Por Martha Guardado | Lumen El Salvador
Este día el Papa Francisco desarrolló su tercera catequesis sobre el discernimiento, en la que subrayó que uno de los elementos constitutivos de este proceso es la oración adentrada en la familiaridad e intimidad con Dios.
Ante cientos de feligreses que asistieron a la Plaza de San Pedro, Su Santidad explicó que la oración es el medio en el que se involucran los afectos, ayuda a dirigirse a Dios con sencillez y la familiaridad de un amigo.
“El secreto de la vida de los santos es la familiaridad y confidencia con Dios, que crece en ellos y hace cada vez más fácil reconocer lo que a Él le agrada” -dijo el Papa- “ La oración verdadera es familiaridad y confidencia con Dios. No es recitar oraciones como un loro, bla, bla, bla, no. La verdadera oración es esta espontaneidad y afecto con el Señor”.
“El discernimiento no pretende ser una certeza absoluta”
El Pontífice destacó que el discernimiento no es químicamente un método puro, y que la vida no siempre es lógica, ya que constantemente hay aspectos que no se dejan encasillar en una sola categoría de pensamiento.
“Querríamos saber con precisión qué hay que hacer, pero, incluso cuando sucede, no siempre actuamos en consecuencia”, reconoció el Santo Padre.
En ese sentido, con las palabras del apóstol Pablo que dice “no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero”, recordó que “No somos solo razón, no somos máquinas, no basta con recibir instrucciones para cumplirlas: al igual que las ayudas, los obstáculos para decidirse por el Señor son sobre todo afectivos, del corazón”.
El signo del encuentro con el Señor es la alegría
El Papa Francisco explicó que muchas veces los cristianos creen que Jesús puede ser el Hijo de Dios, pero dudan de que él quiere la felicidad para cada uno, y de que su propuesta no significa arruinar o mortificar las aspiraciones más fuertes.
“Estos pensamientos a veces se asoman dentro de nosotros: que Dios nos está pidiendo demasiado, tenemos miedo de que Dios nos pida demasiado, que realmente no nos ama. En cambio, en nuestro primer encuentro vimos que el signo del encuentro con el Señor es la alegría. Cuando encuentro al Señor en la oración, me pongo alegre. Cada uno de nosotros se vuelve alegre, una cosa hermosa”.
Su Santidad mencionó que Jesús no obliga a nadie a seguirlo, pues Él sabe hacer su voluntad “con tanto corazón te hace saber las cosas, pero te deja libre. Y esto es lo más bonito de la oración con Jesús: la libertad que Él nos deja. En cambio, cuando nos alejamos del Señor permanecemos con algo triste, algo malo en el corazón”.
El Pontífice aclaró que el “discernir lo que sucede dentro de nosotros no es fácil, porque las apariencias engañan, pero la familiaridad con Dios puede disolver suavemente las dudas”, por lo tanto alentó a todos los fieles a que pidan la gracia de vivir una relación en amistad con Dios.
Para finalizar, recomendó que muchas veces esa amistad con el Señor se forja con una sonrisa, un gesto sencillo y no al recitar palabras que no llegan al corazón “Él permanece en la puerta del corazón. Él se queda callado, se queda ahí cerca, cerca del corazón porque Él siempre es fiel. Vamos adelante con esta oración, digamos la oración del “hola”, la oración para saludar al Señor con el corazón, la oración del afecto, la oración de la cercanía, con pocas palabras, pero con gestos y con buenas obras”, concluyó el Papa.