Martha Guardado | Lumen El Salvador
En su discurso previo al Ángelus del domingo 13 de noviembre, y luego de presidir la misa en honor a la VI Jornada Mundial de los Pobres, el Papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio del día e invitó a los miles de feligreses presentes a que perseveren y construyan su fe sobre “aquello que no pasa”.
El texto de la liturgia correspondió al capítulo 21 de San Lucas, en él se narra cuando Jesús estuvo en el templo de Jerusalén y, mientras muchos se maravillaban por el lugar, Él les dijo “De lo que ven, no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”, luego aumenta la intensidad y explica cómo en la historia casi todo se derrumba: “habrá revoluciones y guerras, terremotos y hambrunas, plagas y persecuciones”.
En esa línea, el Pontífice destacó que es una forma en que el Señor nos dice “no hay que confiar demasiado en las realidades terrenales: pasan”, con el objetivo de darnos la valiosa enseñanza de la perseverancia, ya que en el mismo Evangelio de Lucas, Jesús también dice “Con su perseverancia salvarán su vida” (v. 19).
“¿Qué cosa es esto” -dijo el Papa- “La palabra indica ser “muy severos”; pero ¿severos en qué sentido? ¿Acaso con uno mismo, considerándose no estar a la altura? No. ¿Acaso con los demás, siendo rígidos e inflexibles? Tampoco. Jesús nos pide que seamos “severos”, disciplinados, persistentes en lo que a Él le importa, en lo que importa”.
Asimismo, subrayó que del mismo modo en que las personas que admiraban el templo, muchas veces nosotros priorizamos demasiado las obras de nuestras manos, los logros, las tradiciones religiosas o diferentes símbolos sagrados y sociales; y está bien, pero pasan.
“En cambio, Jesús dice que nos centremos en lo que permanece, que evitemos dedicar nuestra vida a construir algo que luego se destruirá, como aquel templo, olvidándonos de construir lo que no se derrumba, de construir sobre su palabra, sobre el amor, sobre el bien. Ser perseverantes, ser severos y decididos para edificar aquello que no pasa”, agregó Su Santidad.
Por tanto, la perseverancia es “construir el bien cada día” y permanecer constantes en ese bien, y para eso es válido y necesario preguntarse “¿Cómo va mi perseverancia? ¿Soy constante, o vivo la fe, la justicia y la caridad según el momento, es decir, si me apetece, rezo, si me conviene, soy justo, servicial y atento, mientras que, si estoy insatisfecho, si nadie me lo agradece, dejo de hacerlo? ¿mi oración y mi servicio dependen de las circunstancias o dependen de un corazón firme en el Señor?”.
Para finalizar, el Papa Francisco enfatizó en que Jesús nos dice que no debemos temer ni siquiera a los acontecimientos tristes y difíciles de la vida, ni del mal que vemos a nuestro alrededor, y subrayó que “La perseverancia es el reflejo del amor de Dios en el mundo, porque el amor de Dios es fiel, es perseverante, nunca cambia”.