En este aspecto debemos de empezar por agradecer a Dios; luego agradecer a todo aquel que nos ha acompañado en el camino de la fe, a nuestros padres, hermanos, catequistas, y a todos aquellos que nos la trasmitieron, al sacerdote que nos bautizó, al que nos ha reconciliado con Dios en la confesión. Agradecer a aquel que está con nosotros en las buenas, en las malas y en las peores.
Dios en su infinita misericordia, nos bendice siempre, muchas veces por medio de las personas que nos encontramos a nuestro paso, debemos ser conscientes de que todo lo que nos acontece es obra maravillosa de Dios, en todo lo bueno vemos la huella de Dios. Por lo tanto debemos de dar gracias por su infinito amor, por compañía y asistencia. Agradecer a Dios que nunca nos abandona. “Dad gracias en todo; porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tes 5,18).
Te doy gracias, Señor, porque has sido misericordioso con nosotros, gracias por tu presencia entre nosotros, gracias porque en el pesebre te hiciste en todo semejante a nosotros, menos en el pecado. Tú, Jesús, eres lo mejor que le ha pasado a nuestra historia, a la humanidad, gracias por darnos también a María como Madre y Señora nuestra, gracias por darnos a San José como guía y protector, gracias Jesús. Amen
Reflexión por Padre Arnulfo Delgado