingo de Adviento que se celebra hoy 28 de noviembre. En el Evangelio de la liturgia de hoy, se habla de la venida del Señor al final de los tiempos. “Jesús anuncia acontecimientos desoladores y tribulaciones, pero precisamente en este punto nos invita a no tener miedo. ¿Por qué? ¿Porque todo irá bien? No, sino porque Él vendrá. Jesús volverá. Lo ha prometido”, aseguró el Papa. Y recordó que “precisamente en los momentos en que todo parece acabado, el Señor viene a salvarnos” y animó a “esperarlo con alegría incluso en medio de las tribulaciones, en las crisis de la vida y en los dramas de la historia”. El Papa afirmó que en el Evangelio el Señor explica cómo “no dejarse absorber por las dificultades, los sufrimientos y las derrotas”, que es a través de la “vigilancia” que según el Papa Francisco “está ligada a la atención” y significa no permitir “que tu corazón se vuelva perezoso y que tu vida espiritual se ablande en la mediocridad”. Por eso alertó del peligro de ser un "cristiano adormecido", “sin ímpetu espiritual, sin ardor en la oración, sin entusiasmo por la misión, sin pasión por el Evangelio”. Y animó a estar atentos “para no arrastrar nuestros días a la costumbre, para no ser agobiados por las cargas de la vida”. Durante el comentario del Ángelus, el Papa invitó a preguntarse qué pesa a mi espíritu y cuáles son “las mediocridades que paralizan, los vicios que me aplastan contra el suelo y me impiden levantar la cabeza”. También alentó a estar pendiente de las cargas que pesan sobre los hombros de los hermanos. “Estas preguntas nos hacen bien, porque ayudan a guardar el corazón de la acedia, que es un gran enemigo de la vida espiritual. La acedia es esa pereza que nos sume en la tristeza, que nos quita la alegría de vivir y las ganas de hacer. Es un espíritu maligno que ata al alma en el letargo, robándole la alegría”, aseguró. Para evitar esta situación el Papa animó a añadir “un ingrediente esencial: el secreto para ser vigilantes en la oración” porque “es la oración la que mantiene encendida la lámpara del corazón. Especialmente cuando sintamos que nuestro entusiasmo se enfría, la oración lo reaviva, porque nos devuelve a Dios, al centro de las cosas. Despierta el alma del sueño y la centra en lo que importa, en el propósito de la existencia”. “Incluso en los días más ajetreados, no descuidemos la oración. La oración del corazón puede ayudarnos, repitiendo a menudo breves invocaciones. En Adviento, acostumbrémonos a decir, por ejemplo: "Ven, Señor Jesús". Repitamos esta oración a lo largo del día: ¡el ánimo permanecerá vigilante!”, aseguró. Además pidió a los presentes en la plaza de San Pedro del Vaticano a repetir tres veces esta oración: “Ven. Señor Jesús”. Y animó a pedir a la Virgen María que nos acompañe en el camino del Adviento porque “ella esperó al Señor con un corazón vigilante”. Fuente ACI PRENSA
El cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez, el fin de semana pasada hizo una reflexión sobre la quinta Jornada Mundial de los pobres, que el Papa Francisco ha dedicado desde el 2017. El cardenal, en su reflexión sobre el mensaje del Papa para esta jornada, se cuestiona cómo surge la idea al Papa de la creación de estas jornadas. Francisco: “Los pobres nos evangelizan” El purpurado recordó que el Papa al instituir la primera Jornada Mundial dedicada a los pobres, “animó a los cristianos y los no cristianos a invitarlos a nuestra mesa como invitados de honor, porque como afirmó el cardenal recordando las palabras del Papa: Los pobres nos evangelizan. “Los pobres con su confianza y disposición a dejarse ayudar, nos muestran de modo sobrio, y con frecuencia alegre, lo importante que es vivir con lo esencial y abandonarse a la providencia del Padre (Mensaje I Jornada Mundial de los Pobres. n. 7). El objetivo de estas jornadas, recuerda el cardenal, mencionando palabras del Papa: “es en primer lugar, estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro. Hoy en día ‒dijo el Papa‒ mientras emerge cada vez más la riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la explotación ofensiva de la dignidad humana, escandaliza la propagación de la pobreza en grandes sectores de la sociedad entera. Una denuncia fuerte que hace el Papa de este mundo tan inequitativo”. ¿Cómo concretar esta misericordia con los pobres? En primer lugar, dijo el cardenal siempre mencionando las palabras de Francisco: “no pensar en los pobres como objetivos de una buena obra de caridad, de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia”, añadió. Estas iniciativas ayudan a “sensibilizarnos acerca de las necesidades de muchos hermanos y de las injusticias que a menudo las provocan”, pero sobre todo deben “introducirnos a un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida”, animó el purpurado, retomando palabras del Papa. Y retomó palabras de Francisco que dicen que “si deseamos ofrecer nuestra aportación efectiva al cambio de la historia, generando un desarrollo real, es necesario que escuchemos el grito de los pobres y el grito de la tierra”, para comprometernos a sacar a los pobres de su situación de marginación. San Juan XXIII, San Juan Pablo II y San Romero El cardenal recordó las palabras del Papa Juan XXIII: La Iglesia tiene que ser la Iglesia de todos, pero en particular la Iglesia de los pobres. El Papa Juan XXIII, señaló Rosa Chávez, convocó un Concilio en el cual, afirmó, “la Iglesia se examinó a sí misma, en qué tenía que convertirse. Es ahí donde el Papa Juan XXIII habla de un nuevo Pentecostés y dice que la Iglesia quiere ser la Iglesia de todos, pero sobre todo la Iglesia de los pobres”. El continente latinoamericano, afirmó el purpurado, fue único que acogió el “Concilio de forma oficial, en la reunión de Medellín en 1968”. Pablo VI al inaugurar ese encuentro, dio un discurso o a los campesinos: “Los pobres son Sacramento de Cristo”. El cardenal afirma que al tomar la Iglesia en serio el tema de los pobres, como lo describe el documento de Medellín, condujo al continente al martirio, y añadió: “Basta leer los documentos de Medellín y ver lo que pasó después en este continente, cuánta gente murió asesinada por ser fiel a esta doctrina. Monseñor Romero vivía este momento y cuando hace su primera Carta Pastoral como arzobispo dice: Con emoción de pastor, me doy cuenta de que la riqueza espiritual de la pascua, la herencia máxima de la Iglesia, florece entre nosotros y que ya se está realizando aquí el deseo que los obispos expresaron en Medellín al hablar a los jóvenes: «que se presente, cada vez más nítido, en América Latina, el rostro de una Iglesia auténticamente pobre, misionera y pascual, desligada de todo poder temporal y audazmente comprometida en la liberación de todo el hombre y de todos los hombres» (La Iglesia de la pascua. Abril 1977)”. Recordando a San Romero, el cardenal Rosa Chávez dijo: “la víspera de su martirio un día antes de morir dice en su homilía del 23 de marzo de 1980, Ya sé que hay muchos que se escandalizan de estas palabras y quieren acusarla de que ha dejado la predicación del evangelio para meterse en política, pero no acepto yo esta acusación, sino que hago un esfuerzo para que todo lo que nos ha querido impulsar el Concilio Vaticano II, la Reunión de Medellín y de Puebla, no sólo lo tengamos en las páginas y lo estudiemos teóricamente sino que lo vivamos y lo traduzcamos en esta conflictiva realidad de predicar como se debe el Evangelio... para nuestro pueblo. (Homilía. 23 de Marzo de 1980)”. Palabras de San Romero, un día antes de morir, donde dijo además: “Por eso le pido al Señor, durante toda la semana, mientras voy recogiendo el clamor del pueblo y el dolor de tanto crimen, la ignominia de tanta violencia, que me dé la palabra oportuna para consolar, para denunciar, para llamar al arrepentimiento, y aunque siga siendo una voz que clama en el desierto sé que la Iglesia está haciendo el esfuerzo por cumplir con su misión...”, palabras que le impactaron al Papa Francisco, dijo el cardenal, quien confío a la feligresía, que el Papa Francisco, les confesó que en su cuarto tiene la foto de Monseñor, a quien le invoca para que le dé valentía en su ministerio y pastor de toda la Iglesia. El cardenal, recuerda que, en el mensaje para esta Jornada, el Papa con el tema: “A los pobres siempre los tendrán con ustedes (Mc 14, 7)” afirma que los pobres de cualquier condición y de cualquier latitud nos evangelizan, porque nos permiten redescubrir de manera siempre nueva los rasgos más genuinos del rostro del Padre. «Ellos tienen mucho que enseñarnos. Además de participar del sensus fidei [sentido de la fe], en sus propios dolores conocen al Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos”. Fuente: Vatican news.
El laico dominico y autor de libros para la formación espiritual de los católicos, Shaun McAfee, resaltó algunas actividades que pueden ayudar a los fieles a dar un buen uso a las últimas semanas del año especial dedicado a San José. El Papa Francisco decretó un Año dedicado a San José desde el 8 de diciembre de 2020 hasta el 8 de diciembre de 2021 para conmemorar los 150 años del decreto Quemadmodum Deus, con el cual el Beato Pío IX declaró a San José patrono de la Iglesia universal. McAfee indicó en una columna en National Catholic Register que “a la luz de todos los demás eventos que ocurren en todo el mundo”, se ha hecho palpable la necesidad de tener “un santo paterno a quien emular” y a quién pedir su intercesión “por las necesidades de nuestros tiempos difíciles”. “No permitas que el Año de San José llegue a un final abrupto. El primer domingo de Cuaresma estará aquí antes de que nos demos cuenta. Quizás estés pensando, ‘¿A dónde se fue el año?’ Bueno, ahora es tu oportunidad de actuar”, agregó. Por ello, presentó una lista de actividades para ayudar a los fieles a seguir creciendo en la devoción a San José. 1. Lee la carta apostólica Patris Corde McAfee señaló que la carta apostólica del Papa Francisco “Patris Corde” (Corazón de Padre) debe “estar en la parte superior de las listas de lectura para aquellos que deseen seguir el llamado del Santo Padre a una mayor devoción a San José, incluso después de que termine el año”. “El Papa Francisco enfatiza los beneficios espirituales de la imitación de un santo que personificó la alegría del trabajo, la apertura de corazón a la voluntad de Dios y una amorosa devoción a la dignidad de la paternidad”, resaltó. 2. Gana una indulgencia plenaria Durante el Año de San José, el Santo Padre dio la oportunidad de obtener de muchas formas una indulgencia plenaria especial. McAfee señaló que la indulgencia plenaria “remite todo castigo temporal causado por el pecado” y resaltó que es “el equivalente a un restablecimiento completo del alma”. El autor indicó que entre las acciones que se pueden realizar para ganar indulgencias este año están: confiar el trabajo diario a la protección de San José Obrero, hacer un retiro meditando en San José, orar para que los desempleados reciban un trabajo digno y rezar una oración aprobada a San José el 19 de noviembre. “Recuerda que, además de las acciones específicas y un completo desprendimiento del pecado, las tres obligaciones que acompañan a la indulgencia son una confesión sacramental, recibir la Sagrada Comunión y orar por las intenciones del Santo Padre”, señaló. Puedes encontrar otras 15 formas de ganar indulgencias este Año de San José AQUÍ. 3. Recorre virtualmente una catedral dedicada a San José McAfee señaló que la “Catedral de San José de Nueva Orleans se encuentra entre las más históricas y hermosas de todo Estados Unidos”, la cual se puede visitar de manera virtual. “Descubre el significado de la arquitectura, las ventanas, el altar y todo lo demás a medida que creces en una amistad más profunda con el santo patrón”, agregó. 4. Recita la oración de San José El autor recordó la oración que el Papa Pio IX escribió en honor al patrono de la Iglesia Universal. Oh san José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos. Ayúdame, San José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, Te tribute mi agradecimiento y homenaje. Oh San José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo exhale mi último suspiro. ¡San José, patrono de las almas que parten, ruega por mí! Amén. 5. Reflexiona sobre San José McAfee recordó que el Beato Guillermo José Chaminade señalaba: “Nos preguntamos por qué el Evangelio menciona tan poco a San José. Pero, ¿no lo dijo todo cuando nos enseñó que era el esposo de María?”. “Esta cita es acertada y debería proporcionar mucho sobre lo que reflexionar para aquellos que deseen acercarse más a este maravilloso padre y modelo a seguir para los esposos en todos los estados de la vida”, remarcó. 6. Sigue el ejemplo de paternidad de San José El autor animó a “los padres a que redoblen su compromiso con el bienestar espiritual de sus hijos. Oren en familia, sean gentiles, pacientes y perdonen las faltas, en silencio si es necesario, en todo momento, pero especialmente cuando los desafíos entren en el hogar”. “El Papa Francisco muestra a José como el padre que ‘siempre supo que su hijo no era suyo, sino que simplemente había sido confiado a su cuidado’”, remarcó. 7. Memoriza la oración Patris Corde McAfee recordó las palabras de Santa Teresa de Ávila que indicaba que “quien se entrega a la oración debe tener siempre una devoción especial a San José; porque no sé de alguien que pueda pensar en la Reina de los ángeles, durante el tiempo que ella sufrió tanto junto al Niño Jesús, sin agradecer a San José los servicios que entonces les prestó”. Por ello el autor animó a rezar la oración de Patris Corde: Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre. Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén.
El Papa Francisco animó a rezar con confianza al Espíritu Santo para que nos ayude en nuestra debilidad y para ello propuso la bella oración de la liturgia de Pentecostés. “Los animo a pedir con confianza al EspiÌritu Santo que ayude nuestra debilidad, lo podemos hacer con la oracioÌn que nos propone la liturgia del diÌa de PentecosteÌs y que comienza asiÌ: ‘Ven EspiÌritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre, don en tus dones espleÌndido. Luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo’. Nos haraÌ bien recitarla frecuentemente, nos ayudaraÌ a caminar en la alegriÌa y la libertad”, dijo el Santo Padre en la Audiencia General del miércoles 10 de noviembre. Al concluir con su serie de catequesis sobre la Carta de San Pablo a los Gálatas, el Papa destacó la enseñanza del apoÌstol que “genera en nosotros entusiasmo; nos sentimos impulsados a seguir en seguida el camino de la libertad, a ‘caminar seguÌn el EspiÌritu’, siempre caminar según el Espíritu nos hace libres”. Sin embargo, el Papa advirtió que cuando “somos conscientes de nuestros liÌmites, porque tocamos con la mano cada diÌa lo difiÌcil que es ser doÌciles al EspiÌritu,” puede surgir “el cansancio que frena el entusiasmo. Nos sentimos desanimados, deÌbiles, a veces marginados respecto al estilo de vida seguÌn la mentalidad mundana”. Ante eso, el Santo Padre alentó a “invocar maÌs a menudo al EspiÌritu Santo” y agregó que “podemos hacerlo con palabras sencillas, en los diferentes momentos del diÌa”. Además, el Papa Francisco sugirió que “podemos llevar con nosotros, quizaÌ dentro de nuestro Evangelio de bolsillo, la bonita oracioÌn que la Iglesia recita en PentecosteÌs”, que es la secuencia al Espíritu Santo, porque “es una oracioÌn belliÌsima”. “Pero si no tienes la oración o no consigues encontrarla, el núcleo de la oración es: ‘Ven’. Como la Virgen rezaba con los apóstoles el día que Jesús subió al Cielo, ellos estaban solos en el cenáculo pidiendo ‘ven, que viniera el Espíritu’. Nos haraÌ bien rezarla a menudo”, afirmó el Papa. “¿Cómo se invoca al Espíritu Santo? Porque yo sé rezar al Padre con el Padrenuestro, sé rezar a la Madre con el Ave María, sé rezar a Jesús con la oración de las llagas, pero al Espíritu ¿cuál es la oración del Espíritu Santo?”, preguntó el Papa. En ese sentido, dijo que “la oración al Espíritu Santo es espontánea, debe nacer de tu corazón, tú debes pedir en los momentos de dificultad. ¡Ven Espíritu Santo! La palabra clave es esta: ven, ven; pero lo tienes que decir tú, con tu lenguaje, con tus palabras: ven porque estoy en dificultad, ven porque estoy en la oscuridad, ven porque no sé qué hacer, ven porque estoy por caer, ven, ven. Es la palabra del Espíritu, llamar al Espíritu”, invitó el Papa. Finalmente, el Santo Padre señaló que “así, con la presencia del Espíritu nosotros salvaguardamos la libertad, seremos libres, cristianos libres, no apegados al pasado en el feo sentido de la palabra, no encadenados a prácticas, la libertad cristiana, lo que nos hace madurar. Nos ayudaraÌ a caminar en el EspiÌritu, en la libertad y en la alegriÌa porque cuando viene el Espíritu Santo viene la alegría, la verdadera alegría”, concluyó el Papa. Fuente: ACI Prensa
Al convocar este Sínodo, el Papa Francisco invita a toda la Iglesia a reflexionar sobre un tema decisivo para su vida y su misión: “Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” Siguiendo la senda de la renovación de la Iglesia propuesta por el Concilio Vaticano II, este camino común es, a la vez, un don y una tarea. Al reflexionar juntos sobre el camino recorrido hasta ahora, los distintos miembros de la Iglesia podrán aprender de las experiencias y perspectivas de los demás, guiados por el Espíritu Santo (PD, 1). Iluminados por la Palabra de Dios y unidos en la oración, podremos discernir los procesos para buscar la voluntad de Dios y seguir los caminos a los que Dios nos llama, hacia una comunión más profunda, una participación más plena y una mayor apertura para cumplir nuestra misión en el mundo. La Comisión Teológica Internacional (CTI) describe la sinodalidad de esta manera: ‘Sínodo’ es una palabra antigua muy venerada por la Tradición de la Iglesia, cuyo significado se asocia con los contenidos más profundos de la Revelación […] indica el camino que recorren juntos los miembros del Pueblo de Dios. Remite por lo tanto al Señor Jesús que se presenta a sí mismo como “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6), y al hecho de que los cristianos, sus seguidores, en su origen fueron llamados «los discípulos del camino» (cfr. He 9,2; 19,9.23; 22,4; 24,14.22). La sinodalidad designa ante todo el estilo peculiar que califica la vida y la misión de la Iglesia expresando su naturaleza, como el caminar juntos y el reunirse en asamblea del Pueblo de Dios convocado por el Señor Jesús en la fuerza del Espíritu Santo para anunciar el Evangelio. Debe expresarse en el modo ordinario de vivir y obrar de la Iglesia. En este sentido, la sinodalidad permite a todo el Pueblo de Dios caminar juntos, en escucha del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios, para participar en la misión de la Iglesia en la comunión que Cristo establece entre nosotros. En definitiva, el caminar juntos es la forma más eficaz de manifestar y poner en práctica la naturaleza de la Iglesia como Pueblo de Dios peregrino y misionero (DP, 1). Todo el Pueblo de Dios comparte una dignidad y una vocación común a través del Bautismo. Todos estamos llamados, en virtud de nuestro Bautismo, a participar activamente en la vida de la Iglesia. En las parroquias, en las pequeñas comunidades cristianas, en los movimientos de laicos, en las comunidades religiosas y en otras formas de comunión, mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, todos estamos invitados a escucharnos unos a otros, 3 FRANCISCO, Discurso para la ceremonia de conmemoración del 50º aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos (17 de octubre de 2015).
CONCURSO DE NACIMIENTOS 2021: «EL PORTAL DE BELEN» 1. DESCRIPCIÓN DEL EVENTO Con el objetivo de redescubrir el verdadero significado de la Navidad, recordando el nacimiento del Hijo de Dios, se desarrollará un Concurso de Nacimientos ABIERTO, entendiéndose por abierto a que cualquier persona puede participar en el concurso; las obras de nacimientos presentadas servirán como insumo para el desarrollo de una exposición dentro del centro comercial. Con la exposición pública, se dará a conocer la creatividad de los salvadoreños, unidos a la misión de Lumen, de evangelizar a través de todos los medios posibles. 2. PATROCINADORES OFICIALES: CENTRO COMERCIAL GALERÍAS CREDICOMER TEXACO Estaciones Caribe y Mirador MD DR TEALS BODYCOLOGY BODY FANTASIES VIDUC 3. PARTICIPANTES: Concurso abierto, dirigido a todas las personas con creatividad que gustan del arte y que profesen la fe católica. 4. BASES * La obra será una representación del nacimiento del Niño Jesús. * La obra deberá ser original. * El número mínimo de piezas es de tres, siendo obligatorias las figuras del niño Jesús, Santa María y San José. * Se permiten utilizar otros elementos como la estrella, el pesebre, el ángel, etc. (Aclarando que todas las piezas complementarias estén bajo el concepto de la evangelización, es decir no se permiten piezas típicas de leyendas). * Las propuestas deben ser elaboradas de forma tridimensional. * El área del montaje debe de tener como máximo 60 cms de alto y/o 60 cms de ancho. Se debe incluir una base de cartón, plywood, madera o material similar y cada pieza deberá ser adherida a la base. * El material a utilizar puede ser de tipo natural, orgánico, cerámica o sintético (tela, tusa, cartón, madera, plástico, lámina, otros…); con capacidad de conservación a temperatura ambiente para un plazo no menor a 2 meses desde la fecha de presentación. * Paleta cromática libre. * Todos los requerimientos del montaje deben ser presentados con la obra y resuelto por cada participante. * No se contará con energía eléctrica. * Junto a la obra se presentará una breve reseña descriptiva del Nacimiento, indicando: · Título de la obra · Racional: Concepto (que representan los elementos) · Materia prima utilizada · Breve descripción del proceso de preparación y elaboración · Tiempo que demandó la preparación de la obra · Valor de la obra · Cualquier dato que el concursante crea oportuno señalar. 5. JURADO La organización establecerá un jurado con un número determinado de miembros, que serán personas calificadas y con conocimiento en el arte de la construcción de belenes, y la representación plástica del nacimiento de Jesucristo. Una vez revisados todos los nacimientos presentados a concurso, el jurado se reunirá y valorará conforme a las directrices establecidas, y concederá los lugares para los premios que correspondan. Se realizará un escrito que deberá ser firmada por cada uno de los miembros del jurado e introducida en un sobre, que será entregado a la organización del concurso. Miembros del jurado: La evaluación se realizará por medio de 4 jurados, con igual ponderación de voto. El jurado está compuesto por un Sacerdote (Asesor Espiritual) representante de LUMEN EL SALVADOR, un representante de Credicomer (patrocinador), un representante del CENAR y un representante del Centro Comercial Galerías. 6. CRITERIOS DE EVALUACIÓN El jurado evaluará los siguientes puntos, en una escala del 1 al 10: · Creatividad · Diseño · Técnica · Diversidad de materiales · Limpieza y montaje La evaluación se llevará a cabo en el lugar de la exposición. El jurado pasará por cada uno de los nacimientos completando un formulario con los puntos antes mencionados; siendo los tres que totalicen el mayor puntaje los acreedores del primer, segundo y tercer lugar. 7. DEL DESARROLLO DE LA OBRA Y EL CONCURSO De todas las obras presentadas, se escogerán los 3 primeros lugares que serán las premiadas. Es requisito la exposición pública de la obra, debiendo estar colocada dentro de La Casona, ubicada en el primer nivel del Centro Comercial Galerías. La exposición pública estará comprendida desde el 1 de Diciembre 2021 al 6 de Enero 2021. La exhibición al público será de Lunes a Domingo. Para la exhibición pública, el montaje se realizará el día 30 de Noviembre en los horarios de 8:00 am a 5:00 pm y es responsabilidad de cada participante llevar la obra al lugar y hora estipulado. 8. CRONOGRAMA: fechas importantes Lanzamiento del concurso: 8 de noviembre/ 2021 Montaje en espacio público: 30 de noviembre/ 2021 en C.C. Galerías Exposición de las obras. 1 de diciembre/2021 al 6 de enero/2022 en C.C. Galerías Evaluación jurados: Del 13 al 15 de diciembre/ 2021, en C.C. Galerías Premiación: 17 de diciembre, en C.C. Galerías, sujeto a confirmación 9. PREMIACIÓN Los premios serán entregados por Directivos de Lumen El Salvador el 17 de diciembre de 2021, en el lugar de la exhibición (hora y fecha sujeto a confirmación). Para la premiación se invitará a representantes de la LUMEN EL SALVADOR, representantes de SIMCO, CREDICOMER, MD, TEXACO, DR TEALS, BODYCOLOGY, BODY FANTASIES Y VIDUC. 10. DE LOS PREMIOS. Primer Lugar: $500 en efectivo + 1 Estuche Dr Teals (Sales minerales, crema corporal y aceite) + 1 Estuche Dúo Bofy Fantasy (Splash + Crema + Una cartera) + 1 Taladro (gracias a VIDUC) Segundo Lugar: $300 en efectivo + 1 Estuche Dr Teals (Sales minerales + crema corporal + aceite) + 1 Estuche Bodycology (Splash + crema de cuerpo + crema de manos) + 1 Pulidora (gracias a VIDUC) Tercer Lugar: $250 Certificado MD + 1 Estuche Dr Teals (Sales minerales + crema corporal + aceite) + 1 Estuche Bodycology (Splash + crema de cuerpo) + 1 Pulidora (gracias a VIDUC) 11. INSCRIPCIÓN: Todos los participantes deberán inscribirse previamente por medio de: 2260-1583 o enviando un correo: impresos@lumenelsalvador.com compartiendo su nombre y número de contacto. 12. OBSERVACIONES IMPORTANTES A pesar que Lumen El Salvador y Centro Comercial Galerías proveerán personal que supervisarán el cuido de las obras, estos no son responsables de la conservación ni de la seguridad de estos. Lumen El Salvador se reserva el derecho de retirar de la participación del concurso aquellas obras que considere atentan contra la moral, principios cristianos, tradición y estética.
San Carlos Borromeo, un santo que tomó muy en serio las palabras de Jesús; "Quien ahorra su vida, la pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la ganará". Era un noble de alta alcurnia. Su padre, el conde Gilberto Borromeo, se distinguió por su talento y sus virtudes. Su madre, Margarita, pertenecía a la noble rama milanesa de los Médicis. Un hermano menor de su madre llegó a ceñir la tiara pontificia con el nombre de Pío IV. Carlos era el segundo de los varones entre los seis hijos de una familia. Nació en el castillo de Arona, junto al lago Maggiore, el 2 de octubre de 1538. Desde los primeros años, dió muestras de gran seriedad y devoción. A los doce años, recibió la tonsura, y su tío, Julio Cesar Borromeo, le cedió la rica abadía benedictina de San Gracián y San Felino, en Arona, que desde tiempo atrás estaba en manos de la familia. Se dice que Carlos, aunque era tan joven, recordó a su padre que las rentas de ese beneficio pertenecían a los pobres y no podían ser aplicadas a gastos seculares, excepto lo que se emplease en educarle para llegar a ser, un día, digno ministro de la Iglesia. Después de estudiar el latín en Milán, el joven se trasladó a la Universidad de Pavía, donde estudió bajo la dirección de Francisco Alciati, quien más tarde sería promovido al cardenalato a petición del santo. Carlos tenía cierta dificultad de palabra y su inteligencia no era deslumbrante, de suerte que sus maestros le consideraban como un poco lento; sin embargo, el joven hizo grandes progresos en sus estudios. La dignidad y seriedad de su conducta hicieron de él un modelo de los jóvenes universitarios, que tenían la reputación de ser muy dados a los vicios. El conde Gilberto sólo daba a su hijo una parte mínima de las rentas de su abadía y, por las cartas de Carlos, vemos que atravesaba frecuentemente por periodos de verdadera penuria, pues su posición le obligaba a llevar un tren de vida de cierto lujo. A los veintidós años, cuando sus padres ya habían muerto, obtuvo el grado de doctor. En seguida retornó a Milán, donde recibió la noticia de que su tío el cardenal de Médicism había sido elegido Papa en el cónclave de 1559, a raíz de la muerte de Pablo IV. A principio de 1560, el nuevo Papa hizo a su sobrino cardenal diácono y, el 8 de febrero, le nombró administrador de la sede vacante de Milán, pero, en vez de dejarle partir, le retuvo en Roma y le confió numerosos cargos. En efecto, Carlos fue nombrado, en rápida sucesión, legado de Bolonia, de la Romaña y de la Marca de Ancona, así como protector de Portugal, de los países bajos, de los cantones católicos de Suiza y además, de las órdenes de San Francisco, del Carmelo, de los Caballeros de Malta y otras más. Lo extraordinario es que todos esos honores y responsabilidades recaían sobre un joven que no había cumplido aún veintitrés años y era simplemente clérigo de órdenes menores. Es increíble la cantidad de trabajo que san Carlos podía despachar sin apresurarse nunca, a base de una actividad regular y metódica. Además, encontraba todavía tiempo para dedicarse a los asuntos de su familia, para oír música y para hacer ejercicio. Era muy amante del saber y lo promovió mucho entre el clero, para lo que fundó en el Vaticano, con el objeto de instruir y deleitar a la corte pontificia, una academia literaria compuesta de clérigos y laicos, algunas de cuyas conferencias y trabajos fueron publicados entre las obras de San Carlos con el título de Noctes Vaticanae. Por entonces, juzgó necesario atenerse a la costumbre renacentista que obligaba a los cardenales a tener un palacio magnífico, una servidumbre muy numerosa, a recibir constantemente a los personajes de importancia y a tener una mesa a la altura de las circunstancias. Pero en su corazón, estaba profundamente desprendido de todas esas cosas. Había logrado mortificar perfectamente sus sentidos y su actitud era humilde y paciente. Muchas almas se convierten a Dios en la adversidad; San Carlos tuvo el mérito de saber comprobar la vanidad de la abundancia al vivir en ella y, gracias a eso, su corazón se despegó cada vez más de las cosas terrenas. Había hecho todo lo posible por preveer al gobierno de la diócesis de Milán y remediar los desórdenes que había en ella; en este sentido, el mandato del Papa de que se quedase en Roma le dificultó la tarea. El Venerable Bartolomé de Martyribus, arzobispo de Braga, fue por entonces a la ciudad Eterna y San Carlos aprovechó la oportunidad para abrir su corazón a ese fiel siervo de Dios, a quien indicó: "Ya veis la posición que ocupo. Ya sabéis lo que significa ser sobrino y sobrino predilecto de un Papa y no ignoráis lo que es vivir en la corte romana. Los peligros son inmenso. ¿Qué puedo hacer yo, joven inexperto? Mi mayor penitencia es el fervor que Dios me ha dado y, con frecuencia, pienso en retirarme a un monasterio a vivir como si sólo Dios y yo existiésemos". El arzobispo disipó las dudas del cardenal, asegurándole que no debía soltar el arado que Dios le había puesto en las manos para el servicio de la Iglesia, sino que debía, más bien, tratar de gobernar personalmente su diócesis en cuanto se le ofreciese oportunidad. Cuando San Carlos se enteró de que Bartolomé de Martyribus había ido a Roma precisamente con el objeto de renunciar a su arquidiócesis, le pidió explicaciones sobre el consejo que le había dado, y el arzobispo hubo de usar de todo su tacto en tal circunstancia. Pío IV había anunciado poco después de su elección que tenía la intención de volver a reunir el Concilio de Trento, suspendido en 1552. San Carlos empleó toda su influencia y su energía para que el Pontífice llevase a cabo su proyecto, a pesar de que las circunstancias políticas y eclesiásticas eran muy adversas. Los esfuerzos del cardenal tuvieron éxito, y el Concilio volvió a reunirse en enero de 1562. Durante los dos años que duró la sesión, el santo tuvo que trabajar con la misma diplomacia y vigilancia que había empleado para conseguir que se reuniese. Varias veces estuvo a punto de disolverse la asamblea, dejando la obra incompleta, pero, con su gran habilidad y con el constante apoyo que prestó a los legados del Papa, logró que la empresa siguiese adelante. Así pues, en las nueve reuniones generales y en las numerosísimas reuniones particulares se aprobaron muchísimo de los decretos dogmáticos y disciplinarios de mayor importancia. El éxito se debió a San Carlos más que a cualquier otro de los personajes que participaron en la asamblea, de suerte que puede decirse que él fue director intelectual y el espíritu rector de la tercera y última sesión del Concilio de Trento. En el curso de las reuniones murió el conde Federico Borromeo, con lo cual, San Carlos quedó como jefe de su noble familia y su posición se hizo más difícil que nunca. Muchos supusieron que iba a abandonar el estado clerical para casarse, pero el santo ni siquiera pensó en ello. Renunció a sus derechos en favor de su tío Julio y se ordenó sacerdote en 1563. Dos meses más tarde, recibió la consagración episcopal, aunque no se le permitió trasladarse a su diócesis. Además de todos sus cargos, se le confió la supervisión de la publicación del Catecismo del Concilio de Trento y la reforma de los libros litúrgicos y de la música sagrada; él fue quien encomendó a Palestrina la composición de la Missa Papae Maecelli. Milán que había estado durante ochenta años sin obispo residente, se hallaba en un estado deplorable. El vicario de San Carlos había hecho todo lo posible por reformar la diócesis con la ayuda de algunos jesuitas, pero sin gran éxito. Finalmente, San Carlos consiguió permiso para reunir un concilio provisional y visitar su diócesis. Antes de que partiese, el Papa le nombró legado a latere para toda Italia. El pueblo de Milán le recibió con el mayor gozo y el santo predicó en la catedral sobre el texto "Con gran deseo he deseado comer esta Pascua con vosotros". Diez Obispos sufragáneos asistieron al sínodo, cuyas decisiones sobre la observancia de los decretos del Concilio de Trento, sobre la disciplina y la formación del Clero, sobre la celebración de los divinos oficios, sobre la administración de los sacramentos, sobre la enseñanza dominical del catecismo y sobre muchos otros puntos, fueron tan atinados que el Papa escribió a San Carlos para felicitarle. Cuando el santo se hallaba en el cumplimiento del oficio como legado de Toscana, fue convocado a Roma para asistir a Pío IV en su lecho de muerte, donde también le asistió San Felipe Neri. El nuevo Papa Pío V, pidió a San Carlos que se quedase algún tiempo en Roma para desempeñar los oficios que su predecesor le había confiado, pero el santo aprovechó la primera oportunidad para rogar al Papa que le dejase partir y, supo hacerlo con tal tino, que Pío V le despidió con su bendición. San Carlos llegó a Milán en abril de 1556 y, en seguida empezó a trabajar enérgicamente en la reforma de su diócesis. Su primer paso fue la organización de su propia casa. Puesto que consideraba el episcopado como un estado de perfección, se mostró sumamente severo consigo mismo. Sin embargo, supo siempre aplicar la discreción a la penitencia para no desperdiciar las fuerzas que necesitaba en el cumplimiento de su deber, de suerte que aun en las mayores fatigas conservaba toda su energía. Las rentas de que disfrutaba eran pingües, pero dedicaba la mayor parte de las obras de caridad y se oponía decididamente a la ostentación y al lujo. En cierta ocasión en que alguien ordenó que le calentasen el lecho, el santo dijo, sonriendo: "La mejor manera de no encontrar el lecho demasiado frío es ir a él más frío de lo que pueda estar". Francisco Panigarola, arzobispo de Asti, dijo en la oración fúnebre por San Carlos: "De sus rentas no empleaba para su propio uso más que lo absolutamente indispensable. En cierta ocasión en que le acompañé a una visita del valle de Mesolcina, que es un sitio muy frío, le encontré por la noche estudiando, vestido únicamente con una sotana vieja. Naturalmente le dije que, si no quería morir de frío, tenía que cubrirse mejor y él sonrió al responderme: 'No tengo otra sotana. Durante el día estoy obligado a vestir la púrpura cardenalicia, pero ésta es la única sotana realmente mía y me sirve lo mismo en el verano que en el invierno' ". Cuando San Carlos se estableció en Milán, vendió la vajilla de plata y otros objetos preciosos en 30,000 coronas, suma que consagró íntegramente a socorrer a las familias necesitadas. Su limosnero tenía orden de repartir entre los pobres 200 coronas mensuales, sin contar las limosnas extraordinarias, que eran muy numerosas. La generosidad de San Carlos dejó un recuerdo imperecedero. Por ejemplo, supo ayudar tan liberalmente al Colegio Inglés de Douai, que el cardenal Allen solía llamar a San Carlos, fundador de la institución. Por otra parte, el santo organizó retiros para su clero. El mismo hacía los Ejercicios Espirituales dos veces al año y tenía por regla confesarse todos los días antes de celebrar la misa. Su confesor ordinario era el Dr. Griffith Roberts, de la diócesis de Bangor, autor de la famosa gramática galesa. San Carlos nombró a otro galés (el Dr. Qwen, quien más tarde llegó a ser obispo de Calabria) vicario general de su diócesis, y llevaba siempre consigo una imagen de San Juan Fisher. Tenía el mayor respeto por la liturgia, de suerte que jamás decía una oración ni administraba ningún sacramento apresuradamente, por grande que fuese su prisa o por larga que resultase la función. Su espíritu de oración y su amor de Dios dejaban en los otros un gran gozo espiritual, le ganaban los corazones, e infundían en todos el deseo de perseverar en la virtud y de sufrir por ella. Tal fue el espíritu que San Carlos aplicó a la reforma de su diócesis, empezando por la organización de su propia casa. Su casa estaba compuesta de cien personas; la mayor parte eran clérigos, a lo que el santo pagaba generosamente para evitar que recibiesen regalos de otros. En la diócesis se conocía mal la religión y se la comprendía aún menos; las prácticas religiosas estaban desfiguradas por la superstición y profanadas por los abusos. Los sacramentos habían caído en el abandono, porque muchos sacerdotes apenas sabían cómo administrarlos y eran indolentes, ignorantes y de mala vida. Los monasterios se hallaban en el mayor desorden. Por medio de concilios provinciales, sínodos diocesanos y múltiples instrucciones pastorales, San Carlos aplicó progresivamente las medidas necesarias para la reforma del clero y del pueblo. Aquellas medidas fueron tan sabias, que una gran cantidad de prelados las consideran todavía como un modelo y las estudian para aplicarlas. San Carlos fue uno de los hombres más eminentes en teología pastoral que Dios enviara a su Iglesia para remediar los desórdenes producidos por la decadencia espiritual de la Edad Media y por los excesos de los reformadores protestantes. Empleando por una parte la ternura paternal y las ardientes exhortaciones y, poniendo rigurosamente en práctica, por la otra, los decretos de los sínodos, sin distinción de personas, ni clases, ni privilegios, doblegó poco a poco a los obstinados y llegó a vencer dificultades que habrían desalentado aun a los más valientes. San Carlos tuvo que superar su propia dificultad de palabra, a base de paciencia y atención, pues tenía un defecto en la lengua. A este propósito, decía su amigo Aquiles Gagliardi: "Muchas veces me he maravillado de que, aun sin poseer elocuencia natural alguna, sin tener ningún atractivo especial en su persona, haya conseguido obrar tales cambios en el corazón de sus oyentes. Hablaba brevemente, con suma seriedad y apenas se podía oír su voz; sin embargo, sus palabras producían siempre efecto". San Carlos ordenó que se atendiese especialmente a la instrucción cristiana de los niños. No contento con imponer a los sacerdotes la obligación de enseñar públicamente el catecismo todos los domingos y días de fiesta, estableció la Cofradía de la Doctrina Cristiana, que llegó a contar, según se dice, con 740 escuelas, 3.000 catequistas y 40.000 alumnos. Así pues, San Carlos fundó las "escuelas dominicales" dos siglos antes de que Roberto Raikes las introdujese en Inglaterra para los niños protestantes. San Carlos se valió particularmente de los clérigos regulares de San Pablo ("barnabitas"), cuyas constituciones él mismo había ayudado a revisar y, en 1578, fundó una congregación de sacerdotes seculares, llamados Oblatos de San Ambrosio que, por un voto simple de obediencia a su obispo, se ponían a disposición de éste para que los emplease a su gusto en la obra de la salvación de las almas. Pío XI formó parte más tarde de esa congregación, cuyos miembros se llaman actualmente Oblatos de San Ambrosio y de San Carlos. Pero en todas partes se acogió bien la obra reformadora del santo, quien en ciertos casos tuvo que hacer frente a una oposición violenta y sin escrúpulos. En 1567, tuvo una dificultad con el senado. Ciertos laicos que llevaban abiertamente una vida poco edificante y se negaban a prestar oídos a las exhortaciones del santo, fueron aprisionados por orden suya. El senado amenazó, con ese motivo, a los funcionarios de la curia del arzobispo, y el asunto llegó hasta el Papa y Felipe II de España. Entre tanto, el alguacil episcopal fue golpeado y expulsado de la ciudad. San Carlos, después de considerar la cosa maduramente, excomulgó a los que habían participado en el ataque. Finalmente, el fallo sobre este conflicto de jurisdicción favoreció a San Carlos, ya que en la antigua ley un arzobispo gozaba de cierto poder ejecutivo; pero el gobernador de Milán se negó a aceptar esa decisión. San Carlos partió por entonces a visitar tres valles alpinos: el de Levantina, el de Bregno y La Riviera, que los anteriores arzobispos habían dejado completamente abandonados y donde la corrupción del clero era todavía mayor que la de los laicos, con los resultados que pueden imaginarse. El santo predicó y catequizó por todas partes, destituyó a los clérigos indignos y los reemplazó por hombres capaces de restaurar la fe y las costumbres del pueblo y de resistir a los ataques de los protestantes zwinglianos. Pero sus enemigos de Milán no le dejaron mucho tiempo en paz. Como la conducta de algunos de los canónigos de la colegiata de Santa María della Scala (que pretendían estar exentos de la jurisdicción del ordinario) no correspondiese a su dignidad, San Carlos consultó a San Pío V, quien le contestó que tenía derecho a visitar dicha iglesia y a tomar contra los canónigos las medidas que juzgase necesarias. San Carlos se presentó entonces en la iglesia a hacer la visita canónica; pero los canónigos le dieron con la puerta en las narices y alguien hizo un disparo contra la cruz que el santo había alzado con la mano durante el tumulto. El senado se puso en favor de los canónigos y presentó a Felipe II de España las más virulentas acusaciones contra el arzobispo, diciendo que se había arrogado los derechos del rey, porque la colegiata estaba bajo el patronato regio. Por otra parte, el gobernador de Milán escribió al Papa, amenazando con desterrar al cardenal Borromeo por traidor. Finalmente, el rey escribió al gobernador para que apoyase al arzobispo y los canónigos ofrecieron resistencia algún tiempo, pero acabaron por doblegarse. Antes de que ese asunto se solucionase, la vida de San Carlos corrió un peligro todavía mayor. La orden religiosa de los humiliati, que contaba ya con muy pocos miembros pero poseía aún muchos monasterios y tierras, se había sometido a las medidas reformadoras del arzobispo, pero los humiliati estaban totalmente corrompidos y su sumisión había sido aparente. En efecto, intentaron por todos los medios conseguir que el Papa anulase las disposiciones de San Carlos y, al fracasar sus intentos, tres priores de la orden tramaron un complot para asesinar a San Carlos. Un sacerdote de la orden, llamado Jerónimo Donati Farina, aceptó hacer el intento de matar al santo por veinte monedas de oro. Se obtuvo esa suma con la venta de los ornamentos de una iglesia. El 26 de octubre de 1569, Farina se apostó a la puerta de la capilla de la casa de San Carlos, en tanto que éste rezaba las oraciones de la noche con los suyos. Los presentes cantaban un himno de Orlando di Lasso y, precisamente en el momento en que entonaban las palabras, "Ya es tiempo de que vuelva a Aquél que me envió", el asesino descargó su pistola contra el santo. Farina consiguió escapar en el tumulto que se produjo, en tanto que San Carlos, pensando que estaba herido de muerte, encomendaba su vida a Dios. En realidad la bala sólo había tocado sus ropas y su manto cardenalicio había caído al suelo, pero el santo estaba ileso. Después de una solemne procesión de acción de gracias, San Carlos se retiró unos días a un monasterio de la Cartuja para consagrar nuevamente su vida a Dios. Al salir de su retiro, visitó otra vez los tres valles de los Alpes y aprovechó la oportunidad para recorrer también los cantones suizos católicos, donde convirtió a cierto número de zwinglianos y restauró la disciplina en los monasterios. La cosecha de aquel año se perdió y, al siguiente, Milán atravesó por un periodo de carestía. San Carlos pidió ayuda para procurar alimentos a los necesitados y, durante tres meses, dio de comer diariamente a tres mil pobres con sus propias rentas. Como había estado bastante mal de salud, los médicos le ordenaron que modificase su régimen de vida, pero el cambio no produjo ninguna mejoría. Después de asistir en Roma al cónclave que eligió a Gregorio XIII, el santo volvió a su antiguo régimen y así, pronto se recuperó. Al poco tiempo, tuvo un nuevo conflicto con el poder civil de Milán, pues el nuevo gobernador, Don Luis de Requesens, trató de reducir la jurisdicción local de la Iglesia y de poner en mal al arzobispo con el rey. San Carlos no vaciló en excomulgar a Requesens quien, para vengarse, envió un pelotón de soldados a patrullar las cercanías del palacio episcopal y prohibió que las cofradías se reuniesen cuando no estuviera presente un magistrado. Felipe II acabó por destituir al gobernador. Pero esos triunfos públicos no fueron, por cierto, la parte más importante del "cuidado pastoral" que ensalza el oficio de la fiesta de San Carlos. Su tarea principal consistió en formar un clero virtuoso y bien preparado. En cierta ocasión en que un sacerdote ejemplar se hallaba gravemente enfermo, las gentes comentaron que el arzobispo se preocupaba demasiado por él. El santo respondió: "¡Bien se ve que no sabéis lo que vale la vida de un buen sacerdote!" Ya mencionamos arriba la fundación de los oblatos de San Ambrosio, que tanto éxito tuvieron. Por otra parte, San Carlos reunió cinco sínodos provinciales y once diocesanos. Era infatigable en la visita a las parroquias. Cuando uno de sus sufragáneos le dijo que no tenía nada que hacer, el santo le mandó una larga lista de las obligaciones episcopales, añadiendo después de cada punto: "¿Cómo puede decir un obispo que no tiene nada que hacer?" El santo fundó tres seminarios en la arquidiócesis de Milán, para otros tantos tipos de jóvenes que se preparaban al sacerdocio y exigió en todas partes que se aplicasen las disposiciones del Concilio Tridentino acerca de la formación sacerdotal. En 1575, fue a Roma a ganar la indulgencia del jubileo y, al año siguiente, la instituyó en Milán. Acudieron entonces a la ciudad grandes multitudes de peregrinos, algunos de los cuales estaban contaminados con la peste, de suerte que la epidemia se propagó en Milán con gran virulencia. El gobernador y muchos de los nobles abandonaron la ciudad. San Carlos se consagró enteramente al cuidado de los enfermos. Como su clero no fuese suficientemente numeroso para asistir a las víctimas, reunió a los superiores de las comunidades religiosas y les pidió ayuda. Inmediatamente se ofrecieron como voluntarios muchos religiosos, a quien San Carlos hospedó en su propia casa. Después escribió al gobernador, Don Antonio de Guzmán, echándole en cara su cobardía, y consiguió que volviese a su puesto, con otros magistrados, para esforzarse en poner coto al desastre. El hospital de San Gregorio resultaba demasiado pequeño y siempre estaba repleto de muertos, moribundos y enfermos a quienes nadie se encargaba de asistir. El espectáculo arrancó lágrimas a San Carlos, quien tuvo que pedir auxilio a los sacerdotes de los valles alpinos, pues los de Milán se negaron, al principio, a ir al hospital. La epidemia acabó con el comercio, lo cual produjo la carestía. San Carlos agotó literalmente sus recursos para ayudar a los necesitados y contrajo grandes deudas. Llegó al extremo de transformar en vestidos para los pobres, los toldos y doseles de colores que solían colgarse desde el palacio episcopal hasta la catedral, durante las precesiones. Se colocó a los enfermos en las casas vacías de las afueras de la ciudad y en refugios improvisados; los sacerdotes organizaron cuerpos de ayudantes laicos, y se erigieron altares en las en las calles para que los enfermos pudiesen asistir a misa desde las ventanas. Pero el arzobispo no se contentó con orar, hacer penitencia, organizar y distribuir, sino que asistió personalmente a los enfermos, a los moribundos y acudió en socorro de los necesitados. Los altibajos de la peste duraron desde el verano de 1576 hasta principios de 1578. Ni siquiera en ese período dejaron los magistrados de Milán de hacer intentos para poner en mal a San Carlos con el Papa. Tal vez algunas de sus quejas no eran del todo infundadas, pero todas ellas revelaban, en el fondo, la ineficacia y estupidez de quienes las presentaban. Cuando terminó la epidemia, San Carlos decidió reorganizar el capítulo de la catedral sobre la base de la vida común. Los canónigos se opusieron y el santo determinó entonces fundar sus oblatos. En la primavera de 1580, hospedó durante una semana a una docena de jóvenes ingleses que iban de paso hacia la misión de Inglaterra y uno de ellos predicó ante él: era el Beato Rodolfo Sherwin, quien un año y medio más tarde había de morir por la fe en Londres. Poco después, San Carlos le dio la primera comunión a Luis Gonzaga, que tenía entonces doce años. Por esa época viajó mucho y las penurias y fatigas empezaron a afectar su salud. Además, había reducido las horas de sueño y el Papa hubo de recomendarle que no llevase demasiado lejos el ayuno cuaresmal. A fines de 1583, San Carlos fue enviado a Suiza como visitador apostólico y en Grisons tuvo que enfrentarse no sólo contra los protestantes, sino también contra un movimiento de brujas y hechiceros. En Roveredo, el pueblo acusó al párroco de practicar la magia y el santo se vio obligado a degradarle y entregarle al brazo secular. No se avergonzaba de discutir pacientemente sobre puntos teológicos con las campesinas protestantes de la región y, en cierta ocasión, hizo esperar a su comitiva hasta que consiguió hacer aprender el Padrenuestro y el Avemaría a un ignorante pastorcito. Habiéndose enterado de que el duque Carlos de Saboya había caído enfermo en Vercelli, fue a verle inmediatamente y le encontró agonizante. Pero, en cuanto entró en la habitación del duque, éste exclamó: "¡Estoy curado!" El santo le dio la comunión al día siguiente. Carlos de Saboya pensó siempre que había recobrado la salud gracias a las oraciones de San Carlos y, después de la muerte de éste, mandó colgar en su sepulcro una lámpara de plata. En el año de 1584, decayó más la salud del santo. Después de fundar en Milán una casa de convalecencia, San Carlos partió en octubre, a Monte Varallo para hacer su retiro anual, acompañado por el P. Adorno, S. J. Antes de partir, había predicho a varias personas que le quedaba ya poco tiempo de vida. En efecto, el 24 de octubre se sintió enfermo y, el 29 del mismo mes, partió de regreso a Milán, a donde llegó el día de los fieles difuntos. La víspera había celebrado su última misa en Arona, su ciudad natal. Una vez en el lecho, pidió los últimos sacramentos "inmediatamente" y los recibió de manos del arcipreste de su catedral. Al principio de la noche del 3 al 4 de noviembre, murió apaciblemente, mientras pronunciaba las palabras "Ecce venio". No tenía más que cuarenta y seis años de edad. La devoción al santo cardenal se propagó rápidamente. En 1601, el cardenal Baronio, quien le llamó "un segundo Ambrosio", mandó al clero de Milán una orden de Clemente VIII para que, en el aniversario de la muerte del arzobispo, no celebrasen misa de requiem, sino una misa solemne. San Carlos fue oficialmente canonizado por Paulo V el 1ro de noviembre de 1610.
La celebración de Holywins, cuyo significado es “la santidad vence”, es una iniciativa que nació en París en 2002 con el objetivo de celebrar el 31 de octubre la víspera de Todos los Santos. Con el tiempo, esta celebración católica se extendió a otros países europeos como España y al resto del mundo. Ese día, las parroquias y comunidades católicas se reúnen para celebrar Misa, participar en adoraciones eucarísticas y encuentros de oración, así como en actividades lúdicas para fomentar la participación de los niños, jóvenes y sus familias. Por ejemplo, es costumbre disfrazar a los niños de sus santos favoritos y reunirlos para hablarles sobre estas vidas ejemplares y recordar el llamado a la santidad. Además, se suelen realizar juegos y cantos de animación, y compartir alimentos y dulces. Si bien este año, la participación física en la comunidad parroquial puede verse limitada debido a la pandemia del coronavirus, es posible festejar esta fecha en el hogar. A continuación, compartimos algunas ideas para celebrar esta fiesta con tu familia: Disfrázate de tus santos favoritos No se necesita una gran inversión para elaborar un disfraz, sino que con ayuda de algunas telas u objetos caseros se puede lograr una buena caracterización. Por ejemplo, para vestirse como Santa Catalina de Siena, solo se necesita un largo vestido blanco o crema que represente el hábito de la orden dominica y una tela negra en forma de “toca”, prenda que usan las religiosas para cubrirse la cabeza. Además, se puede fabricar una corona de ramas secas para la cabeza y llevar en la mano una cruz y un pequeño ramo de azucenas. Para disfrazarse como Santa Rosa de Lima, se puede utilizar el mismo hábito utilizado para Santa Catalina de Siena, solo que cambiando la corona de ramas secas por una de rosas rojas. Para disfrazarse como San Juan Diego, se requiere de una gran manta o sábana blanca o crema que envuelva el cuerpo y en la parte frontal se puede colocar una imagen de la Virgen de Guadalupe y algunas rosas rojas a sus pies. Para representar a Santo Domingo Savio, patrono de los coros de niños, solo se requiere de un pantalón marrón, un saco verde, una camisa blanca y una corbata de lazo o “michi”. Para vestirse como San Ignacio de Loyola y como San Francisco de Asís, solo se requiere de una túnica negra y una túnica marrón, respectivamente. Fomenta actividades lúdicas sobre los santos Además de los postres preparados, podrías llenar recipientes o tazas grandes con dulces que tengan envueltos, cada uno, papeles que tengan escritas algunas de las frases más famosas de los santos de tu devoción. También, podrías llenar tazas con dulces y colocar en su interior un palito de chupete o varilla de madera que tenga pegada la imagen de algún santo. Si ya cuentas con calabazas en tu hogar, no las desperdicies, podrías dibujar en ellas una estrella o una cruz y llenarlos con los dulces que tengan envueltas las frases de tus santos favoritos. De esta manera se evitarán las caras terroríficas y se dará un sentido más cristiano a esta actividad. Posteriormente, podrías contar la historia de algunos santos o ver películas de santos en familia, animadas en el caso de los niños, y luego hacer preguntas de comprensión. Con los que ya conozcan varias historias de los santos, incluso podrías jugar charada. Los que respondan correctamente podrán llevarse los dulces que coloques. También podrías hacer que los más pequeños de tu familia realicen una dramatización o actuación de la historia, episodio o anécdota de alguno de sus santos favoritos. Esta actividad podría ser más divertida si cuentan con algún disfraz o algún elemento alusivo al santo. Además, se podría fomentar que cada miembro dibuje a su santo favorito o haga origami o manualidades representando a su santo patrón o algún elemento característico de él. Después, cada uno podría explicar por qué lo eligió y compartir su frase favorita del santo con los demás. Decora el altar de tu casa y reza en familia Primero, arma un altar familiar en tu casa si no tienes uno. Este es un excelente espacio para rezar el Rosario en familia, y esta práctica devocional es mejor hacerla en comunidad que de forma individual. Las imágenes de los santos se colocan con frecuencia en los altares para su veneración y, además, pueden ser muy instructivas. Recordando que estos espacios deben ser especiales y fomentar el recogimiento para la oración, aprovecha este día especial y decóralo en familia con imágenes de tus santos favoritos y flores para la Virgen María, ya sean naturales o hechas de papel, elaboradas bajo la técnica del origami. Luego, reza el Rosario con la participación de toda tu familia pidiendo a Dios la santidad de tu familia y dedica una oración al santo o los santos de tu devoción. Cada miembro podría leer un misterio del rosario, y al final todos podrían dedicar canciones a María.
San Judas Tadeo es uno de los santos más populares y queridos entre los católicos debido a los numerosos “favores” que sus devotos aseguran haber conseguido por su intercesión. A continuación, te presentamos siete datos que tal vez no conocías sobre el "patrono de los imposibles": 1. Tadeo significa “magnánimo” La tradición en la Iglesia llama a este apóstol Judas Tadeo. Los Evangelistas San Mateo y San Marcos lo nombran simplemente “Tadeo” (Mt 10, 3; Mc 3, 18) y Lucas lo denomina “Judas de Santiago” (Lc 6, 16; Hch 1, 13). Judas significa “alabanzas sean dadas a Dios”. No se sabe exactamente de dónde proviene el sobrenombre Tadeo y se considera que viene del arameo “taddà'”, que quiere decir “pecho” y por lo tanto significaría “magnánimo”. O tal vez surgió de la abreviación de un nombre griego como “Teodoro, Teódoto”. 2. Era primo de Jesús Hay quienes afirman que San Judas Tadeo era hermano del Apóstol Santiago, el hijo de Alfeo (Cleofás), quien era hermano del justo San José. Según sostiene un documento publicado por la Congregación para el Clero, Cleofás se casó con María de Cleofás, después de enviudar de su primer matrimonio del que nació San Judas Tadeo. Esta otra María es la “hermana” de la Virgen María que estaba al pie de la cruz (Jn. 19,25). Por lo tanto, Santiago el Menor y Judas serían primos de Jesús y sobrinos de San José y la Santísima Virgen. Sin embargo, no se ha logrado especificar si María de Cleofás era “hermana” de sangre de la Virgen María o solo su cuñada porque en ese tiempo se llamaba “hermanos” a los parientes en general. 3. Era muy parecido a Jesús Se suele representar a San Judas Tadeo con un medallón en el pecho que tiene el rostro de Cristo. Se debe al parecido no solo físico, sino también espiritual del popular santo con Jesús. Además, lleva una llama de fuego en la cabeza porque recibió al Espíritu Santo en Pentecostés. Otros artistas lo muestran portando una Biblia, en referencia al libro que lleva su nombre. En su mano sostiene un hacha, que hace mención a su martirio, o un bastón como símbolo de las grandes distancias que recorrió mientras predicaba. 4. Murió mártir junto a San Simón San Judas Tadeo predicó primero en Judea, luego pasó a Mesopotamia y finalmente en Persia. Allí se reunió con el apóstol San Simón y juntos combatieron las herejías de Zaroes y Arfexat, dos sacerdotes paganos que levantaron al pueblo contra las obras de los apóstoles. Ambos recibieron juntos la corona del martirio y por eso la Iglesia los celebra el mismo día. Sus reliquias se encuentran en un altar de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. 5. Tuvo una visión de Jesús antes de morir Judas Tadeo y Simón buscaron alojamiento donde un discípulo llamado Semme. A la mañana siguiente unos sacerdotes idólatras y una gran multitud rodearon la casa y exigieron a Semme que les entregara a los apóstoles o quemarían la casa. Los santos se entregaron, pero no pudieron hacer que adoren a sus ídolos. Antes de morir, San Judas miró a San Simón y le dijo que veía al Señor que los llamaba hacia Él. Según la antigua tradición, a San Simón lo mataron cortando su cuerpo en dos y a San Judas Tadeo le cortaron la cabeza con un hacha. La Iglesia en occidente los celebra el 28 de octubre. 6. Es patrono de las causas imposibles Santa Brígida de Suecia, mística y patrona de Europa, escribió que un día Jesús le recomendó que cuando quisiera obtener ciertos favores, los pidiera por medio de San Judas Tadeo. Por esta razón es considerado patrono de las causas imposibles y comparte este patronazgo con Santa Rita de Cascia. 7. Tiene una epístola en la Biblia La Epístola o Carta de Judas forma parte del Nuevo Testamento y es atribuida a San Judas Tadeo. Fue escrita en griego entre los años 62 y 65, antes de la caída de Jerusalén. La escribe un Judas, hermano de Santiago, y no está dirigida a ninguna persona, ni Iglesia en particular. En ella se reprende a los falsos maestros y se hace una invitación a mantener la pureza de la fe. La carta termina con una bella oración (25) que dice: “Al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre. Amén”. La Iglesia no avala las polémicas cadenas de oración Con frecuencia circulan en Internet y en papeles dejados en hogares o templos, una supuesta “Cadena o Novena Milagrosa a San Judas Tadeo” que exige que se comparta el contenido a un número determinado de personas y en un lapso de tiempo para obtener bendiciones y amenaza con males a quienes rompan su circulación. El origen es desconocido, pero la Iglesia no avala estas iniciativas. Fuente: ACI PRENSA
Este domingo 24 de octubre, cuando se celebra la Jornada Mundial de las Misiones, ha sido elevada a los altares la joven italiana Sandra Sabattini, que se convierte ahora en la primera novia beata de la Iglesia Católica. El Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, presidió en la Diócesis de Rimini la beatificación de la joven que falleció a los 22 años, cuando estaba comprometida para casarse con su novio, Guido Rossi. Originalmente la beatificación estaba prevista para el 14 de junio de 2020, pero fue suspendida a causa de la pandemia del coronavirus. En la Misa este domingo y tras el repaso de la biografía de la joven, el Cardenal Semeraro dio lectura al decreto en latín con el que el Papa Francisco inscribió a Sandra Sabattini en el libro de los santos y beatos. Tras la lectura del decreto y ante la ovación de los fieles presentes, se procedió a la procesión de la reliquia de la nueva beata, un cabello que conservó Guido Rossi, quien fuera el prometido de Sandra, y que ahora se colocó junto al altar de la Catedral de Rimini para su veneración. El Obispo de Rimini, Mons. Francesco Lambiasi, agradeció luego al Papa y al Cardenal Semeraro la beatificación de Sandra Sabattini. En su homilía, el Cardenal Semeraro resaltó que la joven “es la primera novia santa admitida a los honores de los altares”. “Su obispo, en un libro dedicado a Sandra Sabatini, escribía que el deseo de servir a los pobres no surgía en ella de una cuestión emotiva para hacer beneficencia, sino de una fuente espiritual, el amor de Dios”. “Su corazón se sumergía en el mar sin fondo del amor de Dios por los pobres y veía que la solución a los problemas es la resurrección de Jesús” y la suya “fue una santidad vivida en todos los ámbitos de su vida, con los últimos, poniendo al servicio de Dios todo su entusiasmo, sencillez”. El Cardenal Semeraro recordó luego que el padre de Sandra decía que su hija “daba un testimonio que me sorprendía a mí y a su mama y veíamos como daba su dinero a los más necesitados. Mi hija no ofrecía solo ayuda material sino que daba a quien necesitaba acogida, sin ningún juicio porque deseaba comunicar la voz del Señor”. "Leyendo su diario se puede ver que la suya era una vida entregada a la caridad", subrayó el Cardenal. Sandra nació el 19 de agosto de 1961 en Riccione y vivió sus primeros años en el municipio de Misano Adriático en la provincia de Rimini. A los cuatro años, ella y su familia se mudaron a la casa parroquial de la parroquia de San Girolamo, donde era párroco uno de sus tíos, el P. Giuseppe Bonini. Sandra comenzó a escribir un diario personal el 24 de enero de 1972. Tres años después conoció al P. Oreste Benzi, fundador de la Comunidad Papa Juan XXIII, dedicada a atender a los “últimos” de la sociedad. Luego de una experiencia misionera con el grupo, volvió a casa con un pensamiento claro: “Nos hemos roto los huesos, pero esa es gente a la que nunca abandonaré”. A los 16 años escribió: “Señor, me diste un gran regalo, el de tener ganas de dar mi vida a los más pobres. Te doy las gracias por esto, porque, aunque todavía no lo he explotado, has depositado en mí este gran regalo. Espero poder hacerlo fructificar y espero poder entender cómo”. Cuando un pobre llamaba a la puerta de su casa, si consideraba que su familia no le había dado suficiente, ella corría detrás de la persona para completar el donativo con sus ahorros. Durante un tiempo vivió en una casa de acogida en el verano de 1982, donde trabajó como voluntaria en una comunidad terapéutica para drogadictos. “Si realmente amo, ¿cómo puedo soportar que un tercio de la humanidad muera de hambre, mientras mantengo mi seguridad o mi estabilidad económica? Seré una buena cristiana, pero no una santa. ¡Hoy hay una inflación de buenos cristianos mientras el mundo necesita santos!”, decía la joven. Tras terminar secundaria se planteó si partir inmediatamente a África o seguir medicina, carrera en la que finalmente se inscribió en la Universidad de Bologna, donde tenía muy buenas calificaciones. La mañana del 29 de abril de 1984, mientras se dirigía a una reunión de la Comunidad Papa Juan XXIII, Sandra fue atropellada por un auto. Estuvo en coma tres días y el 2 de mayo falleció. Tenía solo 22 años. En la última página de su diario, dos días antes del accidente, Sandra escribió: “Esta vida no es mía. Esta vida, que va evolucionando por un respiro que no es mío, transcurre en una serena jornada que no es mía”. “No hay nada en este mundo que sea tuyo. ¡Sandra, date cuenta! Todo es un regalo en el que el ‘Donador’ puede intervenir cuando y como quiera. Cuida el regalo que se te ha dado haciéndolo más hermoso y pleno para cuando sea la hora”. Fuente Aci Prensa
Octubre es el mes dedicado al Rosario y muchos católicos redescubren en esta oración predilecta de la Virgen María, su fortaleza espiritual. Incluso el Papa Francisco ha invitado a los fieles del mundo a rezarlo todos los días, pidiendo la intercesión de la Virgen María y San Miguel Arcángel para que protejan a la Iglesia del demonio en estos tiempos de crisis. Para seguir perfeccionando el hábito de esta oración, presentamos siete consejos prácticos tomados del libro “El Rosario: Teología de rodillas”, del sacerdote, escritor y funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano, Mons. Florian Kolfhaus: 1. Dedicar tiempo A pesar de las ocupaciones diarias, es bueno reservar entre 20 a 30 minutos al día para el rezo del Santo Rosario. Este encuentro con Jesús y María es verdaderamente más importante que las demás actividades agendadas. Este tiempo de oración se reserva finalmente para uno mismo porque es un tiempo en el que debemos dedicarnos solo a amar. Es posible reservar dos o tres días de la semana al rezo del Rosario y de esta forma se hará cada vez más fácil hacer esta oración, hasta finalmente practicarla todos los días. 2. Saber que rezas para alguien más Una buena oración se basa en orientar completamente la voluntad en complacer a nuestro querido amigo Cristo y no a uno mismo. 3. Hacer pausas San Ignacio de Loyola recomienda la llamada "tercera forma de rezar" que consiste en respirar dos o tres veces, antes de volver a retomar la oración. A menudo es suficiente interrumpir un misterio del Rosario para volver a ser conscientes de que Jesús y María nos miran llenos de alegría y amor. 4. Dirigir los pensamientos Se puede y se debe “desviar” los pensamientos para encontrar el misterio que debemos visualizar en nuestra mente antes de cada decena del Rosario. Es poco probable que la repetición sea útil si no es encaminada varias veces hacia lo esencial, que es la vida de Jesús y María. 5. Un momento para compartir con Cristo Uno de los primeros y más importantes pasos hacia la oración interior es no solo dedicarnos a pensar y meditar, sino mirar a quien va dirigida nuestra plegaria. Saber que, a quien nos dirigimos, nos ama infinitamente despertará en nosotros diversos y espontáneos sentimientos, al igual que cuando disfrutamos y nos alegramos con la persona que nos importa sobremanera. 6. Cerrar los ojos o fijarlos en un lugar Algunas personas cierran los ojos con el fin de concentrarse y rezar mejor. A menudo es suficiente fijar la vista en un solo lugar y evitar mirar alrededor. En cualquier caso, es importante que los ojos del corazón estén siempre abiertos. El Rosario es como una visita al cine. Se trata de ver imágenes donde algunas preguntas básicas pueden ser de utilidad: ¿Qué, quién, cómo, cuándo, dónde? Cómo veo el nacimiento de Jesús, su crucifixión, su ascensión, por ejemplo. A veces puedo –como si tuviera una cámara– acercar elementos o detalles y buscar un primer plano: la mano de Cristo traspasada por los clavos, las lágrimas en los ojos del apóstol Juan mientras el Señor asciende al cielo, entre otros. 7. Que la intención de rezar sea el amor Las palabras acompañan, nuestra mente se dispone, pero es nuestro corazón el que debe dominar la oración. Santa Teresa de Ávila lo explica de manera simple: "¡No piense mucho, ame mucho!". En una ocasión, una anciana me contó que no podía rezar el Rosario todos los días, pero lo único que le alcanzaba era decir interiormente: ‘¡Jesús, María, los amo!’. Felicito a la mujer. A tal resultado es donde el rezo del Rosario debe llevar.
Los misterios del Rosario son 20 en estos momentos, después de que san Juan Pablo II, devotísimo del Rosario, añadiera los Misterios de la Luz. Son los misterios de Gozo (narran desde la Anunciación del Arcángel Gabriel a la Virgen y recorren la infancia de Jesús), los misterios de Dolor (narran la Pasión y muerte de Jesús en la Cruz), los misterios de Gloria (narran desde la Resurrección y Ascensión de Jesús, la venida del Espíritu Santo y la Asunción de la Virgen y su Coronación en los cielos) y los misterios de la Luz, que completan el camino de la Redención (contemplan el bautismo de Jesús, las Bodas de Caná (la familia), la Transfiguración y finalmente el gran misterio de la Institución de la Eucaristía). Tras una oración introductoria, se enuncia el “misterio” que toca, por ejemplo, en el primer misterio: “La Encarnación del Hijo de Dios”. Después de una breve pausa de reflexión o de un ofrecimiento personal, se rezan: un Padre nuestro, diez Avemarías y un Gloria. Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén. Dios te salve, María, llena eres de gracia. El Señor está contigo. Bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Después del Gloria, se puede añadir una invocación, como esta: María, Madre de gracia, Madre de piedad y misericordia, defiéndenos del enemigo ahora y en la hora de nuestra muerte. Al final del Rosario se recita la Letanía Lauretana, sola o acompañada de otras oraciones marianas, como la Salve.
Mucho se ha escrito sobre el poder espiritual que tiene el Santo Rosario, pero tal vez algo poco conocido es la gracia de la indulgencia que se puede obtener con esta oración mariana, la favorita de San Juan Pablo II. En su Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae (Rosario de la Virgen María, 37), el Papa peregrino escribió que “para fomentar esta proyección eclesial del Rosario, la Iglesia ha querido enriquecerlo con santas indulgencias para quien lo recita con las debidas disposiciones”. Al respecto, la Concesión 17 del Enchiridion Indulgentiarum (Manual de Indulgencias) de la Penitenciaría Apostólica del Vaticano, indica que se concede indulgencia plenaria al fiel que “recite devotamente el Rosario mariano en una iglesia u oratorio, o en familia, en una comunidad religiosa, en una reunión de fieles y en general, cuando varios se reúnen para un fin honesto”. Asimismo, la indulgencia plenaria se obtiene cuando el fiel “se una devotamente a la recitación de esa misma devoción cuando es hecha por el Sumo Pontífice y es difundida por medio de un instrumento televisivo o radiofónico. En otras circunstancias la indulgencia será parcial”. En el caso de la oración vocal “debe añadirse la devota meditación de los misterios” y que en el rezo público, “los misterios deben enunciarse conforme a la costumbre aprobada en el lugar; pero en la recitación privada, basta que el fiel añada a la oración vocal la meditación de los misterios”. La indulgencia plenaria se puede ganar una vez al día (excepto en peligro de muerte). Es posible obtenerla cumpliendo los requisitos generales que establece la Iglesia: confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Papa. La indulgencia también se puede obtener para un difunto. Sobre los rosarios bendecidos por sacerdotes u obispos Por otro lado, el Beato Papa Pablo VI estableció en la Constitución Apostólica Indulgentiarum Doctrina (Doctrina de las indulgencias, Norma 17), que “el fiel que emplea con devoción un objeto de piedad (crucifijo, cruz, Rosario, escapulario o medalla), bendecido debidamente por cualquier sacerdote, gana una indulgencia parcial”. “Y si hubiese sido bendecido por el Sumo Pontífice o por cualquier Obispo, el fiel, empleando devotamente dicho objeto, puede ganar también una indulgencia plenaria en la fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, añadiendo alguna fórmula legítima de profesión de fe”. Al respecto el P. Jhon Phalen Csc, gran propagador de la devoción del Santo Rosario en Familia, advirtió que emplear con devoción un objeto de piedad quiere decir rezar. “Yo digo que es como una profesión de fe llevar una cruz o hasta el Rosario. Pero el Rosario en sí, más que la cosa concreta, es la oración. Entonces hay que rezarlo”, aclaró el sacerdote. “De otra forma se presta a tener demasiada fe en el objeto y no en Dios… el objeto nos ayuda a comunicarnos, relacionarnos con Dios”, añadió. Por lo tanto, no basta con llevar el Rosario en el cuello, el bolsillo o el bolso para ganar la indulgencia parcial, sino que se tiene que usar para la oración, para acercarnos más a Dios en la propia vida.
El Papa Francisco animó a los jóvenes a ser testigos de Cristo, como lo fue San Pablo, y ofreció siete consejos. En esta línea, el Santo Padre destacó que “al abrazar la vida nueva que nos fue dada en el Bautismo, recibimos también una misión del Señor: ¡Serás mi testigo!”. Es decir, el Papa explicó que se trata de “una misión a la que dedicarse, que lleva a cambiar la vida” por lo que “la invitación de Cristo a Pablo se dirige a cada una y cada uno de ustedes, jóvenes”. “También tú puedes ser testigo de las obras que Jesús ha comenzado a realizar en ti”, alentó el Papa quien dirigió estos siete consejos a los jóvenes del mundo: 1. “¡Levántate! No puedes quedarte tirado en el suelo sintiendo pena de ti mismo, ¡hay una misión que te espera!” 2. “Levántate y testimonia tu experiencia de ciego que ha encontrado la luz, que ha visto el bien y la belleza de Dios en sí mismo, en los otros y en la comunión de la Iglesia que vence toda soledad”. 3. “Levántate y testimonia el amor y el respeto que es posible instaurar en las relaciones humanas, en la vida familiar, en el diálogo entre padres e hijos, entre jóvenes y ancianos”. 4. “Levántate y defiende la justicia social, la verdad, la honradez y los derechos humanos; a los perseguidos, a los pobres y los vulnerables, a los que no tienen voz en la sociedad y a los inmigrantes”. 5. “Levántate y testimonia la nueva mirada que te hace ver la creación con ojos maravillados, que te hace reconocer la tierra como nuestra casa común y que te da el valor de defender la ecología integral”. 6. “Levántate y testimonia que las existencias fracasadas pueden ser reconstruidas, que las personas que ya han muerto en el espíritu pueden resurgir, que las personas esclavas pueden volverse libres, que los corazones oprimidos por la tristeza pueden volver a encontrar la esperanza”. 7. “¡Levántate y testimonia con alegría que Cristo vive! Difunde su mensaje de amor y salvación entre tus coetáneos, en la escuela, en la universidad, en el trabajo, en el mundo digital, en todas partes”.
El Papa Francisco aseguró que la Cruz de Cristo es “actual y eficaz”, sobre todo “en una situación como la contemporánea, caracterizada por cambios rápidos y complejos”. “La Cruz del Señor”, recordó el Papa, es “fuente de salvación para los hombres de todos los lugares y de todos los tiempos”. El Santo Padre hizo estas afirmaciones en el mensaje que dirigió a los participantes en el Congreso Teológico Internacional que se celebrará en la Pontificia Universidad Lateranense del 21 al 24 de septiembre, con el tema “La Sabiduría de la Cruz en un mundo plural”, en el contexto de las celebraciones jubilares del tercer centenario de la Fundación de la Congregación Pasionista. En el mensaje, remitido al Superior General de la Congregación de la Pasión de Jesucristo, P. Joachim Rego, este martes 21 de septiembre, recordó a los participantes que “el Apóstol Pablo habla de la anchura, la largura, la altura y la profundidad del amor de Cristo”. En ese sentido, “contemplando al Crucificado, vemos todas las dimensiones humanas abrazadas por la misericordia de Dios”. El amor compasivo del Señor, subrayó el Papa, “toca, a través de la Cruz, los cuatro puntos cardinales y alcanza los extremos de nuestra condición, uniendo inseparablemente la relación vertical con Dios y la horizontal con los hombres, en una fraternidad que la muerte de Jesús hizo definitivamente universal”. “El inmenso poder salvífico que se libera de la debilidad de la Cruz indica a la teología la importancia de un estilo que sepa unir la altura del pensamiento con la humildad del corazón”. Frente al Crucificado, continuó el Papa, se invita a la teología “a dirigirse a la condición más frágil y concreta del hombre y a renunciar a las modalidades e intentos polémicos, compartiendo con ánimo alegre el esfuerzo del estudio y buscando con confianza las preciosas semillas que la Palabra siembra en pluralidad discontinua y a veces contradictoria de la cultura”. A lo largo de los próximos tres días, los participantes en el congreso “se proponen profundizar en la actualidad de la Cruz en el contexto de los múltiples areópagos contemporáneos”, en palabras del mismo Papa Francisco. El Santo Padre destacó que el congreso “responde al deseo de San Pablo de la Cruz de esforzarse para que el Misterio Pascual, centro de la fe cristiana y del carisma de la Familia Religiosa Pasionista, se irradie y se difunda como respuesta a la Caridad divina y para que salga al encuentro de las expectativas y esperanzas del mundo”. El Papa valoró que el Congreso Teológico se proponga “hacer conocer la Sapientia Crucis en diversos ámbitos –como los desafíos de las culturas, la promoción del humanismo y el diálogo interreligioso y los nuevos escenarios de la Evangelización–, asociando a la reflexión científica una serie de manifestaciones que dan fe de su impacto beneficioso en diversos contextos”. El Pontífice concluyó su mensaje mostrando su confianza en que “la iniciativa, al promover fructíferos diálogos teológicos, culturales y pastorales, contribuya a una lectura renovada de los desafíos contemporáneos a la luz de la Sabiduría de la Cruz, para que favorezca una evangelización fiel al estilo de Dios y cercana al hombre”. “Al formular cordiales deseos para las jornadas de estudio, invoco la protección de la Santísima Virgen y de San Pablo de la Cruz, e imparto de corazón la Bendición Apostólica a los Ponentes, Organizadores y a todos los participantes en esta importante Asamblea y pido a todos que continúen rezando por mí”, finalizó el Papa Francisco.
Papa Francisco sobre el suicidio, la realidad de la muerte y la misericordia de Dios en el marco de su reflexión sobre el Ave María para un programa producido por la televisión de la Conferencia Episcopal Italiana. “El suicidio es un poco cerrar la puerta a la salvación, pero yo soy consciente que en los suicidios no hay plena libertad. Al menos así creo. Me ayuda lo que el Cura de Ars dijo a aquella viuda cuyo marido se había suicidado lanzándose del puente al río. Dijo: ‘Señora, entre el puente y el río está la misericordia de Dios’. Porque creo que en el suicidio la libertad no es plena, pero es una opinión personal”, dijo el Papa en el programa emitido por TV 2000. En su diálogo con el P. Marco Pozza, capellán de la cárcel de Padua y periodista, el Papa Francisco reflexionó sobre el pasaje “Ahora y en la hora de nuestra muerte”, de la oración mariana. “El diablo hace creer a Eva que si toma aquel fruto será como una diosa que no tendrá muerte. El pecado es la ilusión de no morir nunca. Durante una vida de pecado, uno dice saber que morirá, pero no lo piensa. Es una ilusión”, indicó el Santo Padre. “Y es así como el Ave María comienza con la gran verdad de la salvación, termina con la gran verdad de la condición humana, fruto del pecado, entrado en el mundo por la envidia del diablo. Es la realidad”, añadió. Francisco dijo que “es un momento no fácil, pero pensar en la muerte como el fin del camino es una realidad, como pensar en María llena de gracia es otra realidad”. En ese sentido, el Papa invitó a los fieles a confiarse a la Virgen en el momento de la muerte. “Le pediría a María que esté cerca de mí y me dé paz”, afirmó.
La tierra en Haití volvió a temblar el sábado 14 de agosto en un violento terremoto de magnitud superior a 7 en la escala de Richter y que ha causado, por el momento, más de 300 muertos y miles de heridos. El Papa Francisco, al finalizar el rezo del Ángelus este domingo en la plaza de San Pedro del Vaticano, mostró su dolor por los fallecidos, y se solidarizó con los heridos y con todos los afectados. “Hace unas horas, se ha registrado un fuerte terremoto en Haití que ha provocado numerosos muertos, heridos y enormes daños materiales. Deseo expresar mi cercanía a aquella querida población duramente golpeada por el terremoto”. “Mientras elevo al Señor mi oración por las víctimas, ofrezco mi palabra de ánimo a los supervivientes, deseando que sobre ellos se mueva el interés participativo de la comunidad internacional. ¡Que la solidaridad de todos pueda atenuar las consecuencias de la tragedia! Recemos juntos a la Virgen por Haití”, fueron las palabras del Santo Padre. El fuerte temblor de tierra se produce 11 años después del terremoto de 2010 que causó 300 mil muertos y una destrucción sin precedentes de infraestructuras. Según la agencia de noticias Europa Press (EP), el epicentro se localiza en el sur del país, donde se han producido la mayor parte de las víctimas. En concreto, el epicentro, se ha situado a 12 kilómetros de Saint Louis du Sud, según datos del Instituto Geológico de Estados Unidos recogidos por EP. Además, los daños se han visto agravados por las numerosas réplicas. El terremoto supone un duro golpe para Haití, país que atraviesa una grave crisis interna, sobre todo tras el asesinato de su presidente, Jovenel Moïse, tiroteado en su casa en Puerto Príncipe el pasado 7 de julio. Fuente: ACI Prensa
El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus: "Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo". Ahora bien, ¿por qué es importante que los católicos recordemos y profundicemos en el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica responde a este interrogante: "La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (#966). La importancia de la Asunción para nosotros, hombres y mujeres de comienzos del Tercer Milenio de la Era Cristiana, radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra propia resurrección. Más aún, la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe católica, expresamente definido por el Papa Pío XII hablando "ex-cathedra". Y ... ¿qué es un Dogma? Puesto en los términos más sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la Iglesia como realmente revelada por Dios. En este caso se dice que el Papa habla "ex-cathedra", es decir, que habla y determina algo en virtud de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con intención de proponer un asunto como creencia obligatoria de los fieles Católicos. El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen Gentium 59, que a la vez cita la Bula de la Proclamación del Dogma: "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte". Y el Papa San Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes términos: "El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (San Juan Pablo II, 2-julio-97). "Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos" (San Juan Pablo II , Audiencia General del 9-julio-97). Continúa el Papa: "María Santísima nos muestra el destino final de quienes `oyen la Palabra de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (San Juan Pablo II, 15-agosto-97) Los hombres y mujeres de hoy vivimos pendientes del enigma de la muerte. Aunque lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar por todos los medios a nuestro alcance nuestros días en la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre nuestra futura resurrección. Mucho bien haría a muchos cristianos oír y leer más sobre este misterio de la Asunción de María, el cual nos atañe tan directamente. ¿Por qué se ha logrado colar la creencia en el mito pagano de la re-encarnación entre nosotros? Si pensamos bien, estas ideas extrañas a nuestra fe cristiana se han ido metiendo en la medida que hemos dejado de pensar, de predicar y de recordar los misterios, que como el de la Asunción, tienen que ver con la otra vida, con la escatología, con las realidades últimas del ser humano. El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María y los Angeles y Santos del Cielo. El saber que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre. Fuente Aci Prensa.
Con ocasión de la próxima Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, que la Iglesia Católica celebra el 15 de agosto, el Papa Francisco encomendó a los fieles a la intercesión maternal de Nuestra Señora y pidió que “sea guía” hacia la “plenitud de las promesas de Cristo”. Así lo dijo el Santo Padre este miércoles ante numerosos fieles reunidos en el Aula Pablo VI del Vaticano para la habitual Audiencia General de los miércoles. Después de pronunciar su catequesis sobre la Carta de San Pablo a los Gálatas, el Papa dijo a los peregrinos de lengua inglesa que “mientras nos preparamos para celebrar la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, los encomiendo a ustedes y a sus familias a su maternal intercesión”. “Que Ella sea guía en nuestra peregrinación hacia la plenitud de las promesas de Cristo. ¡Que Dios los bendiga!”, afirmó el Santo Padre. En el rezo del Ángelus de la Asunción de la Virgen María de 2020, el Papa reflexionó sobre el pasaje del Evangelio de San Lucas en la que la Madre de Dios recita la oración del Magnificat e invitó a preguntarnos: “¿Nos acordamos de alabar a Dios? ¿Le damos las gracias por las maravillas que hace por nosotros? ¿Por cada jornada que nos regala, porque nos ama y nos perdona siempre, por su ternura? ¿Y por habernos dado a su Madre, por los hermanos y las hermanas que nos pone en el camino, porque nos ha abierto el Cielo?”. En esta línea, el Santo Padre advirtió que “si olvidamos el bien, el corazoÌn se encoge. Pero si, como MariÌa, recordamos las maravillas que el Señor realiza, si al menos una vez al diÌa lo magnificamos, entonces damos un gran paso adelante. El corazoÌn se dilataraÌ, la alegriÌa aumentaraÌ”. “Pidamos a la Virgen, puerta del Cielo, la gracia de iniciar cada diÌa alzando la mirada hacia el cielo, hacia Dios, para decirle: ¡Gracias!”, exhortó el Papa. Además, el Papa destacó que “en la AsuncioÌn de MariÌa al Cielo, celebramos una conquista” infinitamente maÌs grande que la llegada del hombre a la luna porque “la Virgen puso sus pies en el paraiÌso: no fue solo en EspiÌritu, sino tambieÌn con el cuerpo, toda Ella”. “Este paso de la pequeña Virgen de Nazaret ha sido el gran salto de la humanidad. De poco sirve ir a la Luna si no vivimos como hermanos en la Tierra. Pero que una de nosotros viva en el Cielo con el cuerpo nos da esperanza: entendemos que somos valiosos, destinados a resucitar”, afirmó. Finalmente, el Santo Padre dijo en 2020 que “Dios no dejaraÌ desvanecer nuestro cuerpo en la nada” y añadió que “¡Con Dios nada se pierde! En MariÌa se alcanza la meta y tenemos ante nuestros ojos la razoÌn por la que caminamos: no para conquistar las cosas de aquiÌ abajo, que se desvanecen, sino la patria allaÌ arriba, que es para siempre. Y la Virgen es la estrella que nos orienta”.
¿Quién es María de Magdala? Es el evangelista Lucas, en el capítulo 8, quien habla de esta mujer: “Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los doce, y también algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades que los servían con sus bienes. Entre ellas estaba María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios”. En los Evangelios, en aquellos capítulos en los que se relatan los momentos más dramáticos de la vida de Jesús, aparece María Magdalena, junto a su Maestro, junto con otras mujeres. Son ellas de hecho, quienes le siguen a lo largo del Calvario y asisten a la Crucifixión. La Magdalena todavía está presente cuando José de Arimatea coloca el cuerpo de Jesús en el sepulcro y es también ella quien, al día siguiente, regresa al sepulcro y descubre que la piedra ha sido removida. Santa María Magdalena, con Jesús hasta el final La santa de hoy, Santa María Magdalena, goza de buena fama. La literatura, la música y el cine la han presentado como una mujer de corazón grande, una enamorada de Jesús, testigo en primera línea de su muerte y resurrección, símbolo de mujer buscadora y entregada hasta el final. En el evangelio de hoy, vemos que Jesús pregunta a María de Magdala: ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas? Son preguntas que trascienden el personaje de la mujer y se incrustan en cada uno de nosotros: ¿Por qué lloras? Jesús nos invita a tomar conciencia de nuestras pérdidas y de los sentimientos que las acompañan. ¿Qué es lo que ahora produce en nosotros tristeza y desamparo? ¿Qué formas reviste nuestra manera personal de vivir la relación con un Jesús “ausente”? ¿Qué zozobras nos causa el ambiente en el que vivimos? ¿A quién buscas? No es la primera vez que Jesús formula una pregunta como esta. Se la dirigió también a los discípulos de la primera hora al comienzo del evangelio de Juan. Es como si la revelación necesitase siempre el punto de enganche del deseo. Quien no desea no ve. Quien no busca no encuentra. Quien se detiene nunca llega. Amigo, amiga, ¿Cuáles son nuestras búsquedas de hoy? ¿Qué nos mueve por dentro para seguir caminando? Detrás de cada lágrima, hay un Jesús que las enjuga. Detrás de cada búsqueda hay un Jesús que pronuncia nuestro nombre y nos invita a vivir. La memoria de María Magdalena es la memoria de un amor posible cuando todo parece perdido. Fuente: Vatican News
La infancia de Jesús ha motivado una gran devoción en muchos corazones a lo largo de la historia y en la actualidad la imagen del Niño Dios es expuesta en parroquias, capillas, iglesias o casas alrededor del mundo. Aquí presentamos 8 datos que quizás no conocías sobre la devoción al Divino Niño: 1. La confianza en la niñez está fundada en la Biblia Desde las Sagradas Escrituras, Dios nos recuerda que debemos transformar nuestros corazones para ser parecidos a Jesús, al reconocer nuestra pequeñez y depender de la ayuda divina como niños. “Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”, indica Jesús en el Evangelio de Mateo. En el Evangelio de Juan, Cristo también invita a que confiemos en Él. “Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”, afirma Jesús. 2. Es una devoción muy antigua entre los católicos Antiguos escritos indican que la devoción al Divino Niño empezó en el Monte Carmelo (Israel), donde, según la tradición, Jesús iba frecuentemente a pasear y a rezar con sus padres, San José y la Virgen María, y sus abuelos San Joaquín y Santa Ana. El Niño Jesús se ganó el aprecio y cariño de las personas que se reunían también a orar en el monte, quienes, después de la ascensión de Cristo, continuaron con la devoción al Niño Jesús. Años más tarde, los carmelitas extendieron el amor por la infancia de Jesús a todo el mundo. 3. Varios santos difundieron la devoción San Antonio de Padua y San Cayetano fueron muy devotos del Niño Jesús, y por eso se les representa llevándolo en brazos. Incluso el Divino Niño se le apareció en una ocasión a San Antonio de Padua. Otros santos que contribuyeron grandemente a difundir la devoción al Niño de Belén fueron Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. 4. “Por los méritos de la infancia de Jesús, nada te será negado” En el año 1636, Jesús le hizo una promesa a una monja carmelita del convento de Beaune en Francia, conocida como la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento. Cristo le dijo: “Todo lo que quieras pedir, pídemelo por los méritos de mi infancia, y nada te será negado”. La monja, que falleció a los 29 años, recibió la misión de propagar especialmente la devoción a la divina infancia de Cristo. 5. Existen varias representaciones del Niño en el mundo entero Desde hace unos 300 años la devoción al Niño Jesús se extendió rápidamente por Europa, América, Asia, África y Oceanía. Entre las representaciones más conocidas se encuentran: El Niño Jesús de Praga, en Checoslovaquia; el Santo Niño de Atocha, en México; el Divino Niño de Arenzano, en Italia y el milagroso Niño Jesús de Bogotá en Colombia. 6. El P. Juan del Rizzo difundió esta devoción en Colombia El sacerdote salesiano P. Juan del Rizzo llegó a Barranquilla (Colombia) en 1914 y con gran esfuerzo se dedicó a recaudar fondos para la construcción de un templo, aunque sin éxito. Entonces sintió que debía pedirle este milagro al Señor por los méritos de su infancia. Desde entonces, el éxito del sacerdote fue extraordinario y se convirtió en un gran devoto del Divino Niño, dedicando su vida a la propagación de la devoción. En 1935 el P. del Rizzo fue trasladado a Bogotá, donde providencialmente se encontró con una preciosa imagen del Divino Niño. Luego, se la llevó a los campos de la obra juvenil salesiana en el barrio “20 de julio”. De esta manera, los fieles empezaron a venerar la imagen como el Divino Niño y son muchos los que hasta ahora dicen que al acogerse a esta advocación han obtenido muchos milagros y conversiones. 7. El P. del Rizzo dio a conocer 4 condiciones para obtener favores del Divino Niño 1°. Ofrecer la Santa Misa durante nueve domingos, confesarse y comulgar al menos en uno de ellos. 2°. Dar una libra de chocolate (o equivalente en dinero o en comida) a los pobres. 3°. Si la persona puede, que done víveres, o su equivalente en dinero, a las familias pobres. 4°. Propagar la devoción al Divino Niño narrando a otros los milagros que Él hace a sus devotos, repartiendo novenas, estampas y almanaques. 8. Su fiesta se celebra en diferentes fechas Gracias a que el P. del Rizzo comenzó la devoción a la infancia de Cristo en el barrio “20 de Julio” de Bogotá, muchos países de Latinoamérica como Perú, Costa Rica y Nicaragua acogieron esta fecha para celebrar la devoción al Niño Jesús. Sin embargo, la Iglesia en otros países, como Colombia, también lo recuerda el primer domingo de septiembre, al concluirse la tradicional novena en la que los fieles rezan al Divino Niño los 9 primeros domingos de cada mes.
1. ¿Qué es? El escapulario del Carmen es el signo externo de devoción mariana, que consiste en la consagración a la Santísima Virgen María por la inscripción en la Orden Carmelita, en la esperanza de su protección maternal. El distintivo externo de esta inscripción o consagración es el pequeño escapulario marrón. El escapulario del Carmen es un sacramental, es decir, según el Concilio Vaticano II, "un signo sagrado según el modelo de los sacramentos, por medio del cual se significan efectos, sobre todo espirituales, que se obtienen por la intercesión de la Iglesia". (S.C.60). 2.- Origen y propagación A finales del siglo XII o principio del XIII nacía en el monte Carmelo, de Palestina, la Orden de los Carmelitas. Pronto se vieron obligados a emigrar a Occidente. En Europa, tampoco fueron muy bien recibidos por todos. Por ello el Superior General de la Orden, San Simón Stock, suplicaba con insistencia la ayuda de la Santísima Virgen con esta oración: Flos Carmeli Vitis Florigera Splendor coeli Virgo puerpera Singularis y singular Mater mitis Sed viri nescia Carmelitis Sto. Propitia Stella maris Flor del Carmelo viña florida esplendor del Cielo Virgen fecunda ¡Oh madre tierna! intacta de hombre a los carmelitas proteja tu nombre (da privilegios) Estrella del mar. En 1251, la Bienaventurada Virgen María, acompañada de una multitud de ángeles, se apareció a San Simón Stock, General de los Carmelitas, con el escapulario de la Orden en sus manos, y le dijo: "Tú y todos los Carmelitas tendréis el privilegio, que quien muera con él no padecerá el fuego eterno"; es decir, quien muera con él, se salvará. Este relato lo encontramos ya en un santoral de fines del siglo XIV, que sin duda lo toma de códices más antiguos. En el mismo siglo XIII Guillermo de Sandwich O.C. menciona en su "Crónica", la aparición de la Virgen a San Simón Stock prometiéndole la ayuda del Papa. La promesa del escapulario es de tal trascendencia, que precisamente por ello suscitó fuerte oposición. 3. Significado del Escapulario Al vestir el escapulario, y durante toda la vida, es muy importante que sepamos apreciar su profundo y rico significado, como pertenencia a una Orden, a la del Carmen, con obligación de vivir según su rica espiritualidad y su propio carisma. Quien viste el escapulario debe procurar tener siempre presente a la Santísima Virgen y tratar de copiar sus virtudes, su vida y obrar como Ella, María, obró, según sus palabras: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". El escapulario del Carmen es un MEMORIAL de todas las virtudes de María. Así lo recordaba a todos: religiosos, terciarios, cofrades. "Que forman, por un especial vínculo de amor, una misma familia de la Santísima Madre", el Papa Pío XII, el 11.2.1950. Reconozcan en este memorial de la Virgen un espejo de humildad y castidad. Vean, en la forma sencilla de su hechura, un compendio de modestia y candor. Vean, sobre todo, en esta librea que visten ida y noche, significada, con simbolismo elocuente, la oración con la cual invocan el auxilio divino. Reconozcan, por fin, en ella su consagración al Sacratismo Corazón de la Virgen Inmaculada, s recientemente recomendada". Cada escapulario tiene sus privilegios o gracias particulares, pero todos pueden sustituirse por la medalla-escapulario (cfr. Decreto de 16-XII-1910). Sería falta de fe en la autoridad suprema del Vicario de Cristo que confiere a esta medalla tal privilegio, creer que vale menos, para ganar las promesas, llevar la medalla que los trozos de paño (aunque en determinados casos, por otras razones externas de mayor visibilidad, etc., puede ser preferible el escapulario de paño). La medalla-escapulario debe tener por una parte la imagen de Jesús con el Corazón, y por la otra una imagen de la Virgen bajo cualquier advocación. Lo mismo que los escapularios ha de estar bendecida por un sacerdote. 4. Valor de la promesa del Escapulario Es doctrina católica, repetida por el Concilio Vaticano II: "El conjunto de los fieles, porque tiene la unción del Espíritu Santo (cfr. 1 Jn. 2, 20-27) no puede equivocarse cuando cree, y esta peculiar propiedad suya la manifiesta por el sentido sobrenatural de fe de todo el pueblo cuando, desde los Obispos hasta los últimos fieles, presta su consentimiento universal en lo referente a la fe y costumbres. Con este sentido de fe... y bajo la guía del sagrado Magisterio... se adhiere infaliblemente a ella, con certero juicio la penetra más profundamente y la aplica más plenamente a la vida" (L.G. 12). Esta precisa y espléndida formulación conciliar no puede ser más explícita. Y es que la misma prerrogativa de infalibilidad concedida por Jesús a su Vicario mediante la asistencia del Espíritu Santo, tiene precisamente como finalidad que el conjunto del Pueblo de Dios, su Iglesia y Cuerpo místico, no se equivoque, por ejemplo, con una devoción aceptada por todos. En consecuencia: Si la promesa del Escapulario aplicada a todos los fieles (proceda de la visión de San Simón Stock o de donde sea) no fuese verdadera, el Espíritu Santo no hubiera permitido que la Iglesia, el conjunto del Pueblo de Dios, la tuviese por cierta. Para muchos la prueba es irrefutable, ni para ello es necesaria una definición del Magisterio Supremo. Aunque sí hubo controversias y fueron dirimidas por la Santa Sede 5.- Privilegio sabatino El Escapulario del Carmen además de la promesa de salvación para quienes mueran con él, lleva también consigo el llamado privilegio sabatino. Según la tradición, a la muerte de Clemente V (1314), en el cónclave que duró dos años y tres meses, la Santísima Virgen se apareció al Cardenal Jaime Duesa, muy devoto de ella, y le anunció que sería Papa con el nombre de Juan XXII, y añadió: "Quiero que anuncies a los Carmelitas y a sus Cofrades: los que lleven puesto el Escapulario, guarden castidad conforme con su estado, y recen el oficio divino, - o los que no sepan leer se abstengan de comer carne los miércoles y sábados -, si van al purgatorio Yo haré que cuanto antes, especialmente el sábado siguiente a su muerte sean trasladadas sus almas al cielo". Se ha escrito mucho sobre la "Bula sabatina", que en ese sentido publicó Juan XXII, pero no hay suficientes pruebas documentales de ella. Sin embargo en el siglo XV es muy citada, por ejemplo por el seudopapa Alejandro V (elegido por el Concilio de Pisa, después de haber éste destituido a Gregorio XII y Benedicto XIII, para acabar con el cisma; pero es claro que uno de ellos debía ser legítimo, y un concilio no puede destituirle, sin embargo algunos, como San Roberto Belarmino, consideran a Alejandro V Papa verdadero, y el próximo Alejandro se tituló VI); aunque su bula de 7-07-1409 confirmando el Escapulario no tenga valor magisterial, es interesante su testimonio de que conocía la de Juan XXII. Esta también fue citada por Sixto IV (1-04-1477), Clemente VII (1530) y San Pío V (1566) - quienes además citan y confirman la de Alejandro V -; etc. En las citas de la "Bula sabatina" por los diversos autores, se encuentran diversas lecturas de ella (lo que prueba que no dependen de un solo documento inmediato). Por ejemplo, algunos en vez de ser "sábado" cuando la Virgen socorre a los cofrades del purgatorio leen "súbito" (cuanto antes), lo que parece una errata de transcripción, aunque así ha pasado a la liturgia y a las encíclicas de Pío XII. El privilegio sabatino fue muy impugnado, no histórica, sino teológicamente, llegando el Inquisidor General de Portugal, en 1609, a prohibir a los Carmelitas el predicarlo. Estos apelaron al Romano Pontífice, quien confió la causa al Santo Oficio, y por fin, en 1613 dio un decreto renovado literalmente por Inocencio XI (1678), San Pío X (1908) y Pío XI (1922). En él se estableció: se permite a los PP. Carmelitas predicar que el pueblo cristiano puede creer... (sigue lo dicho antes). Pío XII en su citada Carta Magna del Escapulario del Carmen de 1950, enseña: "A la verdad, no dejará la piadosísima Madre que sus hijos que expían sus culpas en el purgatorio, no consigan cuanto antes la vida eterna por su intervención delante de Dios, en conformidad con el privilegio sabatino". En resumen: el privilegio sabatino consiste en que la Santísima Virgen sacará del purgatorio cuanto antes, especialmente el sábado después de su muerte, a quienes hayan muerto con el Escapulario y durante su vida hayan guardado castidad según su estado y rezado todos los días el oficio parvo. (Este se puede sustituir por la Liturgia de las Horas o por la abstinencia de carne los miércoles y sábados, o un sacerdote con facultad para ello, lo puede conmutar por otra obra piadosa, v.gr. el rezo diario del Rosario). Si uno peca contra la castidad o deja un día de hacer la obra prescrita, podrá recuperar el privilegio al confesarse y cumplir la penitencia (de manera semejante a como se recuperan los méritos perdidos por el pecado mortal, lo cual parece casi excesiva generosidad de Dios, pero es doctrina católica). La certeza de este privilegio más que histórica, como decíamos del Escapulario, está fundada en la potestad de la Iglesia que así lo propone y recomienda. Sería temerario y ofensivo para la Iglesia, cuya Cabeza es Cristo y su alma vivificante el Espíritu Santo, creer que comete una equivocación secular y universal en algo que pertenece a la doctrina y vida cristiana. En 1950 recordaba Pío XII: "Ciertamente, la piadosa Madre no dejará de hacer que los hijos que expían en el Purgatorio sus culpas, alcancen lo antes posible la patria celestial por su intersección, según el llamado privilegio sabatino, que la tradición nos ha trasmitido" con estas palabras: "Yo, su Madre de Gracia, bajaré el sábado después de su muerte y a cuantos - religiosos, terciarios y cofrades - hallaré en el Purgatorio los liberaré y los llevaré al monte santo de vida eterna". 6.- Protección maternal Por su profundo simbolismo mariano, por los grandes privilegios y por el gran amor y privilegiada asistencia, que ha manifestado a través de los siglos la Santísima Virgen del Carmen a quienes visten devotamente su escapulario, es lo que tan prodigiosamente se ha extendido por doquier esta piadosa devoción de vestir su escapulario. Sobre todo por su rico simbolismo: ser hijo de María, ver en él todas las virtudes de María, ser símbolo de nuestra consagración filial a la Madre Amable. Por Morir en gracia de Dios, quien lo vista piadosamente. Por que saldrá del Purgatorio cuanto antes quien muera devotamente con él. Por llegar su protección a todos los momentos de la vida, a la muerte y aún más alla". En la vida protejo; en la muerte ayudo, después de la muerte salvo, con sus credenciales. Por los innumerables prodigios que ha obrado. Por las relaciones con sus apariciones mas recientes en Lourdes y Fátima. Por las muchas indulgencias que disfrutan quienes visten este escapulario. 7.- Indulgencias He aquí las indulgencias plenarias y parciales para los que visten el escapulario. A).- Indulgencias plenarias.- 1. El día que se viste el escapulario y el que es inscrito en la Tercera Orden o Cofradía. 2. En estas fiestas: a) Virgen del Carmen (16 de Julio o cuando se celebre); b) San Simón Stock (16 de mayo); c) San Elías Profeta (20 de Julio); d) Santa Teresa de Jesús (15 de Octubre), e) Santa Teresa del Niño Jesús (1 de octubre); f) San Juan de la Cruz (14 de Diciembre); g) Todos los Santos Carmelitas (14 de Noviembre). B).- Indulgencias Plenaria el día del Carmen.- El día del Carmen, 16 de Julio, o en la fecha que exactamente se celebre, tiene concebida una indulgencia plenaria. C).- Indulgencia parcial.- Se gana indulgencia parcial por usar piadosamente el santo escapulario. Se puede ganar no sólo por besarlo, sino por cualquier otro acto de afecto y devoción. Y sólo al escapulario, sino también a la medalla-escapulario. 8.- Recomendación pontificia Desde el siglo XVI -que es cuando se extiende por toda la cristiandad el uso del escapulario del Carmen- casi todos los Papas lo han vestido y propagado. El Papa Juan Pablo II, que es terciario carmelita, ha recordado en diversas ocasiones que viste con devoción, desde niño, el escapulario del Carmen. La Iglesia, como reconocimiento y estímulo de las más importantes verdades y prá
La Iglesia recuerda a Santa María Goretti, la niña de once años que falleció al resistirse a una violación, y que antes de morir perdonó a su agresor. A ella, el Papa San Juan Pablo II compuso una hermosa oración. María Goretti fue asesinada por Alessandro Serenelli, hijo de un conocido de la familia, que había intentado abusar de ella. Ante la resistencia férrea de la niña, el agresor la apuñaló sin compasión. La pequeña fue llevada al hospital, pero los médicos no pudieron hacer mucho. Durante las varias horas de agonía perdonó a Alessandro y antes de morir recibió la Sagrada Comunión y la Unción de los enfermos. María falleció el 6 de julio de 1902. Fue canonizada por el Papa Pío XII en 1950. En 1979, al año siguiente de su elección como Pontífice, San Juan Pablo II visitó el Santuario de Nuestra Señora de las Gracias y Santa María Goretti, en la localidad italiana de Nettuno, donde reposan los restos de la niña santa. Además, el santo polaco compuso la siguiente oración a Marietta, como llamaban cariñosamente a la pequeña: “Niña de Dios, tú que has conocido pronto la dureza y la fatiga, el dolor y las breves alegrías de la vida, tú que has sido pobre y huérfana, tú que has amado al prójimo haciéndote sierva humilde y presurosa, tú que has sido buena y has amado a Jesús sobre todas las otras cosas, tú que has derramado tu sangre para no traicionar al Señor, tú que has perdonado a tu asesino, intercede y reza por nosotros para que digamos sí al designio de Dios para nosotros. Te agradecemos, Marietta, por el amor a Dios y por los hermanos, que has sembrado en nuestro corazón. Amén”. Asimismo, el 7 de julio de 2002, un día después de la celebración del centenario de la muerte de la santa, San Juan Pablo II la recordó en el rezo del Ángelus en el Vaticano. “He querido recordar este importante aniversario con un mensaje especial dirigido al obispo de Albano, subrayando la actualidad de esta mártir de la pureza, que espero sea más conocida por los adolescentes y los jóvenes”, dijo entonces el Papa polaco. “Santa María Goretti es un ejemplo para las nuevas generaciones, amenazadas por una mentalidad de apatía, que no comprende la importancia de valores sobre los que jamás es lícito hacer componendas”. El Pontífice resaltó que “aunque era pobre y carecía de instrucción escolar, María, que no había cumplido doce años, poseía una personalidad fuerte y madura, formada por la educación religiosa recibida en su familia. Esto le permitió no sólo defender su persona con castidad heroica, sino incluso perdonar a su asesino”. “Su martirio recuerda que el ser humano no se realiza siguiendo los impulsos del placer, sino viviendo la propia vida con amor y responsabilidad”, resaltó. A los jóvenes alentó que, siguiendo el ejemplo de María Goretti, “no dejen que la cultura del tener y del placer aletargue vuestra conciencia. Sean ‘centinelas’ despiertos y vigilantes, para ser auténticos protagonistas de una nueva humanidad”.
¡Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! En el viaje dentro de las Diez Palabras, llegamos hoy al mandamiento sobre el padre y la madre. Se habla de la honra debida a los padres. ¿Qué es esta "honra"? La palabra hebrea indica la gloria, el valor, a la letra el "peso", la consistencia de una realidad. No es una cuestión de formas externas, sino de verdad. Honrar a Dios, en las Escrituras, significa reconocer su realidad, tener en cuenta su presencia; esto también se expresa en los ritos, pero sobre todo implica dar a Dios el lugar justo en la existencia. Honrar al padre y a la madre significa reconocer su importancia también a través de acciones concretas, que expresan dedicación, afecto y cuidado. Pero no se trata solamente de esto. La Cuarta Palabra tiene su propia característica: es el mandamiento que contiene un resultado. De hecho, dice: "Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te ha mandado, para que tus días se prolonguen y seas feliz en la tierra que el Señor tu Dios te da" (Deut 5:16). Honrar a los padres conduce a una larga vida feliz. La palabra "felicidad" en el Decálogo aparece solo vinculada a la relación con los padres. Esta sabiduría milenaria declara lo que las ciencias humanas han podido elaborar solamente hace poco más de un siglo: que la huella de la infancia marca toda la vida. Es fácil entender, con frecuencia, si alguien ha crecido en un ambiente saludable y equilibrado. E igualmente percibir si una persona proviene de experiencias de abandono o de violencia. Nuestra infancia es como una tinta indeleble, se expresa en los gustos, en la forma de ser, incluso si algunos tratan de ocultar las heridas de sus orígenes. Pero el cuarto mandamiento dice aún más. No habla de la bondad de los padres, no requiere que los padres y las madres sean perfectos. Habla de un acto de los hijos, independientemente de los méritos de los padres, y dice algo extraordinario y liberador: incluso si no todos los padres son buenos y no todas las infancias son serenas, todos los hijos pueden ser felices, porque el logro de una vida plena y feliz depende de la justa gratitud con aquellos que nos han puesto en el mundo. Pensemos en cómo esta Palabra puede ser constructiva para muchos jóvenes que vienen de historias de dolor y para todos aquellos que han sufrido en su juventud. Muchos santos, y muchos cristianos, después de una infancia dolorosa vivieron una vida luminosa, porque, gracias a Jesucristo, se reconciliaron con la vida. Pensemos en ese joven que será beato el mes próximo, Sulpicio, que con 19 años terminó su vida reconciliado con tantos dolores, con tantas cosas, porque su corazón estaba sereno y nunca renegó de sus padres. Pensemos en San Camilo de Lellis, quien desde una infancia desordenada construyó una vida de amor y servicio, en Santa Josefina Bakhita, que creció en una horrible esclavitud, o en el beato Carlo Gnocchi, huérfano y pobre; y en el mismo San Juan Pablo II, marcado por la pérdida de la madre en temprana edad. El hombre, de cualquier historia venga, recibe de este mandamiento la orientación que lleva a Cristo: en Él, efectivamente, se revela el verdadero Padre, que nos ofrece "renacer de lo alto" (Jn 3, 3-8). Los enigmas de nuestras vidas se iluminan cuando descubrimos que Dios desde siempre nos prepara para una vida de hijos suyos, donde cada acto es una misión recibida de Él. Nuestras heridas comienzan a ser potenciales cuando, por gracia, descubrimos que el verdadero enigma ya no es "¿por qué?", ​​sino "¿para quién?",” ¿para quién?” me sucedió a mí. ¿En vista de qué obra me ha forjado Dios a lo largo de mi historia? Aquí todo se revierte, todo se vuelve precioso, todo se vuelve constructivo. Mi experiencia, aunque haya sido triste y dolorosa, a la luz del amor, ¿cómo se vuelve para los demás, para quién fuente de salvación? Entonces podemos comenzar a honrar a nuestros padres con la libertad de los hijos adultos y con la aceptación misericordiosa de sus límites. Honrar a los padres que nos han dado la vida. Si te has alejado de tus padres, haz un esfuerzo y vuelve, vuelve donde ellos; quizás son viejos…Te han dado la vida. Y luego, entre nosotros está la costumbre de decir cosas malas, palabrotas…Por favor, nunca, jamás, insultar a los padres. ¡Nunca! No se insulta nunca a la madre, no se insulta nunca al padre. ¡Nunca, nunca! Tomad, esta decisión interior: a partir de ahora no insultaré nunca a la madre o al padre de nadie. ¡Le han dado la vida! No hay que insultarlos. Esta vida maravillosa se nos ofrece, no nos la imponen: renacer en Cristo es una gracia para acogerla libremente (cfr. Jn1, 11-13) y es el tesoro de nuestro Bautismo, en el cual, por obra del Espíritu Santo, uno solo es el Padre nuestro, el del cielo (cfr. Mt 23,9; 1 Cor. 8,6; Ef. 4,6) ¡Gracias!
¿Qué es pedir perdón? Ante todo, es reconocer la propia falta y dar un paso hacia el ofendido y después buscar el modo de cómo reparar el prejuicio sufrido. El cristiano reconoce que, al ofender a alguien, es a Dios mismo a quien se ha ofendido. A esto es a lo que se llama pecado. Y de él se pide perdón a Dios. El perdón no quiere decir olvido. Jesús perdonó a los hombres que lo crucificaron. El conserva los estigmas de los clavos y de la lanza. El perdón de Dios Sean cuales sean los rechazos del hombre, Dios es fiel. A lo largo y ancho del Antiguo Testamento, los hombres se dejan seducir por los ídolos (culto del becerro de oro por ejemplo), persiguen y se aprovechan de la debilidad de los más pobres... Sin embargo, Dios propone cada vez la renovación de su alianza con su pueblo. En la Biblia, y más particularmente en el Nuevo Testamento, Jesucristo acoge a los pecadores y les perdona sus faltas (la Samaritana, la mujer adúltera, el paralítico, Zaqueo, la negación de Pedro...) El perdón del padre al hijo pródigo hace bascular el deseo mezquino de la justicia del hermano mayor. La confianza concedida al que ha cometido una falta, le hace crecer y lo restablece en su dignidad. Después de la resurrección, Cristo da la misión a los apóstoles de continuar su obra de reconciliación entre los hombres y entre los hombres y Dios. Entre los católicos, el perdón que Dios da al pecador por medio de Cristo se significa con la palabra y el gesto del sacerdote, en el sacramento de la reconciliación. Textos 1) Marcos 2,1-12: Perdón y curación del paralítico. 2) Juan 8,11: La mujer adúltera. 3) Juan 18,15-27: Negación de Pedro. 4) Juan 4,7: La mujer Samaritana. 5) Lucas 19,3-10: Zaqueo. Cuando se piensa, medita y reflexiona despacio sobre estos textos, se llega a la conclusión de que el perdón es el gran don de Dios para con la humanidad pecadora. Quien mucho ama, perdona mejor que aquel que ama poco. Esta conserva en su corazón el odio y la antipatía hacia el ofensor. Ama y perdonarás con mayor facilidad. La intransigencia es propia de seres que, encerrados en sus castillos, creen tener la razón en todo.
En la catequesis pronunciada en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa Francisco continuó su predicación sobre la oración del Padre Nuestro y animó a perdonar siempre al prójimo para poder recibir también el perdón de Dios. Durante su predicación, el Santo Padre afirmó que “Si tú no perdonas, Dios no te perdonará” y animó a reflexionar si “somos capaces de perdonar”. “Si no lo consigues, pide al Señor que te dé la fuerza para conseguirlo: Señor ayúdame a perdonar”, exclamó el Papa. A continuación, la catequesis completa del Papa Francisco: Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Hoy completamos la catequesis sobre la quinta petición del ‘Padre Nuestro’, deteniéndonos en la expresión " como nosotros perdonamos a los que nos ofenden" (Mt. 6,12). Hemos visto que es propio del hombre ser deudor ante Dios: de Él hemos recibido todo, en términos de naturaleza y gracia. Nuestra vida no solo fue deseada, sino amada por Dios. Realmente no hay espacio para la presunción cuando unimos las manos para orar. No existen ‘self made men’ en la Iglesia, hombres que se han hecho a sí mismos. Todos estamos en deuda con Dios y con muchas personas que nos han dado condiciones de vida favorables. Nuestra identidad se construye a partir del bien recibido. El primero es la vida. El que reza aprende a decir ‘gracias’. Y nosotros muchas veces nos olvidamos de decir ‘gracias’, somos egoístas. El que reza aprende a decir "gracias" y le pide a Dios que sea benévolo con él o con ella. Por mucho que nos esforcemos, siempre hay una deuda inagotable con Dios, que nunca podremos pagar: Él nos ama infinitamente más de lo que nosotros lo amamos. Y luego, por mucho que nos comprometamos a vivir de acuerdo con las enseñanzas cristianas, en nuestras vidas siempre habrá algo por lo que pedir perdón: pensemos en los días pasados perezosamente, en los momentos en que el rencor ha ocupado nuestro corazón y así sucesivamente... Son experiencias desafortunadamente, no escasas, las que nos hace implorar: ‘Señor, Padre, perdona nuestras ofensas’. Así pedimos perdón a Dios. Pensándolo bien, la invocación también podría limitarse a esta primera parte, sería bonita. En cambio, Jesús la suelda con una segunda expresión que es una con la primera. La relación de benevolencia vertical de parte de Dios se refracta y está llamada a traducirse en una nueva relación que vivimos con nuestros hermanos: una relación horizontal. El Dios bueno nos invita a ser todos buenos. Las dos partes de la invocación están unidas por una conjunción inapelable: le pedimos al Señor que perdone nuestras deudas, nuestros pecados, ‘como’ nosotros perdonamos a nuestros amigos, a la gente que vive con nosotros, a nuestros vecinos, a las personas que nos han hecho algo que no era agradable. Todo cristiano sabe que para él existe el perdón de los pecados, todos lo sabemos: Dios lo perdona todo y perdona siempre. Cuando Jesús dibuja ante sus discípulos el rostro de Dios, lo describe con expresiones de tierna misericordia. Él dice que hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por una multitud de justos que no necesitan conversión (Lc 15,7-10). Nada en los Evangelios sugiere que Dios no perdona los pecados de aquellos que están bien dispuestos y pide que se le vuelva a abrazar. Pero la gracia abundante de Dios siempre es un reto. Aquellos que han recibido tanto deben aprender a dar tanto y no retener solo para ellos mismos lo que han recibido. Los que han recibido tanto deben aprender a dar tanto. No es una coincidencia que el Evangelio de Mateo, inmediatamente después del texto del ‘Padre Nuestro’ entre las siete expresiones utilizadas, enfatice precisamente la del perdón fraterno: "Si vosotros, perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas” (Mt 6,14-15). ¡Pero esto es fuerte! Pienso: a veces he escuchado gente que decía: "¡Nunca perdonaré a esa persona! ¡Nunca perdonaré lo que me hicieron! “Pero si no perdonas, Dios no te perdonará. Tú cierras la puerta. Pensemos, si somos capaces de perdonar o si no perdonamos. Un sacerdote, cuando estaba en la otra diócesis, me contó angustiado que había ido a dar los últimos sacramentos a una anciana que estaba a punto de morir. La pobre señora no podía hablar. Y el sacerdote le dice: "Señora, ¿se arrepiente de sus pecados?" La señora dijo que sí; No pudo confesarlos pero dijo que sí. Es suficiente Y luego otra vez: "¿Perdona a los demás?" Y la señora, en su lecho de muerte, dijo: "No". El cura estaba angustiado. Si no perdonamos, Dios no te perdonará. Pensémoslo, nosotros que estamos aquí, si perdonamos o somos capaces de perdonar. "Padre, no puedo hacerlo, porque esa gente me ha hecho tantas cosas". Pero si no puedes hacerlo, pídele al Señor que te dé la fuerza para hacerlo: Señor, ayúdame a perdonar. Aquí encontramos el vínculo entre el amor a Dios y el amor al prójimo. El amor llama al amor, el perdón llama al perdón. Nuevamente en Mateo encontramos una parábola muy intensa dedicada al perdón fraterno. Vamos a escucharla. Había un siervo que tenía una gran deuda con su rey: ¡diez mil talentos! Una suma imposible de devolver; no sé cuánto sería hoy, pero cientos de millones. Pero el milagro sucede, y ese siervo no recibe un aplazamiento del pago, sino todo el condono. ¡Una gracia inesperada! Pero he aquí que ese mismo siervo, inmediatamente después, se enfurece contra uno de sus hermanos, que le debe cien denarios, -muy poco-, y, aunque sea una cifra accesible, no acepta excusas ni súplicas. Por lo tanto, al final, el amo lo llama y lo condena. Porque si no te esfuerzas por perdonar, no serás perdonado; si no tratas de amar, tampoco serás amado. Jesús inserta el poder del perdón en las relaciones humanas. En la vida, no todo se resuelve con la justicia. No. Especialmente donde debemos poner una barrera al mal, alguien debe amar más de lo necesario, para comenzar una historia de gracia nuevamente. El mal conoce sus venganzas, y si no se interrumpe, corre el riesgo de propagarse y sofocar al mundo entero. La ley del talión: lo que me hiciste, te lo devuelvo, Jesús la sustituye con la ley de amor: lo que Dios me ha hecho, ¡te lo devuelvo! Pensemos hoy, en esta hermosa semana de Pascua, si puedo perdonar. Y si no me siento capaz, tengo que pedirle al Señor que me dé la gracia de perdonar, porque saber perdonar es una gracia. Dios le da a cada cristiano la gracia de escribir una historia de bien en la vida de sus hermanos, especialmente de aquellos que han hecho algo desagradable e incorrecto. Con una palabra, un abrazo, una sonrisa, podemos transmitir a los demás lo más precioso que hemos recibido ¿Qué es lo más precioso que hemos recibido? El perdón, que debemos ser capaces de dar a los demás.
En un video mensaje difundido por la Oficina de Prensa del Vaticano, el Papa Francisco afirmó que el amor, que nace del encuentro con el Señor Jesús, es lo más importante del mundo y puede cambiarlo, e indicó que nadie enseña cómo amar “porque el amor no se enseña, ¡se vive!”. El Pontífice dijo estas palabras al dirigirse a los participantes del retiro promovido por el John17 Movement (Movimiento Juan17), que se realiza online desde el Seminario Saint’s Joseph de Nueva York bajo el lema “Reconciliación relacional, un nuevo camino para la reconciliación de los cristianos”. “Como dice Joe Tosini, ¡el amor es lo más importante del mundo y sin embargo nadie enseña cómo amar! Amas o no amas, pero el amor que se hizo carne, el amor que dio su vida por nosotros, ese es el camino”, resaltó el Papa Francisco al citar a un conocido líder pentecostal estadounidense, fundador del John17 Movement. “Muchas veces confundimos el amor con una especie de filosofía platónica, idealista, el amor es concreto, el amor da la vida por los demás, como Jesús la dio por nosotros. Tal vez porque el amor no se enseña, ¡se vive! ¡Ustedes nos están enseñando viviéndolo!”, continuó el Santo Padre. En su mensaje, el Papa explicó que “el amor no necesita profundos conocimientos teológicos, que son también necesarios. El amor es un encuentro de vida, primero con el Señor Jesús, con la persona de Jesús y de allí, de ese encuentro de amor, nace la amistad, la fraternidad, la certeza de ser hijos del mismo Padre”. “La vida que se comparte y se entrega a un fin superior: ¡el amor puede cambiar el mundo! Todo nace de ahí, de un encuentro fraterno, el amor puede cambiar el mundo, pero primero nos cambia a nosotros mismos”. El Pontífice dijo que “juntos en el amor los cristianos podemos cambiar el mundo, ¡podemos cambiarnos a nosotros mismos, porque Dios es Amor!”. En su mensaje, el Papa Francisco recordó que “en la Vigilia de Pentecostés, organizada por la Comisión para la Unidad de los Cristianos de CHARIS, en el momento transmitido a todo el mundo desde Jerusalén, recordé precisamente cuánto me conmueve la expresión de los Hechos de los Apóstoles con la cual definían a la primera comunidad cristiana quienes se encontraban con ella: ‘Miren como se aman’. “El John 17 Movement es sobre el amor de quienes, alrededor de la mesa, tomando un cappuccino, almorzando o disfrutando de un helado, se descubren hermanos, no por el color, ni la nacionalidad, ni la procedencia, ni las diversas formas como viven su fe, sino como hijos de un mismo Padre”, dijo también el Papa. “Y también, aunque no haya mesa, aunque no haya cappuccino, aunque no haya helado, aunque no haya café, porque hay pobreza y guerra, también somos hermanos, y lo tenemos que decir unos a otros. Sin pensar, ni en la procedencia, ni en la nacionalidad, ni en el color de la piel, somos hijos de un mismo Padre”, aseguró. En su sitio web, el John17 Movement afirma que quienes se han identificado con esta iniciativa “creemos que lo que nos une como cristianos es de mucha mayor importancia que lo que nos divide”. “Nuestras diferencias lealtades o denominaciones no deben ser barreras que nos impidan reunirnos y compartir una comida juntos alrededor de la mesa de la amistad”, agrega. Fuente: Aci Prensa.
La Iglesia Católica dedica el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, para que los fieles veneren, honren e imiten más intensamente el amor generoso y fiel de Cristo por todas las personas. Es un mes donde se le demuestra a Jesús, a través de las obras, cuánto se le ama; correspondiendo a su gran amor demostrado al entregarse a la muerte por sus hijos, quedándose en la Eucaristía y enseñando el camino a la vida eterna. Sobre esta fiesta, el Papa Benedicto XVI afirmó que "al ver el corazón de Señor, debemos de mirar el costado traspasado por la lanza, donde resplandece la inagotable voluntad de salvación por parte de Dios, no puede considerarse culto pasajero o de devoción: la adoración del amor de Dios, que ha encontrado en el símbolo del ‘corazón traspasado’ su expresión histórico-devocional, la cual sigue siendo imprescindible para una relación viva con Dios". La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los inicios de la Iglesia, desde que se meditaba en el costado y el corazón abierto del Señor. Cuenta la historia que el 16 de junio de 1675, el Hijo de Dios se le apareció a Santa Margarita María de Alacoque y le mostro su Corazón rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior del mismo salía una cruz. Santa Margarita escuchó al Señor decir: "he aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres recibo ingratitud, irreverencia y desprecio".
El Papa Francisco destacó la importancia de “ser cristianos no solo de palabra, sino de obra”. Así lo dijo el Santo Padre al recibir este 21 de mayo a la asociación “Lazare”. La audiencia se llevó a cabo con ocasión del décimo aniversario de su fundación, y en un discurso que no fue pronunciado pero que el Papa entregó durante la audiencia en el Vaticano, agradeció por “su compromiso y dedicación”, por tratar de “ser cristianos no solo de palabra, sino de obra”. Asimismo, en el texto, el Pontífice subrayó algunos de los principios en los que se basa esta asociación, por ejemplo, el “ser uno mismo con los demás, reencontrar la alegría, sentirse amado, aprender la benevolencia como en familia, vivir juntos con mucha sencillez”. “Estos principios tienen sentido y forjan un grupo estable solo si brotan de una amistad sólida con Cristo, la fuente de su obrar para el bien. Saliendo al encuentro de los demás en su situación y formando una familia en la que reine la armonía y la alegría de vivir juntos, participan en la misión de la Iglesia de ir a las periferias de nuestra sociedad”, añadió el Papa. Además, el Santo Padre recordó que en mayo de 2020 envió un video mensaje a esta asociación en el que señaló que “las periferias existenciales son el centro del corazón de Dios” y agregó que “Jesús quiso venir a nuestras periferias existenciales. Él mismo se hizo periferia existencial”. Luego, el Papa reconoció que “siempre es una alegría ver que también hoy muchas personas, llenas de fe, buena voluntad y valentía, se comprometen a vivir la experiencia del servicio y la fraternidad” y agradeció el trabajo que realizan en “servicio de la dignidad humana” porque son “prójimos de las personas excluidas, sin domicilio fijo, rechazadas, traicionadas a menudo en sus derechos”. “Sirviéndolos, sirven al Señor mismo. Con su apostolado, nos ayudan a comprender que cada persona es una historia sagrada, un don inestimable”, afirmó el Papa. En esta línea, el Santo Padre destacó que “en estos tiempos de incertidumbre, de fragilidad, en lugar de malgastar sus vidas pensando sólo en ustedes mismos, hacen la experiencia de vivir juntos en solidaridad. Esto les brinda la forma de enriquecer sus vidas convirtiéndose en fuente de esperanza para aquellos que ya no creen en sí mismos y que se sienten humillados”. “No tengan miedo de pasar la antorcha de la esperanza y el amor. Sean testigos de la ternura de Dios en medio de la cultura del egoísmo, del individualismo, de la indiferencia, del descarte, del desprecio por los pobres y los débiles”, invitó el Papa. Finalmente, el Santo Padre dijo que esta iniciativa es una “hermosa aventura con su historia, a veces llena de tristeza, soledad, lagrimas, pruebas, exclusión y rechazo, son un don precioso que nos hace ver el amor del Señor” y advirtió que estas personas “no son descartados, inferiores, fracasados, como a veces la sociedad nos quiere hacer creer. A los ojos de Dios, son un tesoro, un don, una vida, una dignidad. En sus rostros vemos el rostro sufriente de Cristo que nos invita a un amor urgente y a un corazón abierto”. “Hoy más que nunca necesitamos construir un mundo, una sociedad de relaciones fraternas y llenas de vida”, añadió el Papa quien exhortó a “ser testigos, testigos de la misericordia y la bondad de Dios”. Fuente: ACI prensa
Desde la primera de sus apariciones un 13 de mayo de 1917, la Virgen de Fátima reveló en su mensaje a tres niños pastores el poder del Santo Rosario. En aquella ocasión Lucía preguntó si ella y Jacinta irían al cielo. La Virgen les dijo que sí, pero cuando preguntó por Francisco, la Madre de Dios contestó: “También irá, pero tiene que rezar antes muchos rosarios”. La Virgen de Fátima abrió sus manos y les mostró a los tres una luz divina muy intensa. Los niños cayeron de rodillas y alabaron a la Santísima Trinidad y al Santísimo Sacramento. Luego María señaló: “Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”. En la segunda aparición la Virgen María se les presentó después que ellos rezaron el Santo Rosario, y en la tercera ocasión Nuestra Señora les dijo: “Cuando recéis el Rosario, decid después de cada misterio: ‘Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas’”. Para la cuarta aparición ya muchos sabían de las apariciones de la Virgen a los pastorcitos. Entonces Jacinta le preguntó a la Madre de Dios lo que quería que se hiciera con el dinero que la gente dejaba en Cova de Iría. María les indicó que el dinero era para la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario y lo que quedaba era para una capilla que se debía construir. Más adelante, tomando un aspecto muy triste, la Virgen les manifestó: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quién se sacrifique y rece por ellas”. En el día de la quinta aparición, los niños llegaron a Cova de Iría con dificultad, pues muchas personas se les acercaban para pedirles que presentaran sus necesidades a Nuestra Señora. Los pastorcitos se pusieron a rezar el Rosario con la gente y la Virgen, al aparecérseles, animó nuevamente a los niños a seguir rezando esta oración para lograr el fin de la guerra. En la última aparición, antes de producirse el famoso milagro del sol, en el que el astro pareció desprenderse del firmamento y caer sobre la muchedumbre, la Madre de Dios pidió que hicieran en ese lugar una capilla en su honor y se presentó como la “Señora del Rosario”. Posteriormente, tomando un aspecto más triste dijo: “Que no se ofenda más a Dios Nuestro Señor, que ya es muy ofendido”. Esto sucedió el 13 de octubre de 1917.
Este 13 de mayo la Iglesia recuerda un año más de la primera de las apariciones de la Virgen de Fátima a los tres pastorcitos, Lucía, Francisco y Jacinta, ocurridas en Cova da Iria (Portugal) en 1917. Por ello, aquí presentamos 7 cosas que todo católico debe saber sobre estas apariciones: 1. La Virgen se apareció 6 veces en Fátima Aunque se suele hablar de la "aparición" de la Virgen de Fátima, en realidad fueron seis las veces en que María se apareció a los tres pastorcitos en 1917. Lucía y sus primos Francisco y Jacinta Marto vivían en el pueblo de Aljustrel, en Fátima, y trabajaban como pastores de los rebaños de sus familias. El 13 de mayo de 1917 los tres niños vieron una aparición de la Virgen María que les dijo, entre otras cosas, que regresaría durante los próximos seis meses todos los días 13 a la misma hora. María también reveló a los niños, en la segunda aparición, que Francisco y Jacinta morirían pronto y que Lucía sobreviviría para dar testimonio de las apariciones. En la tercera aparición de la Virgen, el 13 de julio, a Lucía se le revela el secreto de Fátima. Según los informes, se puso pálida y gritó de miedo llamando a la Virgen por su nombre. Hubo un trueno y la visión terminó. El día 13 de agosto, en que debía darse la cuarta aparición, los niños no llegaron a Cova da Iria pues fueron retenidos por el administrador de Ourém. Así, el encuentro con la Virgen ocurrió el 19 de agosto en un lugar llamado Valinhos. Los niños volvieron a ver a la Virgen el 13 de septiembre en Cova da Iria. En la sexta y última aparición, el 13 de octubre, ante miles de peregrinos que llegaron a Fátima, se produjo el denominado “Milagro del sol”, en el que luego de la aparición de la Virgen a los pastorcitos, se pudo ver al sol temblar en una especie de “danza”, según los testimonios. 2. Francisco y Jacinta murieron pronto, y Lucía se hizo religiosa Una pandemia de gripe española barrió Europa en 1918 y mató a cerca de 20 millones de personas. Francisco y Jacinta contrajeron la enfermedad ese año y fallecieron en 1919 y 1920, respectivamente. Por su parte, Lucía entró en el convento de las Hermanas Doroteas. El 13 de junio de 1929, en la capilla del convento en Tuy (España), Lucía tuvo otra experiencia mística en la que vio a la Santísima Trinidad y a la Virgen María. Esta última le dijo: "Ha llegado el momento en que Dios le pide al Santo Padre, en unión con todos los obispos del mundo, hacer la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio" (S. Zimdars-Schwartz, Encuentro con María, 197). El 13 de octubre de 1930, el Obispo de Leiria (ahora Leiria-Fátima) proclamó las apariciones de Fátima como auténticas. 3. Sor Lucía escribió el secreto de Fátima 18 años después de las apariciones Entre 1935 y 1941, bajo las órdenes de sus superiores, Sor Lucía escribió cuatro memorias de los acontecimientos de Fátima. En la tercera memoria -publicada en 1941- escribió las dos primeras partes del secreto y explicó que había una tercera parte que el cielo aún no le permitía revelar. En la cuarta memoria añadió una frase al final de la segunda parte del secreto: "En Portugal, se conservará siempre el dogma de la fe, etc". Esta frase fue la base de mucha especulación. Se dijo que la tercera parte del secreto se refería a una gran apostasía. Tras la publicación de la tercera y cuarta memoria, el mundo puso atención en el secreto de Fátima y las tres partes del mensaje, incluyendo la petición de la Virgen para que Rusia se consagre a su Inmaculado Corazón a través del Papa y los obispos del mundo. El 31 de octubre de 1942 Pío XII consagró no solo Rusia, sino a todo el mundo al Inmaculado Corazón de María. Lo que faltó, sin embargo, fue la participación de los obispos del mundo. En 1943, el Obispo de Leiria ordenó a Sor Lucía poner el tercer secreto de Fátima por escrito, pero ella no se sentía en libertad de hacerlo hasta 1944. El texto fue guardado en un sobre lacrado en el que Sor Lucía escribió que no debía abrirse hasta 1960. 4. La tercera parte del secreto de Fátima fue leída por varios Papas El secreto se mantuvo con el Obispo de Leiria hasta 1957, cuando fue solicitado (junto con copias de otros escritos de la Hermana Lucía) por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Según el Cardenal Tarcisio Bertone, el secreto fue leído por Juan XXIII y Pablo VI. "Juan Pablo II, por su parte, pidió el sobre que contiene la tercera parte del ‘secreto’ tras el intento de asesinato que sufrió el 13 de mayo 1981". Después de leer el secreto, el Santo Padre se dio cuenta de la conexión entre el intento de asesinato y Fátima: “Fue la mano de una madre que guió la trayectoria de la bala”, detalló. San Juan Pablo II decidió que se hiciera público en el año 2000. Para saber más del tercer secreto de Fátima puede ingresar al siguiente enlace 5. Las claves del secreto: arrepentimiento y conversión El entonces Cardenal Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, señaló que la clave de la aparición de Fátima es su llamado al arrepentimiento y a la conversión. (Comentario Teológico) Las tres partes del secreto sirven para motivar al individuo al arrepentimiento y lo hacen de una manera contundente. 6. La primera parte del secreto es una visión del infierno La primera parte del secreto -la visión del infierno- es para muchos la más importante, porque revela a las personas lo que les espera después de la muerte si no se arrepienten de sus pecados y no se convierten. 7. La segunda parte del secreto es sobre la devoción al Inmaculado Corazón En la segunda parte María dice: "Has visto el infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón". Después de explicar la visión del infierno, María habló de una guerra que "iniciará durante el pontificado de Pío XI." Esta fue la Segunda Guerra Mundial, ocasionada, según las consideraciones de Sor Lucía, por la anexión de Austria a Alemania durante el pontificado de Pío XI (J. de Marchi, Temoignages sur les apparitions de Fatima, 346). Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.
El Papa Francisco dedicó su catequesis a “el combate de la oración” durante la Audiencia General de este miércoles 12 de mayo que realizó desde el patio de San Dámaso en el interior del Vaticano con la presencia de fieles. “La oración ciertamente dona una gran paz, pero a traveÌs de un combate interior, a veces duro, que puede acompañar tambieÌn periodos largos de la vida. Rezar no es algo faÌcil y por eso, nosotros escapamos de la oración. Cada vez que queremos hacerlo, enseguida nos vienen a la mente muchas otras actividades, que en ese momento parecen maÌs importantes y maÌs urgentes”, advirtió el Santo Padre. A continuación, el texto completo de la catequesis pronunciada por el Papa Francisco: Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos diÌas! Estoy contento de retomar este encuentro cara a cara, porque les digo una cosa: no es bonito hablar delante de la nada, a una cámara. No es bonito. Y ahora, después de tantos meses, gracias a la valentía de monseñor Sapienza -que ha dicho: “¡No, lo hacemos allí!” -estamos aquí reunidos. ¡Es bueno monseñor Sapienza! Y encontrar la gente, y encontrar a ustedes, cada uno con su historia personal, gente que viene de todas las partes, de Italia, de Estados Unidos, de Colombia, después ese pequeño equipo de fútbol de cuatro hermanitos suizos -creo- que están allí… cuatro. Falta la hermana, esperemos que llegue… Y veros a cada uno de vosotros a mí me alegra, porque somos todos hermanos en el Señor y mirarnos nos ayuda a rezar el uno por el otro. También la gente que está lejos pero siempre se hace cercana. La hermana sor Geneviève, que no puede faltar, que viene del Lunapark, gente que trabaja: son muchos y están aquí todos. Gracias por su presencia y su visita. Lleven el mensaje del Papa a todos. El mensaje del Papa es que yo rezo por todos, y pido rezar por mí, unidos en la oración. Hablando de la oración, la oracioÌn cristiana, como toda la vida cristiana, no es “como dar un paseo”. Ninguno de los grandes oradores que encontramos en la Biblia y en la historia de la Iglesia ha tenido una oracioÌn “coÌmoda”. Si, se puede rezar como los loros: ‘bla, bla, bla’. Esta no es oración La oración ciertamente dona una gran paz, pero a traveÌs de un combate interior, a veces duro, que puede acompañar tambieÌn periodos largos de la vida. Rezar no es algo faÌcil y por eso, nosotros escapamos de la oración. Cada vez que queremos hacerlo, enseguida nos vienen a la mente muchas otras actividades, que en ese momento parecen maÌs importantes y maÌs urgentes. Esto me sucede también a mí. Voy a rezar y, ‘no debo hacer esto, debo hacer el otro’... Nosotros huimos de la oración, no sé por qué, pero es así. Casi siempre, despueÌs de haber pospuesto la oracioÌn, nos damos cuenta de que esas cosas no eran en absoluto esenciales, y que quizaÌ hemos perdido el tiempo. El Enemigo nos engaña asiÌ. Todos los hombres y las mujeres de Dios mencionan no solamente la alegriÌa de la oracioÌn, sino tambieÌn la molestia y la fatiga que puede causar: en algunos momentos es una dura lucha mantener la fe en los tiempos y en las formas de la oracioÌn. AlguÌn santo la ha llevado adelante durante años sin sentir ninguÌn gusto, sin percibir la utilidad. El silencio, la oracioÌn, la concentracioÌn son ejercicios difiÌciles, y alguna vez la naturaleza humana se rebela. PrefeririÌamos estar en cualquier otra parte del mundo, pero no ahiÌ, en ese banco de la iglesia rezando. Quien quiere rezar debe recordar que la fe no es faÌcil, y alguna vez procede en una oscuridad casi total, sin puntos de referencia. Hay momentos en la vida que son oscuros, por eso, algún santo lo llama la ‘noche obscura’ porque no se siente nada, pero yo continúo a rezar. El Catecismo enumera una larga serie de enemigos de la oracioÌn (cfr nn. 2726-2728). Los que hacen difícil rezar, que ponen dificultades. Algunos dudan de que esta pueda alcanzar verdaderamente al Omnipotente: ¿por queÌ Dios estaÌ en silencio? Si Dios es Omnipotente podría decir dos palabras y terminar la historia. Ante lo inaprensible de lo divino, otros sospechan que la oracioÌn sea una mera operacioÌn psicoloÌgica; algo que quizaÌ es uÌtil, pero no verdadera ni necesaria: se podriÌa incluso ser practicantes sin ser creyentes. Los peores enemigos de la oracioÌn estaÌn dentro de nosotros. El Catecismo los llama asiÌ: «desaliento ante la sequedad, tristeza de no entregarnos totalmente al Señor, porque tenemos “muchos bienes” (cf Mc 10, 22), decepcioÌn por no ser escuchados seguÌn nuestra propia voluntad; herida de nuestro orgullo que se endurece en nuestra indignidad de pecadores, alergia a la gratuidad de la oracioÌn, etc.» (n. 2728). Se trata claramente de una lista resumen, que podriÌa ser ampliada. ¿QueÌ hacer en el tiempo de la tentacioÌn, cuando todo parece vacilar? Si exploramos la historia de la espiritualidad, notamos enseguida coÌmo los maestros del alma teniÌan bien clara la situacioÌn que hemos descrito. Para superarla, cada uno de ellos ofrecioÌ alguna contribucioÌn: una palabra de sabiduriÌa, o una sugerencia para afrontar los tiempos llenos de dificultad. No se trata de teoriÌas elaboradas, elaboradas en la mesa, sino consejos nacidos de la experiencia, que muestran la importancia de resistir y de perseverar en la oracioÌn. SeriÌa interesante repasar al menos algunos de estos consejos, porque cada uno merece ser profundizado. Por ejemplo, los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola son un libro de gran sabiduriÌa, que enseña a poner en orden la propia vida. Hace entender que la vocacioÌn cristiana es militancia, es decisioÌn de estar bajo la bandera de Jesucristo y no bajo la del diablo, tratando de hacer el bien tambieÌn cuando se vuelve difiÌcil. En los tiempos de prueba estaÌ bien recordar que no estamos solos, que alguien vela a nuestro lado y nos protege. TambieÌn San Antonio abad, el fundador del monacato cristiano, en Egipto, afrontoÌ momentos terribles, en los que la oracioÌn se transformaba en dura lucha. Su bioÌgrafo San Atanasio, obispo de AlejandriÌa, narra que uno de los peores episodios le sucedioÌ al Santo ermitaño en torno a los treinta y cinco años, mediana edad que para muchos conlleva una crisis. Antonio fue turbado por esa prueba, pero resistioÌ. Cuando finalmente volvioÌ a la serenidad, se dirigioÌ a su Señor con un tono casi de reproche: «¿DoÌnde estabas Señor? ¿Por queÌ no viniste enseguida a poner fin a mis sufrimientos?». Y JesuÌs respondioÌ: «Antonio, yo estaba alliÌ. Pero esperaba verte combatir» (Vida de Antonio, 10). El combate en la oración, y muchas veces la oración es un combate. Me viene a la memoria una cosa que viví de cerca, cuando estaba en la otra diócesis. Había un matrimonio que tenía una hija de nueve años con una enfermedad que los médicos no sabían qué era y al final, en el hospital, el médico dijo a la madre, señora llame a su marido, el marido estaba en el trabajo, era un obrero que trabajaba todos los días, y dijo al padre: ‘la niña no pasa la noche, es una infección que no podemos hacer nada’. Aquel hombre, quizá no iba todos los domingos a la Misa, pero tenía una fe grande, salió llorando, dejó a la esposa con la niña en el hospital, tomó el tren y recorrió los 70 kilómetros de distancia hacia la Basílica de la Virgen de Luján, la patrona de Argentina, y allí estaba ya cerrada la Basílica, eran casi las diez de la noche, y él se aferró a las rejas de la Basílica y se quedó toda la noche rezando a la Virgen, combatiendo por la salud de la hija, esto no es una fantasía, lo ví yo, combatiendo el hombre allí. Al final, a las seis de la mañana la iglesia abrió, él entró a saludar a la Virgen y volvió a casa. Toda la noche en combate. Cuando llegó, buscó a la esposa y no la encontró, y pensó: ‘se fue, no la Virgen no puede hacerme esto’. Después la encontró sonriendo y dijo: ‘no sé qué pasó, los médicos dicen que de repente cambió y que ahora se curó’. Aquel hombre, combatiendo con la oración recibió la gracia de la Virgen, la Virgen lo escuchó. Y esto lo vi yo. La oración hace milagros, porque la oración va al centro de la ternura de Dios, que nos quiere como Padre, y cuando no nos concede una gracia, nos hará otra, que luego veremos con la historia, pero siempre el combate en la oración para pedir la gracia. Si, a veces pedimos una gracia que necesitamos, pero la pedimos así… sin querer, sin combatir, así no se piden las cosas serias. La oración es un combate, el Señor está siempre con nosotros: si en un momento de ceguera no logramos ver su presencia, lo lograremos en un futuro. Nos sucederaÌ tambieÌn a nosotros repetir la misma frase que dijo un diÌa el patriarca Jacob: «¡AsiÌ pues, estaÌ Yahveh en este lugar y yo no lo sabiÌa!» (Gen 28,16). Al final de nuestra vida, mirando hacia atraÌs, tambieÌn nosotros podremos decir: “Pensaba que estaba solo, sin embargo, no, no lo estaba: JesuÌs estaba conmigo”. Todos podremos decir esto. Gracias.
Desde el inicio del cristianismo, los santos han dejado notables frases que explican la importancia de la Virgen María como modelo a seguir en la historia de la salvación. A continuación, varias frases de santos famosos sobre la Madre de Dios. 1. San Juan Pablo II “Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre”, es una de las frases sobre María del Papa de la familia. 2. San Agustín de Hipona “María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno. María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo”, dijo el Padre y Doctor de la Iglesia. 3. San Francisco de Asís “Dios os salve, María, Madre de Dios. En vos está y estuvo todo la plenitud de la gracia y todo bien”, dijo el fundador de los Franciscanos. 4. San Maximiliano Kolbe “Nunca tengas miedo de amar demasiado a la Virgen. Jamás podrás amarla más que Jesús”. 5. Santa Teresa de Calcuta “La grandeza de María reside en su humildad. Jesús, quien vivió en estrechísimo contacto con ella, parecía querer que nosotros aprendiéramos de él y de ella una lección solamente: ser mansos y humildes de corazón”. 6. San Pío de Pietrelcina “Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: Te saludo, María. Saluda a Jesús de mi parte”, dijo el santo de los estigmas. 7. Santa Teresa de Lisieux “Con la práctica fiel de las virtudes más humildes y sencillas, has hecho Madre mía, visible a todos el camino recto del Cielo”, dijo la Doctora de la Iglesia y Patrona de las misiones. 8. San Juan Bosco “La devoción y el amor a María Santísima es una gran protección y un arma poderosa contra las asechanzas del demonio”, dijo el gran propagador de la devoción a María Auxiliadora. 9. Santa Teresa de Jesús “Gran cosa es lo que agrada a Nuestro Señor cualquier servicio que se haga a su Madre”, mística y Doctora de la Iglesia. 10. San Juan María Vianney (Cura de Ars) “Si yo no tuviera a la Madre de Dios que me defiende a cada paso de los peligros del alma, ya habría caído el poder de Satanás”. 11. San Buenaventura “No temen tanto los soldados un copioso ejército de enemigos como teme el poder del infierno al oír el nombre de María”. 12. San Alfonso María de Ligorio, “El Eterno se enamoró de vuestra incomparable hermosura, con tanta fuerza, que se hizo como desprenderse del seno del Padre y escoger esas virginales entrañas para hacerse Hijo vuestro. ¿Y yo, gusanillo de la tierra, no he de amaros? Sí, dulcísima Madre mía, quiero arder en vuestro amor y propongo exhortar a otros a que os amen también”, son las palabras del Doctor de la Iglesia y patrono de confesores y moralistas. 11. San Luis María Griñón de Monfort “A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace devoto de la Virgen María”, dijo en una ocasión el autor de varios libros marianos entre los que se encuentra el Tratado de la verdadera devoción a la Virgen María. 12. San Bernardo de Claraval “Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: ¡invoca a María!”, dijo este Doctor de la Iglesia. 13. San Ireneo “El nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María; lo que ató la virgen Eva por la incredulidad, la virgen María lo desató por la fe”, es una de las frases de este Padre de la Iglesia de los primeros siglos que combatió herejías. 14. Santa Teresa de los Andes “María, eres la Madre del Universo. ¿Quién no se anima al verte tan tierna, tan compasiva, a descubrir sus íntimos tormentos? Si es pecador, tus caricias lo enternecen. Si es tu fiel devoto, tu presencia solamente enciende la llama viva del amor divino”, dijo la carmelita descalza latinoamericana. 15. San Josemaría Escrivá de Balaguer “Antes, solo, no podías. Ahora, has acudido a la señora, y, con ella, ¡qué fácil!".
El 1 de mayo la Iglesia celebra la Fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores, fecha que coincide con el Día Mundial del Trabajo. Esta celebración litúrgica fue instituida en 1955 por el Siervo de Dios, Papa Pío XII, ante un grupo de obreros reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. El Santo Padre pidió en esa oportunidad que “el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”. Pío XII quiso que el Santo Custodio de la Sagrada Familia, “sea para todos los obreros del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa en las penalidades y en los riesgos del trabajo”. Por su parte, San Juan Pablo II en su encíclica a los trabajadores “Laborem exercens” destacó que “mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido ‘se hace más hombre’”. Posteriormente, en el Jubileo de los Trabajadores en el 2000, el Papa de la Familia dijo: “Queridos trabajadores, empresarios, cooperadores, agentes financieros y comerciantes, unid vuestros brazos, vuestra mente y vuestro corazón para contribuir a construir una sociedad que respete al hombre y su trabajo”. “El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. Cuanto se realiza al servicio de una justicia mayor, de una fraternidad más vasta y de un orden más humano en las relaciones sociales, cuenta más que cualquier tipo de progreso en el campo técnico”, añadió”.
En una Misa celebrada este 30 de abril en la iglesia del colegio La Salle de Caracas (Venezuela), José Gregorio Hernández Cisnero, conocido como el “médico de los pobres”, fue declarado beato, convirtiéndose en el primer beato laico del país. La Misa de beatificación comenzó a las 10:00 a.m. (hora local) y fue presidida por el Nuncio Apostólico en Venezuela, Mons. Aldo Giordano. En la Eucaristía también estuvieron presentes el Administrador Apostólico de Caracas, Cardenal Baltazar Porras; el Arzobispo Emérito de Caracas, Cardenal Jorge Urosa, y un público reducido -debido a las medidas para evitar contagios de coronavirus-, integrado por sacerdotes, religiosas y algunos fieles. En las letras apostólicas con las que se proclamó beato a José Gregorio, se destacaron sus virtudes y se señaló que el médico fue un “experto en la ciencia y excelente en la fe, que reconociendo en los enfermos el rostro sufriente del Señor, como el buen samaritano, los socorrió con caridad evangélica curando sus heridas del cuerpo y del espíritu”. Durante la ceremonia, la reliquia del cuarto beato de Venezuela y primer laico beatificado en el país fue llevada por Yaxury Solorzano, la niña que fue sanada milagrosamente por intercesión de José Gregorio, luego de recibir un disparo de escopeta en la cabeza en marzo de 2017 por parte de unos delincuentes que intentaron robar la moto de su padre. La memoria litúrgica de José Gregorio Hernández se celebrará el 26 de octubre, día de nacimiento del médico. Durante su homilía, Mons. Giordano agradeció a los que llevaron adelante la beatificación del médico de los pobres a pesar de las dificultades que atraviesa el país. Señaló que esta beatificación es un regalo del Papa Francisco a Venezuela e indicó que el Santo Padre ha mostrado sus deseos de visitar el país. El Nuncio Apostólico agregó que ha sido un honor y alegría el participar “en la realización de este gran sueño de todo el pueblo de Venezuela” y señaló que la alegría de este día no debe disminuir por la grave situación de la pandemia. Mons. Giordano indicó que por esta crisis sanitaria la ceremonia ha tenido que ser reducida y agradeció a quienes se unieron a la beatificación a través de los medios de comunicación, especialmente los que se han visto “obligados a salir de su patria por circunstancias dolorosas”. “Parece providencial celebrar la beatificación de un médico en medio de una pandemia que afecta a toda la humanidad. Oremos por los millones de víctimas y todos los enfermos a causa del virus”, instó. El representante vaticano indicó que en la figura del nuevo beato la Iglesia “rinde hoy a los profesionales de la medicina y de la salud un homenaje de reconocimiento, gratitud y oración” y pidió la intercesión de José Gregorio para que el “acceso a las vacunas se logre juntos, sin divisiones”. Además, resaltó que la beatificación del médico de los pobres confirma que “Venezuela es y será siempre tierra de gracia, aunque las circunstancias puedan sugerir lo contrario”. “El nuevo beato es capaz de unir a sus compatriotas por encima de las diferencias sociales, políticas y económicas, e incluso de las ideológicas o religiosas”, indicó. “Me atrevo a decir que tal vez, en estos momentos, no existe en Venezuela otra figura más querida y aceptada por todos como el doctor José Gregorio Hernández”, agregó. Asimismo, indicó que el nuevo beato es uno “de los mejores venezolanos de todos los tiempos” y subrayó que su secreto era “su fe, su constante búsqueda por hacer la voluntad de Dios, su poner en práctica los mandamientos, su ser discípulo de Jesucristo, su vida de oración, su amor por la Eucaristía”. “La fe le permitió al doctor José Gregorio entrar en una nueva dimensión, comprender su vida y la historia con los ojos de Dios, ver que la existencia humana no termina en el sufrimiento, en el dolor y la muerte, sino en la eternidad, en el paraíso”, resaltó. Mons. Giordano señaló que en el nuevo beato se puede encontrar a un médico, a un catedrático, pero al mismo tiempo se descubre la “humildad radical, la renuncia a la arrogancia y la dedicación a los pobres”. “El doctor José Gregorio reconoció la imagen más pura de Dios en el rostro de los demás, en particular en el de los pobres, los necesitados, los migrantes, los privados de libertad, con los que Jesús se identificó”, agregó. El Nuncio Apostólico indicó que “el respeto de la dignidad y la libertad de las personas es un mandamiento divino” y agregó que el nuevo beato luchó por “el respeto de la dignidad sagrada de la vida desde el instante de la concepción hasta la muerte natural”. “Que el nuevo beato conceda a nuestro amado país el milagro de la reconciliación, de la unidad nacional, de la fraternidad”, pidió. Finalmente, Mons. Giordano pidió que la intercesión del nuevo beato ayude a descubrir “más allá del cansancio, las lágrimas y los obstáculos del camino, la verdadera felicidad que el señor Jesús nos ha preparado”. Al finalizar la Misa, se le entregó a cada diócesis un relicario con una reliquia del nuevo beato, que reposará en la iglesia o santuario que cada obispo designe. Breve biografía José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en el pequeño pueblo campesino de Isnotú, en el estado de Trujillo (Venezuela). Su madre falleció cuando él estaba a punto de cumplir los ocho años. Estudió medicina en Caracas y tuvo tanto éxito que el presidente venezolano lo envió a estudiar microscopía, histología normal, patología y fisiología experimental en París. Al volver fue profesor en la Universidad Central de Caracas. Después de llevar a su familia a la capital, quiso ser monje de clausura en Italia, para dedicarse solo a Dios. En 1908 entró a la Cartuja de Farneta con el nombre de hermano Marcelo. Sin embargo, algunos meses después se enfermó y su superior le ordenó volver a Venezuela para recuperarse. Llegó a Caracas en abril de 1909 y ese mismo mes recibió permiso para ingresar en el Seminario Santa Rosa de Lima, pero siguió anhelando la vida monástica. Volvió a Roma luego de tres años, hizo algunos cursos de Teología en el Colegio Pío Latinoamericano, pero una vez más enfermó y tuvo que volver a Venezuela. Comprendió que Dios lo quería laico y ya no intentó volver a la vida religiosa. Decide convertirse en un católico ejemplar siendo médico, sirviendo al Señor en los enfermos. Dedicaba dos horas diarias a servir a los pobres. Un día, mientras cruzaba la calle para comprar medicinas para una anciana muy pobre, fue atropellado y llevado a un hospital donde un sacerdote pudo impartirle la Unción de los enfermos antes de morir el 29 de junio de 1919. Caracas se conmovió y muchos decían: "Ha muerto un santo". Fueron tantos los que asistieron a su velorio que las autoridades tuvieron que intervenir para organizar a la multitud que quería despedirse de él. Fuente: ACI Prensa
Con motivo de la Jornada Mundial de la Tierra, que se celebra este jueves 22 de abril, el Papa Francisco afirmó en un video mensaje que la pandemia de coronavirus ha demostrado “sí tenemos los medios para enfrentar el desafío” del cambio climático”. En el video, insistió también en que “las interacciones humanas con la biodiversidad de Dios (que Dios nos ha dado) deben hacerse con el máximo cuidado y con respeto: cuidar la biodiversidad, cuidar la naturaleza”. Una lección que, según subrayó, “en esta pandemia lo hemos aprendido mucho más”. El Santo Padre explicó que la pandemia de coronavirus “nos ha demostrado qué ocurre cuando el mundo se para, hace una pausa, aunque sea de unos pocos meses”, y “también nos enseña más sobre lo que necesitamos hacer para crear un planeta justo, equitativo, ambientalmente seguro”. “La pandemia del Covid nos ha enseñado esta interdependencia, este compartir el planeta”, afirmó. “Y ambas catástrofes globales, Covid y el clima, demuestran que no tenemos tiempo para esperar”. Insistió en que “el tiempo nos apremia y que, como lo ha demostrado la Covid-19, sí tenemos los medios para enfrentar el desafío. Tenemos los medios. Es el momento de actuar, estamos en el límite”. El Papa Francisco quiso ilustrar su mensaje con “un dicho viejo, español: ‘Dios perdona siempre, los hombres perdonamos de vez en cuando, la naturaleza no perdona más’”. Aseguró que “cuando se gatilla esta destrucción de la naturaleza es muy difícil frenarla, pero todavía estamos a tiempo”. “La adversidad que estamos viviendo con la pandemia, y que ya en el cambio climático la sentimos, nos ha de impulsar, nos tiene que impulsar a la innovación, a la invención, a buscar caminos nuevos. De una crisis no se sale igual, salimos mejores o peores. Este es el desafío, y si no salimos mejores vamos por un camino de autodestrucción”, hizo hincapié. Al final de su mensaje de video, el Papa llamó a los líderes del mundo a actuar con valentía, con justicia “y que siempre digan la verdad a la gente, para que la gente sepa cómo protegerse de la destrucción del planeta, cómo proteger al planeta de la destrucción que muchas veces nosotros gatillamos”.
El tiempo de Pascua en la Iglesia es el de más alegría porque celebra la resurrección del Señor. En esta nota compartimos una homilía de San Juan Crisóstomo, el santo patrono de los predicadores, cuyo nombre significa “boca de oro” y que se hizo famoso por sus bellas prédicas. Si bien la pandemia del coronavirus suscita en muchos miedo y dolor, es bueno recordar que el Señor Jesús ha vencido a la muerte con su resurrección, y así no perder de vista la alegría de este tiempo pascual que la Iglesia celebra como un solo gran día hasta Pentecostés. Por ello ofrecemos a continuación la homilía de San Juan Crisóstomo titulada “Entren en el gozo de su Señor”, publicada en el National Catholic Register. “Que todos los hombres piadosos y los que aman a Dios se alegren en el esplendor de esta fiesta, que los sabios servidores entren felizmente en el gozo de su Señor, que todos los que han cargado el peso de la cuaresma reciban su paga, y que aquellos que han trabajado desde las primeras horas, que ahora reciban su debida recompensa, que cualquier que vino a la hora tercia sea agradecido y se una a la fiesta, y que quienes llegaron a la sexta no teman llegar muy tarde, porque el Señor es amable y recibe al último como si fuera el primero. Él ofrece el descanso a quienes llegan a la hora undécima así como al que ha trabajado desde la primera: sí, Él se conmueve con los últimos y sirve a los primeros, Él los premia y alaba el esfuerzo. Vengan todos: Entren en el gozo de su Señor. Tú el primero y tú el último, reciban su recompensa, tú rico y tú pobre, bailen juntos, tú fuerte y tú débil celebren el día, tú que has guardado el ayuno y tú que no, alégrense hoy. La mesa está ricamente servida, disfruten su banquete real. El becerro es el que se engordó. Que nadie se vaya con hambre. Todos disfruten del banquete de la fe, que todos ustedes reciban las riquezas de su bondad. Que nadie se entristezca por su pobreza porque el reino universal ha sido revelado, que nadie llore sobre sus pecados porque el perdón ha brillado desde la tumba, que nadie tema a la muerte porque la muerte de nuestro Salvador nos ha liberado. Él la ha destruido al soportarla. Ha despojado al Hades descendiendo a su reino. Lo ha enojado al permitirles saborear su carne. Cuando Isaías predijo todo esto clamó: ‘¡Oh Hades, has sido enojado por encontrarlo a Él en el mundo inferior!’. El Hades se ha enojado porque está frustrado, se ha amargado porque ha sido burlado, se ha molestado porque ha sido destruido, se ha enojado porque ha sido reducido a nada, se ha amargado porque es ahora cautivo. Se apoderó de un cuerpo pero ¡he aquí que encontró el cielo, tomó lo visible y fue vencido por lo invisible! Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón? Oh Hades, ¿dónde está tu victoria?
Durante la audiencia general de este miércoles 14 de abril, el Papa Francisco destacó que la tarea esencial de la Iglesia es “rezar y educar a rezar” y advirtió que cuando el demonio “quiere combatir la Iglesia, lo hace primero tratando de secar sus fuentes, impidiéndoles rezar”. “La tarea esencial de la Iglesia: rezar y educar a rezar. Transmitir de generacioÌn en generacioÌn la laÌmpara de la fe con el aceite de la oracioÌn. Lámpara de la fe que ilumina… pero que solo puede ir hacia adelante con el aceite de la fe, por el contrario, se apaga. Sin la luz de esta laÌmpara, no podremos ver el camino para evangelizar; no podremos ver el camino para creer bien; no podremos ver los rostros de los hermanos a los que acercarse y servir; no podremos iluminar la habitacioÌn donde encontrarnos en comunidad... Sin la fe, todo cae; y sin la oracioÌn, la fe se apaga. Fe y oración juntos, no hay otro camino. Por esto la Iglesia, que es casa y escuela de comunioÌn, es casa y escuela de fe y de oracioÌn”, explicó el Papa. En su catequesis dedicada al tema de “la Iglesia maestra de oración” el Santo Padre reconoció que “el haÌbito de la fe no es inmediato, se desarrolla con nosotros, no es rígido, crece, tambieÌn a traveÌs de momentos de crisis y resurrecciones” y añadió que “de hecho, no se puede crecer sin momentos de crisis, porque la crisis te hace crecer. Es un modo necesario para crecer, entrar en crisis”. El Papa alentó a recordar las oraciones aprendidas durante la infancia en familia y, posteriormente, los encuentros con otros testigos y maestros de oración. Luego, el Santo Padre señaló que “la respiracioÌn de la fe es la oracioÌn: crecemos en la fe tanto como aprendemos a orar'' y agregó que “despueÌs de ciertos pasajes de la vida, nos damos cuenta de que sin la fe no hubieÌramos podido lograrlo y que la oracioÌn ha sido nuestra fuerza. No solo la oracioÌn personal, sino tambieÌn la de los hermanos y de las hermanas, y de la comunidad que nos ha acompañado y sostenido, de la gente que nos conoce y de la gente a la que le pedimos rezar por nosotros”. En esta línea, el Pontífice subrayó que en la Iglesia “florecen continuamente comunidades y grupos dedicados a la oracioÌn” y recordó a las personas que sienten “la llamada a hacer de la oracioÌn la accioÌn principal de sus jornadas”. “En la Iglesia hay monasterios, conventos, ermitas, donde viven personas consagradas a Dios y que a menudo se convierten en centros de irradiacioÌn espiritual. Son centros de comunidad de oración que irradian espiritualidad. Son pequeños oasis en los que se comparte una oracioÌn intensa y se construye diÌa a diÌa la comunioÌn fraterna. Son ceÌlulas vitales, no solo para el tejido eclesial sino para la sociedad misma... Rezar y trabajar en comunidad lleva adelante el mundo, es un motor”, afirmó. En este sentido, el Papa explicó que “todo en la Iglesia nace en la oracioÌn, y todo crece gracias a la oracioÌn” y alertó que “cuando el Enemigo, el Maligno, quiere combatir la Iglesia, lo hace primero tratando de secar sus fuentes, impidieÌndoles rezar”. “Por ejemplo, lo vemos, en ciertos grupos que se ponen de acuerdo para llevar hacia adelante cambios en la vida de la Iglesia, todo es organización, los medios que informan, pero la oración no se ve, no se reza: ‘debemos cambiar esto, debemos tomar esta decisión que es un poco fuerte’. Es interesante la propuesta, es interesante, solo con discusiones, solo con los medios, pero ¿dónde está la oración?”, advirtió el Papa. De este modo, el Santo Padre resaltó que “la oración es la que abre la puerta al Espíritu Santo quien es quien lleva hacia adelante. Los cambios en la Iglesia sin oración no son cambios de Iglesia, son cambios de grupo” y añadió que “si cesa la oracioÌn, por un momento parece que todo pueda ir adelante como siempre, por inercia, pero poco despueÌs la Iglesia se da cuenta de haberse convertido en un envoltorio vaciÌo, de haber perdido el eje de apoyo, de no poseer maÌs la fuente del calor y del amor”. Fuerza de los santos Por otro lado, el Papa destacó que la fuerza de los santos es la oración quienes “sacan siempre del ‘pozo’ inagotable de la madre Iglesia. Con la oracioÌn alimentan la llama de su fe, como se haciÌa con el aceite de las laÌmparas. Y asiÌ van adelante caminando en la fe y en la esperanza”. “Los santos, que a menudo a los ojos del mundo cuentan poco, en realidad son los que lo sostienen, no con las armas del dinero, del poder, de los medios de comunicación, sino con las armas de la oracioÌn”, dijo el Papa. En esta línea, el Santo Padre reconoció que “las mujeres y los hombres santos no tienen una vida maÌs faÌcil que los otros, es maÌs, ellos tambieÌn tienen sus problemas que afrontar y, ademaÌs, a menudo son objeto de oposiciones”. Finalmente, el Papa indicó la importancia de rezar con perseverancia, sin cansarse, pues “la laÌmpara de la fe estaraÌ siempre encendida sobre la tierra mientras esteÌ el aceite de la oracioÌn. La lámpara de la verdadera fe de la Iglesia estará siempre encendida sobre la tierra mientras esté el aceite de la oración. Es lo que lleva hacia adelante la fe, lo que lleva hacia adelante nuestra pobre vida, débil, pecadora”. Por ello, el Santo Padre invitó a preguntarnos: “¿rezo? ¿rezamos? ¿cómo rezo? ¿rezo como los loros o rezo con el corazón? ¿cómo rezo? ¿rezo seguro que estoy en la Iglesia y rezo con la Iglesia o rezo según mis ideas y hago que mis ideas sean ‘oración’? Esa es una oración pagana, no cristiana”.
"La humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia" (Diario, 300) La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos ... "y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia" (Diario, 723). En este mensaje, que Nuestro Señor nos ha hecho llegar por medio de Santa Faustina, se nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia de Dios, y que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de nuestras palabras, acciones y oraciones... "porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil" (Diario, 742). Con el fin de celebrar apropiadamente esta festividad, se recomienda rezar la Coronilla y la Novena a la Divina Misericordia; confesarse -para la cual es indispensable realizar primero un buen examen de conciencia-, y recibir la Santa Comunión el día de la Fiesta de la Divina Misericordia. La escencia de la devoción La esencia de la devoción se sintetiza en cinco puntos fundamentales: 1. Debemos confiar en la Misericordia del Señor. Jesús, por medio de Sor Faustina nos dice: "Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en mi misericordia. Que se acerquen a ese mar de misericordia con gran confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en mi misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina". 2. La confianza es la esencia, el alma de esta devoción y a la vez la condición para recibir gracias. "Las gracias de mi misericordia se toman con un solo recipiente y este es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá. Las almas que confían sin límites son mi gran consuelo y sobre ellas derramo todos los tesoros de mis gracias. Me alegro de que pidan mucho porque mi deseo es dar mucho, muchísimo. El alma que confía en mi misericordia es la más feliz, porque yo mismo tengo cuidado de ella. Ningún alma que ha invocado mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en mi bondad". 3. La misericordia define nuestra actitud ante cada persona. "Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia mí. Debes mostrar misericordia siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formar de ejercer misericordia: la primera es la acción; la segunda, la palabra; y la tercera, la oración. En estas tres formas se encierra la plenitud de la misericordia y es un testimonio indefectible del amor hacia mí. De este modo el alma alaba y adora mi misericordia". 4. La actitud del amor activo hacia el prójimo es otra condición para recibir gracias. "Si el alma no practica la misericordia de alguna manera no conseguirá mi misericordia en el día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque la misericordia anticiparía mi juicio". 5. El Señor Jesús desea que sus devotos hagan por lo menos una obra de misericordia al día. "Debes saber, hija mía que mi Corazón es la misericordia misma. De este mar de misericordia las gracias se derraman sobre todo el mundo. Deseo que tu corazón sea la sede de mi misericordia. Deseo que esta misericordia se derrame sobre todo el mundo a través de tu corazón. Cualquiera que se acerque a ti, no puede marcharse sin confiar en esta misericordia mía que tanto deseo para las almas". La Santa Sede decreta día de la Divina Misericordia Una propuesta de Santa Faustina Kowalska La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el 23 de mayo del 2000 un decreto en el que se establece, por indicación de Juan Pablo II, la fiesta de la Divina Misericordia, que tendrá lugar el segundo domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico será «segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia». Ya el Papa lo había anunciado durante la canonización de Sor Faustina Kowalska, el 30 de abril: «En todo el mundo, el segundo domingo de Pascua recibirá el nombre de domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al genero humano en los años venideros». Sin embargo, el Papa no había escrito estas palabras, de modo que no aparecieron en la transcripción oficial de sus discursos de esa canonización. Santa Faustina, que es conocida como la mensajera de la Divina Misericordia, recibió revelaciones místicas en las que Jesús le mostró su corazón, fuente de misericordia y le expresó su deseo de que se estableciera esta fiesta. El Papa le dedicó una de sus encíclicas a la Divina Misericordia («Dives in misericordia»). Los apóstoles de la Divina Misericordia están integrados por sacerdotes, religiosos y laicos, unidos por el compromiso de vivir la misericordia en la relación con los hermanos, hacer conocer el misterio de la divina misericordia, e invocar la misericordia de Dios hacia los pecadores. Esta familia espiritual, aprobada en 1996, por la archidiócesis de Cracovia, está presente hoy en 29 países del mundo. El decreto vaticano aclara que la liturgia del segundo domingo de Pascua y las lecturas del breviario seguirán siendo las que ya contemplaba el misal y el rito romano.
El 28 de marzo se celebra en la Iglesia el tradicional Domingo de Ramos, con el que se da inicio a la Semana Santa, uno de los tiempos litúrgicos más importantes en la vida cristiana. A continuación, explicamos 9 cosas que debes saber sobre esta fecha, tomados del documento vaticano de 1988 titulado “Carta circular sobre la preparación y la celebración de las fiestas pascuales, Carta de fiestas pascuales” y del libro “Jesús de Nazaret: desde la entrada en Jerusalén a la resurrección” del Papa Emérito Benedicto XVI. 1. Este día se llama "Domingo de Ramos" o "Domingo de Pasión" El primer nombre proviene del hecho que se conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, cuando la multitud lo recibió con hojas de palmas (Juan 12:13). El segundo nombre proviene del relato de la Pasión que se lee este domingo. Porque de no ser así no se leería en un domingo, ya que en el próximo la lectura tratará sobre la Resurrección. Según el documento del Vaticano “Carta circular sobre la preparación y la celebración de las fiestas pascuales” (Carta de fiestas pascuales) de 1988, el Domingo de Ramos “comprende a la vez el presagio del triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión”. “La relación entre los dos aspectos del misterio pascual se han de evidenciar en la celebración en la catequesis del día”, agrega. 2. Se realiza una procesión antes de la Misa La procesión puede tener lugar solo una vez, antes de la Misa. Puede realizarse el sábado o domingo. “La entrada del Señor en Jerusalén, ya desde antiguo, se conmemora con una procesión, en la cual los cristianos celebran el acontecimiento, imitando las aclamaciones y gestos, que hicieron los niños hebreos cuando salieron al encuentro del Señor, cantando el fervoroso ‘Hossana’”, detalla la Carta de fiestas pascuales. 3. Se puede portar palmas u otros tipos de plantas en la procesión No es necesario utilizar hojas de palma en la procesión, también se pueden utilizar otros tipos de plantas locales como el olivo, sauce, abeto o de otros árboles. Según el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia: “A los fieles les gusta conservar en sus hogares, y a veces en el lugar de trabajo, los ramos de olivo o de otros árboles, que han sido bendecidos y llevados en la procesión”. 4. Los fieles deben ser instruidos sobre la celebración Según el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, “los fieles deben ser instruidos sobre el significado de esta celebración para que puedan captar su significado”. “Debe recordarse oportunamente que lo importante es la participación en la procesión y no solo en la obtención de hojas de palma o de olivo”, que tampoco deben mantenerse “como amuletos, ni por razones terapéuticas o mágicas para disipar los malos espíritus o para evitar el daño que causan en los campos o en los hogares”, indica el texto. 5. Jesús reclama el derecho de los reyes en la entrada triunfal a Jerusalén El Papa Emérito Benedicto XVI explica en su libro “Jesús de Nazaret: desde la entrada en Jerusalén a la resurrección” que Jesucristo reclamó el derecho de los reyes, conocido a lo largo de la antigüedad, de demandar modos de transporte particulares. El uso de un animal (el burro) en el que nadie se había sentado aún es un indicador más del derecho de la realeza. Jesús quería que su camino y su accionar sean entendidos en términos de las promesas del Antiguo Testamento cumplidas en su persona. “Al mismo tiempo, a través de este anclaje del texto en Zacarías 9:9, una exégesis ‘fanática’ del reino está excluida: Jesús no está construyendo sobre la violencia; no está instigando una revuelta militar contra Roma. Su poder es de otro tipo: es en la pobreza y la paz de Dios, que identifica el único poder que puede redimir”, detalla el libro. 6. Los peregrinos reconocieron a Jesús como su rey mesiánico Benedicto XVI también señala que el hecho de que los peregrinos coloquen sus mantos en el suelo para que Jesús camine sobre ellos también “pertenece a la tradición de la realeza israelita (2 Reyes 9:13)”. “Lo que hacen los discípulos es un gesto de entronización en la tradición de la monarquía davídica (del rey David) y apunta a la esperanza mesiánica que surgió a partir de ésta”, indica el texto. Los peregrinos, prosigue, “sacan ramas de los árboles y gritan versos del Salmo 118, palabras de bendición de la liturgia de los peregrinos de Israel que en sus labios se convierten en una proclamación mesiánica: '¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito sea el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en lo más alto!' (Mc 11: 9-10, ver Sal 118: 26)”. 7. “Hossana” es un grito de júbilo y una oración profética En el tiempo de Jesús esta palabra tenía matices mesiánicos. En la aclamación se expresan las emociones de los peregrinos que acompañan a Jesús y a sus discípulos: la alabanza alegre a Dios en el momento de la entrada procesional, la esperanza de que la hora del Mesías había llegado. Al mismo tiempo era una oración que indicaba que el reinado davídico, y por lo tanto el reinado de Dios sobre Israel, sería restablecido. 8. La multitud que aplaudió la llegada de Jesús no es la misma que exigió su crucifixión En su libro, Benedicto XVI argumenta que en los tres evangelios sinópticos, así como en San Juan, se deja claro que quienes aplaudieron a Jesús en su entrada a Jerusalén no fueron sus habitantes, sino las multitudes que lo acompañaban e ingresaron a la Ciudad Santa con él. Este punto se hace más claro en el relato de Mateo, en el pasaje que sigue al Hosanna dirigido a Jesús: “Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se agitó diciendo: ¿Quién es este? Y las multitudes decían: Este es el profeta Jesús de Nazaret de Galilea” (Mt 21, 10-11). Las personas habían oído hablar del profeta de Nazaret, pero no parecía tener ninguna importancia para Jerusalén, y la gente allí no lo conocía. 9. El relato de la Pasión goza de una especial solemnidad en la liturgia La Carta de Fiestas Pascuales dice lo siguiente en el numeral 33: “Es aconsejable que se mantenga la tradición en el modo de cantarla o leerla, es decir, que sean tres personas que hagan las veces de Cristo, del narrador y del pueblo. La Pasión ha de ser proclamada ya por diáconos o presbíteros, ya, en su defecto, por lectores, en cuyo caso, la parte correspondiente a Cristo se reserva al sacerdote". En la proclamación de la Pasión no se llevan ni luces ni incienso, ni se hace al principio el saludo al pueblo como de ordinario para el Evangelio, ni se signa el libro. Tan solo los diáconos piden la bendición al sacerdote. Para el bien espiritual de los fieles conviene que se lea por entero la narración de la Pasión, y que no se omitan las lecturas que la preceden”. Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en el National Catholic Register
Cada año celebramos la Solemnidad de la Anunciación, cuando el Arcángel Gabriel apareció ante la Virgen María para anunciarle el nacimiento de Cristo. En esta nota te explicamos por qué es importante este día. 1. ¿Qué significa la palabra “Anunciación”? Se deriva de la misma raíz que la palabra "anunciar". El Arcángel Gabriel anuncia el nacimiento de Cristo con antelación. "Anunciación" es simplemente una manera antigua de decir "el anuncio". Aunque este término suele aplicarse al nacimiento de Cristo, se puede utilizar también en otros casos. Por ejemplo, en su libro “La infancia de Jesús”, Benedicto XVI escribe frases como "La anunciación del nacimiento de Juan" y "La anunciación a María" porque el nacimiento de Juan Bautista también se anunció con antelación. 2. ¿Cuándo se celebra la Anunciación y por qué a veces se cambia la fecha? La Solemnidad de la Anunciación se celebra el 25 de marzo, es decir nueve meses antes de Navidad (25 de diciembre), por los nueve meses que Jesús estuvo en el vientre de la Virgenn María. Sin embargo, la Anunciación coincide a veces con Semana Santa, cuyos días tienen un rango litúrgico superior a esta Solemnidad. Según el Misal Romano: “Cada vez que se produce esta solemnidad durante la Semana Santa, se transfiere al lunes siguiente al segundo domingo de Pascua”. 3. ¿Por qué esta historia es paralela al nacimiento de Juan Bautista? El nacimiento de Juan el Bautista fue también anunciado con antelación. En ambas historias hay similitudes: El Arcángel Gabriel hace el anuncio. Se anuncia a una sola persona: Zacarías en el caso de Juan Bautista, y María en el caso de Jesús. Se anuncia el nacimiento milagroso de un individuo que tiene un lugar prominente en el plan de Dios. En ambos casos realizan una pregunta al ángel (Zacarías pregunta cómo puede saber si lo anunciado sucederá; María pregunta cómo va a suceder). Una señal milagrosa es presentada como prueba (Zacarías se quedó mudo; a María se le informa del embarazo milagroso de Isabel, que se encuentra en su sexto mes). Gabriel se aparta. 4. ¿Por qué la reacción de María es diferente a la de Zacarías? A primera vista la reacción de María ante Gabriel podría parecerse a la reacción incrédula de Zacarías pero es fundamentalmente diferente: Zacarías preguntó cómo podía saber si lo que decía el ángel sería verdad. Su actitud era de escepticismo. María, en cambio, se pregunta cómo se cumplirán las palabras del ángel. Su actitud es de una fe que busca comprender. 5. ¿Cómo responde el Arcángel Gabriel a la pregunta de María? Gabriel le dice: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios”. Aquí el ángel indica la participación de las tres Personas de la Santísima Trinidad: a través de la acción del Espíritu Santo, el Padre hace que el Hijo sea concebido en forma humana. No habrá ningún padre humano, dejando claro el hecho de que el Niño va a ser el Hijo de Dios. Como un ejemplo más del poder de Dios, el ángel acota que Isabel, aunque anciana y aparentemente estéril, ha concebido milagrosamente un hijo y está en el sexto mes de embarazo. "Para Dios no hay nada imposible". 6. ¿Por qué el “Sí” de María es importante? La aceptación de María de este papel es trascendental porque ella será la Madre del Hijo de Dios. A pesar de los sufrimientos, en sus diversas formas, ella se colocó por completo al servicio de la voluntad de Dios convirtiéndose en protectora del Niño que un día nacería y salvaría con amor al mundo.
Querido Monseñor: Era lunes 24 de marzo de 1980 y el reloj marcaba las 6:20 de la tarde. Usted celebraba con su habitual devoción y ternura la Santa Misa, y mientras pronunciaba estas palabras: “Que este cuerpo inmolado y esta sangre sacrificada por los hombres, nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo…”, Dios en su infinito amor lo llamó al martirio y su sangre se unió, a la hora el ofertorio, a la sangre de Cristo derramada para la salvación de los hombres. No había ser humano alguno que comprendiera, en aquel instante, qué le había sucedido. Monseñor Óscar Romero, asesinado el pie del Altar, anunciaban los noticieros. Usted era el único que en su corazón sabía qué estaba aconteciendo en su vida, sabía que Dios estaba irrumpiendo en su historia con una vocación a la que llama a muy pocos de sus hijos: el martirio. Dios lo encontró lleno de gracia y lo convirtió en el más grande “Testigo de la fe al pie del Altar”. Desde entonces, Monseñor, esta Iglesia Particular, unida a la Iglesia Primitiva, lo lleva muy dentro de su corazón. El hecho patente de su martirio le bastó para tributarle culto como a un mártir de Cristo, y lo convirtió en su poderoso intercesor ante Dios. Yo sé muy bien que, desde su fe, Usted, aprendió a obedecer, como Cristo, en el sufrimiento, pues desde su juventud había educado su alma para hacer de sí mismo una entrega libre y amorosa a Dios. Así aprendió a vivir como quien muere cada día de amor, hasta morir de verdad ayudando a vivir a los demás. Nunca le fue fácil ni cómodo ser Arzobispo de San Salvador. Desde su nombramiento le resultó tremendamente difícil y heroico. Fue la Palabra de Dios la que inspiró la imitación de Cristo en su vida y le convirtió en “signo de contradicción”, el hombre crucificado que supo saborear en el gozo del Espíritu la fecundidad de la cruz. La cruz de la búsqueda de nuevos caminos a partir del martirio del Padre Rutilio Grande y de la búsqueda de nuevas iniciativas pastorales. La cruz de no ser comprendido por los que le rodeaban. La cruz de la impotencia ante el sufrimiento y la explotación de los pobres, de los obreros y de los campesinos. La cruz de no saber comprender plenamente a los demás. La cruz de tener que estar siempre disponible para escuchar a los demás, para aprender, para empezar todos los días de nuevo. Para Usted fue tremendamente difícil y heroico ser Arzobispo. Una Iglesia sacudida por los vientos nuevos del Concilio Vaticano II, la Evangelii Nuntiandi, Medellín y Puebla, y por un mundo tan cambiante, lleno de injusticias y de violencia. Tuvo que enfrentar exigencias internas y externas. Pero sabía que era la hora de Dios para Usted, providencialmente rica y fecunda, intensamente penetrada de cruz y esperanza. Su fidelidad y pobreza no se hicieron esperar, como el Pobre de Nazareth se puso en manos de Dios y supo decirle “Toma, Señor, recibe mi vida. Haz de ella lo que Tú quieras. Sólo quiero hacer tu voluntad. “Si el grano de trigo no muere, queda infecundo” (Jn 12, 24). Como Cristo muriendo en la Cruz fructificó la salvación para toda la humanidad, así Usted muriendo como “Testigo de la fe al pie del Altar”, nos ha hecho levantar la mirada a los montes buscando el auxilio de Dios cada día, para que nuestros pies no tropiecen más por los caminos de la injusticia y de la maldad. Este día la Iglesia ha querido honrar la Capilla del Hospitalito, el lugar de su martirio, con un nuevo nombre. Ya no se llamará más Capilla del Hospital Divina Providencia, sino “Capilla Martirial San Óscar Arnulfo Romero, Obispo y Mártir”, aunque siga enclavada en el corazón mismo del Hospital Divina Providencia, lugar donde Usted decidió irse a vivir junto a los enfermos que por sus sufrimientos corporales le hacían presente a Jesucristo crucificado, en quienes se apoyaba con sus oraciones y sacrificios. Hoy quiero contarle Monseñor que aquel puñado de novicias imberbes, se volvieron mayores como yo y lo recuerdan con cariño. Cuidan de sus cosas, sus reliquias, con celo y valentía, y hablan de Usted como del mismo Jesús. Gracias, Monseñor, por estar siempre aquí, por ayudarme a caminar mi historia recordándome que “debo ser siempre como Jesús”. Por favor no se olvide de rezar por nuestra Iglesia de El Salvador. Esté siempre muy cercano al Papa Francisco y cuide de él. Si, ya sé que querrá decirme que en estos momentos que vive El Salvador debemos tener cordura, expectativa y comprensión, que debemos obrar con un alto grado de madurez política y reflexión por el bien de la Patria y del pueblo salvadoreño. Que recordemos que la Iglesia está al servicio del pueblo, y que Usted, con su testimonio nos ha enseñado que la Iglesia defiende al pueblo y, así, nadie dudará de la fidelidad de la Iglesia. (cfr. Homilía del Domingo 21 de octubre de 1979). Finalmente, solo quiero decirle cuánto lo extraño y lo recuerdo, sobre todo en momentos difíciles de la vida sacerdotal cuando se experimenta la soledad y parece que en medio del desierto no se encuentra el camino. Sé que ahí está Usted con su corazón de Padre para indicarme el camino diciéndome: “no es por aquí, sino por allá”. Gracias Monseñor por ser San Óscar Arnulfo Romero, una luz que deja translucir siempre la luz de Cristo. Un abrazo. Monseñor Rafael Urrutia
“Que el recuerdo del sacrificio de los mártires nos inspire para renovar nuestra confianza en la fuerza de la Cruz”. Ese fue el pedido del Papa Francisco en la Catedral católica siria de Nuestra Señora de la Salvación, en Bagdad, donde el 31 de octubre de 2010 terroristas de Estado Islámico asesinaron a 48 personas y causaron heridas a otras 70. En el último evento de su primer día del viaje apostólico a Irak, este viernes 5 de marzo, el Papa Francisco se reunió en esta catedral con obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y catequistas. En su discurso, el Pontífice recordó que la Cruz transmite un “mensaje salvífico de perdón, reconciliación y resurrección”. Francisco insistió en que la muerte de los mártires “nos recuerda con fuerza que la incitación a la guerra, las actitudes de odio, la violencia y el derramamiento de sangre son incompatibles con las enseñanzas religiosas”. Asimismo, recordó a los cristianos asesinados en esta catedral hace más de diez años “y cuya beatificación está en proceso”. En ese sentido, recordó “a todas las víctimas de la violencia y las persecuciones, pertenecientes a cualquier comunidad religiosa”. Por otra parte, el parte reconoció que “dificultades forman parte de la experiencia cotidiana de los fieles iraquíes”. “En las últimas décadas, ustedes y sus conciudadanos han tenido que afrontar las consecuencias de la guerra y de las persecuciones, la fragilidad de las infraestructuras básicas y la lucha continua por la seguridad económica y personal, que a menudo ha llevado a desplazamientos internos y a la migración de muchos, también de cristianos, hacia otras partes del mundo”. Por ese motivo agradeció a obispos y sacerdotes iraquíes “por haber permanecido cercanos a su pueblo, sosteniéndolo, esforzándose por satisfacer las necesidades de la gente y ayudando a cada uno a desempeñar su función al servicio del bien común”. Al mismo tiempo los animó “a perseverar en este compromiso, para garantizar que la Comunidad católica en Irak, aunque sea pequeña como un grano de mostaza, siga enriqueciendo el camino de todo el país”. Asimismo, el Papa Francisco hizo un llamado a estrechar los lazos entre los fieles de las diferentes confesiones cristianas enraizadas en Irak, y comparó al conjunto de las comunidades cristianas con “la familiar imagen de una alfombra”. “Las diferentes Iglesias presentes en Irak, cada una con su ancestral patrimonio histórico, litúrgico y espiritual, son como muchos hilos particulares de colores que, trenzados juntos, componen una alfombra única y bellísima, que no sólo atestigua nuestra fraternidad, sino que remite también a su fuente”. El Papa explicó que “Dios mismo es el artista que ha ideado esta alfombra, que la teje con paciencia y la remienda con cuidado, queriendo que estemos entre nosotros siempre bien unidos, como sus hijos e hijas”. El Obispo de Roma reveló también ante los prelados iraquíes que le agrada pensar “en nuestro ministerio episcopal en términos de cercanía, es decir, nuestra necesidad de permanecer con Dios en la oración, junto a los fieles confiados a nuestro cuidado y a nuestros sacerdotes”. Por eso, pidió a los obispos que sean “particularmente cercanos a sus sacerdotes. Que no los vean como administradores o directores, sino como a padres, preocupados por el bien de sus hijos, dispuestos a ofrecerles apoyo y ánimo con el corazón abierto”. “Acompáñenlos con su oración, con su tiempo, con su paciencia, valorando su trabajo e impulsando su crecimiento. De este modo serán para sus sacerdotes signo visible de Jesús, el Buen Pastor que conoce sus ovejas y da la vida por ellas”. Insistió en que la labor episcopal no se debe limitar a una mera gestión administrativa: “Sabemos que nuestro servicio conlleva también una parte administrativa, pero esto no significa que debamos pasar todo nuestro tiempo en reuniones o detrás de un escritorio”. “Sean pastores, servidores del pueblo y no administradores públicos. Siempre con el pueblo de Dios, nunca separados como si fueran una clase privilegiada. No renieguen de esta ‘estirpe’ noble que es el santo pueblo de Dios”, concluyó el Papa Francisco.
Este domingo el Papa Francisco durante el Ángelus dominical recordó que han pasado noventa años desde la revelación de la imagen de Jesús Misericordioso. "Ese mensaje", dijo, "ha llegado a todo el mundo, y no es otro que el Evangelio de Jesucristo, muerto y resucitado, que nos da la misericordia del Padre". “Hace noventa años, el Señor Jesús se manifestó a Santa Faustina Kowalska, confiándole un mensaje especial de la Divina Misericordia. A través de San Juan Pablo II, ese mensaje ha llegado a todo el mundo, y no es otro que el Evangelio de Jesucristo, muerto y resucitado, que nos da la misericordia del Padre. Abramos nuestro corazón a él, diciendo con fe: "Jesús, confío en ti.” Es el 22 de febrero de 1931. El Señor Jesús se manifestó a Santa Faustina Kowalska que estaba en su celda del convento de PÅ‚ock de la Congregación de las Hermanas de la Santísima Virgen María de la Misericordia en Stary Rynek. "Al anochecer, mientras estaba en mi celda", escribe Santa Faustina en su Diario, "vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca: una mano estaba levantada para bendecir, mientras la otra tocaba la túnica sobre su pecho, que, al retirarla ligeramente, dejaba ver dos grandes rayos, uno rojo y otro pálido. Muda, mantuve los ojos fijos en el Señor; mi alma estaba embargada de temor, pero también de gran alegría. Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, con las palabras: Jesús, confío en Ti. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla, y luego en todo el mundo. La primera imagen de Jesús Misericordioso fue pintada en Vilna bajo la dirección de la propia Sor Faustina. La imagen más conocida se conserva en el Santuario de la Divina Misericordia de Cracovia-Åagiewniki. Fue creado según las instrucciones del guía espiritual del Apóstol de la Divina Misericordia.
El Vaticano publicó este 12 de febrero el Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de 2021 titulado “Miren, estamos subiendo a JerusaleÌn... (Mt 20,18). Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad”. En el texto dirigido a todos los fieles católicos del mundo, el Santo Padre invitó a “vivir la Cuaresma como camino de conversioÌn y oracioÌn, y para compartir nuestros bienes”, así como a vivir “una Cuaresma de caridad que quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID- 19”. “En la Cuaresma, estemos maÌs atentos a ‘decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan’, en lugar de ‘palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian’. A veces, para dar esperanza, es suficiente con ser ‘una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atencioÌn, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia’”, advirtió el Papa. A continuación, el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de 2021: “Miren, estamos subiendo a JerusaleÌn... (Mt 20,18). Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad”. Queridos hermanos y hermanas: Cuando JesuÌs anuncia a sus disciÌpulos su pasioÌn, muerte y resurreccioÌn, para cumplir con la voluntad del Padre, les revela el sentido profundo de su misioÌn y los exhorta a asociarse a ella, para la salvacioÌn del mundo. Recorriendo el camino cuaresmal, que nos conduciraÌ a las celebraciones pascuales, recordemos a Aquel que “se humilloÌ a siÌ mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Flp 2,8). En este tiempo de conversioÌn renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibamos con el corazoÌn abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo. En la noche de Pascua renovaremos las promesas de nuestro Bautismo, para renacer como hombres y mujeres nuevos, gracias a la obra del EspiÌritu Santo. Sin embargo, el itinerario de la Cuaresma, al igual que todo el camino cristiano, ya estaÌ bajo la luz de la ResurreccioÌn, que anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo. El ayuno, la oracioÌn y la limosna, tal como los presenta JesuÌs en su predicacioÌn (cf. Mt 6,1-18), son las condiciones y la expresioÌn de nuestra conversioÌn. La viÌa de la pobreza y de la privacioÌn (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diaÌlogo filial con el Padre (la oracioÌn) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante. 1. La fe nos llama a acoger la Verdad y a ser testigos, ante Dios y ante nuestros hermanos y hermanas. En este tiempo de Cuaresma, acoger y vivir la Verdad que se manifestoÌ en Cristo significa ante todo dejarse alcanzar por la Palabra de Dios, que la Iglesia nos transmite de generacioÌn en generacioÌn. Esta Verdad no es una construccioÌn del intelecto, destinada a pocas mentes elegidas, superiores o ilustres, sino que es un mensaje que recibimos y podemos comprender gracias a la inteligencia del corazoÌn, abierto a la grandeza de Dios que nos ama antes de que nosotros mismos seamos conscientes de ello. Esta Verdad es Cristo mismo que, asumiendo plenamente nuestra humanidad, se hizo Camino -exigente pero abierto a todos- que lleva a la plenitud de la Vida. El ayuno vivido como experiencia de privacioÌn, para quienes lo viven con sencillez de corazoÌn lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en EÌl su cumplimiento. Haciendo la experiencia de una pobreza aceptada, quien ayuna se hace pobre con los pobres y “acumula” la riqueza del amor recibido y compartido. AsiÌ entendido y puesto en praÌctica, el ayuno contribuye a amar a Dios y al proÌjimo en cuanto, como nos enseña Santo TomaÌs de Aquino, el amor es un movimiento que centra la atencioÌn en el otro consideraÌndolo como uno consigo mismo (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 93). La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle “poner su morada” en nosotros (cf. Jn 14,23). Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturacioÌn de informaciones -verdaderas o falsas- y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazoÌn a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero “lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14): el Hijo de Dios Salvador. 2. La esperanza como “agua viva” que nos permite continuar nuestro camino. La samaritana, a quien JesuÌs pide que le deÌ de beber junto al pozo, no comprende cuando EÌl le dice que podriÌa ofrecerle un “agua viva” (Jn 4,10). Al principio, naturalmente, ella piensa en el agua material, mientras que JesuÌs se refiere al EspiÌritu Santo, aquel que EÌl daraÌ en abundancia en el Misterio pascual y que infunde en nosotros la esperanza que no defrauda. Al anunciar su pasioÌn y muerte JesuÌs ya anuncia la esperanza, cuando dice: “Y al tercer diÌa resucitaraÌ” (Mt 20,19). JesuÌs nos habla del futuro que la misericordia del Padre ha abierto de par en par. Esperar con EÌl y gracias a EÌl quiere decir creer que la historia no termina con nuestros errores, nuestras violencias e injusticias, ni con el pecado que crucifica al Amor. Significa saciarnos del perdoÌn del Padre en su CorazoÌn abierto. En el actual contexto de preocupacioÌn en el que vivimos y en el que todo parece fraÌgil e incierto, hablar de esperanza podriÌa parecer una provocacioÌn. El tiempo de Cuaresma estaÌ hecho para esperar, para volver a dirigir la mirada a la paciencia de Dios, que sigue cuidando de su CreacioÌn, mientras que nosotros a menudo la maltratamos (cf. Carta enc. Laudato si’, 32-33;43-44). Es esperanza en la reconciliacioÌn, a la que san Pablo nos exhorta con pasioÌn: “Les pedimos que se reconcilien con Dios” (2 Co 5,20). Al recibir el perdoÌn, en el Sacramento que estaÌ en el corazoÌn de nuestro proceso de conversioÌn, tambieÌn nosotros nos convertimos en difusores del perdoÌn: al haberlo acogido nosotros, podemos ofrecerlo, siendo capaces de vivir un diaÌlogo atento y adoptando un comportamiento que conforte a quien se encuentra herido. El perdoÌn de Dios, tambieÌn mediante nuestras palabras y gestos, permite vivir una Pascua de fraternidad. En la Cuaresma, estemos maÌs atentos a “decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan”, en lugar de “palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian” (Carta enc. Fratelli tutti [FT], 223). A veces, para dar esperanza, es suficiente con ser “una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atencioÌn, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia” (ibiÌd., 224). En el recogimiento y el silencio de la oracioÌn, se nos da la esperanza como inspiracioÌn y luz interior, que ilumina los desafiÌos y las decisiones de nuestra misioÌn: por esto es fundamental recogerse en oracioÌn (cf. Mt 6,6) y encontrar, en la intimidad, al Padre de la ternura. Vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios “hace nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,1- 6). Significa recibir la esperanza de Cristo que entrega su vida en la cruz y que Dios resucita al tercer diÌa, “dispuestos siempre para dar explicacioÌn a todo el que nos pida una razoÌn de nuestra esperanza” (cf. 1 P 3,15). 3. La caridad, vivida tras las huellas de Cristo, mostrando atencioÌn y compasioÌn por cada persona, es la expresioÌn maÌs alta de nuestra fe y nuestra esperanza. La caridad se alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro estaÌ angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situacioÌn de necesidad... La caridad es el impulso del corazoÌn que nos hace salir de nosotros mismos y que suscita el viÌnculo de la cooperacioÌn y de la comunioÌn. “A partir del ‘amor social’ es posible avanzar hacia una civilizacioÌn del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento esteÌril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos” (FT, 183). La caridad es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano. Lo poco que tenemos, si lo compartimos con amor, no se acaba nunca, sino que se transforma en una reserva de vida y de felicidad. AsiÌ sucedioÌ con la harina y el aceite de la viuda de Sarepta, que dio el pan al profeta EliÌas (cf. 1 R 17,7-16); y con los panes que JesuÌs bendijo, partioÌ y dio a los disciÌpulos para que los distribuyeran entre la gente (cf. Mc 6,30-44). AsiÌ sucede con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la damos con gozo y sencillez. Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID- 19. En un contexto tan incierto sobre el futuro, recordemos la palabra que Dios dirige a su Siervo: “No temas, que te he redimido” (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo. “Solo con una mirada cuyo horizonte esteÌ transformado por la caridad, que le lleva a percibir la dignidad del otro, los pobres son descubiertos y valorados en su inmensa dignidad, respetados en su estilo propio y en su cultura y, por lo tanto, verdaderamente integrados en la sociedad” (FT, 187). Queridos hermanos y hermanas: Cada etapa de la vida es un tiempo para creer, esperar y amar. Este llamado a vivir la Cuaresma como camino de conversioÌn y oracioÌn, y para compartir nuestros bienes, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del EspiÌritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazoÌn misericordioso del Padre. Que MariÌa, Madre del Salvador, fiel al pie de la cruz y en el corazoÌn de la Iglesia, nos sostenga con su presencia soliÌcita, y la bendicioÌn de Cristo resucitado nos acompañe en el camino hacia la luz pascual. Roma, San Juan de LetraÌn, 11 de noviembre de 2020, memoria de San MartiÌn de Tours.
San José Sánchez del Río fue un niño que se enlistó en las filas de los cristeros y que murió mártir en la persecución religiosa que sufrió México en la segunda década del siglo XX. Nació el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán (México). En 1926, cuando las leyes anticlericales del gobierno de Plutarco Elías Calles llevaron a que la Iglesia Católica suspendiera el culto público en su país, José tenía apenas 13 años y 5 meses. En aquel tiempo, como respuesta a la legislación anticlerical que estaba orientada a restringir la libertad religiosa, laicos, presbíteros y religiosos católicos decidieron levantarse en armas en defensa de la fe y se les dio el nombre de Cristeros. Se estima que fueron 250 mil personas las que perdieron la vida en esa guerra en ambos bandos. “Joselito”, como se le conoce al pequeño cristero, pidió permiso a sus padres para enlistarse como soldado del general Prudencio Mendoza y defender la causa de Cristo y de su Iglesia. Su madre trató de disuadirlo pero él le dijo: "Mamá, nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como ahora, y no quiero perder la ocasión". San José Sánchez del Río fue torturado y asesinado el 10 de febrero de 1928, a la edad de 14, por oficiales del gobierno de Calles porque se negó a renunciar a su fe. Le cortaron la planta de los pies y fue conducido descalzo hasta su tumba. Mientras caminaba, José Luis rezaba y gritaba “¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!”. Ante su tumba fue colgado en un árbol y acuchillado. Uno de los verdugos lo bajó y le preguntó qué mensaje le daba a sus padres. El niño respondió: “Que Viva Cristo Rey y que en el cielo nos veremos”. Ante esta respuesta, el hombre le dio un tiro en la sien y lo mató. San José Sánchez del Río fue declarado beato en Guadalajara (México) el 20 de noviembre de 2005 por el Cardenal José Saraiva Martins, y canonizado en Roma (Italia) por el Papa Francisco el 16 de octubre de 2016 junto a otros seis beatos, entre ellos el argentino Cura Brochero. En el año 2012 se estrenó Cristiada, una película que cuenta varios momentos de la Guerra Cristera y de la vida del Beato Anacleto González, San José Sánchez del Río y otros santos mártires.
Durante la audiencia general de este miércoles 3 de febrero, el Papa Francisco advirtió que la expresión “yo voy a escuchar Misa” no es correcta porque la Misa no puede ser “solo escuchada, como si fuéramos solo espectadores”. “La Misa no puede ser solo ‘escuchada’ como si nosotros fueÌramos solo espectadores de algo que se desliza sin involucrarnos. La Misa siempre es celebrada, y no solo por el sacerdote que la preside, sino por todos los cristianos que la viven. ¡El centro es Cristo! Todos nosotros, en la diversidad de los dones y de los ministerios, todos nos unimos a su accioÌn, porque es EÌl, Cristo, es el Protagonista de la liturgia”, indicó el Papa. Al continuar con su serie de catequesis sobre la oración, el Santo Padre reflexionó en la oración con la liturgia y destacó que “la vida estaÌ llamada a convertirse en culto a Dios, pero esto no puede suceder sin la oracioÌn, especialmente la oracioÌn lituÌrgica”. En esta línea, el Pontífice señaló que “la liturgia, precisamente por su dimensioÌn objetiva, pide ser celebrada con fervor, para que la gracia derramada en el rito no se disperse sino que alcance la vivencia de cada uno”. Además, el Santo Padre reconoció que en la historia de la Iglesia ha existido “en maÌs de una ocasioÌn, la tentacioÌn de practicar un cristianismo intimista, que no reconoce a los ritos lituÌrgicos puÌblicos su importancia espiritual” y añadió que esa tendencia reivindicaba “la presunta mayor pureza de una religiosidad que no dependiera de las ceremonias exteriores, consideradas una carga inuÌtil o dañina”. Sin embargo, el Papa recordó la ConstitucioÌn del Concilio Vaticano II Sacrosanctum Concilium que “reafirma de forma completa y orgaÌnica la importancia de la divina liturgia para la vida de los cristianos, los cuales encuentran en ella esa mediacioÌn objetiva solicitada por el hecho de que Jesucristo no es una idea o un sentimiento, sino una Persona viviente, y su Misterio un evento histoÌrico”. “La oracioÌn de los cristianos pasa a traveÌs de mediaciones concretas: la Sagrada Escritura, los Sacramentos, los ritos lituÌrgicos, la comunidad. En la vida cristiana no se prescinde de la esfera corpoÌrea y material, porque en Jesucristo esta se ha convertido en camino de salvacioÌn. Podríamos decir que podemos orar con el cuerpo, el cuerpo entra en la oración”, afirmó el Papa. En este sentido, el Santo Padre citó el Catecismo de la Iglesia Católica para destacar que “la misioÌn de Cristo y del EspiÌritu Santo que, en la liturgia sacramental de la Iglesia, anuncia, actualiza y comunica el Misterio de la salvacioÌn, se continuÌa en el corazoÌn que ora”. “La liturgia, en siÌ misma, no es solo oracioÌn espontaÌnea, sino algo maÌs y maÌs original: es acto que funda la experiencia cristiana por completo y, por eso, tambieÌn la oracioÌn. La liturgia es evento, es acontecimiento, es presencia, es encuentro con Cristo”, añadió. De este modo, el Papa subrayó que “Cristo se hace presente en el EspiÌritu Santo a traveÌs de los signos sacramentales: de aquiÌ deriva para nosotros los cristianos la necesidad de participar en los divinos misterios. Un cristianismo sin liturgia es un cristianismo sin Cristo” y agregó que “incluso en el rito maÌs despojado, como el que algunos cristianos han celebrado y celebran en los lugares de prisioÌn, o en el escondite de una casa durante los tiempos de persecucioÌn, Cristo se hace realmente presente y se dona a sus fieles”. “Que este pensamiento nos ayude a todos: cuando se va a la Misa los domingos, voy a rezar en comunidad, voy a rezar con Cristo que está presente. Cuando vamos a la celebración de un Bautismo, por ejemplo, Cristo está allí que bautiza. ‘No Padre esta es una idea, es un modo de decir’. No, no es un modo de decir, Cristo está presente y en la liturgia tú rezas con Cristo que está a tu lado”, concluyó el Papa.
En el marco del Año de San José convocado por el Papa Francisco, el P. Paulo Saavedra López, rector del Colegio Santa Rosa de Chosica (Perú), ofreció cinco consejos que pueden ayudarte a vivir el amor en la familia como lo hizo el padre adoptivo de Jesús. El sacerdote que es también vicario de la parroquia Santo Toribio, y devoto de San José, hizo una reflexión sobre la Carta Apostólica “Patris Corde” (Corazón de padre), publicada el 8 de diciembre de 2020, a los 150 años de la declaración de San José como patrono de la Iglesia universal. Con este texto el Papa Francisco también convocó el Año de San José del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021. El P. Saavedra reflexionó sobre el primer punto de la carta, titulado “Padre Amado”, y en declaraciones a ACI Prensa ofreció los siguientes consejos: 1. Amar es entregarse a los demás El sacerdote indicó que en este apartado se ve que “el Papa trata de profundizar esta vocación del amor que tiene todo padre”. En el hogar, “el amor es una de las expresiones de entrega básica en la familia”, que se expresa “en la ayuda mutua entre cada uno de sus miembros: de los hijos, de los padres, y si también están, de los abuelos y los primos”. El Santo Padre “nos invita a reconocer que José ha tenido su vocación al Amor, porque en su casa ha recibido al Mesías y le ha servido a él, y por lo tanto, ha tenido la capacidad de entregar su propia vida en amor al hijo de Dios”, dijo el presbítero. 2. Amar es hacer un silencio prudente La entrega de amor de San José se dio “en lo sencillo del hogar, en el trabajo, en las cosas muy cotidianas. Es un amor que se expresa muy humilde, muy sencillo”, señaló el P. Saavedra. “A veces en la familia nos hacemos muchas complicaciones para vivir la vida familiar y no nos damos cuenta que no necesitamos ser tan explícitos y decir: ‘Mira, yo amo mi familia y hago esto por él’. No, no tanto en decirlo, sino en hacerlo y tener pequeños gestos que comunican ese amor”, prosiguió. En ese sentido, recordó a las familias que más que decir palabras, el amor en el hogar se expresa sobre todo en las obras pequeñas y sencillas del día a día, y de entre todos estos gestos destacó “el silencio” vivido de San José. “Uno de los gestos que yo valoro mucho es el silencio”, dijo. “Cuando hay algo medio encrespado que vamos a tener en la familia, que vamos a pelear o que está un poco tensa la cuestión, si uno empieza, que el otro no siga, sino que guarde ese silencio de amor que se da y se puede dar en casa”, agregó. 3. Amar es enseñar y dialogar con paciencia Es importante “no suponer que lo que hacen los demás miembros de mi familia [conmigo], lo hacen por fastidiarme la vida, sino que lo hacen porque en el fondo están buscando algo bueno, pero las formas a veces no son tan oportunas, no son tan atinadas”, señaló el P. Saavedra a ACI Prensa. Por ejemplo, “una cosa es decir: ‘Prepárate hijito para iniciar la videoclase’, y otra gritar: ‘¡Apúrate!, ¡ya!, ¡levántate, anda a tu clase!’. Ha dicho lo mismo, pero no de la misma forma”, dijo. “Entonces, yo creo que la figura de San José, muy silenciosa, nos hace entender”, como dice el Papa, que “es mejor comunicar con amor y paciencia lo bueno que queremos sacar de los demás, porque ahí en nuestra paciencia, corrección personal, en la espera y en el silencio es cuando más fruto alcanzamos en el actuar de los demás con los que vivimos”, destacó. El sacerdote comentó que es simple y muy fácil actuar como el primer caso del ejemplo, “lo difícil es entrar en diálogo para enseñarle a los otros con Amor doméstico a valorar qué cosas importantes hay en el trato y en la relación con los demás”. 4. Amar es servir en lo sencillo y cotidiano “La colaboración sencilla y humilde en casa, hecha desde la gracia de Dios, tiene mucho más mérito incluso que salir a ser un gran evangelizador por las calles y gritar con mi parlante afuera”, dijo el P. Saavedra a ACI Prensa. Por ejemplo, “que esté limpio el plato, que sacudo un poco la ropa, que acomodo el planchador de mi mamá, que pongo un poco más de agua en el bidón”, añadió. “¡Qué bonito es aprovechar el tiempo en buscar acercarnos!, en vez de desperdiciarlo discutiendo, separándonos o no hablándonos, porque no me gustó como me hablaste al punto de llegar a la falta de comprensión y comunicación”. “José nos enseña a vivir la familia con paciencia, con silencio, con entrega, en lo doméstico, en lo sencillo”, señaló el sacerdote. “Recomiendo mucho a los padres que vivan este amor doméstico de San José, que nos enseña a afianzar la convivencia familiar”, alentó. 5. ¿Cómo crecer en la devoción a San José en familia? El P. Saavedra dijo a ACI Prensa que además de esforzarnos por vivir el amor doméstico como San José, es necesario “ponernos en manos de él” y pedirle su intercesión para que Dios nos conceda la gracia que necesitamos para lograr este propósito. “San José nos demuestra esa entrega incondicional, silenciosa, humilde a Dios en sus obras, porque él se encarga de las cosas de Dios. ¿Quiénes son las cosas más importantes de Dios? Pues la Virgen María y Jesús, su esposa amadísima del Espíritu Santo y el mismo Cristo”, dijo. “José tenía un gran encargo, una encargatura pero majestuosa, y él no dijo: ‘Ay, lo voy a hacer yo solo’, sino, ‘Dios me ayudará’, y así ha sido. Él nos da el ejemplo y San José les va a decir: ‘Si vienen a mí, yo les voy a decir vayan a Él, mírenlo a Él cómo nos ama, cómo se entrega, cómo llega a nosotros. Y así él nos da ese soporte”, agregó. El sacerdote recordó que en el apartado “Padre Amado”, el Papa nos dice que “San José es considerado protector de la Iglesia y no solamente de la Iglesia, sino de todos, de los institutos religiosos, hermandades, grupos de personas”. Por ello, aconsejó “encomendarnos a él para que con su actuar nos ayude a valorar la mejor forma de actuar y desenvolvernos en casa, en familia”. También, alentó a seguir el ejemplo de Santa Teresa de Ávila, devota de San José, para acudir al padre adoptivo de Cristo en la oración personal. Ella nos dice: “Vayan a José, a él díganle”. Explicó que “ir a San José es ir con una devoción y una confianza de que él es padre, de que él entiende cómo es una familia. De dónde él saca esa fuerza y esa gracia, pues de Dios, porque él le ha entregado su vida a Dios”. El sacerdote sugirió que en oración se rece al santo así: “Mira, necesito paciencia, necesito un poquito de silencio, José, ven, ayúdame. Necesito que me protejas de la ira, de las reacciones inoportunas. Te pido que me ayudes a considerar siempre con Amor a cada uno de los miembros de mi familia, a darme la oportunidad de pensar bien de ellos, antes de estar acusando”. “¡Qué bonito sería que un padre y una madre de familia, estén solos, estén juntos o estén separados, recurran con fe a San José para hallar dirección en medio de esta sociedad que nosotros sabemos que está tan dividida!”, de modo que la preocupación “sea la necesidad de todos”, que es “la necesidad auténtica y moralmente buena para todos”, concluyó.
El Papa Francisco autorizó este jueves 21 de enero a la Congregación para las Causas de los Santos la promulgación de Decretos de reconocimiento de un martirio y 7 nuevos Siervos de Dios. El martirio reconocido por la Santa Sede tras el encuentro del Pontífice con el Prefecto de la Congregación, Cardenal Marcello Semeraro, es el del sacerdote italiano Giovanni Fornasini, nacido el 23 de febrero de 1915 en Pianaccio di Lizzano en Belvedere y asesinado en odio a la fe en la localidad italiana de San Martino di Caprara, Italia, el 13 de octubre de 1944. El sacerdote fue asesinado por un oficial alemán al que el joven presbítero había acusado de ser uno de los ejecutores materiales de la masacre nazi-fascista de Marzabotto, donde murieron asesinados cerca de 1000 personas. Además, en los decretos el Pontífice también reconoció las virtudes heroicas del Siervo de Dios Jérôme Lejeune, fiel laico nacido el 13 de junio de 1926 en Montrouge, Francia, y fallecido en París el 3 de abril de 1994. Lejeune fue un genetista de fama mundial que en 1958 descubrió el síndrome de Down. Se destacó por su oposición frontal al aborto y fue amigo y colaborador de San Juan Pablo II. A finales de los años 80 el Papa polaco lo nombró miembro de la Pontificia Academia de las Ciencias y consultor del Pontificio Consejo para los trabajadores sanitarios. En los decretos promulgados por la Congregación para las Causas de los Santos tras la autorización del Santo Padre se reconocen también las virtudes heroicas del Siervo de Dios Michele Arcangelo Maria Antonio Vinti, sacerdote diocesano nacido el 18 de enero de 1893 en Grotte, Italia y fallecido el 17 de agosto de 1943. Se reconocen también las virtudes heroicas del Siervo de Dios Ruggero Maria Caputo, sacerdote diocesano nacido el 1 de mayo de 1907 en Barletta, Italia, y fallecido el 15 de junio de 1980. Asimismo, se reconocen las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Mary Joseph of Jesus (cuyo nombre previo a los votos era Elizabeth Prout), fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Santísima Cruz y de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Nació el 2 de septiembre de 1820 en Shrewsbury, Inglaterra, y falleció en Sutton, Inglaterra, el 11 de enero de 1864. El Papa autorizó también la promulgación del decreto de reconocimiento de virtudes heroicas del Siervo de Dios Santiago Masarnau Fernández, fiel laico, nacido el 10 de diciembre de 1805 en Madrid, España, y fallecido el 14 de diciembre de 1882. También se han reconocido las virtudes heroicas del Siervo de Dios Pasquale Canzii, seminarista nacido el 6 de noviembre de 1914 en Bisenti, Italia, y fallecido en Penne, Italia, el 24 de enero de 1930. Por último, se han reconocido las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Adelaide Bonolis, fiel laica, fundadora de las Obras de Asistencia y Redención Social, nacida el 14 de agosto de 1909 en Milán, Italia, y fallecida el 11 de agosto de 1980.
Nació en Santiago de Chile, el 5 de abril de 1891 y murió en Argentina el 22 de enero de 1904, a la edad de sólo 13 años. El Papa Juan Pablo II la beatificó el 3 de septiembre de 1988. Su padre es un alto militar y jefe político de Chile. Una revolución derroca al gobierno y la familia Vicuña tiene que salir huyendo, desterrados a 500 kilómetros de la capital. Allá muere el papá y la familia queda en la miseria. Laura tiene apenas dos años cuando queda huérfana de padre. La mamá, con sus dos hijas, Laura y Julia, emprende un larguísimo viaje de ocho meses hacia las pampas de Argentina. Allá encuentra un ganadero brutal y matón, y movida por su gran miseria, la pobre Mercedes se va a vivir con él en unión libre. El hombre se llamaba Manuel Mora. En 1900 Laura es internada en el colegio de las Hermanas Salesianas de María Auxiliadora en el colegio de Junín de los Andes. Allí, en clase de religión, al oír que la profesora dice que a Dios le disgustan mucho los que viven en unión libre, sin casarse, la niña cae desmayada de espanto. En la próxima clase de religión, cuando la religiosa empieza a hablar otra vez de unión libre, la niña empieza a palidecer. La profesora cambia de tema pero consulta el caso con la hermana directora del colegio: "¿Por qué será que Laura Vicuña se asusta tanto cuando se habla del pecado que es el vivir en unión libre?". La superiora le aconseja: "Vuelva a tratar de ese tema, y si ve que la niña se asusta, cambie de tema". Así lo hace. Laurita se ha dado cuenta de un gravísimo mal: su madre, el ser que ella más ama en el mundo, después de Dios y la Virgen, su mamá Mercedes, vive en pecado mortal y está en grave peligro de condenación eterna. ¡Es terrible!. Y Laura hace un plan: ofrecerá su vida a Dios, con tal de que la mamá abandone a ese hombre con el cual vive en pecado. Comunica el plan al confesor, el Padre Crestanello, salesiano. El le dice: "Mira que eso es muy serio. Dios puede aceptarte tu propuesta y te puede llegar la muerte muy pronto". Pero la niña está resuelta a salvar el alma de la mamá a cualquier costo, y ofrece su vida al Señor Dios, en sacrificio para salvar el alma de la propia madre. En el colegio es admirada por las demás alumnas como la mejor compañera, la más amable y servicial. Las superioras se quedan maravilladas de su obediencia y del enorme amor que siente por Jesús Sacramentado y por María Auxiliadora. El día de su primera comunión ofrece su vida en sacrificio a Jesús, y al ser admitida como "Hija de María", consagra su pureza a la Sma. Virgen María. Va a pasar vacaciones a donde vive su madre. Manuel Mora trata de irrespetarla pero ella no lo permite. Prefiere ser abofeteada y azotada brutalmente por él pero no admite ningún irrespeto a su virtud. Manuel aprende a respetarla. En una gran inundación que invade el colegio, Laura por salvar la vida de las más pequeñas, pasa largas horas de la noche entre las friísimas aguas sacando niñas en peligro, y adquiere una dolorosa enfermedad en los riñones. Dios empieza a aceptar el sacrificio que le ofreció por salvar el alma de su mamá. Laura empieza a palidecer y a debilitarse. Siente enorme tristeza al oír de los superiores que no la podrán aceptar como religiosa porque su madre vive en concubinato. Sigue orando por ella. Cae a cama. Dolores intensísimos. Vómitos continuos. Se retuerce del dolor. La vida de Laura se está apagando. "Señor: que yo sufre todo lo que a Ti te parezca bien, pero que mi madre se convierta y se salve". Va a entrar en agonía. La madre se acerca. "Mamá, desde hace dos años ofrecí mi vida a Dios en sacrificio para obtener que tu no vivas más en unión libre. Que te separes de ese hombre y vivas santamente". Mamá: ¿antes de morir tendré la alegría de que te arrepientas, y le pidas perdón a Dios y empieces a vivir santamente? "¡Ay hija mía! Exclama doña Mercedes llorando, ¿entonces yo soy la causa de tu enfermedad y de tu muerte? Pobre de mí ¡Oh Laurita, qué amor tan grande has tenido hacia mí! Te lo juro ahora mismo. Desde hoy ya nunca volveré a vivir con ese hombre. Dios es testigo de mi promesa. Estoy arrepentida. Desde hoy cambiará mi vida". Laura manda llamar al Padre Confesor. "Padre, mi mamá promete solemnemente a Dios abandonar desde hoy mismo a aquel hombre". Madre e hija se abrazan llorando. Desde aquel momento el rostro de Laura se torna sereno y alegre. Siente que ya nada le retiene en esta tierra. La Divina Misericordia ha triunfado en el corazón de su amadísma mamacita. Su misión en este mundo ya está cumplida. Dios la llama al Paraíso. Recibe la unción de los enfermos y su última comunión. Besa repetidamente el crucifijo. A su amiga que reza junto a su lecho de moribunda le dice: ¡Que contenta se siente el alma a la hora de la muerte, cuando se ama a Jesucristo y a María Santísima!. Lanza una última mirada a la imagen que está frente a su cama y exclama: "Gracias Jesús, gracias María", y muere dulcemente. Era el 22 de enero de 1904. Iba a cumplir los 13 años. La madre tuvo que cambiarse de nombre y salir disfrazada de aquella región para verse libre del hombre que la perseguía. Y el resto de su vida llevó una vida santa. Laura Vicuña ha hecho muchos milagros a los que le piden que rece por ellos ante Nuestro Señor. Y el Papa Juan Pablo II la declaró Beata en 1988. Señor Jesús: Tú que concediste a Laura Vicuña la gracia de ofrecer su vida por la salvación del alma de su propia madre, concédenos también a todos nosotros la gracia de obtener buenas obras, la conversión y salvación de muchos pecadores. Amén.
En la audiencia general de este miércoles 13 de enero, el Papa Francisco describió la importancia de la oración de alabanza a Dios, incluso en los momentos difíciles, y recordó que el fundamento de la alabanza es que “Dios es el Amigo fiel y su amor nunca falla”. “Los santos y las santas nos demuestran que se puede alabar siempre, en las buenas y en las malas, porque Dios es el Amigo fiel. Este es el fundamento de la alabanza: Dios es el Amigo fiel y su amor nunca falla. Siempre. Él está al lado de nosotros, nos espera siempre”, indicó el Papa. En esta línea, el Santo Padre dijo que alguno ha definido a Dios como “centinela” ya que está “cerca de ti, te hace ir hacia adelante con seguridad” por lo que el Papa invitó: “en los momentos difíciles, obscuros, tengamos la valentía de decir ‘bendito Señor’, alabar al Señor, esto nos hará mucho bien”. Al continuar con su serie de catequesis sobre la oración, el Pontífice se detuvo en “un pasaje criÌtico de la vida de JesuÌs” relatado en el Evangelio de San Mateo “despueÌs de los primeros milagros y la implicacioÌn de los disciÌpulos en el anuncio del Reino de Dios, la misioÌn del MesiÌas atraviesa una crisis. Juan Bautista duda: ‘¿Eres tuÌ el que ha de venir, o debemos esperar a otro?’”. De este modo, el Santo Padre reconoció que “en la vida siempre hay momentos obscuros, momentos de noche espiritual y así Juan está pasando este momento”. El Papa señaló el ejemplo de Jesús para indicar la importancia de la alabanza a Dios y destacó el capítulo 11 de San Mateo en que se describe un “momento de decepción” cuando el pueblo mostró hostilidad después de los signos prodigiosos de Jesús y precisamente en ese momento, “JesuÌs no eleva al Padre un lamento, sino que eleva un himno de juÌbilo: ‘Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños’”. “En plena crisis, en plena obscuridad -digamos así- JesuÌs bendice al Padre, Jesús alaba al Padre. ¿Por queÌ?”, cuestionó el Papa. En primer lugar, el Santo Padre explicó que Jesucristo alabó a Dios Padre gracias a la filiación divina ya que “sobretodo lo alaba por lo que es: ‘Padre, Señor del cielo y de la tierra’” y añadió que “JesuÌs se regocija en su espiÌritu porque sabe y siente que su Padre es el Dios del universo, y viceversa, el Señor de todo lo que existe es Padre, ‘Padre miÌo’. De esta experiencia de sentirse ‘hijo del AltiÌsimo’ brota la alabanza. Jesús se siente hijo del Altísimo”. Además, el Papa explicó que “JesuÌs alaba al Padre porque favorece a los pequeños” y agregó que “es lo que EÌl mismo experimenta predicando en los pueblos: los ‘sabios’ y los ‘inteligentes’ permanecen desconfiados y cerrados, hacen cálculos, mientras que los ‘pequeños’ se abren y acogen el mensaje”. Por ello, el Santo Padre alentó: “tambieÌn nosotros debemos alegrarnos y alabar a Dios porque las personas humildes y sencillas acogen el Evangelio” y recordó a la “gente sencilla, esa gente humilde que va a las peregrinaciones, que va a rezar, que canta, que hace alabanza, gente a la cual quizá le faltan muchas cosas, pero que la humildad los lleva a alabar a Dios”. “En el futuro del mundo y en las esperanzas de la Iglesia estaÌn siempre los ‘pequeños’: aquellos que no se consideran mejores que los otros, que son conscientes de los propios liÌmites y de los propios pecados, que no quieren dominar sobre los otros, que, en Dios Padre, se reconocen todos hermanos”, advirtió. En este sentido, el Papa subrayó que “en ese momento de aparente fracaso, donde todo es obscuro, JesuÌs reza alabando al Padre” por lo que animó a “juzgar de forma diferente nuestras derrotas personales, juzgar de forma diferente las situaciones en las que no vemos clara la presencia y la accioÌn de Dios, cuando parece que el mal prevalece y no hay forma de detenerlo”. “JesuÌs, que tambieÌn recomendoÌ mucho la oracioÌn de suÌplica, precisamente en el momento en el que habriÌa tenido motivo de pedir explicaciones al Padre, sin embargo, lo alaba. Parece una contradicción, pero allí está la verdad”, añadió. De este modo, el Papa explicó que el tiempo de la alabanza “no es solo cuando la vida nos colma de felicidad, sino sobre todo en los momentos difiÌciles, momentos obscuros, cuando el camino sube cuesta arriba” así como “Jesús, en el momento obscuro alaba al Padre para que aprendamos que a traveÌs de esa cuesta, de ese sendero fatigoso, de esos pasajes arduos, se llega a ver un panorama nuevo, un horizonte maÌs abierto”. “Alabar es como respirar oxígeno puro, te purifica el alma, te hace mirar lejos, no permanecer encarcelado en el momento difícil, obscuro, de las dificultades”, agregó el Papa. Oración de San Francisco Luego, el Santo Padre recordó el ejemplo de San Francisco de Asís cuando escribió la oración del “cántico de las criaturas” al final de su vida, oración que “no la compuso en un momento de alegriÌa, momento de bienestar, sino al contrario, en medio de las dificultades”. El Papa relató que San Francisco escribió esta oración cuando estaba “ya casi ciego, y siente en su alma el peso de una soledad que nunca antes habiÌa sentido: el mundo no ha cambiado desde el inicio de su predicacioÌn, todaviÌa hay quien se deja destrozar por las riñas, y ademaÌs siente que se acercan los pasos de la muerte”. “PodriÌa ser el momento de la decepción, de la decepcioÌn extrema y de la percepcioÌn del propio fracaso. Pero Francisco en ese instante de tristeza, en ese instante obscuro reza: ‘Laudato si, mi Señor...’. Reza alabando. Francisco alaba a Dios por todo, por todos los dones de la creacioÌn, y tambieÌn por la muerte, que con valentiÌa logra llamar ‘hermana’, la ‘hermana muerte’”, destacó el Papa. Por último, el Santo Padre subrayó que “estos ejemplos de santos y de santas y también de Jesús de alabar a Dios en los momentos difíciles nos abren las puertas de un camino muy grande hacia el Señor, nos purifican siempre, la alabanza purifica siempre” por lo que concluyó preguntando: “¿A quieÌn sirve la alabanza? ¿A nosotros o a Dios?” “La oración de alabanza nos sirve a nosotros”, respondió el Papa con el prefacio común IV del Misal Romano que dice: “aunque tú no necesitas nuestra alabanza, tuÌ inspiras en nosotros que te demos gracias, para que las bendiciones que te ofrecemos nos ayuden en el camino de la salvacioÌn por Cristo nuestro Señor”.
“Al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra”, dice San Mateo (2,1-18) en el pasaje que se refiere a los tres magos. Aquí 7 datos que tal vez no conocías de los sabios de oriente y la Epifanía. 1. La Iglesia celebra tres Epifanías La fiesta de los reyes magos o “bajada de reyes” es comúnmente llamada Epifanía, palabra que en griego significa manifestación, en el sentido de que Dios se revela y se da a conocer. No obstante, la Iglesia celebra como Epifanías tres manifestaciones de la vida de Jesús: la Epifanía ante los magos de oriente (manifestación a los paganos), Epifanía del Bautismo del Señor (manifestación a los judíos) y la Epifanía de las bodas de Caná (manifestación a sus discípulos). 2. Es la segunda fiesta más antigua La Fiesta de la Epifanía es una de las más antiguas de los cristianos, muy probablemente la segunda después de la Santa Pascua. Se inició en oriente y luego pasó a occidente por el siglo cuarto. Se dice que en un principio los cristianos conmemoraban las tres epifanías en una misma fecha. En algunas iglesias orientales incluso le dieron a esta fiesta un carácter celebrativo del nacimiento de Cristo, pero este sentido se fue aminorando cuando se insertó la festividad romana de la Navidad por el siglo cuarto. En la Edad Media la Epifanía poco a poco pasó a conocerse más como la fiesta de los Reyes Magos. Actualmente la Iglesia Católica celebra las tres epifanías en diferentes tiempos del calendario litúrgico. 3. Un santo definió la fecha Estudios sostienen que la Epifanía se fijó para el 6 de enero debido a que en este día se celebraba el nacimiento de Aión, dios patrono de la metrópoli de Alejandría, que al parecer estaba relacionado con el dios sol. Asimismo, porque desde tiempos antiguos en Egipto, se celebraba el solsticio de invierno el 6 de enero. San Eusebio de Cesarea y San Jerónimo en el siglo cuarto, al igual que San Epifanio en el siglo sexto dicen que los reyes arribaron a ver al Niño antes que Jesús cumpliese los dos años. Sin embargo, San Agustín (siglos cuarto y quinto) en sus sermones de la Epifanía afirmó que llegaron el día 13 después del nacimiento del Señor. Es decir, el 6 de enero del calendario actual. 4. Reyes por tradición San Mateo, el único que habla de los magos en la Biblia, explica que fueron de “oriente”, una zona que para los judíos eran los territorios de Arabia, Persia o Caldea. Por otro lado, los orientales llamaban “magos” a los doctores. “Mago” en lengua persa significaba “sacerdote” y justamente los magos (“magoi” en griego) eran una casta de sacerdotes persas o babilonios. Ellos no conocían la revelación divina como los judíos, pero estudiaban las estrellas en su deseo de buscar a Dios. La tradición les llamó “reyes” a los magos en referencia al Salmo 72 (10 -11) que dice: “Los reyes de occidente y de las islas le pagarán tributo. Los reyes de Arabia y de Etiopía le ofrecerán regalos. Ante él se postrarán todos los reyes y le servirán todas las naciones”. 5. Pudieron ser más de tres San León Magno y San Máximo de Turín, siglos cuarto y quinto respectivamente, hablan de tres magos probablemente no por basarse en alguna tradición, sino tal vez por los tres regalos que describe el evangelista. En los primeros siglos hay representaciones pictóricas en los que aparecen dos, cuatro, seis y hasta ocho magos. No obstante, el fresco más antiguo de la adoración de los magos data del siglo segundo y se encuentra en un arco de la capilla griega de las catacumbas romanas de Priscila y allí aparecen tres. 6. El origen de sus nombres, fisonomías y regalos Los nombres de los magos no aparecen en las Sagradas Escrituras, pero la tradición les ha dado ciertos nombres. En un manuscrito de París a fines del siglo siete se los nombra como Bitisarea, Melchor y Gataspa, pero en el siglo nueve se empezó a propagar que eran Gaspar, Melchor y Baltazar. Melchor es graficado generalmente como un anciano blanco con barba en representación de la zona Europea y ofrece al Niño el oro por la realeza de Cristo. Gaspar representa a la zona asiática y porta el incienso por la divinidad de Jesús. Mientras que Baltazar es negro por los provenientes de África y regala al Salvador la mirra, sustancia que se utilizaba para embalsamar cadáveres y símbolo de la humanidad del Señor. En la época que se les empezó a pintar con estas características no se tenía conocimiento de América. Además, los tres hacen referencia a las edades del ser humano: juventud (Gaspar), madurez (Baltazar) y vejez (Melchor). 7. La estrella habría sido una conjunción de planetas Sobre la estrella de Belén que vieron los Reyes Magos se han construido varias hipótesis. Antes se decía que fue un cometa, pero estudios astronómicos indican que al parecer se debió a la conjunción de los planetas Saturno y Júpiter en la constelación de Piscis. En este sentido, los Reyes Magos posiblemente deciden viajar en busca del Mesías porque, en la antigua astrología, Júpiter era considerado como la estrella del Príncipe del mundo; la constelación de Piscis, como el signo del final de los tiempos; y el planeta Saturno en Oriente, como la estrella de Palestina. En suma, se presume que los “sabios de Oriente” entendieron que el Señor del final de los tiempos se aparecería ese año en Palestina. Es probable que los Reyes Magos supieran algunas profecías mesiánicas de los judíos y por eso llegaron a Jerusalén, al palacio de Herodes, preguntando por el rey de los judíos.
El Papa Francisco decretó un Año dedicado a San José desde el 8 de diciembre de 2020 hasta el 8 de diciembre de 2021, periodo en el que los católicos tendrán la oportunidad de obtener una indulgencia plenaria especial. Durante este año especial hay muchas formas nuevas en que los católicos pueden recibir una indulgencia plenaria, que remite todo castigo temporal causado por el pecado, entre las que está el encomendar su trabajo diario a la protección de San José Obrero o rezar el Santo Rosario con sus familias. Estas acciones deben ir acompañadas de las tres condiciones habituales para obtener cualquier indulgencia plenaria, que son la Confesión Sacramental, la Comunión Eucarística y la oración por las intenciones del Papa. En caso existan impedimentos de fuerza mayor, la persona debe tener la intención de cumplirlas lo antes posible y debe desapegarse totalmente del pecado. Según el decreto emitido por la Penitenciaría Apostólica, existen 15 formas de recibir una indulgencia en el Año de San José: 1) Participa en un retiro espiritual durante al menos un día que incluya una meditación sobre San José. 2) Pide en oración la intercesión de San José para que los desempleados puedan encontrar un trabajo digno. 3) Recita las Letanías de San José por los cristianos perseguidos. Los católicos bizantinos tienen la opción de recitar un Akathist para San José. 4) Encomienda el trabajo y las actividades diarias a la protección de San José Obrero. 5) Sigue el ejemplo de San José y realiza una obra de misericordia corporal como dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino, visitar a los presos y los enfermos y enterrar a los difuntos. 6) Realiza una de las obras espirituales de misericordia, como consolar al triste, dar buen consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que se equivoca, sufrir con paciencia los defectos del prójimo, perdonar al que nos ofende y rezar por los vivos y los difuntos. 7) Reza el Rosario con tu familia para que “todas las familias cristianas se sientan estimuladas a recrear el mismo ambiente de íntima comunión, amor y oración que había en la Sagrada Familia”. 8) Las parejas comprometidas también pueden recibir una indulgencia al rezar el Rosario juntos. 9) Medita al menos 30 minutos al rezar el Padre Nuestro, pues San José “nos invita a redescubrir nuestra relación filial con el Padre, a renovar la fidelidad a la oración, a escuchar y corresponder con profundo discernimiento a la voluntad de Dios”. 10) Reza una oración aprobada a San José el domingo de San José, que es el domingo después de Navidad en la tradición católica bizantina. 11) Celebra la fiesta de San José el 19 de marzo realizando un acto de piedad en honor a San José. 12) Reza una oración aprobada a San José el día 19 de cualquier mes. 13) Honra a San José realizando un acto de piedad o rezando una oración aprobada cualquier miércoles, el día tradicionalmente dedicado a San José. 14) Reza a San José en la Fiesta de la Sagrada Familia celebrada el 27 de diciembre. 15) Celebra la fiesta de San José Obrero el 1 de mayo realizando un acto de piedad u ofreciendo tu oración. “Todos los fieles tendrán así la posibilidad de comprometerse, mediante la oración y las buenas obras, en obtener con ayuda de San José, cabeza de la celestial Familia de Nazaret, el consuelo y alivio en las graves tribulaciones humanas y sociales que hoy afligen al mundo contemporáneo”. Los ancianos, los enfermos y los moribundos que no pueden salir de sus hogares debido a la pandemia del COVID-19 también tienen un permiso especial para recibir una indulgencia plenaria al “ofrecer con confianza en Dios los dolores y las incomodidades” de sus vidas con una oración a San José, esperanza de los enfermos y patrón de una muerte feliz. La Penitenciaría Apostólica permite cualquier oración a San José aprobada por la Iglesia, en particular, la oración “A ti, oh bendito José” compuesta por el Papa León XIII, que compartimos a continuación: A ti, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación; y después de invocar el auxilio de tu Santísima Esposa solicitamos también confiados tu patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, te tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades”. “Protege, Providentísimo Custodio de la Sagrada Familia la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y corrupción; asístenos propicio, desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas: y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del inminente peligro de la vida, así ahora, defiende a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, ya cada uno de nosotros protégenos con el perpetuo patrocinio, para que, a tu ejemplo y sostenidos por tu auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el cielo la eterna felicidad.
El Papa Francisco afirmó que “Dios quiere hacer grandes cosas a través de nuestra pobreza”. En un mensaje difundido este lunes 4 de enero por medio de su perfil oficial de la red social Twitter, el Santo Padre afirmó que “como en Belén, también con nosotros Dios quiere hacer grandes cosas a través de nuestra pobreza. Puso toda nuestra salvación en el pesebre de un establo y no tiene miedo a nuestra pobreza. ¡Dejemos que su misericordia transforme nuestras miserias!”. En línea con este mensaje, durante el Ángelus del pasado viernes 1 de enero, el Pontífice recordó que “Dios nos da la responsabilidad de ser trabajadores por la paz” y, como tales, “cada uno de nosotros, hombres y mujeres de este tiempo, está llamado a traer la paz cada día y en cada ambiente de vida, sosteniendo la mano al hermano que necesita una palabra de consuelo, un gesto de ternura, una ayuda solidaria. Esto para nosotros es una responsabilidad dada por Dios”. Además, durante la celebración de la Misa del Gallo el 24 de diciembre de 2020, el Papa hizo hincapié en que Cristo “vino al mundo como un niño viene al mundo, débil y frágil” y recordó que nació “en el pobre pesebre de un oscuro establo”, “sin alojamiento digno, en la pobreza y el rechazo”, para “hacernos entender hasta qué punto ama nuestra condición humana: hasta el punto de tocar con su amor concreto nuestra peor miseria”.
Los pueblos mesoamericanos desde tiempos remotos ya veneraban en el cerro del tepeyac a una deidad llamada Tonantzin (que quiere decir Nuestra Madrecita), por esta razón, fue más fácil la asimilación el mensaje traído por la Virgen María como verdadera Madre de Dios y Madre nuestra. El nombre de “SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE” ella misma lo dio a Juan Bernardino, tío de Juan Diego, cuando se le apareció para sanarle de sus enfermedades. Cabello: Lleva el cabello suelto, lo que entre los aztecas es señal de virginidad. Es Virgen y Madre. Rostro: Su rostro es moreno, ovalado y en actitud de profunda oración. Su semblante es dulce, fresco, amable, refleja amor y ternura, además de una gran fortaleza. Manos: Sus manos están juntas en señal de recogimiento, en profunda oración. La derecha es más blanca y estilizada, la izquierda es morena y más llena, podrían simbolizar la unión de dos razas distintas. Embarazo: Su gravidez se constata por la forma aumentada del abdomen, donde se destaca una mayor prominencia vertical que transversal, corresponde a un embarazo casi en su última etapa. Edad: Representa a una joven que su edad aproximada es de 18 a 20 años. Estatura: La estatura de la Virgen en el ayate es de 1.43 centímetros. El cinto: El cinto marca el embarazo de la Virgen. Se localiza arriba del vientre. Cae en dos extremos trapezoidales que en el mundo náhuatl representaban el fin de un ciclo y el nacimiento de una nueva era. En la imagen simboliza que con Jesucristo se inicia una nueva era tanto para el viejo como para el nuevo mundo. Los rayos: La Virgen está rodeada de rayos dorados que le forman un halo luminoso o aura. El mensaje transmitido es: ella es la Madre de la luz, del Sol, del Niño Sol, del Dios verdadero, ella lo hace descender hacia el “centro de la luna” (México de nátuahl) para que allí nazca, alumbre y dé vida. La luna: La Virgen de Guadalupe está de pie en medio de la luna, y no es casual que la palabra México en nátuahl son “Metz – xic – co” que significan “en el centro de la luna”. También es símbolo de fecundidad, nacimiento, vida. Marca los hilos de la fertilidad femenina y terrestre. La flor de cuatro pétalos o Nahui Ollin: es el símbolo principal en la imagen de la Virgen, es el máximo símbolo nátuahl y representa la presencia de Dios, la plenitud, el centro del especio y del tiempo. En la imagen presenta a la Virgen de Guadalupe como la Madre de Dios y marca el lugar donde se encuentra Nuestro Señor Jesucristo en su vientre. El ángel: Un ángel está a los pies de la Guadalupana con ademán de quien acaba de volar. Las alas son como de águila, asimétricas y muy coloridas, los tonos son parecidos a los del pájaro mexicano tzinitzcan que Juan Diego recordó, anunciándole la aparición de la Virgen de Guadalupe. Sus manos sostienen el extremo izquierdo de la túnica de la Virgen y el derecho del manto.
El Papa Francisco continuó con las recomendaciones para vivir un buen camino de Adviento de preparación para la Navidad. Al finalizar su catequesis de la Audiencia General de este miércoles 9 de diciembre en el Vaticano, el Santo Padre invitó a “aprender a permanecer a la espera del Señor”. “El Señor viene a visitarnos”, subrayó. “El Señor viene a visitarnos no sólo en estas grandes fiestas, Navidad, Pascua… El Señor nos visita cada día en la intimidad de nuestro corazón, si nosotros permanecemos a la espera”. Lamentó que “muchas veces no nos damos cuenta de que el Señor está cerca, que llama a nuestra puerta, y le dejamos irse. ‘Tengo miedo de Dios cuando pasa’, decía San Agustín. Tengo miedo de que pase y no darme cuenta”. “El Señor pasa, el Señor viene, el Señor llama, pero si tienes los oídos llenos de ruidos, no escucharás la llamada del Señor. Hermanos y hermanas, permaneced a la espera”, recomendó el Pontífice. El Santo Padre animó a pedir “que la luz de Cristo ilumine los pasos de nuestro camino de Adviento y disipe las tinieblas del miedo de nuestros corazones”. Pidió no olvidar rezar en este tiempo previo a la Navidad “por cuantos necesitan consuelo y fuerza. En este tiempo de Adviento queremos esforzarnos cada día más para estar cerca a aquellos que sufren y piden ayuda”. “En este tiempo de adviento pedimos la ayuda de San José y de la Virgen para que, siguiendo su ejemplo, podamos también nosotros preparar nuestros corazones para acoger al Niño Jesús que está cerca”. Tampoco omitió la particularidad del Adviento de este año, “marcado por la pandemia, hagamos nuestra la oración de súplica a la que nos anima Jesús. Aprendámosla de la Virgen María, la Inmaculada”. Por último, pidió “que la espera del Salvador impulse a cada uno de vosotros a ser siempre más decisivos y generosos al corresponder a las exigencias de la vocación cristiana”. Fuente: ACI prensa
La imagen más antigua de la Virgen de Guadalupe en Roma se encuentra en el Monasterio de la visitación. Se trata de un cuadro pintado por el pintor mexicano Miguel Cabrera en 1752 y regalado al Papa Benedicto XIV en 1754. El sacerdote jesuita Francisco López llevó a Roma al Pontífice esta copia de la imagen original de la Virgen de Guadalupe que apareció a San Juan Diego el 12 de diciembre de 1531. Según indica la tradición, en el momento en que el Papa Benedicto XIV vio este cuadro de la Virgen de Guadalupe pronunció un fragmento del Salmo 147 en latín: “Non felicit taliter omni nationi” que en español significa “no ha hecho nada semejante con ninguna otra nación”. Tres años más tarde, en 1757, el Papa Benedicto XIV regaló este cuadro de la Virgen de Guadalupe a la Orden de la Visitación de María. En aquel entonces, el Pontífice vivía en el Palacio del Quirinal y el Monasterio se localizaba en la cercana colina del Palatino. La Orden de la Visitación de María fue fundada por San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca Frémyot de Chantal. Actualmente, el Monasterio de la visitación de Roma que custodia la imagen más antigua de la Virgen de Guadalupe se localiza en Via Galla Placidia 63. En el Monasterio viven 14 religiosas de clausura, y cuatro de ellas son mexicanas. Según indicó a ACI Prensa sor María Inés, religiosa de la Orden de la Visitación, “siempre ha habido mucha devoción también de parte de los fieles”. De hecho, cada 12 del mes, celebran la Misa votiva de la Virgen de Guadalupe. Los Papas y la Virgen Guadalupe El 25 de mayo de 1754 el Papa Benedicto XIV promulgó la bula Non est equidem con la cual declaró que la Virgen de Guadalupe era la patrona de la Nueva España y definió que el día de su festividad sería el 12 de diciembre. Pío X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pio XI de todas las "Américas", Pío XII la llamó "Emperatriz de las Américas", Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas" y Juan Pablo II “Emperatriz del Continente americano”.
El 8 de diciembre la Iglesia celebra la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, doctrina de origen apostólico que fue proclamada dogma por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854 con la bula Ineffabilis Deus. A continuación, te presentamos siete datos para entender mejor este dogma: 1. ¿A quién se refiere la Inmaculada Concepción? La Inmaculada Concepción hace referencia a la manera especial en que fue concebida María. Esta concepción no fue virginal ya que ella tuvo un padre y una madre humanos, pero fue especial y única de otra manera. 2. ¿Qué es la Inmaculada Concepción? El Catecismo de la Iglesia Católica describe que: “Para ser la Madre del Salvador, María fue ‘dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante’. El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como ‘llena de gracia’. En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios” (490). “A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María ‘llena de gracia’ por Dios (Lc. 1, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX: ‘... la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano’” (491). 3. ¿Esto significa que María nunca pecó? Sí. Debido a la forma de redención que se aplicó a María en el momento de su concepción, ella no solo fue protegida del pecado original, sino también del pecado personal. El catecismo lo explica en el número 493 que los padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios "la Toda Santa" (Panaghia), la celebran "como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada y hecha una nueva criatura por el Espíritu Santo". Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida. 4. Entonces, ¿María necesitaba que Jesús muriera por ella en la Cruz? No. María fue concebida inmaculadamente como parte de su ser “llena de gracia” y así “redimida desde el momento de su concepción” por “una singular gracia y privilegio de Dios Todopoderoso y por virtud de los méritos de Jesucristo, salvador de la raza humana”. Tal como lo explica el catecismo en el número 492, esta "resplandeciente santidad del todo singular" de la que ella fue "enriquecida desde el primer instante de su concepción", le viene toda entera de Cristo: ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo". El Padre la ha "bendecido [...] con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" más que a ninguna otra persona creada. Él la ha "elegido en él antes de la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor". En el número 508 el catecismo describe: “De la descendencia de Eva, Dios eligió a la Virgen María para ser la Madre de su Hijo. Ella, ‘llena de gracia’, es ‘el fruto más excelente de la redención’; desde el primer instante de su concepción, fue totalmente preservada de la mancha del pecado original y permaneció pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida". 5. ¿Se puede hacer un paralelo entre María y Eva? Adán y Eva fueron creados inmaculados, sin pecado original o su mancha. Ambos cayeron en desgracia y a través de ellos la humanidad estaba destinada a pecar. Cristo y María fueron también concebidos inmaculados. Ambos permanecieron fieles y a través de ellos la humanidad fue redimida del pecado. Jesús es por tanto el nuevo Adán y María la nueva Eva. El catecismo señala en el número 494 que “Ella, en efecto, como dice San Ireneo, ‘por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano’. Por eso, no pocos padres antiguos, en su predicación, coincidieron con él en afirmar ‘el nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe’. Comparándola con Eva, llaman a María ‘Madre de los vivientes’ y afirman con mayor frecuencia: ‘la muerte vino por Eva, la vida por María’”. 6. ¿Cómo se hace María un ícono de nuestro destino? Aquellos que mueren en la amistad con Dios y así para ir al Cielo serán liberados de todo pecado y mancha de pecado. Seremos así todos vueltos “inmaculados” (Latin, immaculatus = "intachable") si permanecemos fieles a Dios. Incluso en esta vida, Dios nos purifica y prepara en santidad y, si morimos en su amistad pero imperfectamente purificados, Él nos purificará en el purgatorio y nos volverá inmaculados. Al dar a María esta gracia desde el primer momento de su concepción, Dios nos muestra una imagen de nuestro propio destino. Él nos muestra que esto es posible para los seres humanos a través de su gracia. En palabras de San Juan Pablo II, podemos decir que “María, al lado de su Hijo, es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos. La Iglesia debe mirar hacia ella, Madre y Modelo, para comprender en su integridad el sentido de su misión”. “Fijemos, por tanto, nuestra mirada en María, icono de la Iglesia peregrina en el desierto de la historia, pero orientada a la meta gloriosa de la Jerusalén celestial, donde resplandecerá como Esposa del Cordero, Cristo Señor”. 7. ¿Era necesario para Dios que María fuera inmaculada en su concepción para que pudiera ser Madre de Jesús? No. La Iglesia sólo habla de la Inmaculada Concepción como algo que era "apropiado", algo que hizo de María una "morada apropiada" (es decir, una vivienda adecuada) para el Hijo de Dios, no algo que era necesario. Al respecto, los padres de la Iglesia afirmaron “que la misma santísima Virgen fue por gracia limpia de toda mancha de pecado y libre de toda mácula de cuerpo, alma y entendimiento, y que siempre estuvo con Dios, y unida con Él con eterna alianza, y que nunca estuvo en las tinieblas, sino en la luz, y, de consiguiente, que fue aptísima morada para Cristo, no por disposición corporal, sino por la gracia original”, explicó el Papa Pío IX. “Pues no caía bien que aquel objeto de elección fuese atacado, de la universal miseria, pues, diferenciándose inmensamente de los demás, participó de la naturaleza, no de la culpa; más aún, muy mucho convenía que como el unigénito tuvo Padre en el cielo, a quien los serafines ensalzan por Santísimo, tuviese también en la tierra Madre que no hubiera jamás sufrido mengua en el brillo de su santidad”.
Para diciembre de 2020 el Papa Francisco tiene como especial intención de oración que las personas logren "una vida de oración”. El Santo Padre pide a todos los fieles que recen “para que nuestra relación personal con Jesucristo se alimente de la Palabra de Dios y de una vida de oración”. Precisamente, durante la Misa que celebró el domingo 29 de noviembre, Primer Domingo de Adviento, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre propuso a los cristianos que durante el Adviento inviten a Dios a hacerse presente en sus vidas con esta oración: “Ven, Señor Jesús”. Se trata, explicó el Pontífice, de una oración sencilla que “podemos decirla al principio de cada día y repetirla a menudo, antes de las reuniones, del estudio, del trabajo y de las decisiones que debemos tomar, en los momentos importantes y en los difíciles”. Francisco señaló que mediante esa oración, “Ven, Señor Jesús”, pronunciada cada día, “invocando su cercanía, ejercitaremos nuestra vigilancia”. “Es una pequeña oración, pero nace del corazón. Digámosla, repitámosla en este tiempo de Adviento: ‘Ven, Señor Jesús’”. En una entrevista al diario del Vaticano, L’Osservatore Romano (LOR), de febrero de 2019, el director de la Red del Apostolado de la Oración del Papa, P. Frédéric Fornos, explicó que en las intenciones de oración del Pontífice “encontramos un eco en los desafíos para el mundo”. El P. Fornos indicó que el Papa Francisco exhorta a rezar por quienes “se dejan llevar por caminos de muerte, a causa de diversas dependencias: abuso de drogas o de alcohol, uso nocivo de las nuevas tecnologías o pornografía online, con todas sus consecuencias”.
El Adviento es el tiempo de preparación para celebrar la Navidad y comienza cuatro domingos antes de esta fiesta. Además marca el inicio del Nuevo Año Litúrgico católico y este 2020 empezará el domingo 29 de noviembre. Adviento viene del latín “ad-venio”, que quiere decir “venir, llegar”. Comienza el domingo más cercano a la fiesta de San Andrés Apóstol (30 de noviembre) y dura cuatro semanas. El Adviento está dividido en dos partes: las primeras dos semanas sirven para meditar sobre la venida final del Señor, cuando ocurra el fin del mundo; mientras que las dos siguientes sirven para reflexionar concretamente sobre el nacimiento de Jesús y su irrupción en la historia del hombre en Navidad. En los templos y casas se colocan las coronas de Adviento y se va encendiendo una vela por cada domingo. Asimismo, los ornamentos del sacerdote y los manteles del altar son de color morado como símbolo de preparación y penitencia. Muchos católicos conocen del Adviento, pero tal vez las preocupaciones en el trabajo, los exámenes en la escuela, los ensayos con el coro o el teatro de Navidad, el armado del nacimiento o pesebre y la compra de regalos, hacen que se olvide el verdadero sentido de este tiempo.
La Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) podría ser entregada a los jóvenes portugueses en el Vaticano el próximo 22 de noviembre, Domingo de Cristo Rey. La tradicional entrega de la Cruz se suele llevar a cabo en la Plaza de San Pedro durante la Misa del Domingo de Ramos presidida por el Papa, pero este año se tuvo que postergar debido al COVID-19. En esta línea, un grupo de jóvenes de Lisboa podría llegar a Roma la próxima semana para participar en una Misa en la Basílica de San Pedro con 100 personas el 22 de noviembre, Domingo de Cristo Rey. Junto a la entrega de la cruz de la JMJ tradicionalmente se entrega el icono de la Virgen María a los jóvenes de la diócesis que hospedará el evento internacional. Es una tradición que comenzó en 1984, cuando San Juan Pablo II entregó la Cruz del Año Jubilar de la Redención a los jóvenes pidiendo que la llevaran “en el mundo, como signo del amor de Señor Jesús para la humanidad y anunciar a todos que solo en Cristo muerto y Resucitado hay salvación y redención”. Mientras que el icono de la Virgen María es una réplica de la Salus Populi Romani, que fue entregada por San Juan Pablo II en 2003. El cuadro original está en la Basílica de Santa María la Mayor, y según la tradición, fue pintada por San Lucas. Los organizadores de la Jornada Mundial de la Juventud continúan preparando la cita internacional que convoca a los jóvenes en 2023. El Papa Francisco eligió el tema para la JMJ de Lisboa: “María se levantó y partió sin demora” y el logotipo fue presentado recientemente. Además, la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa informó que el primer sábado de cada mes difundirán una intención de oración mensual en preparación a la JMJ a través de la Red Mundial de Oración del Papa.
El Papa Francisco destacó en la Audiencia General de este miércoles 11 de noviembre que la oración “es como el oxígeno de la vida” y añadió que “no hay verdadera oración sin espíritu de humildad”. Antes de pronunciar su catequesis desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, el Santo Padre confió que recientemente alguien le dijo que “habla demasiado sobre la oración, que no es necesario” y él respondió que “si es necesario, porque si nosotros no rezamos no tendremos la fuerza para ir hacia adelante en la vida” y añadió que “la oración es como el oxígeno de la vida, la oración es atraer hacia nosotros la presencia del Espíritu Santo que nos lleva siempre hacia adelante. Por eso, yo hablo mucho de la oración”. Luego, el Papa explicó que “el diaÌlogo constante con el Padre, en el silencio y en el recogimiento, es el fulcro de toda su misioÌn”. En esta línea, el Santo Padre destacó que “JesuÌs ha dado ejemplo de una oracioÌn continua, practicada con perseverancia” y exhortó a los discípulos a rezar “con insistencia, sin cansarse”. Por ello, el Papa recordó tres paraÌbolas relatadas en el Evangelio de San Lucas que subrayan esta caracteriÌstica de la oracioÌn. En primer lugar, la del hueÌsped que llega de imprevisto, en mitad de la noche va a llamar a un amigo y le pide pan. El amigo responde: “¡no!”, porque ya estaÌ en la cama, pero eÌl insiste e insiste hasta que no lo obliga a alzarse y a darle el pan (Lc 11,5-8), que demuestra que “la oracioÌn debe ser sobre todo tenaz”. “Dios es maÌs paciente que nosotros, y quien llama con fe y perseverancia a la puerta de su corazoÌn no queda decepcionado. Nuestro Padre sabe bien queÌ necesitamos; la insistencia no sirve para informarle o convencerle, sino para alimentar en nosotros el deseo y la espera”, advirtió. La segunda paraÌbola es la de la viuda que se dirige al juez para que la ayude a obtener justicia. Este juez es un hombre sin escruÌpulos, pero al final, exasperado por la insistencia de la viuda, decide complacerla (Lc 18,1-8) por lo que el Papa alentó a invocar con valentía a Dios “sin resignarse delante del mal y la injusticia”. Después, el Santo Padre recordó la tercera parábola en la que van a rezar al Templo un fariseo y un publicano, “el primero se dirige a Dios presumiendo sus meÌritos; el otro se siente indigno incluso solo por entrar en el santuario” (Lc18,9-14). “Dios no escucha la oracioÌn de los soberbios, mientras escucha la de los humildes. No hay verdadera oracioÌn sin espiÌritu de humildad. Es precisamente la humildad la que nos lleva a pedir, a rezar”, afirmó. En este sentido, el Papa Francisco subrayó que “la enseñanza del Evangelio es clara: se debe rezar siempre, tambieÌn cuando todo parece vano, cuando Dios parece sordo y mudo y nos parece perder tiempo. TambieÌn si el cielo se ofusca, el cristiano no deja de rezar” y recordó que “muchos santos y santas han experimentado la noche de la fe y el silencio de Dios, y han sido perseverantes”. “En estas noches de la fe, quien reza nunca estaÌ solo. JesuÌs de hecho no es solo testigo y maestro de oracioÌn, es maÌs. EÌl nos acoge en su oracioÌn, para que nosotros podamos rezar en EÌl y a traveÌs de EÌl. Y esto es obra del EspiÌritu Santo”, dijo el Papa. De este modo, el Pontífice invitó a no olvidar al Espíritu Santo porque “el Espíritu Santo reza en nosotros, es Aquel que nos lleva a rezar, que nos lleva a Jesús, es el don que el Padre y el Hijo nos han dado para ir hacia adelante al encuentro con Dios… cuando rezamos es el Espíritu Santo el que reza en nuestro corazón”. Por último, el Papa rezó para “que sea el Espíritu Santo, maestro de oración, a enseñarnos el camino de la oración”.
“Gaudete et exsultate, sobre el llamado a la santidad en el mundo actual” es la tercera exhortación apostólica del Papa Francisco –después de Evangelii gaudium y de Amoris laetitia– En la introducción, el Papa explica que “el Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados”. “Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada. En realidad, desde las primeras páginas de la Biblia está presente, de diversas maneras, el llamado a la santidad. Así se lo proponía el Señor a Abraham: 'Camina en mi presencia y sé perfecto’”. Francisco explica que el nuevo documento no es “un tratado sobre la santidad, con tantas definiciones y distinciones que podrían enriquecer este importante tema, o con análisis que podrían hacerse acerca de los medios de santificación”. “Mi humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió ‘para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor’”, añade. La Exhortación, que puede leerse en el sitio web del Vaticano, se divide en 5 capítulos: El llamado a la santidad; Dos sutiles enemigos de la santidad; A la luz del maestro; Algunas notas de la santidad en el mundo actual; Combate, vigilancia y discernimiento, todos ellos repartidos en 177 puntos. Se trata además el primer documento de este tipo que está dirigido en primera persona al lector. El Papa incluso pregunta si “¿eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales”. Santos "de la puerta de al lado" “En la Iglesia, santa y compuesta de pecadores, encontrarás todo lo que necesitas para crecer hacia la santidad”, añade después de estas preguntas. Francisco pide pensar en “los santos de la puerta de al lado”, es decir, no solo en los “ya beatificados o canonizados”. “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: en esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. La santidad ‘de la puerta de al lado’; ‘la clase media de la santidad’”. El Pontífice destaca que “cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio”. En este ejercicio de la santidad, “no es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio”, por lo que la relación con el prójimo es fundamental. Agnosticismo y pelagianismo El Pontífice también anima a no tener miedo a la santidad, puesto que “no te quitará fuerzas, vida o alegría” sino “todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó”. En el capítulo llamado “Dos sutiles enemigos de la santidad”, el Santo Padre asegura que uno de ellos es el “agnosticismo actual” que posee “una superficialidad vanidosa: mucho movimiento en la superficie de la mente, pero no se mueve ni se conmueve la profundidad del pensamiento”. “Aun cuando la existencia de alguien haya sido un desastre, aun cuando lo veamos destruido por los vicios o las adicciones, Dios está en su vida”, recuerda el Papa. El segundo enemigo es el “pelagianismo actual” que defiende que “todo se puede con la voluntad humana”. “La Iglesia enseñó reiteradas veces que no somos justificados por nuestras obras o por nuestros esfuerzos, sino por la gracia del Señor que toma la iniciativa”, escribe Francisco para recordar a continuación que el mandamiento principal es “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Bienaventuranzas "¿Cómo se hace para llegar a ser un buen cristiano?", se pregunta el Pontífice. “La respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice Jesús en el Sermón de las Bienaventuranzas”, responde. En la Exhortación, lamenta “que a veces las ideologías nos lleven a dos errores nocivos”. “Por una parte –critica el Papa– el de los cristianos que separan estas exigencias del Evangelio de su relación personal con el Señor, de la unión interior con él, de la gracia”. Pero también considera “nocivo e ideológico” que algunos sospechen “del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista”. Las obras de misericordia y la defensa de la vida “La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria”. Asimismo, Francisco recuerda la situación que viven los inmigrantes que dejan su país en busca de un futuro mejor, y afirma que “no se trata de un invento de un Papa o de un delirio pasajero”. Francisco asegura también que “quien de verdad quiera dar gloria a Dios con su vida, quien realmente anhele santificarse para que su existencia glorifique al Santo, está llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de misericordia”. Es aquí donde critica el “consumismo hedonista” y cree que “puede jugarnos una mala pasada”. “También el consumo de información superficial y las formas de comunicación rápida y virtual pueden ser un factor de atontamiento que se lleva todo nuestro tiempo y nos aleja de la carne sufriente de los hermanos”, afirma. Francisco cree que “la fuerza del testimonio de los santos está en vivir las bienaventuranzas y el protocolo del juicio final” y por eso recomienda “vivamente releer con frecuencia estos grandes textos bíblicos, recordarlos, orar con ellos, intentar hacerlos carne. Nos harán bien, nos harán genuinamente felices”, dice. Manifestaciones de amor En “Algunas notas de la santidad en el mundo actual”, el Papa no recuerda los medios de santificación que ya se conocen, sino que se refiere a algunos aspectos de la santidad que de algún modo son especiales. A su parecer, son 5 las “grandes manifestaciones del amor a Dios y al prójimo” de gran importancia “debido a algunos riesgos y límites de la cultura de hoy”. Una sociedad contemporánea en la que se manifiestan “la ansiedad nerviosa y violenta que nos dispersa y nos debilita; la negatividad y la tristeza; la acedia cómoda, consumista y egoísta; el individualismo, y tantas formas de falsa espiritualidad sin encuentro con Dios que reinan en el mercado religioso actual". Las manifestaciones son: aguante, paciencia y mansedumbre; alegría y sentido del humor; audacia y fervor; en comunidad; en oración constante. Un combate permanente La Exhortación termina con un capítulo dedicado al combate, la vigilancia y al discernimiento. Sobre lo primero, Francisco subraya que “la vida cristiana es un combate permanente”. “Se requieren fuerza y valentía para resistir las tentaciones del diablo y anunciar el Evangelio. Esta lucha es muy bella, porque nos permite celebrar cada vez que el Señor vence en nuestra vida”. El Papa asegura que “es también una lucha constante contra el diablo” y pide no pensar que se trata de “un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea” porque “ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos”. “Él no necesita poseernos. Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los vicios. Y así, mientras nosotros bajamos la guardia, él aprovecha para destruir nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades”, escribe refiriéndose al diablo. El camino a la santidad también “es también una lucha constante” y “quien no quiera reconocerlo se verá expuesto al fracaso o a la mediocridad”. “Para el combate tenemos las armas poderosas que el Señor nos da: la fe que se expresa en la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la celebración de la Misa, la adoración eucarística, la reconciliación sacramental, las obras de caridad, la vida comunitaria, el empeño misionero”. La importancia del discernimiento “¿Cómo saber si algo viene del Espíritu Santo o si su origen está en el espíritu del mundo o en el espíritu del diablo?”, pregunta el Pontífice, “La única forma es el discernimiento, que no supone solamente una buena capacidad de razonar o un sentido común, es también un don que hay que pedir”, explica. A este respecto elude a que “todos, pero especialmente los jóvenes, están expuestos a un zapping constante” y “sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento”. “No es posible prescindir del silencio de la oración detenida para percibir mejor ese lenguaje, para interpretar el significado real de las inspiraciones que creímos recibir”, añade en este punto. Por último, el Papa Francisco desea que “María corone estas reflexiones, porque ella vivió como nadie las bienaventuranzas de Jesús” y recuerda que “es la santa entre los santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos acompaña”. “Espero que estas páginas sean útiles para que toda la Iglesia se dedique a promover el deseo de la santidad. Pidamos que el Espíritu Santo infunda en nosotros un intenso anhelo de ser santos para la mayor gloria de Dios y alentémonos unos a otros en este intento. Así compartiremos una felicidad que el mundo no nos podrá quitar”, concluye Francisco. La exhortación apostólica Gaudete et exsultate puede descargarse AQUÍ.
“Yo te curo y Dios te sana”, solía decir San Martín de Porres, “el santo de la escoba”, el humilde mulato perteneciente a la Orden Dominica, quien se santificó, entre otras cosas, cuidando enfermos y menesterosos. Fue nombrado por San Juan XXIII “Santo Patrono de la Justicia Social” y “Patrón Universal de la Paz”. Su fiesta se celebra cada 3 de noviembre. San Martín nació en Lima, Perú, en 1579. Su nombre completo fue Martín de Porres Velázquez, hijo de un noble español de origen burgalés, Juan de Porres, y una negra liberta, Ana Velázquez, natural de Panamá. Desde niño, Martín dio muestras de su corazón solidario y sensible frente al sufrimiento de la gente. Solía manifestar su preocupación por quienes estaban enfermos o sufrían pobreza. Aprendió el oficio de barbero y algunos rudimentos de medicina. A los quince años pidió ser admitido como “donado”, es decir, como terciario, en el convento de los Dominicos de la Ciudad de Lima. Con la ayuda de Dios, hizo numerosos milagros, especialmente curaciones. Martín jamás se atribuyó nada, por eso recordaba constantemente que él solo era sirviente, pero quien devolvía la salud era Dios -de ahí su hermoso “yo te curo y Dios te sana”-. En varias oportunidades, enfermos desahuciados se reponían al solo contacto de sus manos, o incluso, con su sola presencia. Milagros de otra naturaleza también sucedieron por intercesión de Martín: hubo quienes lo vieron entrar y salir de recintos que estaban con las puertas trancadas, mientras otros aseguraban haberlo visto en dos lugares distintos a la misma vez.Ya en el convento, trabajó como enfermero, sin hacer diferencias entre pobres y ricos. Atendía a cualquiera que se presentase a la enfermería con cuidado y esmero. Aunque inicialmente hubo reservas contra él entre los frailes por su origen humilde, en 1603 hizo su profesión religiosa. La ciudad entera se rindió ante la humildad y la caridad de este Santo. Incluso el Virrey del Perú fue a visitarlo en su lecho de muerte y besó su mano. Martín partió a la Casa del Padre el 3 de noviembre de 1639, acompañado de sus hermanos dominicos, entregando su alma a Dios con un beso al crucifijo. San Martín de Porres ha sido siempre representado con la escoba en mano, símbolo de su humilde servicio, y la tradición hace referencia a la paz que irradiaba su presencia. Martín unió a los dominicos, unió a Lima, acercó culturas, vinculó razas, “hizo comer de un solo plato a perro, pericote (ratón) y gato”. En buena medida, por ello, San Juan XXIII al canonizarlo en 1962 exclamó: “¡Ojalá que el ejemplo de Martín enseñe a muchos lo feliz y maravilloso que es seguir los pasos y obedecer los mandatos divinos de Cristo!”.
El Papa Francisco animó en la Audiencia General de este miércoles 14 de octubre a “no maquillar el alma para rezar” sino ir al Señor “como somos, con las cosas bellas y con las cosas feas”. “Y esto no lo olviden, para rezar bien debemos rezar como somos, no maquillados, no maquillar el alma para rezar: ‘Señor, yo soy así’. Ir al Señor como somos, con las cosas bellas, y con las cosas feas, que nadie conoce, pero que nosotros conocemos en el interior”, advirtió. El Santo Padre continuó con su serie de catequesis sobre la oración, y hoy la dedicó al Libro de los Salmos “un libro compuesto solo de oraciones, libro que se ha convertido en patria, lugar de entrenamiento y casa de innumerables orantes” porque “comunica el ‘saber rezar’ a traveÌs de la experiencia del diaÌlogo con Dios”. “En los salmos encontramos todos los sentimientos humanos: las alegriÌas, los dolores, las dudas, las esperanzas, las amarguras que colorean nuestra vida”, destacó el Papa. Además, el Pontífice citó el Catecismo de la Iglesia Católica que afirma que cada salmo “es de una sobriedad tal que verdaderamente pueden orar con eÌl los hombres de toda condicioÌn y de todo tiempo”. Por ello, el Papa subrayó que “leyendo y releyendo los salmos, nosotros aprendemos el lenguaje de la oracioÌn. Dios Padre, de hecho, con su EspiÌritu los ha inspirado en el corazoÌn del rey David y de otros orantes, para enseñar a cada hombre y mujer coÌmo alabarle, darle gracias, suplicarle, coÌmo invocarle en la alegriÌa y en el dolor, coÌmo contar las maravillas de sus obras y de su Ley. En siÌntesis, los salmos son la palabra de Dios que nosotros humanos usamos para hablar con EÌl”. En esta línea, el Santo Padre describió que en los salmos “no encontramos personas eteÌreas, personas abstractas, gente que confunde la oracioÌn con la experiencia esteÌtica o alienante. No” ya que “los salmos no son textos nacidos en la mesa, sino invocaciones, a menudo dramaÌticas, que brotan de la vida de la existencia”. “En los salmos escuchamos las voces de orantes de carne y hueso, cuya vida, como la de todos, estaÌ plagada de problemas, de fatigas, de incertidumbres. El salmista no responde de forma radical a este sufrimiento: sabe que pertenece a la vida. Sin embargo, en los salmos el sufrimiento se transforma en pregunta. Del sufrir al preguntar”. De este modo, el Papa dijo que “entre las muchas preguntas, hay una que permanece suspendida, como un grito incesante que atraviesa todo el libro de lado a lado, una pregunta que también nosotros repetimos muchas veces: ‘¿Hasta cuaÌndo Señor? ¿Hasta cuándo?’” y añadió que “cada dolor reclama una liberacioÌn, cada laÌgrima pide invoca un consuelo, cada herida espera una curacioÌn, cada calumnia una sentencia absolutoria”. “Planteando continuamente preguntas de este tipo, los salmos nos enseñan a no volvernos adictos al dolor, y nos recuerdan que la vida no es salvada si no es sanada. La existencia del hombre es un soplo, su historia es fugaz, pero el orante sabe que es valioso a los ojos de Dios, por eso tiene sentido gritar”. En este sentido, el Santo Padre destacó que es importante recordarlo cuando vamos a rezar “vamos porque sabemos ser valiosos a los ojos de Dios y por eso voy a rezar… tú lo sabes, lo sabes incluso en el inconsciente, pero lo sabes. Es la gracia del Espíritu Santo dentro que te empuja a ir a esta sabiduría, que tú eres valioso a los ojos de Dios y por ello, vas a rezar”. “La oracioÌn de los salmos es el testimonio de este grito: un grito muÌltiple, porque en la vida el dolor asume mil formas, y toma el nombre de enfermedad, odio, guerra, persecucioÌn, desconfianza... Hasta el ‘escaÌndalo’ supremo, el de la muerte. La muerte aparece en el Salterio como la maÌs irracional enemiga del hombre: ¿queÌ delito merece un castigo tan cruel, que conlleva la aniquilacioÌn y el final? El orante de los salmos pide a Dios intervenir donde todos los esfuerzos humanos son vanos. Por esto la oracioÌn, ya en siÌ misma, es camino de salvacioÌn e inicio de salvacioÌn”, afirmó el Papa. En esta línea, el Pontífice destacó que en los salmos “el dolor se convierte en relacioÌn: grito de ayuda que espera interceptar un oiÌdo que escuche. No puede permanecer sin sentido, sin objetivo” y agregó que “tambieÌn los dolores que sufrimos no pueden ser solo casos especiÌficos de una ley universal: son siempre ‘mis’ laÌgrimas. Piensen en esto: las lágrimas no son universales, son ‘mis’ lágrimas, cada uno tiene las suyas, mis lágrimas, mi dolor me empuja a ir hacia adelante en la oración. Son mis lágrimas que nadie ha derramado nunca antes de mi. Muchos han llorado antes, pero mi dolor es mío, mi sufrimiento es mío”. Por ello, el Papa explicó que “todos los dolores de los hombres para Dios son sagrados” porque “delante de Dios no somos desconocidos, o nuÌmeros. Somos rostros y corazones, conocidos uno a uno, por nombre”. “En los salmos, el creyente encuentra una respuesta. EÌl sabe que, incluso si todas las puertas humanas estuvieran cerradas, la puerta de Dios estaÌ abierta. Si incluso todo el mundo hubiera emitido un veredicto de condena, en Dios hay salvacioÌn”, advirtió. En este sentido, el Santo Padre indicó que a veces en la oración basta saber que “el Señor escucha” porque “no siempre los problemas se resuelven. Quien reza no es un iluso: sabe que muchas cuestiones de la vida de aquiÌ abajo se quedan sin resolver, sin salida; el sufrimiento nos acompañaraÌ y, superada la batalla, habraÌ otras que nos esperan. Pero, si somos escuchados, todo se vuelve maÌs soportable”. “Lo peor que puede suceder es sufrir en el abandono, sin ser recordados. De esto nos salva la oracioÌn. Porque puede suceder, y tambieÌn a menudo, que no entendamos los diseños de Dios. Pero nuestros gritos no se estancan aquiÌ abajo: suben hasta EÌl, el Señor, que tiene corazoÌn de Padre, y que llora EÌl mismo por cada hijo e hija que sufre y que muere”. Finalmente, el Papa confió “a mí me hace bien en los momentos difíciles pensar a Jesús llorando, cuando lloró mirando a Jerusalén, cuando lloró ante la tumba de Lázaro, Dios ha llorado por mí, Dios llora, llora por nuestros dolores, Dios ha querido hacerse hombre, decía un escritor espiritual, para poder llorar, pensar que Jesús llora conmigo en el dolor es una consolación, nos ayuda a ir hacia adelante”. “Si nos quedamos en la relacioÌn con EÌl, la vida no nos ahorra los sufrimientos, pero se abre un gran horizonte de bien y se encamina hacia su realizacioÌn. Ánimo y adelante con la oración, Jesús siempre está al lado de nosotros”, concluyó el Papa.
“Su vida es un modelo, particularmente para los jóvenes, para no encontrar justificaciones en los éxitos efímeros, sino en los valores perennes que Jesús sugiere en el Evangelio, es decir, para poner a Dios en primer lugar en las grandes y pequeñas circunstancias de la vida, y para servir a los hermanos, especialmente a los considerados últimos”, Cardenal Agostino Vallini, Homilía de beatificación de Carlo Acutis (10 de octubre de 2020). Estas palabras, pronunciadas por el Cardenal Vallini, sintetizan algo esencial de la vida cristiana y que Carlo supo vivir muy bien: el centro de nuestras vidas debe ser Dios. Cuando hacemos de Cristo “la piedra angular”, la santidad se hace posible. Carlo Acutis nació el 3 de mayo de 1991 en Londres (Inglaterra), donde trabajaban sus padres, Andrea Acutis y Antonia Salzano, ambos italianos. Meses después de su nacimiento, sus padres decidieron regresar a Italia y establecerse con él en Milán.Desde muy pequeño, Carlo evidenciaba un cariño especial por Dios y una sensibilidad singular para conocer la fe, a pesar de que sus padres no eran particularmente devotos en ese entonces. Ese amor por el Señor no pararía de crecer y se fortalecería en su adolescencia, cuando a Carlo le diagnosticaron leucemia. En ese momento, lejos de desesperar, Carlo manifestó su voluntad de ofrecer sus sufrimientos “por el Señor, el Papa y la Iglesia”. Ese deseo, que revelaba una profunda madurez espiritual a sus cortos 15 años, era expresión de un corazón que había ido tomando la forma del Corazón de Cristo desde su primera infancia. Son abundantes los testimonios sobre la alegría de Carlo, su fortaleza, su preocupación por el bien de los que le rodeaban, su sensibilidad y empatía con sus compañeros de colegio -especialmente si eran maltratados- o con los pobres, a quienes asistió en numerosas ocasiones, solo o junto a sus amigos. A muchos les llamaba la atención la naturalidad con la que Carlo se acercaba a todo aquel que estuviese sufriendo; y es que él quería asegurarse siempre de que Dios estuviese en sus vidas y los alivie material y espiritualmente. A Carlo lo han llamado “ciberapóstol de la Eucaristía”, “apóstol de los millennials” y, recientemente, “apóstol de la Internet”, y hay razones para ello. Carlo fue un promotor de los milagros eucarísticos en el ciberespacio. Diseñó un sitio web con ese fin. Allí escribió cosas tan hermosas como esta: “mientras más frecuente sea nuestra recepción de la Eucaristía, más seremos como Jesús. Y en esta tierra podremos pregustar el Cielo”. Sin duda, palabras que revelan la sana comprensión que tenía de las nuevas tecnologías y su utilidad en la evangelización. Se dice también que gustaba de los videojuegos y que incluso tuvo una consola PlayStation 2, la que por decisión propia usaba solo los domingos por una hora. Todo santo es hijo de su tiempo pero, al mismo tiempo, es alguien que cuestiona las condiciones propias de su tiempo. Lo que pueda decirse de Carlo Acutis solo puede entenderse así. Vivió como un chico común de finales del siglo XX -paseaba, jugaba, estudiaba, ayudaba en casa, se divertía con amigos y familiares- pero se centró en lo eterno, la parte mejor, sin dejarse llevar por la corriente. Tuvo un trato frecuente con la Eucaristía -en la oración frente al Santísimo Sacramento y en la comunión frecuente- y una hermosa relación con la Virgen María. Carlo iba a misa varias veces por semana y amaba rezar el Rosario todos los días. Fue un joven forjado en la oración que no se perdió en el “bullicio” del mundo de hoy. Constantemente repetía: “La Eucaristía es mi autopista al Cielo”. Carlo murió el 12 de octubre de 2006, día de la Virgen del Pilar. Fue sepultado en Asís, por pedido suyo, debido al gran amor que le tenía a San Francisco. Su causa de beatificación se abrió en 2013. Fue declarado “Venerable” en 2018 y desde el pasado 10 de octubre de 2020 se le cuenta entre los beatos. El milagro que hizo posible la beatificación de Carlo sucedió en Brasil. Gracias a su intercesión, un niño resultó curado de una grave enfermedad. Su nombre es Matheus. Matheus padecía una malformación congénita conocida como páncreas anular, condición que impide la correcta ingesta y digestión de los alimentos, entorpece la nutrición y atrofia el crecimiento de una persona, causándole además graves malestares. La madre de Matheus tuvo noticia de Carlo Acutis a través de un sacerdote amigo y se dedicó a pedir su intercesión por la curación de su hijo. El milagro tuvo lugar después de que Matheus venerara una de las reliquias del nuevo Beato que llegó a Brasil en 2013. Aci Prensa
En la tercera encíclica de su pontificado, “Fratelli tutti”, el Papa Francisco llama a la humanidad entera a descubrir en el amor una fuerza que debe transformar las relaciones internacionales, la política, la economía y la cultura. El nuevo documento, subtitulado “Sobre la Fraternidad y la Amistad Social”, tiene ocho capítulos y 287 párrafos. En la introducción, el Pontífice explica que “las cuestiones relacionadas con la fraternidad y la amistad social han estado siempre entre mis preocupaciones. Durante los últimos años me he referido a ellas reiteradas veces y en diversos lugares. Quise recoger en esta encíclica muchas de esas intervenciones situándolas en un contexto más amplio de reflexión”. El Papa advierte que “las siguientes páginas no pretenden resumir la doctrina sobre el amor fraterno, sino detenerse en su dimensión universal, en su apertura a todos.” “Entrego esta encíclica social como un humilde aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras”. CAPÍTULO PRIMERO: LAS SOMBRAS DE UN MUNDO CERRADO En el primer capítulo, el Santo Padre realiza una dura crítica al estado actual de las relaciones internacionales, regionales e interpersonales, lamentando que “la historia da muestras de estar volviendo atrás”, porque “se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos. En varios países una idea de la unidad del pueblo y de la nación, penetrada por diversas ideologías, crea nuevas formas de egoísmo y de pérdida del sentido social enmascaradas bajo una supuesta defensa de los intereses nacionales”. Al respecto, el Papa Francisco escribe que “en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos. No se recoge su parte de verdad, sus valores, y de este modo la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia del más fuerte”. Además, “partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin límites. En el fondo «no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si “todavía no son útiles” —como los no nacidos—, o si “ya no sirven” —como los ancianos—“, agrega. El Pontífice observa también que “la falta de hijos, que provoca un envejecimiento de las poblaciones, junto con el abandono de los ancianos a una dolorosa soledad, es un modo sutil de expresar que todo termina con nosotros, que sólo cuentan nuestros intereses individuales”. Al abordar otro aspecto de la actual situación negativa, observa que “en el mundo actual los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad se debilitan, y el sueño de construir juntos la justicia y la paz parece una utopía de otras épocas. Vemos cómo impera una indiferencia cómoda, fría y globalizada, hija de una profunda desilusión que se esconde detrás del engaño de una ilusión: creer que podemos ser todopoderosos y olvidar que estamos todos en la misma barca”. Al respecto, el Papa observa que pasada la crisis sanitaria creada mundialmente por el COVID 19, “la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación egoísta. Ojalá que al final ya no estén “los otros”, sino sólo un “nosotros”. Ojalá no se trate de otro episodio severo de la historia del que no hayamos sido capaces de aprender”. El Santo Padre aborda luego el drama mundial de los migrantes, señalando que en el mundo actual, “no son considerados suficientemente dignos para participar en la vida social como cualquier otro, y se olvida que tienen la misma dignidad intrínseca de cualquier persona. Por lo tanto, deben ser «protagonistas de su propio rescate». Nunca se dirá que no son humanos pero, en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos”. En este capítulo el Santo Padre también critica la creciente hostilidad “on line”, observando que ésta “favorece la ebullición de formas insólitas de agresividad, de insultos, maltratos, descalificaciones, latigazos verbales hasta destrozar la figura del otro, en un desenfreno que no podría existir en el contacto cuerpo a cuerpo sin que termináramos destruyéndonos entre todos. La agresividad social encuentra en los dispositivos móviles y ordenadores un espacio de ampliación sin igual”. CAPÍTULO SEGUNDO: UN EXTRAÑO EN EL CAMINO En este capítulo el Papa Francisco cambia de noto y ofrece una exégesis contemporánea de la parábola del Buen Samaritano, señalando que “si bien esta carta está dirigida a todas las personas de buena voluntad, más allá de sus convicciones religiosas, la parábola se expresa de tal manera que cualquiera de nosotros puede dejarse interpelar por ella”. Aplicando la parábola al mundo actual, el Papa destaca que “al amor no le importa si el hermano herido es de aquí o es de allá. Porque es el «amor que rompe las cadenas que nos aíslan y separan, tendiendo puentes; amor que nos permite construir una gran familia donde todos podamos sentirnos en casa. […] Amor que sabe de compasión y de dignidad»”. “La parábola –sigue el Santo Padre- nos muestra con qué iniciativas se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común”. El Papa señala además que “cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas. Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos”. El Pontífice confiesa, observando el mundo actual que “a veces me asombra que, con semejantes motivaciones, a la Iglesia le haya llevado tanto tiempo condenar contundentemente la esclavitud y diversas formas de violencia. Hoy, con el desarrollo de la espiritualidad y de la teología, no tenemos excusas. Sin embargo, todavía hay quienes parecen sentirse alentados o al menos autorizados por su fe para sostener diversas formas de nacionalismos cerrados y violentos, actitudes xenófobas, desprecios e incluso maltratos hacia los que son diferentes”. CAPÍTULO TERCERO: PENSAR Y GESTAR UN MUNDO ABIERTO Este capítulo aborda el poder radical de la caridad como la fuerza capaz de transformar la sociedad humana. “Las personas pueden desarrollar algunas actitudes que presentan como valores morales: fortaleza, sobriedad, laboriosidad y otras virtudes”, dice el Papa, “pero para orientar adecuadamente los actos de las distintas virtudes morales, es necesario considerar también en qué medida estos realizan un dinamismo de apertura y unión hacia otras personas. Ese dinamismo es la caridad que Dios infunde”. Al respecto, el Pontífice observa que “hay periferias que están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la propia familia. También hay un aspecto de la apertura universal del amor que no es geográfico sino existencial. Es la capacidad cotidiana de ampliar mi círculo, de llegar a aquellos que espontáneamente no siento parte de mi mundo de intereses, aunque estén cerca de mí”. “Hay un reconocimiento básico –agrega-, esencial para caminar hacia la amistad social y la fraternidad universal: percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia”. El Papa Francisco propone en este capítulo la urgencia de relanzar el concepto de la función social de la propiedad: 1”Vuelvo a hacer mías y a proponer a todos unas palabras de san Juan Pablo II cuya contundencia quizás no ha sido advertida: «Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno»”. “Siempre –observa-, junto al derecho de propiedad privada, está el más importante y anterior principio de la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a su uso”. CAPÍTULO CUARTO: UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO ENTERO El Pontífice propone en este capítulo una radical transformación, especialmente de parte de las naciones más ricas, de la manera de acoger a los migrantes y refugiados, mediante una política radicalmente distinta a la actual. “Esto implica algunas respuestas indispensables, sobre todo frente a los que escapan de graves crisis humanitarias. Por ejemplo: incrementar y simplificar la concesión de visados, adoptar programas de patrocinio privado y comunitario, abrir corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables, ofrecer un alojamiento adecuado y decoroso, garantizar la seguridad personal y el acceso a los servicios básicos, asegurar una adecuada asistencia consular, el derecho a tener siempre consigo los documentos personales de identidad, un acceso equitativo a la justicia, la posibilidad de abrir cuentas bancarias y la garantía de lo básico para la subsistencia vital, darles libertad de movimiento y la posibilidad de trabajar, proteger a los menores de edad y asegurarles el acceso regular a la educación, prever programas de custodia temporal o de acogida, garantizar la libertad religiosa, promover su inserción social, favorecer la reagrupación familiar y preparar a las comunidades locales para los procesos integrativos”, explica. El Papa dice que “este enfoque, en definitiva, reclama la aceptación gozosa de que ningún pueblo, cultura o persona puede obtener todo de sí. Los otros son constitutivamente necesarios para la construcción de una vida plena”. CAPÍTULO QUINTO: LA MEJOR POLÍTICA El Pontífice examina ampliamente la semántica de los términos "populismo" y "liberalismo", criticando a ambos; y luego explica cómo el amor es una virtud que también debe permear la política. “Reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amistad social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles. Cualquier empeño en esta línea se convierte en un ejercicio supremo de la caridad. Porque un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en «el campo de la más amplia caridad, la caridad política»”. El Papa Francisco agrega además que “esta caridad, corazón del espíritu de la política, es siempre un amor preferencial por los últimos, que está detrás de todas las acciones que se realicen a su favor”. “La caridad política se expresa también en la apertura a todos. Principalmente aquel a quien le toca gobernar, está llamado a renuncias que hagan posible el encuentro, y busca la confluencia al menos en algunos temas”, escribe el Santo Padre. “También en la política hay lugar para amar con ternura”, agrega. CAPÍTULO SEXTO: DIÁLOGO Y AMISTAD SOCIAL En este capítulo el Pontífice propone detalles para hacer la realidad su constante propuesta de la Cultura del Encuentro. “El auténtico diálogo social supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro aceptando la posibilidad de que encierre algunas convicciones o intereses legítimos. Desde su identidad, el otro tiene algo para aportar, y es deseable que profundice y exponga su propia posición para que el debate público sea más completo todavía”, explica. Pero respecto del diálogo que lleva al encuentro, el Papa aclara que “el relativismo no es la solución. Envuelto detrás de una supuesta tolerancia, termina facilitando que los valores morales sean interpretados por los poderosos según las conveniencias del momento. Si en definitiva «no hay verdades objetivas ni principios sólidos, fuera de la satisfacción de los propios proyectos y de las necesidades inmediatas […] no podemos pensar que los proyectos políticos o la fuerza de la ley serán suficientes”. “En una sociedad pluralista –explica-, el diálogo es el camino más adecuado para llegar a reconocer aquello que debe ser siempre afirmado y respetado, y que está más allá del consenso circunstancial. Hablamos de un diálogo que necesita ser enriquecido e iluminado por razones, por argumentos racionales, por variedad de perspectivas, por aportes de diversos saberes y puntos de vista, y que no excluye la convicción de que es posible llegar a algunas verdades elementales que deben y deberán ser siempre sostenidas”. Concluye este capítulo explicando que “la amabilidad es una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída que ignora que los otros también tienen derecho a ser felices. Hoy no suele haber ni tiempo ni energías disponibles para detenerse a tratar bien a los demás, a decir “permiso”, “perdón”, “gracias””. CAPÍTULO SÉPTIMO: CAMINOS DE REENCUENTRO “El camino hacia la paz –advierte el Papa- no implica homogeneizar la sociedad, pero sí nos permite trabajar juntos. Puede unir a muchos en pos de búsquedas comunes donde todos ganan. Frente a un determinado objetivo común, se podrán aportar diferentes propuestas técnicas, distintas experiencias, y trabajar por el bien común”. “El perdón y la reconciliación son temas fuertemente acentuados en el cristianismo y, de diversas formas, en otras religiones. El riesgo está en no comprender adecuadamente las convicciones creyentes y presentarlas de tal modo que terminen alimentando el fatalismo, la inercia o la injusticia, o por otro lado la intolerancia y la violencia”, agrega. El Santo Padre explica al respecto que “estamos llamados a amar a todos, sin excepción, pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que él hace es aceptable. Al contrario, amarlo bien es buscar de distintas maneras que deje de oprimir, es quitarle ese poder que no sabe utilizar y que lo desfigura como ser humano”. Por ello, “el perdón no implica olvido”, explica el Papa. “Decimos más bien que cuando hay algo que de ninguna manera puede ser negado, relativizado o disimulado, sin embargo, podemos perdonar”. El Papa Francisco cierra este capítulo explicando ampliamente: “Hay dos situaciones extremas que pueden llegar a presentarse como soluciones en circunstancias particularmente dramáticas, sin advertir que son falsas respuestas, que no resuelven los problemas que pretenden superar y que en definitiva no hacen más que agregar nuevos factores de destrucción en el tejido de la sociedad nacional y universal. Se trata de la guerra y de la pena de muerte”. CAPÍTULO OCTAVO: LAS RELIGIONES AL SERVICIO DE LA FRATERNIDAD EN EL MUNDO “Los creyentes pensamos que, sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad. Estamos convencidos de que «sólo con esta conciencia de hijos que no son huérfanos podemos vivir en paz entre nosotros»”, escribe el Pontífice en este último capítulo. “Desde nuestra experiencia de fe y desde la sabiduría que ha ido amasándose a lo largo de los siglos, aprendiendo también de nuestras muchas debilidades y caídas, los creyentes de las distintas religiones sabemos que hacer presente a Dios es un bien para nuestras sociedades”, explica. “Llamada a encarnarse en todos los rincones, y presente durante siglos en cada lugar de la tierra —eso significa “católica”— la Iglesia puede comprender desde su experiencia de gracia y de pecado, la belleza de la invitación al amor universal”, escribe también. Este capítulo incluye una importante petición al resto del mundo: “Los cristianos pedimos que, en los países donde somos minoría, se nos garantice la libertad, así como nosotros la favorecemos para quienes no son cristianos allí donde ellos son minoría. Hay un derecho humano fundamental que no debe ser olvidado en el camino de la fraternidad y de la paz; el de la libertad religiosa para los creyentes de todas las religiones”. Finalmente, el Papa concluye recordando: “En aquel encuentro fraterno que recuerdo gozosamente, con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb «declaramos —firmemente— que las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre”. La encíclica concluye con una oración universal al Creador y otra oración cristiana ecuménica. Para leer la encíclica completa ingresa AQUÍ.
El Movimiento Máter Fátima anunció el primer “Sitio de Jericó” que se realizará a nivel mundial del 7 al 13 de octubre de este año, buscando derribar “las murallas que someten al mundo” y en defensa de la vida, la familia y la Iglesia. El nombre del Sitio de Jericó se toma del relato bíblico de cómo Josué, que guiaba a los israelitas tras la muerte de Moisés, encabezó la milagrosa toma de la ciudad de Jericó, tras derribar los muros que rodeaban la ciudad tras rodearlos por siete días. En diálogo con ACI Prensa, el P. Héctor Ramírez Sanz Cerrada, director general y fundador de Mater Fátima, explicó que la idea de un Sitio de Jericó a nivel mundial surgió tras conocer esta oración en México, durante un viaje de misión. “Me tocó practicarla también en mi propia vida. Empecé a rezarla, todos los días trato de rezar el Sitio de Jericó por ser una oración tan potente y que puede dar tantos resultados a tantas personas”, destacó. “Me di cuenta que esto podía ser un buen instrumento para paliar, para tratar de evitar todos los dramas que están viviendo los hombres en el mundo hoy en día. Es muy doloroso, los ataques contra la familia, los abusos de justicia, de poder, las tiranías en muchos países, las persecuciones por tener un credo, una fe, son terribles”, añadió. El sacerdote explicó que la oración del Sitio de Jericó “consiste en tres momentos, el ideal: el primero, exposición del Santísimo, adoración eucarística. Segundo, se reza el Santo Rosario pero por partes, decena a decena, no de corrido. Y entre decena y decena, vendría la tercera parte, que es oraciones de renovación de promesas bautismales, rechazo a Satanás, y lógicamente el profesar nuestro amor a Dios”. “Lo ideal sería que una parroquia abriera siete días durante 24 horas al día, con el Santísimo expuesto, y que la gente pudiera ir por turnos para ir haciendo su sitio Jericó”, señaló. El P. Ramírez Sanz Cerrada señaló que Máter Fátima tiene cinco intenciones para el Sitio de Jericó mundial, “porque son las que nos parece que engloban un poco todas las necesidades que tiene el mundo”. La primera intención, dijo, es “pedir como dijo la Virgen en Fátima: por la conversión de los pecadores y reparar nuestros pecados, nuestras ofensas, al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María”. “La segunda es pedir por la paz y la libertad de los pueblos. Hay mucha muerte todavía, mucha injusticia, narcotráfico, guerras civiles, etc. en el mundo. Y Dios quiera que no entremos en una guerra mundial”, señaló. Además, piden por la libertad de los pueblos porque el marxismo cultural “está subyugando a muchos países”. Como tercera intención, dijo, “queremos pedir también por la Iglesia Católica y los sacerdotes”, pues “escuchando algunas homilías, algunos comentarios de obispos, de cardenales, queda clarísimo que hay una crisis de fe dentro también de los eclesiásticos”. La cuarta intención, señaló, es “pedir por la familia y la vida”, al tiempo que lamentó que algunos promueven el aborto “por egoísmos, por miedos, por intereses”. “Por último, también queremos pedir por el fin de la pandemia. Es un flagelo que sabemos que es una consecuencia del hombre, del mal uso del corazón, de las cosas que el hombre hace”, indicó. “Pedimos al Señor que tenga piedad, misericordia de nosotros y nos permita que esta pandemia sea lo menos gravosa posible o que ya pueda terminar”, añadió. El director de Mater Fátima invitó a los creyentes en todo el mundo a unirse “a este gran acontecimiento mundial. Esperemos que muchos corazones escuchen la llamada de la Santísima Virgen y que verdaderamente con esta humildad, con esta plegaria, podamos recibir tantas gracias que el mundo necesita”. Para mayor información, puede ingresar a www.materfatima.org.
Durante la Audiencia General de este miércoles 23 de septiembre, el Papa Francisco recordó el quinto aniversario de su viaje apostólico a Cuba y aprovechó para asegurar su cercanía y oración en el actual momento de dificultad que viven a causa del COVID-19. “En estos diÌas se han cumplido cinco años de mi viaje apostoÌlico a Cuba. Saludo a mis hermanos Obispos y a todos los hijos e hijas de esa amada tierra. Les aseguro mi cercaniÌa y mi oracioÌn”, dijo el Santo Padre en su saludo a los fieles de lengua española. Además, el Papa rezó “al Señor, por intercesioÌn de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, que los libre y alivie en estos momentos de dificultad que atraviesan a causa de la pandemia” Por último, a todos los fieles de lengua española destacó que “el Señor nos conceda construir juntos, como familia humana, un futuro de esperanza, en el que la dimensioÌn local y la global se enriquezcan mutuamente, florezca la belleza y se construya un presente de justicia donde todos se comprometan a servir y a compartir” e impartió su bendición. El Papa Francisco visitó la isla de Cuba del 19 al 22 de septiembre de 2015 y después viajó a Estados Unidos. El Santo Padre celebró una Misa en la Plaza de la Revolución de La Habana el Domingo por la mañana, rezó las vísperas con sacerdotes, religiosas y seminaristas en la Catedral de La Habana y se reunió con jóvenes en el Centro Cultural Padre Félix Varela. Al día siguiente, el Papa Francisco viajó a la ciudad de Holguín en donde celebró la Misa y bendijo la ciudad desde la Loma de la Cruz de Holguín. Luego visitó la ciudad de Santiago de Cuba en donde se reunió con los obispos en el seminario y rezó en la Virgen de la Caridad del Cobre. Por último, el martes 22 de septiembre el Santo Padre celebró la Misa en la Basílica menor del Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, se reunió con familias en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción en Santiago, y al finalizar, bendijo la ciudad desde el exterior de la Catedral
“Oh Jesús, mi suspiro y mi vida, te pido que hagas de mí un sacerdote santo y una víctima perfecta”, escribió alguna vez San Pío de Pietrelcina (1887-1968), cuya fiesta se celebra hoy. San Pío de Pietrelcina fue un fraile y sacerdote italiano, perteneciente a la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos (O.F.M. Cap.), quien recibió los estigmas de Jesucristo en las manos, los pies y el costado. San Pío de Pietrelcina se hizo célebre también por haber obrado milagros en vida y por los dones extraordinarios que Dios le concedió. Uno de esos dones tuvo que ver con una extraordinaria capacidad para acercarse y entender el alma humana, a tal punto que muchas veces fue capaz de leer los corazones y las conciencias de quienes se acercaban a él. Esa capacidad para penetrar y desnudar el alma humana, que brotaba de la caridad que movía su corazón al servicio de la gente, lo convirtió en un confesor único. Es sabido que muchos fieles acudían a él con el propósito de confesarse, en busca de ese rostro de Dios que siempre acoge al pecador. El Padre Pío nació en Pietrelcina, Campania (Italia), el 25 de mayo de 1887. Su nombre era Francisco Forgione pero, cuando recibió el hábito de Franciscano capuchino, tomó el nombre de “Fray Pío”, en honor a San Pío V. A los cinco años tuvo una visión de Cristo, quien se le presentó como el Sagrado Corazón de Jesús. El mismo Jesús posó su mano sobre la cabeza del pequeño Pío. El niño, en respuesta, le prometió al Señor que sería su servidor, siguiendo los pasos de San Francisco de Asís. Desde entonces, Pío tuvo una vida marcada por una estrechísima relación con Jesús y con su Madre, la Virgen María, quien se le apareció en numerosas oportunidades a lo largo de su vida. Cumplidos los 15 años, Pío se presenta para ser admitido como franciscano en Morcone. Eran años muy intensos, marcados por repetidas visiones del Señor, en las que le mostraba las luchas que tendría que librar contra el demonio el resto de su vida. El 10 de agosto de 1910, Pío es ordenado sacerdote. Poco tiempo después enfermó de fiebres y dolores muy fuertes, lo que obligó a sus superiores a enviarlo a Pietrelcina para que se recupere. Años más tarde, en 1916, Pío llega al Monasterio de San Giovanni Rotondo. El Padre Provincial, al ver que su salud había mejorado, le manda permanecer en ese convento, tras cuyas paredes recibió la gracia de los estigmas. “Era la mañana del 20 de septiembre de 1918. Yo estaba en el coro haciendo la oración de acción de gracias de la Misa… se me apareció Cristo que sangraba por todas partes. De su cuerpo llagado salían rayos de luz que más bien parecían flechas que me herían los pies, las manos y el costado”, describió San Pío a su director espiritual. “Cuando volví en mí, me encontré en el suelo y llagado. Las manos, los pies y el costado me sangraban y me dolían hasta hacerme perder todas las fuerzas para levantarme. Me sentía morir, y hubiera muerto si el Señor no hubiera venido a sostenerme el corazón que sentía palpitar fuertemente en mi pecho. A gatas me arrastré hasta la celda. Me recosté y recé, miré otra vez mis llagas y lloré, elevando himnos de agradecimiento a Dios”, añadió. El Padre Pío fue un hombre preocupado por los más necesitados. El 9 de enero de 1940 convenció a sus grandes amigos espirituales de fundar un hospital para curar los “cuerpos y también las almas” de la gente necesitada de su región. El proyecto tomó algunos años, pero finalmente se inauguró el 5 de mayo de 1956 con el nombre de “Casa Alivio del Sufrimiento”. El Padre Pío partió a la Casa del Padre un 23 de septiembre de 1968, después de horas de agonía repitiendo con voz débil “¡Jesús, María!”. San Juan Pablo II tuvo una especial admiración por él, y no son pocos los que señalan que el Padre Pío, en confesión, le predijo que llegaría a ser Papa. De acuerdo a una carta enviada por el Pontífice a los frailes de San Giovanni Rotondo unos tres años antes de morir (2002), siendo un joven sacerdote, lo conoció y se confesó con él. El contenido de dicha carta solo se pudo hacer público -de acuerdo a la voluntad del Papa- luego de su muerte en 2005. En ella, Juan Pablo II llamaba al Padre Pío “generoso dispensador de la gracia divina, siempre a disposición de todos”. Lo describe, además, como alguien lleno de receptividad y sabiduría espiritual, especialmente en la dispensación del sacramento de la penitencia. Así, es el mismo San Juan Pablo II quien confirma la razón por la que grandes multitudes de fieles acudían al Convento de San Giovanni Rotondo a buscar al Padre Pío. Como confesor, aparentemente, trató con dureza a los peregrinos, sin embargo, éstos siempre regresaban, conscientes de su grave pecado y genuinamente arrepentidos. Durante la canonización de San Pío de Pietrelcina, el 16 de junio del 2002, San Juan Pablo II dijo de él: “Oración y caridad, esta es una síntesis sumamente concreta de la enseñanza del Padre Pío, que hoy vuelve a proponerse a todos”.
La intención es que durante este mes, en todas las comunidades cristianas, se desarrollen algunas actividades que nos permitan acercarnos mejor y con más provecho a la Palabra de Dios. Propuestas para escuchar la Palabra 1. La lectura diaria de los textos bíblicos litúrgicos es una excelente ayuda para profundizar en la Palabra de Dios. De esta manera nos unimos a toda la Iglesia que ora al Padre meditando los mismos textos. También nos acostumbramos a una lectura continuada de la Biblia, donde los textos están relacionados y lo que leemos hoy se continua con lo de mañana. La lectura diaria de los textos (para lo cual Liturgia Cotidiana es una excelente herramienta) constituye una "puerta segura" para escuchar a Dios que nos habla en la Biblia. 2. - ¿Has leído alguna vez un evangelio entero "de corrido"? Es muy interesante descubrir la trama de la vida de Jesús escrita por cada evangelista. Muchos detalles y relaciones entre los textos que cada evangelista utiliza quedan al descubierto cuando uno hace una lectura continuada. Este mes es propicio para ofrecerle a Dios este esfuerzo. Te recomendamos la lectura del evangelio de Marcos. No es muy largo, en unas horas se puede leer. Al ser el primero de los sinópticos, los otros (Mateo y Lucas) lo siguen en el esquema general. Por lo tanto es una muy buena "puerta de entrada" al mensaje de Jesús. 3. Otra posibilidad para poner en práctica este mes (y tal vez iniciar un hábito necesario y constructivo) es la oración con los salmos. Los mismos recogen la oración del pueblo de Dios a lo largo de casi mil años de caminata del pueblo de Israel. Nos acercan la voz del pueblo que ora con fe, y la palabra de Dios, que nos señala esta manera de orar para acercarnos y escuchar sus enseñanzas. En los salmos podemos encontrar una inmensa fuente de inspiración para la oración. Hay salmos que nos hablan de la alegría, de las dificultades y conflictos, de la esperanza, del abatimiento, del dolor, de la liberación y la justicia, de la creación, de la misma Palabra de Dios (salmo 118, el más largo de todos). Aprender a rezar con los Salmos es una "puerta siempre abierta" para el encuentro con el Dios de la Vida. 4. La lectura orante de la Palabra, realizada en comunidad, nos pone en sintonía con la voluntad de Dios. Es un ejercicio clave para el crecimiento en la fe. La fuerza de la comunidad nos alienta para encontrar en los textos la fuerza del Espíritu. Todos aprendemos juntos y nos enriquecemos con el aporte de cada uno. Existen muchos métodos de lectura orante. Simplificando al máximo podemos decir que los siguientes cuatro pasos son los más comunes: Lectura Meditación Oración Compromiso La lectura orante siempre desemboca en un desafío para vivir. La Palabra de Dios nos desafía a seguir los pasos de Jesús y cambiar nuestra vida. La lectura orante, practicada en comunidad, es una "puerta-espejo" que nos interpela y nos ayuda a discernir cómo vivir y practicar su Palabra en nuestros días. De la la Encíclica Fides et ratioCapítulo V. N´55 (parcial) "Tampoco faltan rebrotes peligrosos de fideísmo, que no acepta la importancia del conocimiento racional y de la reflexión filosófica para la inteligencia de la fe y, más aún, para la posibilidad misma de creer en Dios. Una expresión de esta tendencia fideísta difundida hoy es el « biblicismo », que tiende a hacer de la lectura de la Sagrada Escritura o de su exégesis el único punto de referencia para la verdad. Sucede así que se identifica la palabra de Dios solamente con la Sagrada Escritura, vaciando así de sentido la doctrina de la Iglesia confirmada expresamente por el Concilio Ecuménico Vaticano II. La Constitución Dei Verbum, después de recordar que la palabra de Dios está presente tanto en los textos sagrados como en la Tradición, afirma claramente: « La Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia. Fiel a dicho depósito, el pueblo cristiano entero, unido a sus pastores, persevera siempre en la doctrina apostólica ». La Sagrada Escritura, por tanto, no es solamente punto de referencia para la Iglesia. En efecto, la « suprema norma de su fe » proviene de la unidad que el Espíritu ha puesto entre la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia en una reciprocidad tal que los tres no pueden subsistir de forma independiente. No hay que infravalorar, además, el peligro de la aplicación de una sola metodología para llegar a la verdad de la Sagrada Escritura, olvidando la necesidad de una exégesis más amplia que permita comprender, junto con toda la Iglesia, el sentido pleno de los textos. Cuantos se dedican al estudio de las Sagradas Escrituras deben tener siempre presente que las diversas metodologías hermenéuticas se apoyan en una determinada concepción filosófica. Por ello, es preciso analizarla con discernimiento antes de aplicarla a los textos sagrados." Juan Pablo II Fides et ratio 14 de Setiembre de 1998 Para finalizar, los católicos durante el mes de septiembre debemos dedicarlo a iniciar el conocimiento y divulgación de los textos bíblicos, ya que quien se llame cristiano tendría que conocer la historia de la salvación y la Palabra de Dios, interpretadas auténtica y fielmente por el Magisterio de la Iglesia. La Biblia, para todas las denominaciones cristianas, contiene la Revelación y es, como todo libro sagrado, la fuente del conocimiento y el compromiso de vida en lo referente a la fe. Cada año, la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, la Iglesia Ortodoxa e Iglesias Evangélicas celebrarán el Mes de la Biblia. Cada comunidad celebrará el mes con énfasis de acuerdo a su historia y tradición. La Iglesia Católica Romana recordando a San Jerónimo, (a quien conmemoramos el 30 de septiembre), traductor de la Vulgata, la Biblia en lengua latina; la Ortodoxa haciendo memoria que fue en idioma griego que se escribieron los Santos Evangelios y los demás libros del Nuevo Testamento y las Iglesias Evangélicas conmemorando la publicación, el 26 de septiembre de 1569, de la primera traducción de los Textos Bíblicos a la lengua española, traducción realizada por Casiodoro de Reina y conocida como la “Biblia del Oso” ya que en su portada estaba representado dicho animal. Muy pocos saben que esta Biblia, pese a ser fruto del trabajo de un activo protestante contenía todos los textos propios de la Biblia Vulgata latina de San Jerónimo, mencionada al inicio, que es el texto oficial de la Biblia para toda la iglesia católica romana. Algo de historia La palabra Biblia se origina, a través del latín, en la expresión griega τα βιβλ?α τα ?για (ta biblía ta haguia; los libros sagrados), acuñada por vez primera en I Macabeos 12:9, siendo βιβλ?α plural de βιβλ?ον (biblíon, ´papiro´ o ´rollo´, usado también para ´libro´). Se cree que este nombre nació como diminutivo del nombre de la ciudad de Biblos (Β?βλος), importante mercado de papiros de la antigüedad. Esta frase fue empleada por los hebreos helenizados (aquellos que habitaban en ciudades de habla griega) mucho tiempo antes del nacimiento de Jesús de Nazaret para referirse al Tanaj o Antiguo Testamento. Muchos años después empezó a ser utilizada por los cristianos para referirse al conjunto de libros que forman el Antiguo Testamento así como los Evangelios y las cartas apostólicas, es decir, el Nuevo Testamento. Para ese entonces ya era común utilizar las dos primeras palabras de la frase, τα βιβλ?α, a manera de título. Ya como título, y habiendo perdido el artículo τα, se empezó a utilizar en latín como biblia sacra (los libros sagrados) y de ahí fue transmitido a las demás lenguas. La Biblia es una compilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados "libros"), escritos primero en hebreo, arameo y griego durante un dilatado periodo de tiempo y después reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y luego el Nuevo Testamento. Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. En sí la Biblia fue escrita a lo largo de aproximadamente 1000 años (900 a. C. - 100 d. C.). Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces ("Canto de Débora") y en el Pentateuco, que son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro completo más antiguo, el de Oseas es también de la misma época. El canon católico romano de la Biblia que conocemos hoy fue sancionado por primera vez en el Concilio de Hipona en el año 393 de nuestra era, por la Iglesia Católica. Dicho canon de 73 libros (46 pertenecientes al llamado Antiguo Testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos -Tobías, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc- y 27 al Nuevo Testamento) fue confirmado en el Sínodo de Roma en el año 380, y ratificado en el Concilio de Cartago en el año 397, y luego nuevamente confirmado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546. Versiones castellanas de la Biblia Católica Vienen éstas de la traducción hecha por San Jerónimo (Dalmacia, Yugoeslavia, 342-420) al latín, versión oficial de la Iglesia por casi 15 siglos. El primer intento estuvo a cargo de la corte del Rey Alfonso X, El Sabio, en 1280, conocida como la Biblia Alfonsina; en 1430, el Gran Maestre de la orden de Calatrava, Don Luis de Guzmán, patrocina a Mosé Arragel para realizar otra traducción, conocida como la Biblia de Alba. En 1944 se publica la llamada de Nácar-Colunga, publicada por la Biblioteca de Autores Cristianos que no usa la traducción de la Vulgata como fuente si no usa los originales. La Biblia de Jerusalén aparece en 1967, también basada en los textos originales. La primera edición de la Biblia latinoamericana, con el lenguaje propio de la región, es editada por primera vez en 2001. En el año 2005 se presentó, tras 33 años de trabajo, la Biblia de Navarra, para hacerla se tomaron como fuente los textos originales en hebreo, arameo y griego.
Después de cinco meses, los fieles de El Salvador vuelven a la Iglesia: ayer, 30 de agosto, comenzó la reapertura gradual de los lugares de culto a las celebraciones con la participación de la gente, después del largo período de cierre debido a la pandemia del coronavirus. Naturalmente, las normas sanitarias habituales siguen vigentes: uso obligatorio de la máscara, saneamiento del local, distancia física entre los fieles, medición de la temperatura antes de entrar en la Iglesia y supresión del intercambio del gesto de paz. En este contexto, entonces, el Arzobispo de San Salvador, Monseñor José Luis Escobar Alas, presidió la Santa Misa en la Catedral Metropolitana: "Hoy es un día histórico -dijo en su homilía- porque, después de una larga cuarentena, se nos ha permitido acercarnos de nuevo a la Eucaristía". Expresando, entonces, su gratitud a todos los fieles por su colaboración en el período de la emergencia sanitaria, el Arzobispo elogió a todas "las familias cristianas que, en tiempo de pandemia, han transformado sus hogares en verdaderas iglesias domésticas". "Estamos a punto de comenzar septiembre, el mes de la Patria", recordó el prelado. "Es importante que, por el bien común, hagamos lo mejor posible, cada uno en su papel, pero con una visión global del país, trabajando por el bien de esta patria. El derecho al agua y al saneamiento Posteriormente, durante una conferencia de prensa, Monseñor Escobar Alas anunció que la Conferencia Episcopal de El Salvador, junto con varias asociaciones que defienden el derecho al agua, presentó un documento a la Comisión de Legislación y puntos constitucionales de la Asamblea Legislativa para solicitar la reforma del Artículo 2 de la Constitución, a fin de garantizar a todos "el derecho humano al agua y al saneamiento". "Pedimos a los diputados que promuevan y aprueben cuanto antes esta reforma constitucional a favor de todos los salvadoreños", subrayó el Arzobispo, quien insistió: Hemos ido en marcha a la asamblea, y no hay respuesta, es una burla al pueblo. No entiendo la actitud de los diputados. Negarle al pueblo el derecho al agua no se comprende. Todavía hace falta que el agua potable llegue a muchos lugares. Tenemos cantones que nunca han tenido agua potable y no se ve que eso vaya a ocurrir. En algunas zonas urbanas el servicio es muy deficiente, a veces, en las madrugadas llega el agua una o dos veces por semana. Si no tenemos el derecho al agua, estamos perdidos. Es un clamor público tener este derecho. Llamado a la responsabilidad Mons. Escobar cuestionado por los periodistas lamentó que el gobierno no exista una ley que regule la actual emergencia ocasionada por la pandemia. “Estamos en emergencia, pero no hay ley de emergencia y estamos abriendo la actividad económica y no hay una ley. Lo que hemos dicho es que las personas tenemos que ser más responsables”. Por esta razón llamó a los ciudadanos a cuidarnos unos a otros. Por último, el prelado también informó de que el sacerdote Leopoldo Antonio Sosa Tolentino, acusado de abuso sexual de menores y por este motivo suspendido de su actividad sacerdotal en octubre de 2019, ha sido relevado de su suspensión y puede por tanto volver a su actividad pastoral, en cumplimiento de algunas medidas específicas, establecidas por el obispo. La Congregación para la Doctrina de la Fe decidió, de hecho, no continuar el juicio contra él porque, en el momento de los hechos, el demandante tenía 17 años, es decir, ya era mayor de edad, según las normas canónicas de la época.
“Las personas valen más que las cosas”, aseveró el Papa Francisco este martes 18 de agosto en un mensaje sobre la administración cristiana de las riquezas. En el mensaje, publicado en su perfil oficial de la red social Twitter, el Pontífice afirma que “la riqueza puede llevar a construir muros. Jesús, por el contrario, invita a sus discípulos a transformar bienes y riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y cuentan más que las riquezas que se poseen”. Este mensaje se suma a otros que el Santo Padre difundió en los últimos días sobre la vida cristiana. En una carta a los religiosos y religiosas de Brasil con motivo de la Semana de la Vida Consagrada, que se está celebrando del 16 al 22 de agosto, Francisco recordó que “el camino vocacional tiene su origen en la experiencia de saberse amado por Dios”. “La propia vida es ya fruto de una llamada de Dios; nos llamó a la vida porque nos ama y lo predispuso todo para que cada uno de nosotros fuese único, acompañándonos a lo largo de los caminos polvorientos de nuestra vida”, afirmó en la carta. En otra misiva enviada por medio del Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, a los participantes en el Encuentro “Meetin per l’amicizia fra i popili” (Encuentro por la amistad entre los pueblos), que se está celebrando en la localidad italiana de Rimini, Francisco puso de relieve un efecto inesperado del confinamiento por la pandemia de coronavirus: el redescubrimiento de la capacidad de asombrarse. “En los últimos meses hemos experimentado esa dimensión del estupor que asume la forma de la compasión ante el sufrimiento, ante la fragilidad, ante la precariedad de la existencia”. Asimismo, durante el Ángelus dominical del 16 de agosto, el Papa Francisco invitó a no ocultar las heridas de la historia personal de cada uno, sino asumirlas y ponerlas delante de Dios. “Cada uno de nosotros tiene su propia historia” por lo que cuestionó: “¿Qué hago yo con mi historia? ¿La escondo?” por lo que sugirió que la “debemos llevar delante al Señor”.
En relación al día, año, y modo en que murió Nuestra Señora, nada cierto se conoce. La referencia literaria más antigua de la Asunción se encuentra en un trabajo griego, De Obitu S. Dominae. De todos modos, la fe católica siempre derivó su conocimiento de este misterio de la Tradición Apostólica. La creencia en la asunción del cuerpo de María se funda en el tratado apócrifo De Obitu S. Dominae, que lleva el nombre de San Juan, y que pertenece de todos modos al siglo cuarto o quinto. También se encuentra en el libro De Transitu Virginis, falsamente imputado a San Melito de Sardes, y en una carta apócrifa atribuida a San Dionisio el Aeropagita. Si consultamos a los genuinos escritores de Oriente, este hecho es mencionado en los sermones de San Andrés de Creta, San Juan Damasceno, San Modesto de Jerusalén y otros. En Occidente, San Gregorio de Tours (De gloria mart., I, iv) es el primero que lo menciona. Los sermones de San Jerónimo y San Agustín para esta fiesta, de todos modos, son apócrifos. San Juan el Damasceno (P. G., I, 96) formula así la tradición de la Iglesia de Jerusalén: San Juvenal, Obispo de Jerusalén, en el Concilio de Calcedonia (451), hace saber al Emperador Marciano y a Pulqueria, quienes desean poseer el cuerpo de la Madre de Dios, que María murió en presencia de todos los Apóstoles, pero que su tumba, cuando fue abierta, a pedido de Santo Tomás, fue hallada vacía; de esa forma los apóstoles concluyeron que el cuerpo fue llevado al cielo. Hoy, la creencia de la asunción del cuerpo de María es Universal tanto en Oriente como Occidente; de acuerdo a Benedicto XIV (De Festis B.V.M., I, viii, 18) es una opinión probable, cuya negación es impía y blasfema. Tomado de la Enciclopedia Católica (www.enciclopediacatolica.com) FREDERICK G. HOLWECK Transcrito por Janet Grayson Traducido por Angel Nadales
Cada 11 de agosto, la Iglesia Católica celebra a Santa Clara de Asís, patrona de la televisión y de las telecomunicaciones. Fundó, junto a San Francisco de Asís, la Orden de las Hermanas Pobres (clarisas), un instituto perteneciente a la Segunda Orden de los “hermanos menores” (franciscanos). Las clarisas constituyen la rama femenina de los franciscanos. Santa Clara, cuyo nombre significa “vida transparente”, fue gran amiga de San Francisco de Asís. Pertenecía a una de las familias nobles de la ciudad. Desde muy pequeña se esforzó por adquirir y acrecentar una vida de virtud. Practicaba con asiduidad la oración y la penitencia. Solía tomar los trabajos más difíciles y preocuparse por los detalles más pequeños. Cuando Clara tenía 18 años, acudió a la iglesia de San Giorgio de Asís. San Francisco hizo la prédica en torno a la Cuaresma. Clara, después de escucharlo, le pidió al Santo que la ayudara a vivir también “según el modo del Santo Evangelio”. Él se convirtió en su guía espiritual. Mientras tanto ella se sentía cada día más atraída por una vida sencilla y de entrega a los más pobres. Ese era el camino que el Señor le trazaba. La noche del Domingo de Ramos de 1212, Clara abandonó su casa y se encaminó a la Porciúncula, donde vivían los frailes menores. Esa misma noche, en la capilla, frente al Cristo de San Damián, renunció para siempre a las cosas del mundo «por amor hacia el santísimo y amadísimo Niño envuelto en pañales y recostado sobre el pesebre». Se le entregó el hábito de los hermanos menores y el mismo Francisco cortó su rubio cabello. Clara, desde ese momento, entró a formar parte de la Orden de los Hermanos Menores. Santa Clara vivió casi toda su vida religiosa en el monasterio de San Damián. Cierto día, las hermanas tenían un solo pan para alimentar a cincuenta. Santa Clara lo bendijo e hizo rezar a todas el padrenuestro. Clara multiplicó el pan y lo repartió a sus hermanas. Incluso sobró y mandó la mitad sobrante a los hermanos menores. Clara dijo: "Aquél que multiplica el pan en la Eucaristía, el gran misterio de fe, ¿acaso le faltará poder para abastecer de pan a sus esposas pobres?" Una de sus frases más conocidas es “el amor que no puede sufrir no es digno de ese nombre”. Y, de hecho, su vida fue una vida llena de amor, con mortificaciones, ayuno y oración. Solía expresar que para ella todo era su amado Jesús, fuente de su alegría. Clara era toda ella ternura. Uno de sus milagros más conocidos sucedió el día de la Solemnidad de la Natividad de Cristo. Estando gravemente enferma, fue transportada milagrosamente desde su cama a la iglesia de San Francisco. Allí asistió a todo el oficio de los maitines y a la misa de medianoche, además pudo recibir la sagrada comunión; después apareció de nuevo en su cama. Clara jamás tuvo una buena salud. Se dice que pasó enferma por 27 años en el convento de San Damián, soportando sus dolencias de manera heroica. El Sumo Pontífice, Inocencio III, la visitó en el monasterio hasta dos veces, durante alguno de los peores momentos de su enfermedad. En una oportunidad, después de verla, el Papa exclamó: "Ojalá yo tuviera tan poquita necesidad de ser perdonado como la que tiene esta santa monjita". Muchas ciudades, santuarios y templos llevan su nombre. En septiembre del 2010, el Papa Benedicto XVI, comentó que la vida de Santa Clara es un ejemplo de cuán importantes son las mujeres en la vida eclesial. Para Benedicto XVI la santa había demostrado “cuánto debe toda la Iglesia a las mujeres valientes y ricas de fe como ella, capaces de dar un impulso decisivo a la renovación de la Iglesia".
Mientras la Segunda Guerra Mundial estallaba a su alrededor en Polonia, San Maximiliano Kolbe luchó por las almas usando una imprenta y otra “arma”: la Medalla Milagrosa. “Aunque una persona sea del peor tipo, si tan solo acepta llevar la medalla, dársela... y luego rezar por él, y en el momento oportuno esforzarse por acercarlo a su Madre Inmaculada, para que pueda recurrir a ella en todas las dificultades y tentaciones”, dijo Kolbe sobre la Medalla Milagrosa. “Esta es verdaderamente nuestra arma celestial”, dijo el santo, describiendo la medalla como “una bala con la que un soldado fiel golpea al enemigo, es decir, al mal, y así rescata las almas”. La Medalla Milagrosa es un sacramental inspirado en la aparición mariana a Santa Catalina Laboure en París en 1830. La Virgen María se le apareció como la Inmaculada Concepción, estaba vestida de blanco y de pie sobre un globo con la luz saliendo de sus manos y aplastando una serpiente bajo su pie. “Una voz me dijo: ‘Hay que hacer una medalla semejante a esto que estás viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen’”, dijo Santa Catalina. Como seminarista franciscano que estudiaba en Roma en 1917, Kolbe se sintió conmovido por la historia del papel que jugó la Medalla Milagrosa en la conversión de Alfonso de Ratisbona. Ratisbona era un francmasón francés y un ateo de ascendencia judía que recibió la gracia de la conversión mientras llevaba una Medalla Milagrosa que le entregó uno de sus amigos católicos en Roma. La Virgen María se le apareció el 20 de enero de 1842 en una capilla lateral de la Iglesia de Sant'Andrea delle Fratte en Roma. San Maximiliano Kolbe eligió celebrar su primera Misa el 29 de abril de 1918 en la capilla lateral de Sant'Andrea delle Fratte, donde la Virgen María se apareció a Ratisbona. Este último fue ordenado sacerdote jesuita, y finalmente dejó la orden para mudarse a Jerusalén en 1855, donde fundó un convento para hermanas en la Congregación de Nuestra Señora de Sion, una congregación fundada para “testificar en la Iglesia y en el mundo que Dios sigue siendo fiel en su amor por el pueblo judío ". San Maximiliano dio su vida en lugar de un compañero de prisión en Auschwitz, un hombre que tenía esposa e hijos. Murió por una inyección de ácido carbólico (fenol) en el campo de concentración el 14 de agosto de 1941. Los oficiales nazis incineraron el cuerpo del santo en la fiesta de la Asunción de María. Kolbe es conocido por ser un evangelizador y misionero eficaz. Antes de mudarse a Japón en 1930, hizo una peregrinación a la Capilla de la Medalla Milagrosa en la Rue de Bac en París. San Juan Pablo II recordó la visita de San Maximiliano cuando oró en la capilla de París en 1980. “Vengo como peregrino después de cuantos han venido a esta capilla desde hace ciento cincuenta años, y como todo el pueblo cristiano que se apiña aquí cada día para comunicarte su alegría, confianza y súplicas. Vengo como el Beato Maximiliano Kolbe; antes de su viaje a Japón, hace cabalmente cincuenta años, vino aquí a buscar tu apoyo particular para propagar lo que luego llamaría ‘La Milicia de la Inmaculada’ y emprender su prodigiosa obra de renovación espiritual bajo tu patrocinio, antes de dar la vida por sus hermanos”, dijo San Juan Pablo II. San Maximiliano formó La Milicia de la Inmaculada en 1917 para “llevar a cada individuo con María al Sacratísimo Corazón de Jesús”. Pidió a todos sus miembros que llevaran la Medalla Milagrosa como signo de su total consagración a María. “Ahora, en esta época de la Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen ha entregado a la humanidad la ‘Medalla Milagrosa’. Su origen celestial ha sido probado por innumerables milagros de curación y particularmente de conversión”, escribió Kolbe. “La misma Inmaculada, al revelarlo, prometió a todos los que lo usarían muchas gracias; y dado que la conversión y la santificación son gracias divinas de Dios, la Medalla Milagrosa será uno de los mejores medios para obtener estos dones”, dijo. San Maximiliano también agregó a la oración de Santa Catalina asociada con el sacramental: “Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti”. A esto, añadió Kolbe, “y para todos los que no recurren a ti, especialmente los enemigos de la Iglesia y los que te recomiendan. Amén”. Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en Catholic News Agency.
San Chárbel Makhlouf fue un asceta y religioso del Líbano perteneciente al rito maronita, y el primer santo oriental canonizado desde el siglo XIII. Este santo nació el 8 de mayo de 1828 en Beqaa-Kafra, el lugar habitado más alto del Líbano. Creció con el ejemplo de dos de sus tíos, ambos ermitaños; y a la edad de veintitrés, dejó su casa en secreto y entró al monasterio de Nuestra Señora de Mayfuq, tomando el nombre de un mártir Sirio: Charbel. Hizo los votos solemnes en 1853 y fue ordenado sacerdote en 1859 por Mons. José al Marid, bajo el patriarcado de Paulo I Pedro Masad. Fijó como su residencia el monasterio de San Marón en Annaya, que se encuentra 1067 metros sobre el nivel del mar.El Padre Charbel vivió en esta comunidad por 15 años siendo un monje ejemplar dedicado a la oración, apostolado y la lectura espiritual. Tiempo después sintió el llamado a la vida ermitaña y el 13 de febrero de 1875 recibió la autorización para ponerla en práctica. Desde ese momento hasta su muerte en 1898, se dedicó a la oración (rezaba 7 veces al día la Liturgia de las Horas), ascesis, penitencia y el trabajo manual. Comía una vez al día y permanecía en silencio. La única perturbación a su oración venía por la cantidad de visitantes que llegaban atraídos por su reputación de santidad. Estos buscaban consejo, la promesa de oración o algún milagro. Fue beatificado por el Papa Pablo VI el 5 de diciembre de 1965, durante la clausura del Concilio Vaticano II. Mientras que su canonización se realizó el 9 de octubre de 1977 durante el Sínodo Mundial de Obispos. Su devoción se ha extendido en el Líbano, pero también ha cruzado las fronteras a América y en especial en México donde se lo venera fuertemente.
El Obispado de San Miguel (Argentina) informó del inicio de la causa de beatificación del joven seminarista Guillermo Muzzio, quien se caracterizó por llevar siempre una sonrisa. El “escrito de súplica” fue solicitado el 21 de noviembre de 2019 por el P. José Francisco Occhiuzzi, designado postulador de la Causa de Beatificación y Canonización de Muzzio, al Obispo de San Miguel, Mons. Damián Nannini. De esa forma, se pidió “el inicio de la Causa del Siervo de Dios y de la Investigación Diocesana acerca de la vida y virtudes heroicas como también sobre la fama de santidad y de milagros del mencionado Siervo de Dios”, describió el edicto del 24 de junio de este año. “Invitamos a todos los fieles a proporcionarme noticias útiles mediante las cuales podamos inferir, de alguna manera, elementos favorables o contrarios acerca de la causa”, así como “todos los escritos que se le atribuyen”, expresó Mons. Damián Nannini. “Recordemos que al decir ‘escritos’ nos referimos, no solo a las obras impresas, sino también a los manuscritos, los diarios, cartas y cualquier otro escrito privado. Quienes deseen conservar los originales pueden enviar una copia debidamente autenticada”, precisó el edicto. Las informaciones y materiales deben hacerse llegar al Obispado de San Miguel hasta el 28 de septiembre de este año o enviadas al email cancilleria@obsanmiguel.org Breve biografía Guillermo Muzzio Diehl nació el 25 de febrero de 1972 en Argentina. Fue el tercero de seis hermanos. Su participación en campamentos de jóvenes con su parroquia, actividades con el movimiento Aventura y las misiones con comunidades wichis de El Chaco fueron las experiencias que despertaron su vocación a la vida religiosa. Estudió en la universidad y tuvo un accidente de tránsito que lo dejó con dolores permanentes. Sin embargo, los supo llevar con paz interior. “No se puede quejar del dolor porque a San Ignacio lo operaron sin anestesia”, recordaba “Willy”, como le llamaban los más cercanos. En el Seminario Arcángel San Miguel los testimonios coinciden en su profunda vida de oración, ya que se levantaba primero que todos para rezar solo ante al Santísimo Sacramento. También destacó por su atención hacia los más pobres, siendo la caridad el motor de su vida. Muzzio fue diagnosticado con Linfoma de Hodgkin pero recibió la admisión formal a las Sagradas Órdenes. Al empeorar la enfermedad fue internado para un trasplante de médula ósea. En aquella ocasión Muzzio escribió: “Ofrezco esto por las almas del Purgatorio, para que estén pronto cerca de Dios derramando su perfume sobre todos los hombres”. “Por la evangelización que la Iglesia lleva adelante para ganar a todos para Dios. Por la pronta canonización del Cura Brochero y para que por intercesión de él y de María la Virgen se derramen muchas gracias sobre todos los enfermos, sobre todo paciencia y fortaleza”, además pidió por la diócesis y las vocaciones sacerdotales. Luego del trasplante un proceso de infecciones fue apagando su vida y falleció el 1 de noviembre de 2002, Día de Todos los Santos. “Con la sonrisa por la vida” es el sentimiento con el que se le recuerda.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) confió el país a la Virgen de Guadalupe y se ofreció en ayuda de quienes puedan haber resultados afectados por el sismo de 7.5 grados que sacudió esta mañana al sur y centro del país. A través de su cuenta en Twitter, la CEM señaló que “nos ponemos bajo el manto protector de Nuestra Madre, Santa María de Guadalupe, y al servicio de los posibles afectados del sismo ocurrido hace un momento”. “Oremos por México”, pidió. El secretario general de la CEM, Mons. Alfonso Miranda Guardiola, compartió una fotografía de personas asustadas mientras cumplían con los protocolos para sismos junto al mensaje: “¡Qué imagen de nuestro México en este momento! Duele. Consuelo, esperanza y unidad necesita nuestro país”. “Señor, por favor, cuida a México, te lo rogamos”, añadió. A las 10:29 a.m. (hora local), de acuerdo al Servicio Sismológico Nacional de México, se registró un sismo de magnitud 7.5 a 23 kilómetros al sur de Crucecita, en el estado mexicano de Oaxaca, en el sur del país. En un videomensaje publicado a las 12:08 p.m., el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador señaló que “afortunadamente no hubieron daños graves. Son derrumbes, se rompieron cristales, se cayeron algunas marquesinas, bardas, pero nada grave”. Tras mencionar que se produjeron 147 réplicas, López Obrador hizo un llamado a los mexicanos a “estar pendientes, atentos, sin alarmarnos, conservando la calma. Pero estar muy atentos para poder salir si estamos en las casas, departamentos, en edificios, en oficinas públicas, salir a donde no corramos riesgos”. El gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, dijo al diario local Milenio que si bien se han registrado daños menores una persona murió y una resultó herida debido a los derrumbes.
En sus revelaciones a Santa Margarita María de Alacoque, Jesucristo le dio a conocer 12 promesas para los devotos de su Sagrado Corazón. “Al Corazón de Jesús le agradan mucho los servicios de los pequeños y humildes de corazón, y paga con bendiciones sus trabajos”, decía la santa. Las 12 promesas del Sagrado Corazón de Jesús son: A las almas consagradas a mi Corazón, les daré las gracias necesarias para su estado. Daré la paz a las familias. Las consolaré en todas sus aflicciones. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte. Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia. Las almas tibias se harán fervorosas. Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos. Las personas que propaguen esta devoción, tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él. A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final. Condiciones para obtener las gracias prometidas por el Sagrado Corazón de Jesús: Recibir sin interrupción la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes consecutivos. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento. Oración al Sagrado Corazón de Jesús Oh Dios, que en el corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad; te pedimos que, al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos una cumplida reparación. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
El Obispo Auxiliar de Los Ángeles (Estados Unidos), Mons. Robert Barron, ofreció una bella y sencilla reflexión sobre la indisolubilidad del matrimonio y el divorcio. “Amigos, en el Evangelio de hoy del Sermón de la Montaña, el Señor prohíbe el divorcio. ¿Hay alguna mejor descripción del sexo en algún lugar de la literatura mundial que la provocadora línea ‘Los dos se hicieron una sola carne’? En el contexto judío, la carne porta el sentido de toda la persona. De ese modo la unión sexual significa la unión a todo nivel”, escribió el Prelado. “Un esposo le dice a su esposa: ‘Mi vida ya no es solo mía, se trata de ti y los hijos que tendremos’. Y la esposa le dice lo mismo a su esposo: ‘Mi vida no es ya solo mía, te pertenece a ti y a nuestros hijos’”, continuó. El Obispo indicó luego que “algunos podrían esperar que Jesús tenga una enseñanza suave o relativizada sobre el divorcio, pero luego el Evangelio de Mateo señala claramente: ‘Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre’. El esposo y la esposa que se convierten en una sola carne, son reunidos, no solo por la atracción mutua, sino por Dios”. “Su unión es un ingrediente esencial en los propósitos de Dios y por eso no se puede deshacer. Dios no se echa para atrás en su palabra”, concluyó. El Evangelio del viernes 12 de junio sobre el que reflexionó el Prelado es el de Mateo 5:27-32 que ofrecemos a continuación: “Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehena”. “Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehena”. “También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio. Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio”.
La beatificación de Carlo Acutis “está preparada”, aseguró el postulador de la causa de este joven italiano conocido como el “ciberapóstol de la Eucaristía” y cuya beatificación recibió la aprobación del Papa Francisco tras el reconocimiento, el pasado 22 de febrero, del milagro atribuido a su intercesión: la curación milagrosa de un niño con una anomalía congénita el 12 de octubre de 2010 en Brasil. Según señaló en declaraciones realizadas a EWTN Noticias y ACI Prensa el postulador Nicola Gori, la beatificación se ha pospuesto debido a la pandemia causada por el coronavirus. Carlo Acutis, nacido en 1991 en Londres de familia italiana, dedicó su vida a promover la adoración eucarística. Su devoción a la Eucaristía y al Rosario le llevó a aplicar sus conocimientos en informática para realizar exposiciones virtuales para evangelizar. Enfermo de leucemia, ofreció su sufrimiento por el Papa y la Iglesia, falleció el 12 de octubre de 2006 cuando tenía 15 años. El postulador de su causa, Nicola Gori, aseguró que “la beatificación de Carlo será una fiesta para todos los jóvenes”. Por ese motivo, puesto que la fama de Carlo está muy extendida entre muchos países, “habría sido una pena hacer la beatificación en privado o con pocas personas sin que pudiera venir nadie del extranjero”. Ese es el motivo por el que se ha pospuesto la beatificación. En la entrevista, Nicola Gori subrayó que “Carlo Acutis nunca usó internet para algo que no fuera hacer el bien”. Recordó que “durante la causa de beatificación se realizaron análisis, por parte de técnicos informáticos, de su computadora para comprobar los sitios que había visitado. Se descubrió que empleó la computadora, todos sus recursos, para hacer el bien y, exactamente, para hacer algo que él tenía en el corazón: la muestra de los Milagros Eucarísticos”. Para realizar esta muestra, Carlo Acutis dedicó “un verano entero, el verano antes de su muerte. Recopiló los lugares en los que tuvieron lugar los grandes milagros eucarísticos en el mundo reconocidos por la Iglesia a partir de la primera era cristiana y hasta nuestros días”. Esta muestra recorrió las parroquias y santuarios de muchos lugares del mundo. “Carlo quería que las personas se acercaran a la Eucaristía, y para ello se servía de internet”, aseguró su postulador. Preguntado sobre cómo cree que Carlo Acutis habría vivido la actual situación que atraviesa la Iglesia durante la actual pandemia de coronavirus, el postulador destacó que, de haber vivido esta situación, con las iglesias cerradas, Carlo Acutis se habría servido de sus conocimientos informáticos para realizar “actividades de misión on line”. “Carlo Acutis, seguramente, si hubiese vivido en nuestros días, en estos días, se habría metido delante de la computadora para desarrollar proyectos de formación cristiana”. “Había visto que a los catequistas que, con frecuencia, les faltaba formación, estaban también un poco en peligro”. Por lo tanto, “seguramente habría preparado algo para cualquier persona, conectándose con su computadora durante este período de confinamiento en casa, podría profundizar en su fe”. Seguramente “habría difundido el Rosario por internet. Habría empleado los nuevos instrumentos digitales o los nuevos medios de comunicación. Seguramente no se habría parado ni un instante”.
La Catedral de Orvieto en Italia custodia uno de los milagros eucarísticos más importantes en la historia de la Iglesia y que motivó que el Papa Urbano IV instituyera la Solemnidad del Corpus Christi. A mediados del siglo XIII, el P. Pedro de Praga dudaba de la presencia de Cristo en la Eucaristía y realizó una peregrinación a Roma para rogar sobre la tumba de San Pedro una gracia de fe. A su regreso, mientras celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la cripta de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró y manchó el corporal con la preciosísima sangre. La noticia llegó rápidamente al Papa Urbano IV, que se encontraba muy cerca en Orvieto, y pidió que le trajeran el corporal. La venerada reliquia fue llevada en procesión y se dice que el Pontífice, al ver el milagro, se arrodilló frente al corporal y luego se lo mostró a la población. Más adelante, el Santo Padre publicó la bula “Transiturus”, con la que ordenó que se celebrara la Solemnidad del Corpus Christi en toda la Iglesia el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad. Asimismo, el Papa Urbano IV encomendó a Santo Tomás de Aquino la preparación de un oficio litúrgico para la fiesta y la composición de himnos, que se entonan hasta el día de hoy como el Tantum Ergo. La santa reliquia se conserva en la Catedral de Orvieto y se puede apreciar en una capilla edificada en honor a este milagro Eucarístico. El corporal sale en procesión cada año durante la Solemnidad del Corpus Christi y preside las celebraciones Eucarísticas en la Catedral. San Juan Pablo II, durante su visita a la Catedral de Orvieto en 1990, señaló que “Jesús se ha convertido en nuestro alimento espiritual para proclamar la soberana dignidad del hombre, para reivindicar sus derechos y sus justas exigencias, para transmitirle el secreto de la victoria definitiva sobre el mal y la comunión eterna con Dios”.
El Papa Francisco rezará para que los sacerdotes en todas partes del mundo “sean confirmados en su ministerio de proclamar y celebrar el amor misericordioso de Cristo redentor”. Así lo indicó el Santo Padre en una carta dirigida a Mons. Michael Neary, Arzobispo de Tuam (Irlanda) con ocasión de la iniciativa anual global de oración del Rosario por los sacerdotes del mundo. En este año 2020, la edición del Rosario global por la santificación de los sacerdotes en la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús se llevará a cabo el 19 de junio. Se trata de la undécima vez que personas de más de 85 países del mundo rezan juntos por esta intención. Por ello, el Papa Francisco envió una misiva firmada por el Secretario de Estado, Cardenal Pietro Parolin, con fecha del pasado 25 de abril. “Su Santidad Papa Francisco, se alegró al saber sobre la iniciativa ‘Annual Global Rosary Relay for Priests’ que se llevará a cabo en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús”. Además, el Santo Padre ha bendecido esta iniciativa y señaló que se sumará a la oración para que “los sacerdotes de todas partes puedan ser confirmados en su ministerio de proclamar y celebrar el amor misericordioso de Cristo redentor y sean cada vez más plenamente pastores según su Corazón”.
Ahora celebramos la Solemnidad de Pentecostés, día en que se cumplió la promesa de Cristo a los apóstoles de que el Padre enviaría al Espíritu Santo para guiarlos en la misión evangelizadora. Para comprender más de esta fecha, aquí presentamos ocho claves. 1. Proviene de la palabra griega que significa "quincuagésimo" (pentecoste) La razón es que Pentecostés es el quincuagésimo día (en griego, pentecoste hemera) después del Domingo de Pascua (en el calendario cristiano). Este nombre se empezó a usar en el período tardío del Antiguo Testamento y fue heredado por los autores del Nuevo Testamento. 2. Esta festividad tiene otros nombres La fiesta de las semanas, la fiesta de la cosecha o el día de los primeros frutos, son algunos. Hoy en día en los círculos judíos se le conoce como Shavu`ot (en hebreo, "semanas"). Además, se le conoce con diferentes nombres en varios idiomas. En los países de habla inglesa también se le ha conocido como "Whitsunday" (Domingo Blanco), nombre que se deriva probablemente de las prendas blancas de los recién bautizados. 3. Pentecostés fue otro tipo de fiesta en el Antiguo Testamento Fue un festival para la cosecha y significaba que esta estaba llegando a su fin. Deuteronomio 16 dice: “Luego contarás siete semanas; las contarás desde el día en que comiences a cortar el trigo. Entonces celebrarás la fiesta de las Siete Semanas a Yahvé, tu Dios, haciéndole ofrendas voluntarias según lo que hayas cosechado por la gracia de Yahvé, tu Dios”. (Dt. 16:9-10) 4. En el Nuevo Testamento representa el cumplimiento de la promesa de Cristo Representa el cumplimiento de la promesa de Cristo al final del Evangelio de San Lucas: “Les dijo: ‘Todo esto estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos al tercer día. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén, y yendo después a todas las naciones, invitándolas a que se conviertan. Ustedes son testigos de todo esto. Ahora yo voy a enviar sobre ustedes lo que mi Padre prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad hasta que sean revestidos de la fuerza que viene de arriba’”. (Lc. 24:46-49) 5. El Espíritu Santo tiene diferentes símbolos en el Nuevo Testamento Hechos 2 recuerda: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran”. Este pasaje contiene dos símbolos del Espíritu Santo y su actividad: el viento y el fuego. El viento es un símbolo básico del Espíritu Santo; la palabra griega que significa "Espíritu" (Pneuma) también significa "viento" y "aliento". Aunque el término usado para "viento" en este pasaje es pnoe (un término relacionado con pneuma), al lector se le da a entender la conexión entre el viento fuerte y el Espíritu Santo. En relación al símbolo del fuego el Catecismo señala: Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la vida dada en el Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu Santo. El profeta Elías que “surgió […] como el fuego y cuya palabra abrasaba como antorcha” (Si 48, 1), con su oración, atrajo el fuego del cielo sobre el sacrificio del monte Carmelo (cf. 1 R 18, 38-39), figura del fuego del Espíritu Santo que transforma lo que toca. Juan Bautista, “que precede al Señor con el espíritu y el poder de Elías” (Lc 1, 17), anuncia a Cristo como el que “bautizará en el Espíritu Santo y el fuego” (Lc 3, 16), Espíritu del cual Jesús dirá: “He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviese encendido!” (Lc 12, 49). En forma de lenguas “como de fuego” se posó el Espíritu Santo sobre los discípulos la mañana de Pentecostés y los llenó de él (Hch 2, 3-4). La tradición espiritual conservará este simbolismo del fuego como uno de los más expresivos de la acción del Espíritu Santo (cf. San Juan de la Cruz, Llama de amor viva). “No extingáis el Espíritu” (1 Ts 5, 19). (CIC 696) 6. Existe una conexión entre las "lenguas" de fuego y el hablar en otras "lenguas" Sí. En ambos casos la palabra griega para "lenguas" es la misma (glossai), y el lector está destinado a entender la conexión. La palabra "lengua" se utiliza para significar tanto una “llama (fuego)” como “lenguaje”. Las "lenguas como de fuego" que se distribuyen y se almacenan sobre los discípulos, provocan que empiecen a hablar milagrosamente en "otras lenguas" (es decir, los idiomas) Ese es el resultado de la acción del Espíritu Santo, representado por el fuego. 7. El Espíritu Santo es Dios Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el Espíritu Santo es la "Tercera Persona de la Santísima Trinidad". Es decir, habiendo un sólo Dios, existen en Él tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad ha sido revelada por Jesús en su Evangelio. El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. El Señor Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal. 8. Pentecostés significa participar de la vida divina de Cristo y ser testigos La solemnidad de Pentecostés es una de las más importantes en el calendario de la Iglesia y contiene una rica profundidad de significado. De esta forma lo resumió Benedicto XVI el 27 de mayo del 2012: “Esta solemnidad nos hace recordar y revivir la efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y los demás discípulos, reunidos en oración con la Virgen María en el Cenáculo (cf. Hch 2, 1-11). Jesús, después de resucitar y subir al cielo, envía a la Iglesia su Espíritu para que cada cristiano pueda participar en su misma vida divina y se convierta en su testigo en el mundo. El Espíritu Santo, irrumpiendo en la historia, derrota su aridez, abre los corazones a la esperanza, estimula y favorece en nosotros la maduración interior en la relación con Dios y con el prójimo”. Traducido por y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.
El primero que llamó a la Virgen María con el título de "Auxiliadora" fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla en al año 345, el dice: " Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios". San Sabas en el año 532 narra que en oriente había una imagen de la Virgen que era llamada "Auxiliadora de los enfermos", porque junto a ella se obraban muchas curaciones. San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: "María Auxiliadora , rogad por nosotros". Y repite: la virgen es "auxiliadora para evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación". En Ucrania, Rusia, se celebra la fiesta de María Auxiliadora el 1 de octubre desde el año 1030, en ese año libró a la ciudad de la invasión de una terrible tribu de bárbaros paganos. En el año 1572, el Papa San Pió quinto ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanias la advocación " María Auxiliadora, rogad, por nosotros", porque en ese año Nuestra Señora libró prodigiosamente en la batalla de lepanto a toda la cristiandad que venía a ser destruida por un ejército mahometano de 282 barcos y 88.000 soldados. En el año 1600 los católicos del sur de Alemania hicieron una promesa a la Virgen de honrarla con el título de auxiliadora si los libraba de la invasión de los protestantes y hacía que se terminara la terrible guerra de los 30 años. La Madre de Dios les concedió ambos favores y pronto había ya más de 70 capillas con el título de María Auxiliadora de los cristianos. En 1683 los católicos al obtener inmensa victoria en Viena contra los enemigos de la religión, fundaron la asociación de María Auxiliadora, la cual existe hoy en más de 60 paises. En 1814, el Papa Pío VII, prisionero del general Napoleón, prometió a la Virgen que el día que llegara a Roma, en libertad, lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente el pontífice quedó libre, y llegó a Roma el 24 de mayo. Desde entonces quedó declarado el 24 de mayo como día de María Auxiliadora. En 1860 la Santísima Virgen se aparece a San Juan Bosco y le dice que quiere ser honrada con el título de "Auxiliadora", y le señala el sitio para que le construya en Turín, Italia, un templo. Empezó la obra del templo con sus tres monedas de veinte centavos cada una, pero fueron tantos y tan grande los milagros que María Auxiliadora empezó a obtener a favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la Gran Basílica. El Santo solía decir: " Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen", desde aquel Santuario comienza a extenderse por el mundo la devoción a María bajo el título de Auxiliadora de los Cristianos. El nombre de Auxiliadora se le daba ya en el año 1030 a la Virgen María, en Ucrania (Rusia), por haber liberado aquella región de la invasión de las tribus paganas. Desde entonces en Ucrania se celebra cada año la fiesta de María Auxiliadora el 1ro de octubre. Se tiene constancia de que hacia el año 1558 ya figuraba en las letanías que se acostumbraban recitar en el santuario de Loreto Italia. Esta advocación se hizo fuerte ante la invasión de los turcos en 1571 donde San Pío V la invocó como María Auxiliadota de los Cristianos o con los Príncipes Católicos de Alemania fieles al catolicismo frente a las tesis protestantes o frente a las invasiones turcas sobre Viena en el siglo XVII o, incluso, como mano protectora frente a los caprichos de Napoleón Bonaparte que llevo al Papa Pío VII al destierro, y a su liberación, quiso en 1814 instituir en el 24 de mayo su fiesta litúrgica. Pero sin duda fue San Juan Bosco, el santo de María Auxiliadora, con el que esta advocación mariana encontró el mejor paladín y trampolín para el desarrollo y popularidad, "No he sido yo, ha sido la Virgen Auxiliadora quien te ha salvado"... "Cada ladrillo de esta iglesia - se refería a la gran Basílica que en su obsequio empezó el 1863 - es una gracia de la Virgen María"... Pero será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción mariana definitiva: Auxiliadora. "La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana". Desde esa fecha el título de Auxiliadora aparece en la vida de Don Bosco y en su obra como "central y sintetizador". La Auxiliadora es la visión propia que Don Bosco tiene de María. La lectura evangélica que hace de María, la experiencia de su propia vida y la de sus jóvenes salesianos, y su experiencia eclesial le hacer percibir a María como "Auxiliadora del Pueblo de Dios". En 1863 Don Bosco comienza la construcción de la iglesia en Turín. Todo su capital era de cuarenta céntimos, y esa fue la primera paga que hizo al constructor. Cinco años más tarde, el 9 de junio de 1868, tuvo lugar la consagración del templo. Lo que sorprendió a Don Bosco primero y luego al mundo entero fue que María Auxiliadora se había construido su propia casa, para irradiar desde allí su patrocinio. Don Bosco llegará a decir: "No existe un ladrillo que no sea señal de alguna gracia". Hoy, salesianos y salesianas, fieles al espíritu de sus fundadores y a través de las diversas obras que llevan entre manos siguen proponiendo como ejemplo, amparo y estímulo en la evangelización de los pueblos el auxilio que viene de Santa María.
V. Virgen Sacratísima, dígnate permitirme que te alabe. R. Dame fortaleza contra tus enemigos. ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS Oh Dios Todopoderoso y Misericordioso, que en defensa del pueblo cristiano estableciste admirablemente en la Beatísima Virgen María un perpetuo auxilio; concédenos propicio, que fortalecidos con tal protección, luchando en esta vida podamos en la muerte, conseguir victoria del enemigo maligno, por nuestro Señor Jesucristo. Amén. Tres Avemarías, Gloria y la jaculatoria: María Auxilio de los Cristianos, Ruega por nosotros. Rezar a continuación la oración del día que corresponda: DÍA PRIMERO ¡Oh, María, poderoso Auxilio de los Cristianos que confiados de tu misericordia, acuden a tu trono lleno de confianza! Oye los ruegos de tus hijos que suplicantes imploramos tu poderoso patrocinio, para poder huir del pecado y de las ocasiones de pecar. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días. __________ DÍA SEGUNDO ¡Oh, María Santísima, Madre de bondad y de misericordia! tú que siempre libraste al pueblo cristiano, con tu poderoso patrocinio, de los asaltos e insidias del enemigo, protege nuestras almas, te lo suplicamos, de las acometidas del demonio, del mundo y de la carne, para que alcancemos completa victoria sobre los enemigos de nuestra salvación. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días. __________ DÍA TERCERO ¡Oh, poderosísima Reina del Cielo, que sola triunfaste de las herejías, que intentaron arrancar a tantos hijos del regazo de nuestra Madre la Iglesia! Ayúdanos ¡oh María! a guardar firme nuestra fe y puros nuestros corazones, en medio de tantas insidias para no contaminarnos con el veneno de tantas perversas doctrinas. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días. __________ DÍA CUARTO ¡Oh dulcísima Madre nuestra María, tú que eres Reina de los Mártires por los heroicos actos de valor y fortaleza que practicaste en la tierra! Dígnate infundir en nuestro corazón la fuerza necesaria para mantenernos constantes en tu servicio para que, venciendo todo respeto humano cumplamos sin rubor nuestros deberes religiosos y nos comportemos siempre como devotos hijos tuyos hasta la muerte. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días. __________ DÍA QUINTO Querida Madre mía, tú que en el triunfo del Papa Pío VII mostraste tu eficaz patrocinio, desplegaste tu manto protector sobre toda la Iglesia y especialmente sobre su augusto jefe el Sumo Pontífice, defiéndelo en todo momento de los ataques de los enemigos, líbralo de las aflicciones, asístelo siempre para que pueda dirigir al puerto de salvación la navecilla de San Pedro, triunfando de las oleadas embravecidas que amenazan de sumergirla. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días. __________ DÍA SEXTO ¡Oh, María, Reina de los Apóstoles! toma bajo tu protección a los sagrados ministros y todos los fieles de la Iglesia Católica: alcánzales espíritu de unión, de perfecta obediencia al Romano Pontífice, y de celo ferviente por la salvación de las almas; especialmente te suplicamos extiendas tu amorosa asistencia sobre los misioneros, para que consigan atraer a la verdadera fe de Jesucristo a todas las almas, para formar del mundo entero un solo Rebaño bajo la guía de un solo Pastor. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días. __________ DÍA SÉPTIMO No seas, Madre de misericordia, insensible a los dolores de la Iglesia menospreciada en su doctrina y en sus Sacramentos. No permitas sea derramada en balde la sangre preciosísima de tu divino Hijo, ilumina a los ciegos que la persiguen, fortalece a los débiles que no la defienden. Brille ¡oh María! tu poder sobre la tierra; sea glorificada y acatada la religión, observada la ley divina y eclesiástica, para que todos te alaben y alcance la humanidad los goces eternos. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días. __________ DÍA OCTAVO Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra amantísima, de Ti se ha dicho: todo poder se le ha dado en la tierra y en el cielo; te presentas al trono del Altísimo, no como quien pide, sino como quien manda, a Ti clamamos desde el abismo de nuestras miserias, aleja de nosotros todo mal; bajo tu protección ponemos nuestros bienes, nuestros corazones, almas, potencias, sentidos, vida y todo lo que tenemos; sé nuestro amparo y nuestra defensa durante toda la vida. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días. __________ DÍA NOVENO ¡Oh, piadosísima Madre!, Tú que en todo tiempo te mostraste verdaderamente la Auxiliadora de los cristianos asístenos con tu poderosísimo patrocinio en vida y especialmente en el terrible trance de la muerte, y alcánzanos la perseverancia final. ¡Ah! no nos dejes un solo instante hasta que felices cantemos tus glorias y las misericordias de tu Hijo en el cielo, por los siglos de los siglos. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días. ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS Invocación. ¡Oh María! Virgen poderosa, grande e ilustre defensora de la Iglesia... Singular Auxilio de los Cristianos, terrible como un ejército ordenado en batalla... Tú sola has triunfado en todas las herejías del mundo. ¡Oh Madre!, en nuestras angustias, en nuestras luchas, en nuestros apuros, líbranos del enemigo, y en la hora de nuestra muerte, llévanos al Paraíso. Amén. Súplica a María Auxiliadora. Necesitando un favor especial, y confiando en tu bondad, a Ti recurro, poderoso Auxilio de los Cristianos. Conocedor de las innumerables gracias que diariamente concedes a tus devotos, he puesto siempre en Ti toda mi confianza; y hoy, humildemente postrado a tus plantas, te suplico, con todo el fervor de mi alma, remedies mi necesidad... (pídase aquí la gracia que se desea obtener). Bien sé, Madre querida que yo no merezco nada; y aún temo que mis culpas sean un obstáculo a tu bondad. Mas Tú puedes, dulcísima Señora, sacarme de este lastimoso estado y hacer que sirva con fidelidad a Ti y a tu divino Hijo, a fin de que yo también pueda experimentar la maravillosa eficacia de tu santo Auxilio.
"No codiciarás nada que sea de tu prójimo" (Ex 20, 17) "Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón" (Mt 6, 21) ¿He codiciado o deseado enfermizamente los bienes ajenos? ¿He caído en la avaricia, o sea la pasión inmoderada por las riquezas materiales, y el poder sobre ellas? "el ojo del avaro no se satisface con su suerte" (Si 14,9) ¿He sentido envidia, o sea, he sentido como "tristeza" ante el bien o el triunfo de los demás, y un deseo desordenado de poseer u obtener lo mismo, aunque sea en forma indebida? ¿He deseado un mal grave al prójimo? ¿He estado muy apegado a las cosas terrenales (dinero, vehículos, casas, terrenos, computadores etc) y ocupo casi todo mi tiempo en acumular esas "cosas materiales"?
"No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo" (Ex 20, 17) "El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón" (Mt 5, 28) ¿He aborrecido la concupiscencia de la carne, es decir, he rechazado ese deseo o apetito sensible de la carne que lucha contra el espíritu? (Ga 5, 16-17 24; Ef 2, 3) ¿He orado para alcanzar de Dios la gracia de la pureza y la limpieza de corazón? ¿He luchado por la pureza de la mirada exterior e interior(imaginación); mediante el rechazo de toda complacencia en los pensamientos impuros? "la vista despierta la pasión de los insensatos" (Sb 15, 5) ¿He faltado contra el pudor del cuerpo, que es modestia y discreción; así como contra el pudor de los sentimientos? ¿Me he dejado llevar por las presiones de la moda, usando públicamente vestidos o prendas que excitan sensualmente a personas del otro sexo, y causan miradas, deseos y/o pensamientos indecorosos? ¿He participado de alguna manera en pornografía, o en actos o espectáculos exhibicionistas? ¿He mal usado el Internet, la televisión u otros medios de comunicación para charlas o "distracciones" que llevan a deseos, pensamientos, y/o actos impuros? ¿He irrespetado y/o lesionado el pudor de niños o adolescentes?
"No darás testimonio falso contra tu prójimo" (Ex 20, 16) "Sea vuestro lenguaje "Si, si"; "No, no": que lo que pasa de aquí viene del maligno" (Mt 5, 37) ¿He dicho mentiras? ¿He dicho mentiras con la intención de engañar? (Ef 4, 25) ¿He dado un falso testimonio públicamente? (Pr 19, 9) ¿He cometido "perjurio", o sea, he dicho bajo juramento cosas contrarias a la verdad? ¿He dañado la reputación de alguien, con actitudes o palabras injustas? ¿He enjuiciado (o juzgado) un defecto moral del prójimo, incluso tácitamente, sin tener fundamento suficiente para realizar dicho juicio? ¿He cometido "maledicencia", o sea, que sin razón objetivamente válida, he manifestado los defectos y faltas del prójimo a otras personas que no conocían dichos defectos? (Si 21, 28) ¿He calumniado, mediante palabras contrarias a la verdad, dañando la reputación de otros? ¿He halagado o adulado -a otra persona-, en la malicia de sus malos actos, y en la perversidad de su conducta, haciéndome cómplice de vicios y pecados graves? ¿He faltado contra la verdad por vanagloria o jactancia; o por ironía? ¿He faltado, al revelar los secretos profesionales?; ¿O al no guardar las confidencias hechas bajo secreto? (Si 22, 22) ¿He escuchado conversaciones contra la voluntad de los que la mantenían? ¿He abierto o leído correspondencia u otros escritos contra la voluntad de sus dueños? ¿He hablado mal de los demás; con el pretexto de que me contaron o de que se dice por ahí?
"No robarás" (Ex 20, 15; Dt 5, 19) "No robarás" (Mt 19, 18) ¿He tomado, retenido o cogido injustamente cualquier bien ajeno, contra la voluntad razonable de su dueño? ¿He defraudado, engañado o estafado a alguien en algún negocio o actividad mercantil? ¿He pagado salarios injustos, que no estén de acuerdo al desempeño de la persona? ¿He elevado los precios de mis bienes, especulando con la ignorancia o las necesidades ajenas? ¿He participado de alguna manera en la corrupción, mediante la cual se trata de cambiar el proceder correcto, por el que mas convenga? ¿He trabajado mal?, ¿he robado tiempo en mi trabajo?, ¿he defraudado a mis patrones? ¿He defraudado físicamente al Estado, en los impuestos justos y razonables que se revierten en beneficio de la comunidad? (ver justicia conmutativa y justicia distributiva 2409 - 2413 del nuevo Catecismo de la Iglesia Católica) ¿He falsificado documentos o utilizado actos engañosos? ¿He despilfarrado mis bienes o los que he tenido a cargo? ¿he gastado en exceso o en cosas suntuarias, buscando desmedido placer o prestigio? ¿He causado daño a las propiedades o bienes públicos o privados? ¿He incumplido promesas o contratos moralmente justos? ¿he faltado sin justa causa en contratos comerciales, de compra o venta, de arriendo o de trabajo etc.? ¿He apostado injustamente, o he hecho trampas en juegos de azar, causando perjuicio? ¿He invertido en mascotas, sumas de dinero muy altas, que ayudarían a remediar mejor la miseria humana? ¿He hecho sufrir inútilmente a algún animal? ¿He sacrificado sin necesidad la vida de algún animal? Al trabajar, ¿He colocado el lucro personal como la norma exclusiva y el fin único de mi actividad económica; olvidándome de los derechos fundamentales de mis trabajadores o compañeros, y olvidándome de realizar mi trabajo como servicio a los demás? "No podéis servir a Dios y al dinero" (Mt 6, 24; Lc 16, 13) ¿He ayudado con amor a los pobres? ¿he practicado las obras de misericordia y la caridad?
"No cometerás adulterio" (Ex 20,14; Dt 5,17) Habéis oído que se dijo: "No cometerás adulterio" Pues Yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, Ya cometió adulterio con ella en su corazón. (Mt 5, 27 - 28) ¿Me he dejado dominar por las pasiones? (para dominar las pasiones se requiere primero que todo, contar con la gracia de Dios, y hacer un esfuerzo reiterado en todas las etapas de la vida. Se requiere también la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales, y en espacial, la fidelidad en la oración) ¿He faltado a la castidad por lujuria? (deseo o goce desordenado del placer sexual) ¿Por masturbación? ¿Por pornografía? (actores, comerciantes, publico). ¿He mal usado los adelantos tecnológicos como la Internet, para charlas impuras, y acciones que llevan al vicio de la lujuria? ¿Me he percatado que a través del mal uso de estos medios hago pecar a otros? ¿He fornicado? (Acto sexual entre hombre y mujer no vinculados en matrimonio sacramental) ¿He manchado mi cuerpo en la prostitución? ¿Vendiendo o comprando placer? ¿Propicio la prostitución o negocio con ella? ¿He forzado o agredido con violencia la intimidad sexual de una persona (incluso cónyuge) ¿He cometido incesto? (Relación sexual o violación cometida por los padres o educadores con los niños a su cargo) ¿He cometido "pedofilia"? (Relación sexual con niños) ¿He tenido relaciones carnales homosexuales? (Rm 1, 24-27; 1Co 6,10; 1Tim 1,10; Gn 19, 1-29) Si tengo tendencias homosexuales instintivas..... ¿He unido en oración mis dificultades al sacrificio de la cruz de Cristo, buscando siempre la práctica de la castidad, mediante el dominio de si mismo, y ayudado mediante la gracia sacramental en la practica constante de la comunión y demás sacramentos?. ESPOSOS ¿He sido completamente fiel en mi matrimonio? (Mt 5,32; 19,6; Mc 10,11; 1Co 6, 9-10; 1Co 6, 9-10; Os 2,7) ¿He roto, el libre contrato matrimonial con el divorcio? (Mc 10, 9) ¿He vivido en poligamia? ¿He dejado esas relaciones conyugales ilícitas? ¿Estoy cumpliendo con los deberes contraídos con esa(s) mujer(es) y los hijos? ¿He tenido relaciones carnales cometiendo el grave incesto? (1 Co 5, 1 4-5; Lv 18, 7-20) ¿He vivido en unión libre? O ¿He vivido en concubinato o en unión a prueba? No tengo hijos, y ¿He evitado la fecundidad en mi matrimonio? ¿He usado métodos anticonceptivos diferentes a los que exige una continencia periódica (parar las relaciones sexuales por pocos días) y una auto observación; permitiendo así utilizar el recurso de los períodos infecundos? (son contrarios, por ejemplo: condones, pastas, espumas, óvulos, inyecciones, y todo tipo de fármacos anti- ovulantes, etc.) ¿He usado o propiciado métodos anticonceptivos micro abortivos que obligan a salir del útero el feto ya fecundado en las trompas? (por ejemplo: la "T", la "S", y demás objetos físicos que se introducen en el útero). ¿He utilizado técnicas reprobables de fecundación artificial, o de esterilización directa (ligadura de trompas, vasectomía) ¿He practicado el onanismo? o ¿el coito interrupto? (ver Génesis 38, 9-10)
"No mataras" (Ex 20, 13) "Habéis oído que se dijo a los antepasados: "No mataras"; y aquel que mate, será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal" (Mt 5, 21-22) La vida humana es sagrada. ¿He matado? ¿Me he atribuido el derecho de matar de modo directo y voluntario a un ser humano; sea el que sea? ¿Le he hecho a alguna persona, algo, con intención de provocar indirectamente su muerte? ¿Le he negado la asistencia a cualquier persona en estado de peligro? ¿He llegado a herir a alguien? ¿he conducido irresponsablemente cualquier vehículo, colocando en riesgo mi vida y la de los acompañantes? ¿He participado indirectamente y con conocimiento previo en cualquier acto donde se asesine alguna persona, y no he puesto mi total empeño para prevenirlo? ¿He participado directa o indirectamente en algún aborto provocado? (Jr 1,5). (se incurre en excomunión ipsofacto reservada al Obispo; o sea que es una forma como la Iglesia, manifiesta la gravedad de este crimen). ¿He practicado la eutanasia, o sea, que he puesto fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas, o he consentido o ayudado a ello por acción o por omisión? Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado..... ¿He intentado suicidarme?. ¿He colaborado voluntariamente en el suicidio de alguien? El escándalo es la actitud o el comportamiento que induce a otro a hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo; y puede ocasionarle la muerte espiritual..... Por acción o por omisión... ¿He escandalizado a alguien arrastrándolo a una falta grave, o sea, haciéndolo pecar? (Tm 18,6) ¿Considero mi cuerpo como un "valor absoluto", llegando a sacrificar todo a él, o he llegado a idolatrar la perfección física y el éxito deportivo en un relativo "culto al cuerpo"? ¿He abusado de la comida, del alcohol o licores, del tabaco o del cigarrillo, o de las medicinas? ¿He usado drogas o sustancias alucinógenas? ¿He producido, o traficado o negociado con sustancias que incitan a prácticas graves, contrarias a la ley moral? ¿He utilizado mensajes subliminales para dominar la voluntad de las personas? ¿He puesto en peligro mi salud mental y espiritual, al querer distraerme con música que contiene mensajes subliminales que incitan a prácticas de violencia, rebeldía, y otras contrarias al verdadero amor que invita a practicar Jesucristo? ¿He participado directa o indirectamente en secuestros, actos de terrorismo o torturas? ¿He participado en amputaciones, mutilaciones, o esterilizaciones forzosas a personas inocentes? ¿He ayudado a los moribundos a permanecer dignamente sus últimos momentos, acompañándolos en oración, y cuidando que reciban a tiempo los sacramentos? ¿Tengo en mi corazón un deseo de venganza por el mal que me han causado? (Mt 5,22) ¿Siento odio, rencor o resentimiento por alguien; le he deseado el mal? ¿Quiero sanarme de esos sentimientos? (Mt 5, 44 - 45) ¿He evitado todo conflicto, pelea o guerra, en la medida de mis capacidades?
"Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor tu Dios, te va ha dar" (Ex 20, 12). "Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es justo" "Honra a tu padre y a tu madre", tal es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa: "para que seas feliz, y se prolongue la vida sobre la tierra" (Ef 6, 1-3; Dt 5, 16) Examen como HIJOS ¿He irrespetado a mis padres? ¿He tenido sinceras actitudes de gratitud y amor por ellos? ¿He desobedecido a mis padres o superiores en cosas importantes? ¿He tenido un desordenado afán de independencia, que me lleva a recibir mal las indicaciones de mis padres, simplemente porque me lo mandan? ¿Me doy cuenta que esta reacción esta causada por la soberbia? ¿Los he amenazado o maltratado de palabra o de obras, o les he deseado algún mal grave o leve? ¿He dejado de ayudarle a mis padres en sus necesidades espirituales o materiales, pudiéndolo hacer, esforzándome? ¿Me enfado y peleo con mis hermanos y compañeros? ¿He dejado de hablarme con ellos, y no pongo los medios necesarios para la reconciliación? ¿He dado mal ejemplo a mis hermanos o compañeros; y he sido egoísta o envidioso, queriendo siempre sobresalir, tener razón, etc. ¿Me dejo llevar por el mal genio y me enfado con frecuencia sin motivo justificado? ¿Me he sentido responsable ante mis padres del esfuerzo que hacen para que yo me forme, estudiando con intensidad, y cumpliendo con todo en el plantel educativo? ¿Respeto toda autoridad a la que estoy sometido, y miro a estos superiores como representantes de Dios que los ha instituido ministros de sus dones? (Rm 13, 1-2) Examen como PADRES ¿He degradado el amor conyugal a una simple e irresponsable procreación de hijos, sin importarme ni hacer algo por la educación moral y la formación espiritual de dichos seres fecundados? ¿He dado mal ejemplo a mis hijos, no cumpliendo con mis deberes religiosos, familiares, o profesionales? ¿He corregido a mis hijos siempre con firmeza, con justicia y con amor, por su bien? He cumplido la responsabilidad de evangelizar a mis hijos desde la primera edad, enseñándoles los misterios de la fe, mediante el testimonio de vida cristiana de acuerdo con el Evangelio? ¿He prevenido e instruido a mis hijos sobre las malas compañías, enseñándoles los peligros? ¿Los he forzado a recibir algún sacramento, sin la debida preparación? ¿He impedido que mis hijos sigan la profesión o vocación que Dios les indica y desea para ellos; les he puesto obstáculos o los he aconsejado mal a propósito? ¿Permito que estudien o trabajen, en lugares donde corre peligro su alma o su cuerpo? ¿He tolerado escándalos o peligros morales o físicos entre las personas que viven en mi casa? ¿Procuro hacerme amigo de mis hijos? ¿Les doy a conocer cómo es el origen de la vida, acomodándome a su mentalidad y capacidad de comprensión? ¿En la familia, me enojo con facilidad, y me falta la amabilidad que expreso con extraños? ¿He reñido con mi cónyuge? ¿Ha habido malos tratos de palabra o de obra? ¿He abandonado parcial o totalmente a mi cónyuge y/o a mis hijos o padres? ¿He dejado de ayudar en las necesidades espirituales o materiales a las personas que me rodean; pudiendo hacerlo -aun- con esfuerzo? ¿He procurado ganar lo suficiente, y no malgastarlo, para poder mantener dignamente a mi familia? ¿He elegido un establecimiento educativo, donde BIEN se nos ayuda, en la tarea de educar cristianamente a nuestros(s) hijo(s)? ¿En el trabajo o en otra actividad, he ordenado o establecido cosas contrarias a la dignidad de las personas y a la ley natural?
"Recuerda el día sábado (hoy domingo) para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, Pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo" (Ex 20, 8-10; Dt 5, 12-15) "El Sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del Hombre también es Señor del sábado" (Mc 2, 27-28) - ¿He trabajado o he hecho trabajar sin necesidad urgente en día de precepto? -¿He utilizado mi tiempo del día del precepto, en actividades indecorosas u otras diferentes al compartir familiar y crecimiento espiritual? (Estudio de las Sagradas Escrituras, reflexión, meditación, cultura, etc., que favorecen el crecimiento de la vida interior, familiar y cristiana).- -¿He faltado deliberadamente a la celebración eucarística (La santa Misa) de algún domingo o día festivo? -¿Me he distraído voluntariamente durante la Eucaristía, y/o he asistido físicamente, pero con el "corazón y la mente en otro lugar"? -¿He observado la abstinencia los viernes de cuaresma? -¿He ayunado el miércoles de ceniza y el viernes santo? -¿Me he confesado al menos una vez al año? ¿He hecho penitencia y ayuno por mis pecados? -¿He guardado la disposición del ayuno una hora antes del momento de comulgar? -¿Me he confesado lo antes posible, después de cometer algún pecado mortal? -¿He ayudado a la Iglesia en sus necesidades, en la medida que puedo? Hasta aquí los mandamientos son referentes a nuestro AMOR a Dios. En adelante, los mandamientos nos piden AMAR a los demás y a nosotros mismos
2- No tomarás el Nombre de Dios en vano. "No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios". (Ex 20, 7; Dt 5,11; Lv 19,12) "se dijo a los antepasados: no perjurarás... pues yo digo que no juréis en modo alguno". (Mt 5, 33-34) ¿He empleado el nombre de Dios en cosas diferentes a Alabarlo, Bendecirlo y Glorificarlo? ¿He abusado del nombre de Dios, es decir, he usado inconvenientemente el nombre de Dios, o de Jesucristo, o de la Santísima Virgen María, o de algún Santo? ¿He hecho promesas a otras personas en nombre de Dios, comprometiendo el honor, la fidelidad, la veracidad y la autoridad divina? ¿he sido infiel a esas promesas? ¿He blasfemado; o sea que he proferido contra Dios -interior o exteriormente- palabras de odio, de reproche, o de desafío? ¿He injuriado a Dios, faltándole al respeto en las expresiones? ¿He jurado en falso, sin necesidad, sin prudencia, o por cosas de poca importancia? ¿He perjurado, o sea que he hecho una promesa que no tengo intención de cumplir? ¿He jurado hacer algún mal? ¿He tratado de reparar el daño que haya podido seguirse?
El Papa Francisco afirmó, durante la Misa celebrada este viernes 24 de abril en la Casa Santa Marta, que el poder del pastor es el servicio. El apóstol de Cristo, el obispo, el sacerdote, no tiene más poder que el servicio al pueblo de Dios, y cuando busca otro poder “se equivoca, arruina su vocación”. El Santo Padre señaló que no es lo mismo ser un pastor que se un “gestor de empresas pastorales”. “La estructura no hace pastoral”, advirtió. En cambio, “el corazón de un pastor es el que hace la pastoral”. Ese corazón de pastor es el que Jesús trataba de enseñar a sus apóstoles. En el Evangelio de este día se narra cómo, después de una intensa predicación, Jesús se retira con los apóstoles a una zona apartada a orillas del mar de Galilea para descansar y celebrar la Pascua. Pero, como describió el Papa en su homilía, “la agente se da cuenta de adónde se dirigen por la trayectoria que seguían en el mar, y dieron la vuelta por tierra y les esperaron en el lugar al que se dirigían”. “Los apóstoles”, señaló el Papa, “no estaban felices porque la gente les había arruinado la Pascua. Ya no podían hacer esa fiesta con el Señor”. Al ver a la multitud congregada, “Jesús empezó a enseñar. Los apóstoles escuchaban, luego hablaban entre ellos. Pasaban las horas, y Jesús hablaba, y la gente feliz y los apóstoles decían: ‘Nuestra fiesta ha quedado arruinada, nuestro descanso, arruinado’”. Sin embargo, “el Señor buscaba la cercanía con la gente”. Esa cercanía es la que trataba de transmitir, de enseñar a los apóstoles, “buscaba formar el corazón de los pastores a la cercanía con el pueblo de Dios, para servirlo”. Para ello, explicó el Pontífice, Jesús ponía aprueba a los apóstoles, porque esa era la manera de enseñarles a ser pastores cercanos al pueblo. El Papa señaló que a los apóstoles no les gustaban las multitudes, al contrario que a Jesús, que amaba estar cercano al pueblo. “Una de las cosas que Jesús más amaba era estar con la multitud, porque también esto es un símbolo de la universalidad de la redención. Y una de las cosas que menos gustaba a los apóstoles era las multitudes, porque a ellos les gustaba estar cerca del Señor, escuchar al Señor, escuchar todo lo que el Señor decía…”. Los apóstoles no entendían el modo de actuar del Señor, afirmó Francisco, ellos “se sentían elegidos. Se sentían uno un poco, privilegiados, una aristocracia cercana al Señor. Y muchas veces el Señor hacía gestos para corregirlos”. “Es cierto que el pueblo de Dios cansa al pastor. Cuando hay un buen pastor, se multiplican las tareas porque siempre la gente acude donde el buen pastor, por un motivo o por otro”, y explicó una anécdota personal para ilustrarlo: En una ocasión, “un gran párroco de un barrio sencillo, humilde, de la diócesis de Roma. Tenía la canónica como una casa normal, como las otras, y la gente llamaba a la puerta, o a la ventana a cualquier hora. Y una vez me dice: ‘Me gustaría tapiar la puerta y la ventana para que me dejen descansar’. Pero él era consciente de que era pastor y que debía estar con la gente”. En ese espíritu, “Jesús forma enseña a los discípulos, a los apóstoles esta actitud pastoral que es la cercanía al pueblo de Dios. Y el pueblo de Dios cansa, porque siempre pide cosas concretas. Quizás equivocadas, pero te pide cosas concretas, y el pastor debe acudir a estas cosas”. Esa enseñanza se revela en toda su plenitud en esta escena evangélica. Los apóstoles “cuando hacen ver a Jesús que han pasado las horas y que la gente debía marcharse porque comenzaba la oscuridad, le dicen: ‘Despide a la gente para que vayan a comprar para comer’”. “Justo cuando ya estaba oscuro, cuando comenzaba la oscuridad. ¿Pero qué tenían en la cabeza?”, se preguntó el Papa. “Al menos hacer un poco de fiesta entre ellos. Ese egoísmo, no malo, pero se comprende, de estar con el pastor, de estar con Jesús. Y Jesús responde, para ponerlos a prueba: ‘dadles vosotros de comer’”. El Evangelio explica cómo los apóstoles consiguieron únicamente cinco panes y dos peces. Ante la incredulidad de los apóstoles, Jesús bendice los panes y los peces y les ordena que den de comer a la multitud con esa escasa comida. Entonces se produjo el milagro: no sólo comió todo el mundo hasta saciarse, sino que incluso sobraron doce cestos llenos de comida. Es precisamente esa frase, la que “Jesús nos dice hoy a todos los pastores: ‘Dadles vosotros de comer. ¿Están angustiados? Dadles vosotros el consuelo. ¿Están perdidos? Dadles vosotros una vía de salida. ¿Están equivocados? Dadles vosotros lo necesario para resolver los problemas. Dádselo vosotros’”. Sin embargo, también “muchas veces la multitud se equivoca, y aquí se equivocó”. Al ver el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, la gente intentó hacer rey a Jesús, pero Él “se retiró otra vez a la montaña solo”. “No lo dice el Evangelio”, continuó el Papa, “pero quizás alguno de los apóstoles le habría dicho: ‘Pero Señor, aprovechémonos de esto y asumamos más poder’. Otra tentación. Y Jesús les hace ver que ese no es el camino”. Porque, insistió el Papa Francisco, “el poder del pastor es el servicio, no tiene otro poder”. El Papa concluyó la homilía animando a pedir al Señor “por los pastores de la Iglesia, para que el Señor los ame mucho: que siempre les hable, que les diga cómo son las cosas, que les explique y que, sobre todo, les enseñe a no tener miedo del pueblo de Dios, a no tener miedo de ser cercanos”. A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco: Juan 6, 1-15 En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?». Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda». Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
1- AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS: "Yo, el Señor, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de la servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mi. No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, Ni de lo que hay abajo en la tierra. No te postraras ante ellas ni les darás culto" (Ex 20,2-5; Dt 5, 6-9) "Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, solo a El darás culto" (Mt 4,10) ¡AMARÁS al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas! (Lc 10,27; Dt 6,5) • ¿Creo en Dios? ¿Doy testimonio de El? ¿Tengo en El una fe y una confianza firme y completa? • ¿Dudo o rechazo como verdadero lo que Dios ha revelado en las Escrituras (La Sagrada Biblia)? • ¿Me he desesperado, llegando a dudar de la bondad de Dios, de su justicia, de sus promesas y de su misericordia? • ¿He presumido de que Dios me salvará de todas maneras, aún son conversión y sin mérito? • ¿He sido indiferente, despreciando la acción y la fuerza de Dios en mi vida? • ¿He respondido al amor de Dios con tibieza? • ¿He cultivado un enfermizo orgullo propio, que me ha llevado a odiar a Dios? • ¿Le he dedicado suficiente tiempo a Dios en la oración personal y comunitaria? • ¿He hecho las cosas que requieren sacrificio, - con verdadero amor - y ofreciéndoselas al Señor? • ¿He cumplido en todo o en parte, alguna promesa hecha a Dios o a su iglesia? • ¿He sido supersticioso, o sea que le he atribuido una importancia de algún modo mágico, a ciertas prácticas legítimas o necesarias? • ¿He creído y/o consultado y/o usado: supersticiones, hechicerías, brujería, magia, (incluso la blanca), adivinos, quiromancia, "médium", agüeros, horóscopos, cartas de naipe, "tazas de chocolate" y cosas parecidas; al igual que riegos, sahumerios, talismanes, "pencas de sábila", filtros, maleficios, sortilegios, cábala, tarot, "carta astral", alquimia, tabla ouija, santería, amuletos, vudú, gurúes, shamanismo, numerología, espiritismo, "yo soy", necromancia, cuarzos, piedras, mantras, etc., y todo tipo de "objetos con poder". (Dt 18, 10-12; Jr 29, 8) • ¿He honrado y/o reverenciado y/o adorado a una criatura (cualquiera que sea) en lugar de Dios?. Como por ejemplo al dinero, al poder (o a los poderosos) al placer, o a las cosas materiales (como automóviles y pertenencias que se colocan por encima de todo, incluso de Dios). • ¿He puesto fe, o he practicado, o me he dejado llevar por grupos, sectas o movimientos no Cristianos o que mezclan la verdad de Jesucristo con otras ideologías que contienen verdades, pero algunas mentiras muy disfrazadas por el demonio? Por ejemplo: El poder mental, la reencarnación, la falsa metafísica, el método Silva, el ocultismo, el espiritismo, la astrología, el tarot, la meditación trascendental, el yoga, el gnosticismo, el i-chin, "los viajes astrales", los gurús, el inside, el avance, la dianética, la medicina holística, la parapsicología, la sofrología; la radiastesia, la homeopatía, la acupuntura y la acuprensión cuando van acompañadas de prácticas esotéricas. También la hipnosis y autohipnosis, las regresiones, la lectura del áurea, la terapia de olores y esencias florales, el esoterismo, la teosofía, LA MASONERÍA, el rosacrucismo, el budismo, el hare krishna, la "canalización de espíritus o cháneling", el tao, el feng sui y todo lo relacionado con el "new age" o la "nueva era". Igualmente son movimientos o sectas no cristianas LOS MORMONES Y LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ que no creen en Jesucristo como hijo de Dios. (2Tim 4, 3-4; 1Tim 4, 1) • ¿He tentado a Dios, o sea que lo he puesto a prueba, dudando de su palabra, o de su obra, o de su bondad, o de su omnipotencia, o de su amor o poder? • ¿He cometido sacrilegio? O sea que ¿he profanado o tratado indignamente los sacramentos y las otras acciones litúrgicas, así como las personas (sacerdotes y religiosos) las cosas y los lugares consagrados a Dios? • ¿He tratado sacrílegamente LA EUCARISTÍA? • ¿He comprado o vendido artículos religiosos bendecidos? • ¿He sido ateo, o materialista práctico (agnóstico), he rechazado o negado la existencia de Dios? • ¿He orado muy poco o casi nada, olvidándome de ofrecerle al TODO PODEROSO mi trabajo amoroso y de darle gracias en oración al levantarme, al acostarme, y al recibir los alimentos? • ¿Me he acercado indignamente a recibir algún sacramento?
Promesas principales hechas por el Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita de Alacoque: 1. A las almas consagradas a mi Corazón, les daré las gracias necesarias para su estado. 2. Daré la paz a las familias. 3. Las consolaré en todas sus aflicciones. 4. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte 5. Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas 6. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia 7. Las almas tibias se harán fervorosas 8. Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección 9. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada. 10. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos 11. Las personas que propaguen esta devoción, tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él. 12. A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.
El Papa Francisco destacó durante la Audiencia General de este miércoles que “el verdadero equilibrio interior surge de la paz de Cristo” y advirtió que frecuentemente el significado de la palabra paz, puede “ser mal entendida o trivializada”. “El verdadero Shalom y el verdadero equilibrio interior surgen de la paz de Cristo, que proviene de su Cruz y genera una nueva humanidad, encarnada en una infinita lista de santos y santas, inventivos, creativos, que han ideado nuevas formas de amar. Esta vida como hijos de Dios, que por la sangre de Cristo buscan y encuentran a sus hermanos, es la verdadera felicidad”, dijo el Papa durante su catequesis semanal de este 15 de abril. Al reflexionar en la séptima bienaventuranza relatada en el Evangelio de San Mateo (Mt 5,9) que dice: “dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos seraÌn llamados hijos de Dios” el Pontífice explicó que para entender esta afirmación en la que se habla de quienes “trabajan por la paz” es necesario aclarar en qué consiste la paz verdadera. En esta línea, el Papa confió que le alegra abordar esta cuestión “inmediatamente después de Pascua, porque la paz de Cristo es el fruto de su muerte y Resurrección” y añadió que “para comprender esta dicha, uno debe explicar el significado de la palabra paz”. Dos diferentes ideas de paz “Debemos orientarnos entre dos ideas de paz: la primera es la bíblica, donde aparece la bellísima palabra Shalom, que expresa abundancia, prosperidad, bienestar. Cuando en hebreo se desea Shalom, se desea una vida bella, plena y próspera, conducida bajo la verdad y la justicia, que se cumplirá en el Mesías, Príncipe de paz”. En segundo lugar, está el otro sentido, más extendido, por el cual la palabra “paz” se entiende como “una especie de tranquilidad interior; ésta es una idea moderna, psicológica y más subjetiva. Se piensa generalmente que la paz es tranquilidad, armonía, equilibrio interior” y añadió que “este segundo significado es incompleto y no puede ser absolutizado, porque la inquietud en la vida puede ser un momento importante de crecimiento, mientras que puede ocurrir que la tranquilidad interior corresponda a una ‘conciencia domesticada’ y no a una verdadera redención espiritual”. “Muchas veces el Señor debe ser un ‘signo de contradicción’ sacudiendo nuestras falsas certezas, para llevarnos a la salvación”, describió el Papa quien invitó también a recordar que “el Señor entiende que su paz es diferente de la humana, cuando dice: ‘Les dejo la paz, les doy mi paz. No como la da el mundo, yo se las doy’ del Evangelio de San Juan (Jn 14,27)”. “Preguntémonos: ¿cómo da paz el mundo? Si pensamos en los conflictos bélicos, las guerras normalmente terminan de dos maneras: con la derrota de una de las dos partes o con tratados de paz. Solo podemos esperar y rezar para que siempre se tome esta segunda vía; sin embargo, debemos considerar que la historia es una serie infinita de tratados de paz negados por guerras sucesivas o por la metamorfosis de esas mismas guerras de otras maneras o en otros lugares”, expresó. De este modo, el Papa reiteró que en la actualidad existe “una guerra en pedazos” que se lleva a cabo “en múltiples escenarios y de diferentes maneras. Al menos debemos sospechar que, en el contexto de una globalización construida sobre todo por intereses económicos, la ‘paz’ de algunos corresponda a la ‘guerra’ de otros. ¡Esta no es la paz de Cristo!”. Por ello, Francisco cuestionó “¿cómo ‘da’ su paz el Señor Jesús?” y citó la Carta de San Pablo a los Efesios (Ef 2,14) en que el apóstol describe que “la paz de Cristo es ‘hacer de dos, uno solo’ eliminar la enemistad y reconciliarse. Y la forma de lograr este trabajo de paz es su cuerpo. De hecho, reconcilia todas las cosas y pone paz con la sangre de su cruz”. En este sentido, el Santo Padre preguntó “¿quiénes son los que trabajan por la paz?” y concluyó que esta séptima bienaventuranza “es la más activa, explícitamente operativa; la expresión verbal es análoga a la utilizada en el primer versículo de la Biblia para la creación e indica iniciativa y laboriosidad”. “El amor es, por naturaleza, creativo y busca la reconciliación a toda costa. Son llamados hijos de Dios los que han aprendido el arte de la paz y lo ejercitan, y saben que no hay reconciliación sin el don de la vida, y que siempre se debe buscar la paz. ¡En todo momento! Este no es un trabajo autónomo que es el fruto de las propias habilidades, es una manifestación de la gracia recibida de Cristo, quien nos hizo hijos de Dios”, dijo. Finalmente, el Papa Francisco animó a “colaborar con Dios en la tarea de construir la paz, en cada momento y lugar, comenzando por aquellas situaciones que viven y con las personas que tienen alrededor; de manera particular, en estos momentos que estamos viviendo a causa de la pandemia, para que, con un gesto concreto de bien, puedan llevar la ternura, la alegría y la paz de Cristo Resucitado”. “¡Feliz Pascua de Resurrección! y que Dios los bendiga”.
La película Amor y Misericordia, que aborda las visiones de Santa Faustina Kowalska, se estrena este 14 de abril en formato digital, en medio del aislamiento y cuarentena que se vive en muchos países debido a la pandemia de coronavirus COVID-19. El estreno de Amor y Misericordia será también el punto de partida del Festival Internacional de Cine Católico Digital. En diálogo con ACI Prensa, Gaby Jácoba, directora del Festival Internacional de Cine Católico, señaló que la difusión de películas en formato digital será una oportunidad para llevar “las películas católicas a los hogares, para seguir este proyecto de evangelización, principalmente ahorita con la contingencia de COVID-19”. El formato digital, añadió, permitirá al Festival Internacional de Cine Católico “seguir contribuyendo al crecimiento espiritual, a la formación, a través de este medio que es el cine católico”. “Tenemos la bendición, la alegría, de estrenar este proyecto digitalmente con el estreno internacional Amor y Misericordia, que nunca se ha estrenado en cines”, destacó. En ese sentido, señaló que Amor y Misericordia ya está disponible a través de la plataforma FanForce.tv para México, Perú, Chile, Estados Unidos y Canadá, entre otros países. Jácoba recordó que “mucha gente nos pedía el Festival Internacional de Cine Católico Digital, porque muchas veces las películas solo llegaban a las capitales de los países”. “Había muchas comunidades o ciudades donde no podían llegar las películas”, lamentó. Sin embargo, con este proyecto “cuando Dios lo permita y se reactiven los estrenos en cines, también vamos a tener la oportunidad de estrenar las películas de manera digital, para la gente que no puede tener el alcance de llegar a una ciudad o por otras razones”. “Nuestra idea es que todo este mensaje llegue a las familias, a los jóvenes, a los niños desde los 8, 9 años”, para que se “nutran espiritualmente”. “Más ahora, en este tiempo de cuarentena, donde nos hace mucha falta seguir con este crecimiento espiritual y actividades que nos nutran”, destacó. Gaby Jácoba indicó además la gran emoción de que el proyecto de cine digital comience con la historia de Santa Faustina Kowalska y la Divina Misericordia, una devoción muy querida por San Juan Pablo II.
El Vaticano difundió las meditaciones de las 14 estaciones del Vía Crucis que presidirá el Papa Francisco el próximo Viernes Santo 10 de marzo. Las meditaciones han sido propuestas por la capellanía del Centro Penitenciario “Due Palazzi” de Padua, una de las ciudades más golpeadas por la epidemia de coronavirus COVID-19 en Italia. Las meditaciones las han redactado condenados a prisión (alguno a cadena perpetua), sus familiares, familiares de víctimas, funcionarios de prisiones, policías, educadores de instituciones penitenciarias, catequistas, un fraile de la pastoral penitenciaria y un sacerdote acusado y absuelto tras ocho años de proceso judicial. El Papa Francisco pidió a la capellanía de este centro penitenciario encargarse este año de elaborar las meditaciones en una carta publicada el martes 10 de marzo en el periódico italiano Il Mattino de Padova. En la carta, el Santo Padre explicó que el Vía Crucis es una “ocasión muy querida por el pueblo cristiano en la que acompañamos a Cristo a lo largo del camino hacia la Cruz”. También dijo que “he elegido a la cárcel, en su totalidad, para que también en esta ocasión sean los últimos los que nos marquen el paso”. Debido a la epidemia de coronavirus, este año el Vía Crucis del Viernes Santo presidido por el Pontífice no tendrá lugar en el Coliseo de Roma, como es tradicional. En su lugar, se celebrará a puerta cerrada, sin la presencia de fieles, en la Basílica de San Pedro, siguiendo así las indicaciones de Estado de la Ciudad del Vaticano para evitar nuevos contagios. Lea aquí las meditaciones completas
El próximo 5 de abril la Iglesia celebrará Domingo de Ramos y dará inicio a la Semana Santa, uno de los tiempos litúrgicos más importantes en la vida cristiana pero que este año tiene una serie de modificaciones debido a la pandemia mundial del coronavirus COVID-19. La Santa Sede, así como las iglesias particulares, han emitido varias disposiciones para la celebración de esta y otras fechas de Semana Santa. Aquí algunos datos a tomar en cuenta. 1. Debemos celebrar Domingo de Ramos desde casa Para el Domingo Ramos del 2020 los fieles solo podrán participar de la Misa y ritos desde sus casas, en familia, y a través de los medios de comunicación. Se debe prestar atención a los horarios de las transmisiones en vivo parroquiales, diocesanas, de canales de televisión católicos o Redes Sociales como Lumen El Salvador o del mismo Vaticano. 2. Algunas procesiones se celebrarán al interior de los templos Algunas diócesis, anunciaron que la Misa de Domingo de Ramos se celebrará a puerta cerrada en cada templo parroquial, catedral y basílica, y que la Procesión de Ramos se realizará dentro del templo cuidando siempre que en éste no existan más de 20 personas. 3. Las palmas podrán colocarse directamente en las puertas de las casas No es necesario utilizar hojas de palma para esta ocasión. Recientemente, se dio a conocer una iniciativa que invita a los fieles a poner una rama verde bonita, de cualquier tipo y arreglada en casa, en la ventana o puerta de las viviendas durante la tarde del sábado 4 de abril, para que el Domingo de Ramos todas las casas amanezcan con una rama. Esta es una manera de proclamar y aclamar a Cristo como nuestro Rey y Salvador, y además es un símbolo anticipado de su triunfo pascual.
La antífona de entrada del jueves de la quinta semana de Cuaresma, que el Papa lee al comienzo de la misa de hoy en Santa Marta, es una invitación a tenerla mirada fija en Jesús, una esperanza que no defrauda: "Cristo es mediador de una Nueva Alianza entre Dios y los hombres, a fin de que, habiendo muerto para redención de los pecados cometidos en la primera Alianza, los que son llamados reciban la herencia eterna que ha sido prometida". (Heb 9,15). Francisco, al introducir la celebración, reza especialmente por los sin techo: Estos días de dolor y tristeza ponen de manifiesto tantos problemas ocultos. En el periódico, hoy, hay una foto que golpea el corazón: tantas personas sin hogar en una ciudad tiradas en un estacionamiento, bajo observación... hay tantas personas sin hogar hoy. Pidamos a Santa Teresa de Calcuta que despierte en nosotros un sentido de cercanía a tantas personas que en la sociedad, en la vida normal, viven escondidas pero, como los sin techo, en el momento de la crisis, se destacan de esta manera. En su homilía, Francisco comenta las lecturas de hoy, tomadas del libro del Génesis (Gn 17, 3-9) y del Evangelio de Juan (Jn 8, 51-59) que tienen como centro la figura de Abraham, la alianza con Dios y el nuevo anuncio de Jesús que viene a "rehacer" la creación perdonando nuestros pecados. Nosotros somos cristianos", dijo, "porque hemos sido elegidos, escogidos y hemos recibido una promesa de fecundidad, a la que debemos responder con fidelidad a la alianza. Nuestros pecados están en contra de estas tres dimensiones: no aceptar la elección adorando ídolos, no esperar en la promesa y olvidar la alianza. Que el camino del cristiano, concluyó, sea aquel de ser consciente de la elección, de la alegría de ir hacia una promesa y de la fidelidad en el cumplir la alianza A continuación, el texto de la homilía según una transcripción nuestra: El Señor siempre ha recordado su alianza. Lo repetimos en el Salmo Responsorial. El Señor no olvida, nunca olvida. Sí, sólo olvida en un caso, cuando perdona los pecados. Después de perdonar pierde la memoria, no recuerda sus pecados. En otros casos Dios no olvida. Su fidelidad es memoria. Su fidelidad a su pueblo. Su fidelidad a Abraham es el recuerdo de las promesas que hizo. Dios eligió a Abraham para hacer un camino. Abraham es un elegido, era un elegido. Dios lo eligió. Luego en esa elección le prometió una herencia y hoy, en el pasaje del Libro del Génesis, hay un paso más. En cuanto a ti, mi alianza es contigo. La alianza. Una alianza que le hace ver a lo lejos su fecundidad: te convertirás en el padre de una multitud de naciones. La elección, la promesa y la alianza son las tres dimensiones de la vida de fe, las tres dimensiones de la vida cristiana. Cada uno de nosotros es un elegido, nadie elige ser cristiano entre todas las posibilidades que le ofrece el "mercado" religioso. Somos cristianos porque hemos sido elegidos. En esta elección hay una promesa, hay una promesa de esperanza, el signo es la fecundidad: "Abraham serás padre de una multitud de naciones y serás fecundo en la fe". Tu fe florecerá en las obras, en las buenas obras, en las obras de fecundidad también, una fe fecunda. Pero debes - el tercer paso - observar la alianza conmigo". Y la alianza es fidelidad, ser fiel. Hemos sido elegidos, el Señor nos ha dado una promesa, ahora nos pide una alianza. Una alianza de fidelidad. Jesús dice que Abraham se regocijó pensando, viendo su día, el día de la gran fecundidad, aquel hijo suyo - Jesús era el hijo de Abraham - que vino a rehacer la creación, que es más difícil que hacerla, dice la liturgia - vino a redimir nuestros pecados, a liberarnos. El cristiano es cristiano no para que pueda hacer ver la fe del bautismo: la fe del bautismo es un papel. Tú eres cristiano si dices que sí a la elección que Dios ha hecho de ti, si vas detrás de las promesas que el Señor te ha hecho y si vives una alianza con el Señor: esta es la vida cristiana. Los pecados del camino están siempre en contra de estas tres dimensiones: no aceptar la elección y nosotros "elegir" tantos ídolos, tantas cosas que no son de Dios. No aceptar la esperanza en la promesa, ir, mirar de lejos las promesas, incluso muchas veces, como dice la Carta a los Hebreos, saludándolas de lejos y hacer que las promesas estén hoy con los pequeños ídolos que nosotros hacemos, y olvidar la alianza, vivir sin alianza, como si estuviéramos sin alianza. La fecundidad es la alegría, esa alegría de Abraham que vio el día de Jesús y se llenó de alegría. Esta es la revelación que la palabra de Dios nos da hoy sobre nuestra existencia cristiana. Que sea como aquella de nuestro Padre: consciente de ser elegido, gozoso de ir hacia una promesa y fiel en el cumplimento de la alianza. El Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitando a hacer la comunión espiritual. He aquí la oración recitada por el Papa: “Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén”. Antes de salir de la capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antigua antífona mariana Ave Regina Caelorum ("Ave Reina del Cielo"): “Salve, Reina de los cielos, y Señora de los ángeles; salve, raíz; salve, puerta que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros”. Fuente: Vatican News
Este mes de abril de 2020, el Papa Francisco centra su intención de oración universal a la “liberación de las adicciones”. El Santo Padre pide a todos los fieles que recen “para que todas las personas bajo la influencia de las adicciones sean bien ayudadas y acompañadas”. En una entrevista al diario del Vaticano, L’Osservatore Romano (LOR), de febrero de 2019, el director de la Red del Apostolado de la Oración del Papa, P. Frédéric Fornos, explicó que en las intenciones de oración del Pontífice “encontramos un eco en los desafíos para el mundo”. El P. Fornos indicó que el Papa Francisco exhorta a rezar por quienes “se dejan llevar por caminos de muerte, a causa de diversas dependencias: abuso de drogas o de alcohol, uso nocivo de las nuevas tecnologías o pornografía online, con todas sus consecuencias”.
El Papa Francisco ofreció la Misa celebrada en Casa Santa Marta este Quinto Domingo de Cuaresma 29 de marzo por “tanta gente que llora” por la epidemia de coronavirus COVID 19 y aseguró que Jesús también habría llorado con todos los que están sufriendo. “Pienso en tanta gente que llora: gente aislada, gente en cuarentena, los ancianos solos, gente hospitalizada y las personas en terapia, los padres que ven que, como no reciben la paga, no darán de comer a los hijos. Tanta gente que llora. También nosotros, en nuestro corazón, los acompañamos. Y no nos hará mal llorar un poco con el llanto del Señor por todo su pueblo”, señaló el Pontífice. El Santo Padre invitó, “ante un mundo que sufre tanto, ante tanta gente que sufre las consecuencias de esta pandemia”, a preguntarse: ¿soy capaz de llorar como, seguramente, lo habría hecho Jesús y lo hace el mismo Jesús?”. Insistió en que “muchos lloran hoy. Y nosotros, desde este altar, desde este sacrificio de Jesús, de Jesús que no se avergüenza de llorar, pidamos la gracia de llorar. Que hoy sea para todos nosotros como el domingo de las lágrimas”. En su homilía, el Papa Francisco reflexionó sobre el fragmento evangélico en el que se narra la resurrección de Lázaro. Recordó que “Jesús tenía amigos. Los amaba a todos, pero tenía amigos con los cuales tenía una relación especial, como se hace con los amigos, de un amor mayor, de una confianza mayor. Y muchas, muchas veces se quedaba en casa de estos amigos: Lázaro, Marta, María… Y Jesús sentía dolor por la enfermedad y la muerte de su amigo” Lázaro. Jesús “llegó al sepulcro y se conmocionó profundamente y, muy turbado, preguntó: ‘¿Dónde lo habéis puesto?’. Y Jesús rompió en llanto. Jesús, Dios, pero hombre, llora”. Explicó que también “en otra ocasión en el Evangelio se dice que Jesús lloró: cuando piensa en Jerusalén. ¡Y con cuánta ternura llora Jesús! Llora desde el corazón, llora con amor, llora con los suyos que lloran. El llanto de Jesús. Quizás ha llorado otras veces en la vida, no lo sabemos; seguramente en el Huerto de los Olivos. Pero Jesús llora de amor, siempre”. “Se conmociona profundamente y, muy turbado, llora. Cuántas veces hemos escuchado en el Evangelio esta conmoción de Jesús, con esa frase que se repite: ‘Viéndolo tuvo compasión’. Jesús no puede mirar a la gente y no sentir compasión. Sus ojos están con el corazón; Jesús ve con los ojos, pero mira con el corazón y es capaz de llorar”. El Papa Francisco terminó la homilía preguntándose: “¿Mi corazón se parece al de Jesús? Y si es demasiado duro, si soy capaz de hablar, de hacer el bien, de ayudar, pero en el corazón no entra. No soy capaz de llorar, pide esa gracia al Señor: Señor, yo llore contigo, llore con tu pueblo que, en este momento, sufre”. Evangelio comentado por el Papa Francisco: Juan 11:1-45 1 Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. 2 María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo. 3 Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo.» 4 Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» 5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6 Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba. 7 Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.» 8 Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?» 9 Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10 pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él.» 11 Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle.» 12 Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará.» 13 Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño. 14 Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, 15 y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él.» 16 Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.» 17 Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, 19 y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. 20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. 21 Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. 22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.» 23 Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.» 24 Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.» 25 Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; 26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» 27 Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.» 28 Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama.» 29 Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rapidamente, y se fue donde él. 30 Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado. 31 Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí. 32 Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.» 33 Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó 34 y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden