“El deseo es la brújula para entender dónde me encuentro y dónde estoy yendo” Papa Francisco
12/10/2022 12:59 pm

Por Martha Guardado |  Lumen El Salvador 

En torno a la serie de catequesis sobre el discernimiento, el Papa Francisco enfatizó en el “deseo” como un elemento importante de este proceso y dijo que es la brújula para entender dónde se encuentra cada uno y hacia dónde se dirige.

En las catequesis anteriores, Su Santidad habló de otros “ingredientes” para discernir, tales como: el conocimiento y la experiencia, escuchar el propio corazón, la oración espontánea, y el conocimiento de sí. En esa línea, esta vez profundizó en que el deseo es “una nostalgia de plenitud que no encuentra nunca la plena satisfacción, y es el signo de la presencia de Dios en nosotros”.

Definición del deseo

El Pontífice explicó que la palabra “deseo” proviene del latín de-sidus, que se traduce como “la falta de la estrella”; es decir, una falta del punto de referencia que orienta el camino de la vida.

Por lo tanto, es esa brújula la que guía para entender si “estoy quieto o estoy caminando, una persona que nunca desea es una persona quieta, quizá enferma, casi muerta” el deseo es la brújula para saber “si estoy caminando o si estoy quieto”.

“Un deseo sincero sabe tocar en profundidad las cuerdas de nuestro ser, por eso no se apaga frente a las dificultades o a los contratiempos. Es como cuando tenemos sed: si no encontramos algo para beber, esto no significa que renunciemos, es más, la búsqueda ocupa cada vez más nuestros pensamientos y nuestras acciones, hasta que estamos dispuestos a hacer cualquier sacrificio para apaciguarlo”, destacó el Santo Padre. 

El deseo se diferencia de la emoción

El Papa Francisco mencionó que las ganas o la emoción momentánea son diferentes al deseo, ya que este es un elemento que perdura en el tiempo y al cumplir el proceso que exige puede llegar a concretarse, y para ello es necesario poner ciertos límites.

“Si, por ejemplo, un joven desea convertirse en médico, tendrá que emprender un recorrido de estudios y de trabajo que ocupará algunos años de su vida, como consecuencia tendrá que poner límites, decir algún “no”, en primer lugar, a otros estudios, pero también a posibles entretenimientos o distracciones, especialmente en los momentos de estudio más intenso. Pero, el deseo de dar una dirección a su vida y de alcanzar esa meta —llegar a ser médico era el ejemplo— le consiente superar estas dificultades”, ejemplificó Su Santidad. 

“¿Quieres ser curado?”

El Papa Franciscó recordó que Jesús, antes de realizar un milagro, preguntaba “¿Quieres ser curado?”, y aunque la pregunta parezca fuera de lugar, muchas veces los cristianos se resisten a ser sanados, como sucedió con el paralítico que por mucho tiempo pasó en la orilla de la piscina de Betesda y nunca encontraba el momento adecuado para entrar al agua. 

“Jesús le pregunta: «¿Quieres curarte» (Jn 5,6). ¿Por qué? En realidad, la respuesta del paralítico revela una serie de resistencias extrañas a la sanación, que no tienen que ver solo con él. La pregunta de Jesús era una invitación a aclarar su corazón, para acoger un posible salto de calidad: no pensar más en sí mismo y en la propia vida “de paralítico”, transportado por otros. Pero el hombre en la camilla no parecer estar tan convencido. Dialogando con el Señor, aprendemos a entender qué queremos realmente de nuestra vida”, profundizó el Pontífice. 

En esta línea, subrayó que esta situación conduce a los cristianos a quejarse con la familia, o incluso entre sacerdotes y obispos. Ante esto el Papa exhortó “estad atentos que las quejas son un veneno, un veneno para el alma, un veneno para la vida porque no hacen crecer el deseo de ir adelante”.

El Pontífice invitó a los fieles a que pidan al señor conocer los deseos del interior y la fuerza para, en su nombre, concretizarlos. Finalizó su discurso aclarando que “Él tiene un gran deseo respecto a nosotros: hacernos partícipes de su plenitud de vida”.

 
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