En su Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo 2022, el Papa Francisco reflexionó en la misericordia y la ternura de Dios y describió que el Señor tiene en sí mismo “tanto la dimensioÌn de la paternidad como la de la maternidad, porque EÌl nos cuida con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre”.
Al reflexionar en el tema de la XXX Jornada Mundial del Enfermo, que se llevará a cabo el 11 de febrero de 2022 en la Basílica de San Pedro del Vaticano, “Sean misericordiosos asiÌ como el Padre de ustedes es misericordioso (Lc 6,36). Estar al lado de los que sufren en un camino de caridad”, el Santo Padre alentó a dirigir “la mirada hacia Dios rico en misericordia, que siempre mira a sus hijos con amor de padre, incluso cuando estos se alejan de EÌl”.
En esta línea, el Papa indicó que “de hecho, la misericordia es el nombre de Dios por excelencia, que manifiesta su naturaleza, no como un sentimiento ocasional, sino como fuerza presente en todo lo que EÌl realiza. Es fuerza y ternura a la vez”.
“Por eso, podemos afirmar con asombro y gratitud que la misericordia de Dios tiene en siÌ misma tanto la dimensioÌn de la paternidad como la de la maternidad (cf. Is 49,15), porque EÌl nos cuida con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre, siempre dispuesto a darnos nueva vida en el EspiÌritu Santo”, escribió el Pontífice.
Además, el texto del Santo Padre difundido este 4 de enero señaló que la celebración conclusiva de la XXX Jornada Mundial del Enfermo “no tendraÌ lugar en Arequipa, PeruÌ, debido a la pandemia, sino en la BasiÌlica de San Pedro en el Vaticano”.
En su mensaje, el Papa alienta a que esta Jornada Mundial del Enfermo “pueda ayudarnos a crecer en el servicio y en la cercaniÌa a las personas enfermas y a sus familias” y recordó que “hace treinta años, San Juan Pablo II instituyoÌ la Jornada Mundial del Enfermo para sensibilizar al Pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias catoÌlicas y a la sociedad civil sobre la necesidad de asistir a los enfermos y a quienes los cuidan”.
“Estamos agradecidos al Señor por el camino realizado en las Iglesias locales de todo el mundo durante estos años. Se ha avanzado bastante, pero todaviÌa queda mucho camino por recorrer para garantizar a todas las personas enfermas, principalmente en los lugares y en las situaciones de mayor pobreza y exclusioÌn, la atencioÌn sanitaria que necesitan, asiÌ como el acompañamiento pastoral para que puedan vivir el tiempo de la enfermedad unidos a Cristo crucificado y resucitado”, afirmó.
Asimismo, el Santo Padre recordó a “los numerosos enfermos que, durante este tiempo de pandemia, han vivido en la soledad de una unidad de cuidados intensivos la uÌltima etapa de su existencia atendidos, sin lugar a dudas, por agentes sanitarios generosos, pero lejos de sus seres queridos y de las personas maÌs importantes de su vida terrenal”.
“He aquiÌ, pues, la importancia de contar con la presencia de testigos de la caridad de Dios que derramen sobre las heridas de los enfermos el aceite de la consolacioÌn y el vino de la esperanza, siguiendo el ejemplo de JesuÌs, misericordia del Padre”, advirtió.
Por ello, el Papa agradeció la labor de los agentes sanitarios -los meÌdicos, los enfermeros, los teÌcnicos de laboratorio, en el personal encargado de asistir y cuidar a los enfermos, asiÌ como en los numerosos voluntarios que donan un tiempo precioso a quienes sufren- y señaló que “su servicio al lado de los enfermos, realizado con amor y competencia, trasciende los liÌmites de la profesioÌn para convertirse en una misioÌn”.
Luego, el Santo Padre invitó a no olvidar “la singularidad de cada persona enferma, con su dignidad y sus fragilidades” ya que “el enfermo es siempre maÌs importante que su enfermedad y por eso cada enfoque terapeÌutico no puede prescindir de escuchar al paciente, de su historia, de sus angustias y de sus miedos”.
“Incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir una cercaniÌa que muestra intereÌs por la persona antes que por su patologiÌa. Por eso espero que la formacioÌn profesional capacite a los agentes sanitarios para saber escuchar y relacionarse con el enfermo”, afirmó.
En este sentido, el Papa destacó la importancia de las instituciones sanitarias catoÌlicas porque “son un tesoro precioso que hay que custodiar y sostener; su presencia ha caracterizado la historia de la Iglesia por su cercaniÌa a los enfermos maÌs pobres y a las situaciones maÌs olvidadas”.
“¡CuaÌntos fundadores de familias religiosas han sabido escuchar el grito de hermanos y hermanas que no disponiÌan de acceso a los tratamientos sanitarios o que no estaban bien atendidos y se han entregado a su servicio! AuÌn hoy en diÌa, incluso en los paiÌses maÌs desarrollados, su presencia es una bendicioÌn, porque siempre pueden ofrecer, ademaÌs del cuidado del cuerpo con toda la pericia necesaria, tambieÌn aquella caridad gracias a la cual el enfermo y sus familiares ocupan un lugar central”, indicó el Papa.
De este modo, el Santo Padre subrayó que “en una eÌpoca en la que la cultura del descarte estaÌ muy difundida y a la vida no siempre se le reconoce la dignidad de ser acogida y vivida, estas estructuras, como casas de la misericordia, pueden ser un ejemplo en la proteccioÌn y el cuidado de toda existencia, aun de la maÌs fraÌgil, desde su concepcioÌn hasta su teÌrmino natural”.
Además, el Papa pidió no dejar de proporcionar atención espiritual a los enfermos y sus familias “no podemos dejar de ofrecerles la cercaniÌa de Dios, su bendicioÌn, su Palabra, la celebracioÌn de los sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y maduracioÌn en la fe”.
“A este propoÌsito, quisiera recordar que la cercaniÌa a los enfermos y su cuidado pastoral no solo es tarea de algunos ministros especiÌficamente dedicados a ello; visitar a los enfermos es una invitacioÌn que Cristo hace a todos sus disciÌpulos. ¡CuaÌntos enfermos y cuaÌntas personas ancianas viven en sus casas y esperan una visita! El ministerio de la consolacioÌn es responsabilidad de todo bautizado, consciente de la palabra de JesuÌs: «Estuve enfermo y me visitaron» (Mt 25,36)”, concluyó el Papa quien encomendó a todos los enfermos y sus familias a la intercesioÌn de MariÌa, Salud de los enfermos”.
Fuente Aci Prensa