Santa María Magdalena, premiada por su misericordia.
22/07/2016 06:52 am

Nos encontramos participando, por gracia de Dios y de nuestra madre la Iglesia, del año santo dedicado a la misericordia. Así lo aconsejó el papa Francisco I, al convocar dicha celebración antes mencionada. Dentro de los frutos que podemos recoger en este año especial se encuentran las parábolas de la misericordia y también las obras de misericordia, tanto espirituales, como corporales.

Las parábolas de la misericordia son:

a)     Los dos deudores y su acreedor (Lc. 7, 36-50)

b)    El buen samaritano (Lc. 10, 25-37)

c)     La oveja y dracma perdidas y encontradas (Lc. 15, 1-7)

d)    El padre misericordioso (Lc. 15, 11-32)

e)     El rico anónimo y el pobre Lázaro (Lc. 16, 19-31)

f)     El juez y la viuda (Lc. 18, 1-8)

g)    El fariseo y el publicano en el templo (Lc. 18, 9-14)

Las obras de misericordia tienen su razón de ser a raíz de la enseñanza de Jesús “Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, era forastero y me recibieron en su casa, estaba desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y vinieron a verme” (Mt. 25, 35-36)

Podemos dividirlas en dos grupos: espirituales y corporales.

Dentro de las obras de misericordia espirituales podemos citar:

a)     Dar consejo al que lo necesita.

b)    Enseñar al que no sabe.

c)     Corregir al que se equivoca.

d)    Consolar al triste.

e)     Perdonar las ofensas.

f)     Soportar con paciencia a las personas molestas.

g)    Rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.

Dentro de las obras de misericordia corporales podemos mencionar:

a)     Dar de comer al hambriento.

b)    Dar de beber al sediento.

c)     Acoger al forastero.

d)    Vestir al desnudo.

e)     Asistir a los enfermos.

f)     Visitar a los presos.

g)    Enterrar a los muertos.

Cuando hacemos alusión a Santa María Magdalena en referencia a su misericordia, pensamos en esta última, de índole corporal: “Enterrar a los muertos”. La Biblia en el evangelio de San Marcos nos presenta la siguiente narración: “Vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús… comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de Joset se fijaban donde era puesto” (Cfr. V. 42-43. 46-47)

El agradecimiento de María Magdalena, por haber recibido la liberación de parte de Jesús, nos hace pensar, era el motivo principal para que ella se interesara en acudir al debido embalsamamiento del cuerpo del Señor. Una obra misericordiosa corporal, citada antes y, a la vez, enseñada por Jesús a sus discípulos, entre los cuales se encuentra nuestra patrona.

“Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle. Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro” (Mc. 16, 1-2)

Esta acción tiene una recompensa, al acudir al sepulcro para embalsamar el cuerpo de Jesús, el Señor le premia al convertirse en la primera testigo de su resurrección. De vivir para Cristo, se convierte en testigo de la resurrección de Cristo: “Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios” (Mc. 16, 9)

Sin lugar a dudas, el gesto de nuestra patrona, tiene su recompensa, se convierte en testigo de la resurrección del Señor, el milagro más grande que una persona puede contemplar.

Al vivir la misericordia con nuestros semejantes, estaremos preparando el camino para convertirnos en testigos de los milagros y bendiciones que Jesús quiere colocar en nuestra vida.

¿Qué milagros espera usted del Señor? ¿Cuáles son las obras de misericordia que Jesús le está pidiendo realizar con aquellos que viven cerca de usted?

Santa María Magdalena, enséñanos a servir al Señor en los necesitados, viviendo el camino de la misericordia.

 

Artículo por Padre Luis Alvarado

 

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